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Materiales Pascua juvenil 2023

PASCUA 2023

Jesus33_pqTú

 

 

Introducción: swipe

 

            Vas a comenzar la Semana Santa y la Pascua de 2023. Comienza haciendo tu swipe, arrastrando no tanto tu dedo, sino tu corazón sobre esa “pantalla” que es Jesús. Para nosotros es un valor vivo, algo que late hoy, no un mero recuerdo. Pasa los “dedos” de tu corazón sobre su rostro, sobre sus pasos, sobre sus palabras, sobre sus sentimientos. Comprobarás que siempre hay sorpresas, siempre brillan luces en lo oculto, siempre te puede hablar. Dilo a tus amigos/as, a quienes tienes cerca.

            Ten expectativas. No creas que de Jesús está todo dicho. Una cosa es lo que se dice y otra lo que baja al corazón. Este encuentro puede ser una senda al corazón mismo de Jesús. En ese camino puedes encontrar pequeñas sorpresas que iluminen tus pasos. Las sorpresas más interesantes son las pequeñas, las que se esconden en un recodo del camino. Y luego, podrás compartir estas sorpresas con tus compañeros de viaje.

            Prepara las pupilas de tu corazón para un nuevo estímulo. Lo bueno del amor es que siempre puede reverdecer. Hay que ser paciente y esperar. El evangelio, la celebración, la convivencia, la conversación, encierran muchos estímulos. Ten las antenas levantadas, abre bien los ojos para registrarlo todo, vive estos días despierto y deseoso. Deja la rutina si es que se ha colado en tu mochila. Se te va a decir lo mejor de Jesús, lo más hermoso, su mejor entrega. Esos estímulos pueden tocarte el corazón. Ten la puerta abierta.

            Vibra y comparte lo que te hace vibrar. Te puedes enamorar de Jesús. No creas que porque vivió en otra época está lejos. Hace tu mismo camino, te acompaña en cada uno de tus pasos, sean como sean. ¿Te acuerdas de aquellos que iban a la finca de Emaús? Decían que Jesús había hecho que su corazón “ardiera”. Eso es vibrar a tope, vibrar hasta que “arda”. ¿Por qué no desearlo?

            Silencioso, pero presente, te acompaña Francisco de Asís. Él se pasó la vida “deslizando” su dedo, su corazón, sobre el rostro humilde de Jesús. Lo llegó a entender muy bien. Por eso decía al final de su vida que “él sabía solamente a Cristo pobre y crucificado”. No se cansó de mirarle, de buscarle, de rezarle, de cantarle. Dile que te contagie su vibración por el Nazareno.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Deslizas tu dedo, tu corazón, por Jesús?
  2. 2.      ¿Qué te estimula hoy de Jesús?
  3. 3.      ¿En qué actitud vienes a esta Pascua?

 

 

 

 

1

Jueves Santo: storytteling 

 

            Los antiguos cristianos se contaban entre ellos historias guardadas sobre Jesús. No querían que su recuerdo desapareciera, sino que estuviera bien vivo. Por eso, repetían historias queridas sobre él. Una de ellas, que ya la sabes, la vas a escuchar esta tarde de Jueves Santo: aquella en que Jesús lavó los pies a sus discípulos para que entendieran algo muy simple, que se es seguidor suyo cuando se lava pies, cuando se sirve. Y si no sirves, serás otra cosa, pero no de su grupo.

            Como te digo, hoy te van a contar de nuevo esa historia: lo hacen para conmoverte, para tocarte por dentro, para provocar gozo y agradecimiento. Si te deja frío, es que no has escuchado bien la historia. Los cristianos de la primera hora la contaban con lágrimas en los ojos, como recuerda san Pablo. Si no te toca por dentro es que aún no has llegado.

            La historia del lavatorio de pies habría de provocar algo muy simple: la certeza de que se puede estar contento sirviendo, la seguridad de que cuando sirves es cuando eres más humano, la alegría de hacer algo que tenías que hacer para ser tú mismo. Mientras quieras que todo el mundo te sirva y tú no aportes nada a la convivencia, estás todavía lejos de conectar con aquella historia viva.

            Si estás atento a la historia verás que hay un pequeño diálogo entre Pedro y Jesús donde se viene a decir algo simple: que si uno no sirve, Jesús va por un camino y tú por otro. Que el camino de Jesús y el tuyo solamente pueden coincidir en el servicio a la persona. O sea: que servir es la única manera de ser seguidor de Jesús.

            San Francisco entendió muy bien esta historia. Un día, poco antes de su muerte, reunió a sus hermanos y él, que no era sacerdote y que les tenía mucho respeto, organizó una especie de cena del Señor: partió un pan y se lo dio a sus hermanos diciéndoles que aquel era el pan de la fraternidad y que, sin ella, su vida de hermanos no tenía sentido. Es otra manera de contar la historia pero con la misma finalidad.

