El arte de la búsqueda del rostro de Dios
EL ARTE DE LA BÚSQUEDA DEL ROSTRO DE DIOS
Subrayados comentados. Guía de lectura
Documento muy importante. Lo más valioso: poner ante las contemplativas la formación como una realidad inexcusable para la vivencia de la identidad y la vocación. No hay vuelta atrás. Reconoce lo que se hace y empuja hacia lo que aún no se hace.
Quizá excesivamente religioso (mucha mezcla de textos), repetitivo a veces, una idea de VR clásica que se quiere abrir a la nueva realidad.
La exigencia de la formación
La Formación (F) pretende sostener y vivificar el itinerario de las contemplativas (3). Sin F, el itinerario se cae y de muere, así de claro. La F es un medio a la mano para contrarrestar ese gran peligro.
La F pretende salir de autorreferencialidad (3), de la vida raquítica de mi yo o de mi monasterio.
Puede ayudar mucho a la F la comunidad y la comunidad de monasterios (3). La formación en soledad es imposible.
“Un proceso artesanal que exige un amplio espacio de tiempo” (4). Artesanal: cosas sencillas; tiempo: no un conferencia de ciento a viento.
- I. EL SUJETO EN EL PROCESO FORMATIVO
(Evolución vital)
El trabajo formativo nunca acaba y está en constante evolución (5). No tener un pequeño plan de formación es un empobrecimiento. Siempre ha de estar ahí. Decir que yo, por mi edad o por lo que sea, no necesito formación es un desenfoque.
(El desarrollo de la conciencia)
La F ayuda a tomar conciencia de una misma (6) porque los engaños acompañan nuestro caminar. No pienses que eres exactamente quien crees que eres. Y hay que descubrirlo. Y esto es hasta que te mueres (7).
Un medio muy bueno de descubrir quién eres es la colaboración libre, creativa y fiel con las mediaciones formativas (8). Venir a regañadientes a la formación o no venir es ir por otro camino, estar “fuera” del monasterio (se puede estar fuera estando dentro).
La perseverancia sencilla en este camino llevará a aprender la donación real (9), no la imaginaria, la que me parece.
Además, la F ayuda a la serena y valiente acogida de las transformaciones personales, comunitarias y eclesiales (10) sujetnado miedos y sacudiendo inercias y rutinas.
Todo este trabajo es un largo itinerario de perfectibilidad (11). Todo se puede mejorar y habrá que intentar hacerlo. Todo menos caer en la indolencia.
(La identidad de discípula)
Entenderse como discípula de Jesús no es cosa que se agote en la fase inicial de la formación (12) cuando una fue más fervorosa. Es trabajo diario, hasta el final. Ahí se muestra quién es verdaderamente creyente y contemplativa.
La monja logra ser mujer espiritual a través de la obra artesanal de la F (13). Quizá sea el mejor camino para muchas porque abre horizontes.
No se está hablando de espiritualismos sino de una F en contacto consciente y pacificado con la realidad (14). De lo contrario, la F es espiritualidad vacía.
Por eso la F es exigente y rigurosa (15), no en plan académico, sino vital. No se la puede recibir pasivamente con las manos en el regazo del hábito aguantando sin más.
Esta tarea ha de ser gradual y está destinada a perdurar durante el curso de toda la vida (16). Hay que hacerse a la idea de que, de un u otra forma, la F es componente del caminar contemplativo como lo es la liturgia o la oración.
- II. LA FORMACIÓN PARA LA VIDA CONTEMPLATIVA
Dimensiones de la formación
La llamada a la contemplación ha de ser permanente (17). Lo cual quiere decir que existe el riesgo de dejarse de oís: se sigue en el monasterio pero ¿se escucha cada día la llamada?
La vida contemplativa necesita personas armónicas y equilibradas (18). Esto es más difícil en el monasterio por su reducido espacio vital. Por lo que haya que trabajar con más ahínco por integrar todo.
