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FIAIZ

Apocalipsis 19

CVA 

Domingo, 23 de febrero de 2014

 

BUSCAR LUZ

EN TIEMPOS OSCUROS

 Plan de oración con el Apocalipsis

 

19. Ap 2,8-11

 

Introducción:

 

                Esta sociedad del hiperconsumo en la que hemos sido educados, aunque la cosa está llevando su palo con la crisis, nos ha hecho crecer que el mejor sitio para vivir es la abundancia, el despilfarro incluso. Pero no es así. La moderación, la holgada austeridad, el decrecimiento, la economía colaborativa, el buen vivir, etc., son vías que se abren para una nueva manera de situarse en la sociedad. Estamos llegando a la conclusión de que vivir con menos puede contribuir a vivir mejor, que tener un poco menos de dinero y un algo más de relación puede ser beneficioso para la vida. No se trata de instalarse en la pobreza, que no es buena. Se trata de medir los límites de un crecimiento insensato y tratar de ampliar y ahondar en los valores de la relación.

                Es que el texto de esta semana habla de una comunidad que, dentro de la pobreza, ha llegado a ser fuerte, resiliente, firme en sus convicciones de fe y de humanidad. Es que la pobreza con humanidad puede abrir una puerta a otro tipo de convivencia. Lo repetimos, no se trata de consagrar algo que no es bueno, la pobreza. Sino de conjurar el despilfarro, la arrogancia del tener, la falsa seguridad que puede dar la abundancia de dinero, el loco afán de perseguir la felicidad por el camino del tener más. La crisis en la que seguimos estando, por mucho que nos digan que ya hemos salido de ella, nos está llevando, aunque no queramos, a considerar otros tipos de economía o, lo que es lo mismo, otras maneras de estar en el hecho social, otras formas de entender a la persona.

 

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Texto:

 

                8A la iglesia de Esmirna. Escribe así: Esto dice el que es el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: 9Conozco tu apuro y tu pobreza, y, sin embargo, eres rico; sé también cómo te calumnian esos que se llaman judíos y no son más que sinagoga de Satanás. 10No temas nada de lo que vas a sufrir; el diablo va a meter algunos de vosotros en la cárcel para poneros a prueba, pero vuestro apuro durará diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.

                11Quientenga oídos oiga lo que el espíritu dice a las iglesias. El que salga vencedor no será víctima de la muerte segunda.

 

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La luz de la vida:

 

 

                Este muchacho es Antonin Léonard uno de los inventores del llamado consumo colaborativo.  Esto se define como hábitos de vida y consumo que redefinen la sociedad de "lo mío es sólo mío" y la fascinación por el hiperconsumo, apelando -o intentando apelar- a una sociedad más solidaria e inclusiva. Es una manera de situar no tanto en la pobreza sino en un modo de vida económico sostenible, responsable y solidario. Son caminos que se van abriendo hoy y que, por su alto componente de humanidad, habrían de sernos sugerentes.

                Oramos: Gracias por quienes abren caminos de humanidad; gracias por quienes se empeñan en la fraternidad; gracias por quienes alumbran caminos de amparo.

 

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La  luz que es Jesús:

 

                Jesús ha sido el fiel que se ha mantenido sin amargura en un ámbito de pobreza social. No ha ensalzado sin más la pobreza, sino la fuerza de humanidad y el grito de justicia que hay en ella. Por eso su evangelio empuja en la dirección de las pobrezas como lugar de encuentro, más que como una maldición. Quizá por esa fidelidad a un marco social humano, solidario con los empobrecidos y exigente de justicia ha sido “coronado” con la vida.

                Oramos. Te alabamos, Señor, por tu pobreza sin amargura; te bendecimos por tu anhelo insaciable de justicia; te damos gracias por tu empatía con los empobrecidos.

 

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La luz que viene de la sociedad:

 

                Uno de los mejores cauces para mantenerse en una pobreza humanizadora es la espiritualidad del decrecimiento que pretende vivir mejor viviendo con menos. Va contra el dogma neoliberal del crecimiento a ultranza y  considera que los bienes mayores de la persona son la buena relación, la solidaridad y el amor. Son espiritualidades que nos vienen del terreno de lo social, pero que conecta fácilmente con la hondura del Evangelio. La sociedad nos ayuda hoy mucho a traducir los fondos valiosos del Evangelio.   

                Oramos: Que nos atraiga el anhelo de la buena relación; que nos anime la solidaridad de los más entregados; que nos empuje la sociedad a recrear el Evangelio.

 

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La luz que aporta la comunidad virtual:

 

                Una vida simple, una relación directa, un uso de los bienes moderado, una alegría inserta en la buena relación, son valores que usamos y que nuestro trabajo orante potencia. Lo hemos dicho otras veces: la prueba del valor positivo de todo este trabajo es, de algún modo, la mejora, la humanización, de nuestra posición en la sociedad. Cuanto más humanos, más sencillos, mejor relacionados, más cerca del núcleo del Evangelio.

                Oramos: Que nuestra vida sea crecientemente simple; que nuestra relación sea crecientemente humana; que nuestra alegría sea crecientemente limpia.

 

 

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Palabras de luz:

 

Llamar al pan y que aparezca

sobre el mantel el pan de cada día;

darle al sudor lo suyo y darle al sueño

y al breve paraíso y al infierno

y al cuerpo y al minuto lo que piden;

reír como el mar ríe, el viento ríe,

sin que la risa suene a vidrios rotos;

beber y en la embriaguez asir la vida,

bailar el baile sin perder el paso,

tocar la mano de un desconocido

en un día de piedra y agonía

y que esa mano tenga la firmeza

que no tuvo la mano del amigo;

probar la soledad sin que el vinagre

haga torcer mi boca, ni repita

mis muecas el espejo, ni el silencio

se erice con los dientes que rechinan:

estas cuatro paredes -papel, yeso,

alfombra rala y foco amarillento-

no son aún el prometido infierno;

que no me duela más aquel deseo,

helado por el miedo, llaga fría,

quemadura de labios no besados:

el agua clara nunca se detiene

y hay frutas que se caen de maduras;

saber partir el pan y repartirlo,

el pan de una verdad común a todos,

verdad de pan que a todos nos sustenta,

por cuya levadura soy un hombre,

un semejante entre mis semejantes;

pelear por la vida de los vivos,

dar la vida a los vivos, a la vida,

y enterrar a los muertos y olvidarlos

como la tierra los olvida: en frutos…

Y que a la hora de mi muerte logre

morir como los hombres y me alcance

el perdón y la vida perdurable

del polvo, de los frutos y del polvo.

 

Octavio Paz

 

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Para estos días:

 

                Intenta moderar tus ansias de tener y potencia tu relación dedicando más tiempo a las personas con las que convives.

 

 

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