            Cuando esta tarde te cuenten la historia, escúchala con las antenas levantadas, métela bien dentro en tu interior, guárdala como un tesoro  y, sobre todo, dale vida cada jornada. Ponte a ser servidor con tu familia, con tus amigos, con tu grupo, con tu país incluso. Mientras haya quien sirva, esta historia vivirá.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Cómo contarías tú esta historia?
  2. 2.      ¿Sirves o te sirven?
  3. 3.      Habla de alguien que, para ti, sea un servidor/a .

 

2

Viernes Santo: jesus33_pqTú

 

            Es fácil que, a lo largo de tu vida cristiana, te hayan dicho que Jesús murió por ti. Incluso habrá quien te diga que murió por tus pecados o por obediencia a Dios. Nada de eso: murió por sus propias opciones. Murió porque echó su suerte con los humildes, porque soñó que su sufrimiento no podía durar siempre, porque decía que todo el mundo tiene derecho a una vida feliz, porque quería que las lágrimas de los humildes cesaran. Por eso, bendijo a los pobres y maldijo a los opresores, compartió su vida y expulsó a los mercaderes, abrió su corazón a los humildes y a los soberbios les desenmascaró. No es de extrañar que los poderosos lo borraran del mapa. Pero su camino lo han seguido y lo siguen todavía muchas personas.

            El relato de la pasión que leeremos esta tarde es el resultado, la suma de sus opciones. Le llevaron al desastre. Y, aunque en el relato de san Juan que escucharemos hoy parece que Jesús no pierde los papeles, él mismo se sintió perdido y abandonado, por más que el Padre estuviese a su lado como nunca lo había estado.

            Esas opciones de entrega, quizá sin saberlo, apuntaban a nosotros. Querían decirnos que el dolor del otro me concierne y que quien entiende bien a Jesús hace suyo dolores que son de otros. Así, la respuesta que damos al sufrimiento del otro desvela qué tipo de persona y de creyente eres: ¿te importa el sufrimiento del otro? Eres buena persona y buen creyente. ¿No te importa? No lo eres. Más que xTi Jesús ha muerto pqTú.

            Entre los primeros franciscanos hubo uno, el hermano Ángel, que fue soldado. Cuenta que se hizo compañero de san Francisco porque un día, cuando colgaban a uno por ladrón, vio que Francisco pugnaba con los soldados por liberar al que iban ahorcar. “Es mi hermano”, repetía. Ángel no entendía que un ladrón convicto pudiera ser hermano de nadie. Hasta que comprendió, como Francisco, que, de alguna manera, el dolor de otro, aunque se lo merezca, me concierne.

            Esto es lo que celebraremos esta tarde, la entrega de Jesús por sus opciones y la responsabilidad nuestra ante el caído en el camino. Las dos cosas. Por un lado, agradecemos incansablemente a Jesús su entrega. Por otro nos hacemos la pregunta de si nos van interesando cada vez más los sufrimientos ajenos. Ambas cosas van unidas.

 

            Piensa y anota.

 

  1. 1.      ¿Qué te parecen las opciones de Jesús?
  2. 2.      ¿Qué sufrimientos ajenos te interpelan?
  3. 3.      ¿Qué es más importante, la cruz o los crucificados?

 

3

Sábado Santo: spyware

 

            Para ver a Jesús resucitado hay que espiarle, hay que entreverle en gestos sencillos, hay que intuirle a través de acciones cotidianas. Espía de Jesús, ése es el que puede hacerse una idea de la resurrección de Jesús. Para ello hay que nombrarlo, olfatearlo, mirarlo con brillo en los ojos, atisbarlo. La resurrección es más cuestión de amor que de fe.

            Así les pasó a sus primeros amigos. Como leeremos en el evangelio de la Vigilia de esta noche, se les dice claramente: “Va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Espiadle en Galilea, en los caminos sencillos de su pueblo, en la gente con la que vivió, en los enfermos que curó, en las lágrimas de las que fue confidente. Espiadlo allí.

            Espíalo tú también en tus caminos cotidianos: de camino a tus estudios, con los amigos con los que convives, en las sendas de tu vida familiar, en las vidas de los compañeros de trabajo. Espíalo en la belleza de la naturaleza, en del descanso de la fiesta, en el esfuerzo del deporte, en la dureza del trabajo. Espíalo en los rostros de quienes amas y en los de quienes te cuesta mirar, espíalo en las manos que te cuidan y en las que te hieren, espíalo incluso en esas sendas extraviadas por las que, a veces, te vas.

            Francisco de Asís se pasó la vida espiando a Jesús hasta hacerse uno con él. ¡Qué bien lo dicen sus primeros hermanos! Uno de los que convivieron con él dice que, con toda naturalidad, hablaba siempre de Jesús: “Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús siempre presente en todos sus miembros”. Espía de Jesús, ése ha sido siempre Francisco de Asís.