Hay que plantear la necesidad de acompañamiento (19). ¿Es suficiente el consejo del confesor, la compañía de la celebración, el amparo de la comunidad o habrá que buscar más?
El acompañamiento es necesario en la formación inicial, primeros años de profesión y hermanas en dificultad (20). Pero siempre es beneficioso para cualquier persona. Es algo distinto de la vieja dirección espiritual de la que se salió, a veces, quemado. Es algo más sencillo y colaborativo.
Si el acompañamiento exige un clima de confianza y familiaridad (21) habrá que decir que tal acompañamiento habría de brotar en el seno de la misma comunidad. Formar una hermana para acompañante.
El quid de todo esto está en la confianza (22). Y por parte de quien acompaña: respeto y sensibilidad, formación, experiencia de haber sido acompañada (23). Quizá esto del acompañamiento pueda ser un comienzo fuerte de proceso auténtico de formación (24).
(La humanidad integral)
La F ayudará a acercarse a la libertad interior (25) que no es un hacer lo que me da la gana sino lo que ayuda a vivir la consagración con mística, con creatividad. Hay libertades que nada tienen que ver con esa libertad interior. Esta es compatible, cómo no, con la vida fraterna.
La F ayudará a mejorar el compromiso ascético que trabaja contra la inmadurez o el falso refugio de la piedad (26). La ascesis es la disciplina y la responsabilidad puestas al servicio de la fraternidad.
En todo esto es esencial integrar la corporeidad, la feminidad y la afectividad (27) algo que hasta ahora quedaba reservado a la propia intimidad y, con ello, al desconocimiento. Hay que abrir puertas.
La humanidad se logra en la relación (28). Tres niveles:
+ Consigo misma: reconciliación con la propia historia, logro de un creciente equilibrio, cuidado de sí misma, superar dependencias. Es el ideal. Lo importante es trabajar.
+ Con las hermanas y con los demás: gusto por la vida fraterna, gratuidad, sentido crítico, sensibilidad por las pobrezas. Valer para la vida en común.
+ Con la creación: uso sobrio de las cosas, contemplación de la naturaleza, trabajo como gracia.
Una madura en la lógica de la relación (29). Se ha venido a una relación, a una comunidad. Pasar a la orilla de la comunidad.
El monasterio es entendido como lugar de formación (30). Si ese aspecto está débil, falla uno de los pilares.
Hay que evitar a toda costa la esclerosis espiritual (31), un peligro muy real en la vida de las comunidades.
(En el Espíritu)
La F radica en el Espíritu (32). Es una realidad espiritual, más que académica o psicológica. Nos formamos para ser más espirituales, no para ser más sabias.
La liturgia y la eucaristía son la fuente: hay que evitar la rutina y la monotonía (33) que son los principales peligros.
El contacto con la Palabra es decisivo y por ello hay que tener una buena formación bíblica (34). Se hace con deseo y poco a poco.
La lectio es la condición sine qua non de la vida contemplativa (35) no es algo devocional y que pueda una hacer o no según su interés. Hay que aprenderla bien y, sobre todo, hay que practicarla fielmente. Es una suerte poder hacerlo. Muchos lo querrían.
La oración personal es estar con el Señor y dar con el sentido de la propia opción (36). Requiere silencio y soledad (37). De ahí sale gran parte de la profecía de la vida contemplativa en la Iglesia.
(Convocadas en comunidad)
La comunidad quiere reproducir el estilo de vida de Jesús. Para llegar a ese horizonte ha de formar (38).
Las monjas pueden entenderse como hermanas universales en Cristo (39). Esta fraternidad universal es espiritualmente muy interesante y socialmente muy conectable con el hoy.
Es necesario pasar de la vida en común, a la comunión de vida, de la simple comunidad a la vida fraterna en comunidad (40). Aquí sí que hay todo un trabajo. Hermoso pero no fácil.
Uno de los pilares de la formación es el estudio (41). Aunque sea de modo sencillo, hay que incidir en ello: tiempo, biblioteca, medios informáticos básicos, etc.
