Juan 70
CVJ
Domingo, 27 de febrero de 2011
VIDA ACOMPAÑADA
Plan de oración con el Evangelio de Juan
70. Jn 10,7-10
Introducción:
La puerta como metáfora de apertura y de acogida sigue vigente. Abrir la puerta es una manera de decir que alguien acoge al otro. Cerrar la puerta es cerrar posibilidades. Uno de los síntomas de debilitamiento de lo humano en nuestra sociedad es toda la cultura de llamada “seguridad” que consiste en vigilar puertas, cerrarlas a cal y canto. Nunca nuestra sociedad ha sido más segura y, paradójicamente, nunca como ahora crece el negocio de la “seguridad”. Quizá se esté queriendo decir que la verdadera seguridad no va a venir de la capacidad para cerrar las puertas con mecanismos sofisticados o con un exceso de vigilantes. La seguridad va a venir más de la confianza, de la apertura, de la acogida. No es fácil hacer creíble hoy este mensaje, pero habrá que intentarlo.
Jesús se define aquí como “puerta”. Es puerta de una casa que acoge a todos, sin preguntar en exceso, sin poner condiciones previas para la acogida, sin excluir a nadie. Y ¿qué hay tras esa puerta? Un espacio para el amor, una mesa que no excluye a nadie, un ánimo para hacernos ver que, más allá de nuestras limitaciones, estamos llamados a la vida, a la dicha, a la plenitud personal. Detrás de esa puerta está el Padre que se pone a nuestro nivel, que no pone ningún requisito para entrar en su casa, porque en ellas, como dirá más tarde el Evangelio” “hay vivienda para todos”. Entender a Jesús como puerta es, tal vez, más “productivo” que entenderlo como “hijo de Dios”. Puede ayudarnos más a adherirnos a él y a creer en sus mecanismos. Uno de ellos parece decir: que es decisivo ser puerta abierta para los demás. Y que en algo de eso consiste el ser amigo de Jesús y seguidor/a suyo.
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Texto:
7Por eso añadió Jesús:
-Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
9Yo soy la puerta: quien entre por mí estará seguro y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. 10El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
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Ventana abierta:
Esta es la puerta abierta del Centro “Tren La Estrella” que tiene Cáritas Diocesana en Logroño. Se llama así porque es un “tren” que tienen a mano los exreclusos de la prisión para iniciar un nuevo camino de inserción. Es novedoso su modelo educativo pues parte de la adultez y libertad de los expresos. Por ejemplo, no hay “vigilancia” de noche para que no parezca otra “cárcel”. La libertad de cada uno y su responsabilidad es la que se evaluará. Una casa abierta y con la acogida y calidez como meta, siendo éstas obra de todos los que se suben a este “tren”.
Oramos: Gracias, Señor, por quienes brindan posibilidades a los débiles; gracias por quienes abren sus puertas a quienes anhelan días mejores; gracias por quienes acogen a quienes tienen dificultades fuertes en la vida.
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Desde la persona de Jesús:
Dice Jesús en el texto evangélico que ha venido “para que tengan vida”. Jesús está más preocupado por la vida de la persona que por su debilidad, por su pecado. Por eso, abre la puerta de su persona para dar vida. Con eso está marcando una línea espiritual para sus seguidores/as: apostar por la vida, por toda clase de vida, sin temor a ser señor de ella. El seguidor cree que el Padre le da vida para que haga buen uso de ella, pero con libertad y creatividad, aun a riesgo de equivocarse. Solamente de esa manera habrá vida cada vez más abundante.
Oramos: Tú, Señor, nos das vida abundante, por eso te alabamos; tú, Señor, te preocupas por nuestros caminos, por eso te bendecimos; tú, Señor, nos quieres señores de la vida, por eso te damos gracias.
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Ahondamiento personal:
Dice el Evangelio que quien entre por la puerta que es Jesús “podrá entrar y salir y encontrará pastos”. Es decir, la puerta que es Jesús no es un aro por el que hay que pasar obligatoriamente, sino que se puede “entrar y salir”, hay total libertad porque la adhesión a él se asienta sobre la libertad. Una de las evidencias de que nuestra cogida es buena es si respeta la libertad de aquel a quien se acoge, aunque, a veces, sus comportamientos nos parezcan cuestionables. Si la acogida limita e impone leyes termina por ser acogida de baja calidad.
Oramos: Que acojamos poniendo las menos condiciones posible; que acojamos en la mayor libertad posible; que acojamos en el abrazo lo más amplio posible.
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Desde la comunidad virtual:
Cuando la comunidad virtual se da acogida, aunque fuera en cosas muy sencillas, se da vida. La vida va apegada a la acogida, y viceversa. Por eso mismo, los trabajos de oración y nuestra misma relación habrían de tener, entre otras, la virtualidad de hacernos crecer en acogida. Esto solamente es posible en la medida en que se mira en la dirección del otro, en cuanto que las necesidades de los demás comienzan a ser un poco mías. Entonces brota la acogida y con ella la vida.
Oramos: Que nos acojamos para tener más vida; que nuestra oración con la Palabra potencie nuestra acogida; que nos asomemos con más decisión a las necesidades de los demás para acogerlas.
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Poetización:
Lo sentía la gente:
en Jesús veían una casa
siempre abierta,
una puerta
que nunca se cerraba,
un lugar en la mesa
siempre preparado.
Fue puerta abierta
para quien quisiera encontrarse
con un corazón,
el suyo, el del Padre,
el de toda persona generosa.
Fue puerta abierta,
sobre todo,
para quienes carecían de hogar,
de consuelo,
de reposo,
de consideración moral.
Por eso,
confundieron su casa
con un lupanar,
con una cueva de ladrones,
con una vivienda de mafiosos.
Pero en su casa
había acogida sin preguntas,
amor sin precio,
entrega sin demanda.
Por eso se acercaban
quienes no tenía
donde caerse
ni muertos ni vivos.
Y allí él les daba
algo de su vida
porque su anhelo era
que tuvieran vida
en abundancia.
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Para la semana:
Que las puertas de tu casa y de tu corazón estén esta semana lo más abiertas posible.
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