No creas que para espiar a Jesús hay que ser un tío/a raro, un enajenado. Quizá haya que ser un “colgado” de Jesús uno, que lo ha bajado al fondo del corazón, uno que ya no quiere despegarse de él. Es posible enamorarse hoy de aquel Nazareno que vivió con  nosotros hace muchos años. Y no solamente porque su recuerdo sigue vivo, sino porque muchos lo sienten como alguien que está vivo hoy. Bien lo dice Cristina Fallarás (que no es precisamente una persona religiosa): «El Nazareno está vivo. Está vivo, no importa cómo ni dónde. Está vivo porque su palabra permanece y permanecerá en el alma de aquellos que vieron su vida transformada al escucharle».

 

Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Cómo espías a Jesús?
  2. 2.      ¿Se puede estar “colgado” por Jesús?
  3. 3.      ¿En qué caminos tuyos percibes al Resucitado?

 

5

Desierto: quiet quitting

 

            Hay quien habla en los ámbitos laborales y también en las redes sociales de “renuncia silenciosa”. Una mañana de desierto es, de algún modo, una renuncia silencia: se renuncia a la prisa, al ruido, a estrés para dejarle sitio a Jesús y a su Palabra, para mirar de nuevo lo que tantas veces hemos visto y encender otra vez la chispa que puede hacer arder el corazón.

            Se trata de intentar entender y apreciar a este Jesús que pasa por el camino de su muerte y que termina, a pesar de todo, en triunfo de vida generando experiencias personales. El desierto puede ayudarnos. Es que, generalmente, creemos por lo que nos dicen otros. Y eso está bien. Pero la parte más importante de la fe es la que construye cada uno. Se trataría de creer más por sí mismo, por la propia experiencia, aunque sea pequeña.

            Desde ahí, ¿cómo entender al Jesús de la pasión que “calla”? Parece que debería hablar, que tendría que confundir a quien le maltrata con argumentos incontestables. Pero él calla. Aprende hoy el valor del silencio, de la escucha, de no querer estar siempre en el candelero. El Jesús de la pasión es alguien que se sabe vivo por dentro, aunque por fuera se le trate como a un desarraigado.

            Y ¿cómo entender al Jesús resucitado? No como un “vencedor” que derrota a sus enemigos y los machaca, sino como uno que triunfa del desconsuelo, que emerge del mar de las lágrimas, que vuelve a sonreír con amor vivo. Él, que sabe de llagas, toca las llagas de nuestra vida para irlas curando con nuestra colaboración.

            Cuando Francisco oraba ante el Cristo de san Damián, decían los que le conocieron que “salía distinto que cuando había entrado” a la oración. Algo de esto tendría que pasarte en esta Pascua 2023: terminar un poco distinto que cuando viniste: un poco más enamorado de Jesús, un poco más responsable de tu fe, un poco más agradecido de tener hermanos y hermanas que hacen camino contigo. Que el Jesús “Humano, más humano” que Pilato muestra cuando dice “Ahí tenéis al Hombre” en la pasión y el Señor que llama “hermanos” a sus discípulos después de la resurrección avive tu corazón y transforme un poco tu vida. Pídeselo con deseo.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Qué te parece el Jesús de la pasión que “calla”?
  2. 2.      ¿Qué piensas de un Jesús que es “vencedor” sin derrotar a nadie?
  3. 3.      ¿En qué tienes que ser más humano/a?

 

 

 

1 comentario

Teresa -

Me estoy haciendo vieja… pero mucho. Ya no conecto ni con este inglés “juvenil”. Menos mal que lo demás sí me llega. Aunque el lenguaje sea rápido, incisivo, directo, invita a la profundización. No podía ser menos.

Viernes Santo. Hermosa y pedagógica manera de exponer la Pasión. “Esas opciones de entrega, quizá sin saberlo, apuntaban a nosotros”. “El dolor de otro, aunque se lo merezca, me concierne”.

Muy buena pregunta: “¿Qué es más importante, la cruz o los crucificados?” De lo más oportuna, cuando estamos a punto de adorar, en estos días, con toda devoción, la cruz.

“La resurrección es más cuestión de amor que de fe”. Preciosa expresión. Sonará, tal vez, menos ortodoxa que su contraria pero, ¿no es, acaso, más real?

Eso de “espiar” a Jesús resucitado en todos nuestros caminos hace de cada uno de nosotros auténticos contemplativos. Y no otras cosas.

“¿Qué piensas de un Jesús que es vencedor sin derrotar a nadie?” Cuánto nos cuesta esto: sentirnos vencedores si no es derrotando a alguien.

Unos materiales para una Pascua juvenil (y para cualquiera) enjundiosos y jugosos, profundos en su sencillez, y que dan en el blanco con la rapidez y efectividad de una saeta. Mil gracias, una vez más.