Se hace necesaria una sana y equilibrada información (42). Hay que buscar los medios y los modos. No dejarlo por imposible. Ser creativos.
(En la dignidad del trabajo)
El trabajo es primeramente corresponsabilidad (43). En esto habría que ser muy claro: eludir esta corresponsabilidad es posicionarse fuera de la comunidad.
El trabajo es instrumento de solidaridad con todos los hombres (44). Solidaridad que tendría que “verse” en detalles (privarse de algo y donarlo a Cáritas).
(En la misión de la Iglesia según el carisma)
La vida contemplativa queda confirmada como verdadero laboratorio de estudio, de diálogo y de cultura (45). Quizá sea demasiado decir, pero una comunidad sin inquietudes culturales, de formación, se empobrece a veces sin remedio.
La fidelidad al carisma demanda una formación en la eclesiología del Vat.II (46). Habría que avanzar más. Han pasado muchos años. Y hay textos del Magisterio que van más lejos. Leer esos textos es un modo de fidelidad eclesial (amamos al Papa pero no leemos sus textos).
La formación ha de facilitar a la contemplativa una síntesis vital del carisma (47). Hay que saber qué es “lo nuestro” específicamente, nuestra manera de ver la vida y la fe.
Es necesario un diálogo generacional en la comunidad: las mayores aceptan a las más jóvenes y su futuro y estás a las mayores y su pasado (48). Han de ser las más jóvenes quienes vayan marcando el paso.
Sin hacer arqueología, hay que amar la historia del monasterio en el que se vive (49). Cuidar archivos, documentos y anotar la historia de cada día.
(En la visión ecuménica)
La vida contemplativa cultivaría una particular sensibilidad hacia el ecumenismo (50). Habrá que tenerlo en cuenta, al menos en la oración y también en la formación.
Ambiente formativo y agentes de la formación
En la comunidad contemplativa se aprende el arte espiritual de la búsqueda del rostro de Dios (51). Es una hermosa expresión de san Benito. Pero Dios no tiene rostro, se le ve en la misericordia. Aprender misericordia; gran aprendizaje.
La comunidad también es agente de formación (52). Hay que aprender a implicarse.
El corpus comunitario tiene que vivir un proceso formativo en conjunto (53). La F es cosa de todos.
Todas han de colaborar en el discernimiento de las candidatas (54). Responsabilidad común.
(Cada una de las hermanas)
Cada hermana es la principal responsable de su propia formación (55). No vale escudarse en la responsabilidad incumplida de las demás.
Es necesaria una disponibilidad formativa (56). Lo contrario iría contra la opción de fraternidad.
Hay hermanas con responsabilidad específica en la F. Entiéndanlo como un servicio y no descuiden su propia formación (57).
Las formadoras han de tener conocimiento experiencial de Dios, sabiduría que viene de la Palabra y un gran amor a la espiritualidad (58). Más como un horizonte que como unos requisitos.
Las formadoras son mediadoras que no deben generar dependencia y no habría de forzar los límites (59). Obvio, pero hay que recordarlo.
Cualidades de las formadoras: escucha y diálogo, conocimiento de sí, estabilidad emocional, cualidades de discernimiento (60). Lo dicho antes, como un horizonte.
Las formadoras han de ser las mejores formadas (61). Obvio. Habría que poner recursos. No nombrar sin más.
La formadora ha de tener tiempo para el diálogo personal (62). Esto sigue siendo cierto: si se habla, se forma.
Habrá que ganarse la confianza de la formanda (63). Este número es importante.
(La Superiora mayor)
Ha de tener cualidades para ser formadora de la comunidad: atención a las necesidades, equilibrio y respeto, familiaridad y confianza, diálogo y creadora de mística del encuentro (64): Lo dicho antes otra vez: en el horizonte, pero se trabaja con lo que hay.
El ejemplo como mejor herramienta y sin forzar límites (65).
(La comunidad)
La comunidad es el marco que da el sentido a la vida contemplativa y se construye con la colaboración de todas (66). Algo que hay que repetir hasta la saciedad para que cale.
