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FIAIZ

Juan 22

CVJ

Domingo, 15 de noviembre de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

22. Jn 5,28-30

 

Introducción:

 

                Hay quien dice que para vivir hay que olvidar. Y se dan con ahínco a esa tarea de hacer tabla rasa de su pasado. Pero tal vez haya que decir que para vivir hay que recordar. No para vivir en el perpetuo dolor o en el resentimiento que no deja de manar. Hay que recordar para hacer justicia a quien no tuvo justicia, para envolver de amor a quien no fue amado, para aprender la lección que en su día no se quiso escuchar. Recordar con humanidad es lo que nos hace realmente humanos/as. Dios nos ha dotado de conciencia y de recuerdo. Son los dones que nos distinguen de los otros seres creados. Renunciar a ellos sería renunciar a lo más nuestro. Recordar para amar más. Ésa es la gran meta y finalidad del recuerdo.

                Es que el difícil párrafo del Evangelio con el que hoy oramos es preciso leerlo bajo esa perspectiva del recuerdo, más que desde el lado de la amenaza velada que contiene o desde el tema de la retribución del bien o del mal. Cuando dice que los muertos van a salir del sepulcro, está queriendo indicar que, por mucho que nos empeñemos, el olvido no tapa y hace desaparecer a la justicia debida. Mucha gente olvidada, postergada, empobrecida, ha muerto sin justicia. La única manera de devolverles algo de lo que se les debía es recordarlos con amor, envolver su olvidada trayectoria histórica con aprecio. Y luego, obrar en consecuencia. Dios recoge en su "odre" todas las lágrimas, todas las vidas. Nadie cae en el total olvido. Nosotros habríamos de ayudarle a mantener vivo el recuerdo de quienes no fueron amados para tratar de amarlos en nuestra memoria. Desde ahí aprenderemos también la hermosa tarea de recordarnos a nosotros siempre con aprecio y amor.

 

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Texto:

 

                        28No os sorprenda que venga la hora en que los que estén en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien 29saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

                        30Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi querer, sino el querer del que me envió.

 

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Ventana abierta:

 

 

                Esta foto alude a un asunto que está en el actual panorama de la convivencia social y política en España: cómo tratar el recuerdo de quienes en la guerra civil fueron masacrados. No es cosa fácil porque son heridas viejas que todavía (después de tantos años) hacen daño. Pero es preciso tener una actitud benigna: es bueno recordar a quienes no tuvieron la justicia a la que, como personas, eran acreedores. Fueran del lado que fueran o del bando que fueran. Es un deber de humanidad volver a ello, a su recuerdo, con el amor que no tuvieron. Es un asunto de humanidad, de corazón, no tanto de política. Quizá este ejercicio nos lleve a ser personas que recuerdan siempre con amor a los débiles. Como Jesús:

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes recuerdan con amor; gracias por quienes guardan en el corazón el tesoro de las personas que amaron; gracias por quienes son generosos/as cuando recuerdan a quienes fueron deliberadamente olvidados.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús dice que él persigue el designio del Padre. Ése designio no es sino el de una vida en dicha, felicidad, justicia y amor para con todo ser creado. Desear eso, trabajar por eso, recordar eso continuamente es hacer la obra que Dios hace con la historia. Por eso mismo el criterio para recordar es el criterio de humanidad. Recordamos para ser humanos/as, para que nadie quede excluido del banquete de lo humano.

                Oramos: Que nadie quede excluido del banquete de lo humano; que recordemos como Jesús nos recuerda; que seamos benignos con toda criatura, como lo fue Jesús.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Practicar el bien es el criterio que define nuestras posturas ante los demás y ante Dios. Una forma de practicar el bien es ser benigno en el recuerdo, ser humano al recordarnos y al recordar a los demás. Los malos recuerdos son, con frecuencia, malos porque están faltos de humanidad. Cuando a los recuerdos se les insufla la bondad y el amor se convierten en ánimo y acompañamiento para el presente. Cuanto más humanos seamos con nuestros recuerdos de antaño más felices seremos en nuestro presente de hoy.

                Oramos: Que seamos humanos con nuestros recuerdos; que seamos acogedores con nuestros caminos equívocos; que seamos amables al recordar a quienes no nos amaron como hubiéramos deseado.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Una de las mejores cosas de nuestra comunidad virtual es que, con los años, no mengua el recuerdo. Nos recordamos siempre, continuamente y con aprecio. Muchas veces repasamos la lista de nuestro Directorio para poner los nombres de todos/as en la mesa del recuerdo y de los nombres. Cualquier cosa que se haga, por pequeña que sea, para avivar este recuerdo de nombres y personas estamos, no lo dudemos, construyendo la comunidad.

                Oramos: Nos agradecemos nuestro continuado recuerdo; nos agradecemos los gestos que nos hacen presentes a los demás; nos agradecemos las palabras que nos recuerdan con aprecio.

 

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Para orar:

 

No te veo desde hace muchos años.
Las arenas del tiempo han enterrado
la risa y el recuerdo de tus ojos.
A veces, una voz aún me dice
que habitas en las cosas que un día fueron.

Pero no sé buscar el tiempo de la dicha.
Declaro mi derrota como el hombre
que ha perdido todas sus batallas
luchando contra el miedo y la distancia.
en el campo del olvido que es tu pecho.

Si pudiera volver a aquellos días
al abrazo de todas las mañanas,
me quedaría, sin duda, con tus labios.
Con la tarde que riendo me dijiste:
"crúzame esta calle entre tus brazos".

Lo peor del amor no es el olvido.
Es recordarte a ti. Eternamente

 

(Rodolfo Serrano)

 

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