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FIAIZ

Juan 53

CVJ

Domingo, 10 de octubre de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

53. Jn 8,25-27

 

Introducción:

 

                Practicar la denuncia no es algo que esté de moda. Quien denuncia es muchas veces considerado como un aguafiestas, alguien amargado que siempre está buscando las cosquillas. Por eso, ni a nivel personal ni a nivel social, hacemos trabajos de denuncia. Es más fácil dejar que las cosas sigan como están, no verse implicado en asuntos desagradables y tener la fiesta en paz. Mientras tanto, los opresores y aprovechados se frotan las manos. Incluso a nivel nacional no hay fuerza opositora que ejerza las verdaderas denuncias, sino solamente las que interesan a cada cual. Las únicas que ejercen la denuncia son algunas organizaciones civiles que, más o menos libres de presiones, plantan cara a lo que ocurre.

                Jesús se presenta en este pasaje del Evangelio que tomamos para la oración de la semana como alguien que “denuncia al mundo”, a las estructuras inhumanas del mundo. La suya no ha sido una vida siempre pacífica, lejos del conflicto, a bien con todo el mundo, sin buscarse follones. Los ha tenido y le han llevado a la ruina. La figura de Jesús no ha sido trasmitida a los cristianos como alguien con capacidad y fuerza para la denuncia. Si se hubiera hecho, hasta la misma Iglesia habría sido objeto de tal denuncia (como lo hacen organizaciones cristianas marginales). Recuperar a ese Jesús que denuncia lo inhumano puede ayudarnos no solamente a orar, sino también inyectar en nuestra vida una cierta dosis de capacidad de denunciar y a hacerlo con humanidad y fraternidad.

 

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Texto:

 

                        25Ellos le decían:

                -¿Quién eres tú?

                Jesús les contestó:

                -Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos? 26Podría decir y denunciar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz y yo digo al mundo lo que he aprendido de él.

                        27Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.

 

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Ventana abierta:

 

                Este minero es Luis Urzúa, el jefe de los mineros chilenos rescatados, el último en salir de la mina. Dentro del circo mediático que se ha montado en torno al suceso, se ha escuchado su voz de denuncia (algo rebajada, eso sí) para que no vuelva a suceder una cosa así en ninguna de las minas. Se les ha rescatado con tecnología del siglo XXI y eso está bien. Pero su mina tiene tecnología del siglo XIX. Y así pasa lo que pasa.  Es difícil hacer denuncia en medio del éxito popular, pero alguien tiene la cabeza fría y la hace.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes denuncia a favor de otros; gracias por quienes no se dejan contagiar de falsos triunfos y denuncia con lucidez; gracias por quien es solidario en todo momento.

 

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús no es solamente uno que denuncia al mundo sino que dice, además, que esa denuncia viene del Padre. Es decir, denunciar lo inhumano no solamente es un valor humano y evangélico sino que conecta con la realidad misma de Dios. Él también, desde su silencio, desde su acompañar silencioso a la historia, desde su entrega total, denuncia todo aquello que hace daño a las personas, sobre todo a las más débiles. Éstas tienen a él a un valedor fiel, porque nunca va a dejar de denunciar a quien hace daño a los pequeños.

                Oramos: Gracias, Padre, por tu denuncia de lo inhumano de la vida; gracias por tu denuncia a favor de los pequeños; gracias por tu denuncia que dignifica nuestros caminos.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Dice también el texto de esta semana que esa denuncia de Jesús apunta a “vosotros”: “Mucho tengo que decir de vosotros”. Es decir, quien denuncia recibe, él también, su parte de denuncias porque una denuncia que solamente va en la dirección del vosotros pero no en la dirección de mí mismo no es verdadera. Es preciso aceptar toda la cantidad de cosas denunciables que hay en nuestra vida. Desde esa sinceridad podrá tener valor la denuncia que podamos hacer otros. Si no, nuestra denuncia caerá en el vacío.

                Oramos: Que aceptemos nuestra limitación y que la denunciemos para mejorar; que aunque no seamos muy coherentes seamos, al menos, verdaderos; que antes de denunciar miremos bien nuestra vida y saquemos las consecuencias.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                En nuestra comunidad hay poco espacio para la denuncia porque nuestra estructura es simple y flexible. Nadie tiene nada contra nadie. Pero sí que podemos ayudarnos a mejorar en nuestro espíritu crítico porque sin él la denuncia es imposible. Por eso, podemos animarnos a hacer lecturas de la vida social desde un lado fraterno y crítico. Ser lúcida y fraternamente críticos podrá ayudarnos a hacer denuncias que apunten al beneficio de los débiles.

                Oramos: Que nos ayudemos a tener mayor capacidad crítica; que leamos la realidad desde una perspectiva humana; que confiemos en los demás para poder hacer denuncias con fraternidad.

 

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Poetización:

 

Quizá él también

tenía sus límites

y aun sus fallos.

Pero era una persona lúcida

y, además,

era alguien cercano al Padre.

Desde ahí,

armándose de valor,

hizo fuertes denuncias

que le acarrearon graves perjuicios.

Pero no se detuvo:

él tenía que denunciar,

sobre todo,

la dura carga

que se imponía

a los frágiles hombros del pobre;

la hipocresía religiosa y moral

que quiere vender

 lo malo como bueno;

la fuerza opresora

que encuentra normal

abusar de quien no tiene amparo.

Denunció con fuerza

ese fondo inhumano

que hay en toda persona

y que es preciso controlar.

Sus denuncias labraron su ruina.

Pero de esa ruina vivimos muchos

y el mundo es de más calidad humana,

aunque a él la cosa  le costara el pellejo.

Brote el agradecimiento.

 

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Para la semana:

 

                Si tienes que hacerlo, ejerce la denuncia con fraternidad y lucidez.

 

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