La participación de todas en la formación crea las condiciones: confianza, coherencia, belleza, relación formativa, responsabilidad, proyecto de vida fraterna, afrontar los conflictos, apertura a los pobres (67). Trabajar en esta dirección.
(La presidenta federal)
Le corresponde promover y coordinar la F permanente a nivel federal (abadesas y formadoras) (68). Parece lógico.
Habrá que elaborar una Ratio formationis federal, un plan para la federación que aprobará la asamblea federal (69). Espiritual, pedagógica y evaluable.
(Eventuales expertos)
La ayuda de las ciencias psicológicas contando siempre con la ayuda de Dios y la implicación de la formanda (70). Parece obvio.
- III. EN FORMACIÓN CONTINUA
(La ratio formationis)
La F es un proceso del cual la primera responsable es cada persona (71). Este es el punto de partida ineludible. No hay que echar balones fuera.
La Ratio es una urgencia. Ha de contener: cómo vivir el carisma hoy y qué medios se pone para ello (72).
La Ratio es una propuesta formativa para el seguimiento de Jesús en el molde de lo femenino (71). Mujeres seguidoras.
Será elaborada a nivel federal y aplicable a todos los monasterios de la federación (72). Parece lógico. Habría que evaluar.
La formación de las monjas
La F apunta a la transformación de toda la persona y por ello no acaba nunca (75). Esto tendría que animar, no desanimar.
Exigencia intrínseca de la F que no acaba nunca y tiene un componente ascético. Los monasterios podrían ayudarse con intercambio de materiales e información (76). Lo de la ascesis es interesante para dar una dimensión más positiva a la cosa.
(La comunidad monástica: mística del encuentro)
El lugar ordinario de la formación es el monasterio para lograr la fidelidad dinámica al propio carisma (77). Habrá que generar medios y planes con los recursos que se tienen a mano y pensar en aumentar, si se puede, esos recursos.
La F es una estupenda aportación al amor común (78). maneras de concretar el amor.
La comunidad es lugar de aprendizaje general que acoge todos los aprendizajes que ayuden al compartir y al sentido de pertenencia, manera de controlar el individualismo (79-80). Básico.
El proyecto formativo ha de lograr integrar a las personas de diversa formación (81): Todas están en un proyecto formativo común, contando con la diversidad. Nadie puede alegrar su “diversidad” para no entrar en el proyecto.
(Generar a Cristo en las discípulas)
Dios forma a través de las mediaciones (82). Obvio y repetido.
La persona consagrada ha de ser adulta (83). A ello apunta la formación, aunque entran otros aspectos (ideas sobre el voto de obediencia).
La superiora acompaña a las hermanas en el camino formativo de la regla para activar el carisma específico y en modos de sinodalidad (84-86). De alguna manera habrá que repensar la Regla para que sea instancia formativa.
(Integración pluricultural)
Las jóvenes de otros países, que no se reclutan para la mera supervivencia, se forman en el marco del monasterio, teniendo en cuenta la proveniencia de las mismas (87). Obvio.
(Tiempos especiales)
Los ha de organizar la superiora federal. Para las suplencias se puede echar mano de religiosas de otros monasterios o congregaciones. Todo con tal de asegurar un apoyo real a la formación continua (90). Caminos nuevos.
La F ha de cuidarse en los momentos de transición: desencanto, mediana edad, fragilidad (91). Interesante.
La formación de las formadoras
Las formadoras mostrarán la belleza del seguimiento y el valor del carisma en que se concretiza (92). Ya dicho, más o menos.
La formación es artesanal. Hay que acompañarla (93).. Ya dicho.
Cuidado a la hora de elegir a las formadoras (93). Obvio.
Las formadoras pueden participar en cursos específicos de formación aunque sea fuera de su monasterio (94). Para no pocos monasterios esto será novedad si a lo que se refiere es a ir a cursos más allá de los congregacionales, porque esos ya se hacen.
Esos cursos no separarán a las hermanas del monasterio más de 7 días en el arco de un mes (95). No vemos cómo se va a compaginar eso con una formación de nivel.
La formación de las superioras
En la vida contemplativa la autoridad es, ante todo, autoridad espiritual (95). Creemos que, a los efectos, es algo más que eso.
Las superioras habrían de tener una formación específica: magisterio, realidad humana, culturas contemporáneas (96).
Las superioras han de ser formadas para una presencia autorizada y materna (97). Cosa singular. ¿Cómo se compagina con la adultez?
La formación de las ecónomas
Las ecónomas han de estar adecuadamente formadas, sobre todo si hay mucho patrimonio de por medio. Ha de tener la cosa económica una perspectiva evangélica (98-99). Pastoral de la economía.
El Proyecto formativo ordinario
Un doble proyecto, personal y comunitario (100). Ambos tendrían que integrarse para no multiplicar proyectos. El comunitario integraría al personal. Actualizable.
El proyecto formativo federal
La presidenta federal y su consejo harán un proyecto de formación federal según la Ratio para los diversos grupos de hermanas. Evaluable (101).
- Para las formadoras: personas necesarias (102), formadas ellas mismas (103) preferible en cursos de la Federación que en cursos externos (sin gran alejamiento del monasterio) y con ambiente adecuado (104).
- Para las profesas de votos simples o temporales: cursos federales que favorezcan el intercambio. Programas adecuados para la preparación a la profesión perpetua (105).
- Para las profesas de votos solemnes o perpetuos: intercambio de materiales o cursos específicos (106).
- Ámbitos culturales: se proponen los ámbitos normales (Escritura, patrística, magisterio, etc.) y otros más específicos (icónico, editorial, repostero, etc.) (107).
- En la cultura digital: acceder con discreción (108) para entender los lenguajes que están presentes en la cultura mediática (109) distinguiendo en internet entre formación y distensión (110) sin ceder a la fascinación (111) y llegar a una gestión controlada de esos medios elaborando en capítulo conventual un marco de criterios comunitarios para el uso de internet (112-113). Una indudable apertura pero mucha cautela.
- IV. LA FORMACIÓN INICIAL
En los contextos culturales contemporáneos
La FI debe ocupar un amplio espacio de tiempo (de nueve a doce años) (114). Ha de ser algo progresivo, no meramente discurrente.
Por autonomía de la persona o por emancipación, el tema de la FI tiene un marco complejo (115). No extrañarse de las fluctuaciones.
Es necesaria una sana pedagogía y una humilde mistagogia (iniciación) (116). Ambientes sanos y normalidad de vida.
La FI no ha de evitar la fatiga de la profundización cuando han nacido en la red (117).
Todo esto habrá de ser conocido y aceptado por las candidatas (118).
El discernimiento y el seguimiento vocacional
Habrá que ver si el aspirante busca a Dios u otras cosas (120).
Promoción y acompañamiento vocacional
Cada monasterio haga promoción vocacional con la oración y con itinerarios de catequesis y anuncio (121) con hermanas idóneas que fomenten el encuentro personal con las jóvenes a las que se puede invitar a la hospedería del monasterio (122).
El itinerario formativo
- Aspirantado: hay que discernir la docilidad del corazón y las circunstancias y obstáculos de la vida (123). Tras el discernimiento pueden ser acogidas en clausura para la confrontación con la vida cotidiana (hasta un año, prolongable) (124). Con las del extranjero hay que consultar a la CIVCSVA y no tener como fin la supervivencia del monasterio (125). La Ratio pondrá los criterios de admisión (126).
- Postulantado: es tiempo de iniciación a la vida consagrada de una manera más personalizada (127). No menos de un año, prolongable, para verificar la capacidad de vivir las exigencias de esta vida en la comunidad concreta (128).
- Noviciado: no menos de dos años, para descubrir y experimentar la identidad de la vida monástica, más allá de las contradicciones de nuestro tiempo (131) hasta llegar a una aceptación bajo la responsabilidad personal (132).
- Tiempo de profesión temporal: no menos de cinco años para verificar una inserción plena en la vida de comunidad contando con sus dones y sus límites (131). Ha de ser tiempo de formación, diálogo con las formadoras y espacios personales para el estudio (132) en saludable equilibrio (133).
Casas de formación en la Federación
Haya en la federación casas comunes, sobre todo para el noviciado, para garantizar una buena formación. La presidenta puede nombrar una casa de formación en la federación (134). No puede ser una mera delegación.
Equilibrio y armonía
El trabajo no debe quitar tiempo a la formación inicial (136).
Antes de la profesión perpetua: un tiempo más intenso de formación (137).
Ámbitos de formación
- En el aspirantado y postulantado: Introducción a la fe católica (CIC) la fascinante noticia de Jesús (139); Conocimiento antropológico de la persona en la identidad femenina (140); Introducción a la Escritura con una contextualización básica de los textos (141); Introducción a la lectio divina como escucha orante de la Palabra; Introducción al año litúrgico aproximándose armónicamente a las prácticas litúrgicas (142); Perfiles de santidad sobre todo femeninos (143); Introducción a la espiritualidad del trabajo en comunidad para madurar la sensibilidad al trabajo y al servicio (144); Introducción a la cultura humanista, clásica y pedagógica (145) Conocimiento de las iglesia particular en la que está inserta el monasterio (147).
- En el noviciado: Escuela del Evangelio, profundización (148); Introducción al Salterio para una lectura personalizada de los salmos (149); Introducción al estudio de la Regla y las Constituciones itinerario de seguimiento en el carisma específico (150); Iniciación a la historia y traditio del monasterio, historia de la Orden (151); Formación para la vida fraterna para mantener la tensión entre el ideal y la fatiga de la vida fraterna (152); Educación musical y artística (153); Introducción a la espiritualidad ecológica cuidadosas y respetuosas con el medio ambiente (154).
- En el tiempo de profesión temporal: Libros de la Escritura con temáticas bíblicas más específicas (155); Introducción a la liturgia para entrar en el misterio de la liturgia (156); Introducción a la lectura de los padres (157); Introducción a la historia de la Iglesia (158); Introducción a los textos del Magisterio y del Vat.II (159); Teología de la vida consagrada y monástica (160); Introducción a las Escuelas de espiritualidad (161); Diálogo interreligioso ecuménico (162); Principios fundamentales de derecho canónico (163); Cultura humanista (164) Formación en las culturas mediáticas (165); Ámbitos culturales y de grupo (166).
Formación como deseo y búsqueda
La inquietud de la búsqueda merece ser alimentada. A eso apunta la F, un camino que nunca habría de debilitarse (167).
María “summa contemplatrix”
En todo el proceso personal que queda dibujado en su itinerario bíblico.
1 comentario
Teresa -
Una hermana acompañante en la comunidad es un don precioso y una ayuda inestimable para hacer de las demás personas armónicas y equilibradas
Es necesario pasar de la vida en común, a la comunión de vida, de la simple comunidad a la vida fraterna en comunidad. Todo un trabajo, hermoso pero no fácil Tremendamente gratificante cualquier paso, por pequeño que sea, en esa dirección. Pero sí, es el trabajo más difícil.
Una particular sensibilidad hacia el ecumenismo es aún una asignatura pendiente, a pesar de su importancia, su actualidad y su futuro.
Las superioras han de ser formadas para una presencia autorizada y materna. ¿Cómo se compagina con la adultez? Muy buena pregunta. Pero la siguiente resulta más inquietante aún: ¿interesa la adultez en la vida contemplativa?
No estoy muy segura de que haya una perspectiva evangélica a la hora de gestionar patrimonios importantes en nuestros monasterios. Ojalá me equivoque.
La inquietud de la búsqueda merece ser alimentada para llegar así al buscad y encontraréis. Todo un consuelo para quienes llevamos la búsqueda en el ADN. Más tratándose del rostro/misericordia de Dios.