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Materiales Pascua juvenil 2023

PASCUA 2023

Jesus33_pqTú

 

 

Introducción: swipe

 

            Vas a comenzar la Semana Santa y la Pascua de 2023. Comienza haciendo tu swipe, arrastrando no tanto tu dedo, sino tu corazón sobre esa “pantalla” que es Jesús. Para nosotros es un valor vivo, algo que late hoy, no un mero recuerdo. Pasa los “dedos” de tu corazón sobre su rostro, sobre sus pasos, sobre sus palabras, sobre sus sentimientos. Comprobarás que siempre hay sorpresas, siempre brillan luces en lo oculto, siempre te puede hablar. Dilo a tus amigos/as, a quienes tienes cerca.

            Ten expectativas. No creas que de Jesús está todo dicho. Una cosa es lo que se dice y otra lo que baja al corazón. Este encuentro puede ser una senda al corazón mismo de Jesús. En ese camino puedes encontrar pequeñas sorpresas que iluminen tus pasos. Las sorpresas más interesantes son las pequeñas, las que se esconden en un recodo del camino. Y luego, podrás compartir estas sorpresas con tus compañeros de viaje.

            Prepara las pupilas de tu corazón para un nuevo estímulo. Lo bueno del amor es que siempre puede reverdecer. Hay que ser paciente y esperar. El evangelio, la celebración, la convivencia, la conversación, encierran muchos estímulos. Ten las antenas levantadas, abre bien los ojos para registrarlo todo, vive estos días despierto y deseoso. Deja la rutina si es que se ha colado en tu mochila. Se te va a decir lo mejor de Jesús, lo más hermoso, su mejor entrega. Esos estímulos pueden tocarte el corazón. Ten la puerta abierta.

            Vibra y comparte lo que te hace vibrar. Te puedes enamorar de Jesús. No creas que porque vivió en otra época está lejos. Hace tu mismo camino, te acompaña en cada uno de tus pasos, sean como sean. ¿Te acuerdas de aquellos que iban a la finca de Emaús? Decían que Jesús había hecho que su corazón “ardiera”. Eso es vibrar a tope, vibrar hasta que “arda”. ¿Por qué no desearlo?

            Silencioso, pero presente, te acompaña Francisco de Asís. Él se pasó la vida “deslizando” su dedo, su corazón, sobre el rostro humilde de Jesús. Lo llegó a entender muy bien. Por eso decía al final de su vida que “él sabía solamente a Cristo pobre y crucificado”. No se cansó de mirarle, de buscarle, de rezarle, de cantarle. Dile que te contagie su vibración por el Nazareno.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Deslizas tu dedo, tu corazón, por Jesús?
  2. 2.      ¿Qué te estimula hoy de Jesús?
  3. 3.      ¿En qué actitud vienes a esta Pascua?

 

 

 

 

1

Jueves Santo: storytteling 

 

            Los antiguos cristianos se contaban entre ellos historias guardadas sobre Jesús. No querían que su recuerdo desapareciera, sino que estuviera bien vivo. Por eso, repetían historias queridas sobre él. Una de ellas, que ya la sabes, la vas a escuchar esta tarde de Jueves Santo: aquella en que Jesús lavó los pies a sus discípulos para que entendieran algo muy simple, que se es seguidor suyo cuando se lava pies, cuando se sirve. Y si no sirves, serás otra cosa, pero no de su grupo.

            Como te digo, hoy te van a contar de nuevo esa historia: lo hacen para conmoverte, para tocarte por dentro, para provocar gozo y agradecimiento. Si te deja frío, es que no has escuchado bien la historia. Los cristianos de la primera hora la contaban con lágrimas en los ojos, como recuerda san Pablo. Si no te toca por dentro es que aún no has llegado.

            La historia del lavatorio de pies habría de provocar algo muy simple: la certeza de que se puede estar contento sirviendo, la seguridad de que cuando sirves es cuando eres más humano, la alegría de hacer algo que tenías que hacer para ser tú mismo. Mientras quieras que todo el mundo te sirva y tú no aportes nada a la convivencia, estás todavía lejos de conectar con aquella historia viva.

            Si estás atento a la historia verás que hay un pequeño diálogo entre Pedro y Jesús donde se viene a decir algo simple: que si uno no sirve, Jesús va por un camino y tú por otro. Que el camino de Jesús y el tuyo solamente pueden coincidir en el servicio a la persona. O sea: que servir es la única manera de ser seguidor de Jesús.

            San Francisco entendió muy bien esta historia. Un día, poco antes de su muerte, reunió a sus hermanos y él, que no era sacerdote y que les tenía mucho respeto, organizó una especie de cena del Señor: partió un pan y se lo dio a sus hermanos diciéndoles que aquel era el pan de la fraternidad y que, sin ella, su vida de hermanos no tenía sentido. Es otra manera de contar la historia pero con la misma finalidad.

            Cuando esta tarde te cuenten la historia, escúchala con las antenas levantadas, métela bien dentro en tu interior, guárdala como un tesoro  y, sobre todo, dale vida cada jornada. Ponte a ser servidor con tu familia, con tus amigos, con tu grupo, con tu país incluso. Mientras haya quien sirva, esta historia vivirá.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Cómo contarías tú esta historia?
  2. 2.      ¿Sirves o te sirven?
  3. 3.      Habla de alguien que, para ti, sea un servidor/a .

 

2

Viernes Santo: jesus33_pqTú

 

            Es fácil que, a lo largo de tu vida cristiana, te hayan dicho que Jesús murió por ti. Incluso habrá quien te diga que murió por tus pecados o por obediencia a Dios. Nada de eso: murió por sus propias opciones. Murió porque echó su suerte con los humildes, porque soñó que su sufrimiento no podía durar siempre, porque decía que todo el mundo tiene derecho a una vida feliz, porque quería que las lágrimas de los humildes cesaran. Por eso, bendijo a los pobres y maldijo a los opresores, compartió su vida y expulsó a los mercaderes, abrió su corazón a los humildes y a los soberbios les desenmascaró. No es de extrañar que los poderosos lo borraran del mapa. Pero su camino lo han seguido y lo siguen todavía muchas personas.

            El relato de la pasión que leeremos esta tarde es el resultado, la suma de sus opciones. Le llevaron al desastre. Y, aunque en el relato de san Juan que escucharemos hoy parece que Jesús no pierde los papeles, él mismo se sintió perdido y abandonado, por más que el Padre estuviese a su lado como nunca lo había estado.

            Esas opciones de entrega, quizá sin saberlo, apuntaban a nosotros. Querían decirnos que el dolor del otro me concierne y que quien entiende bien a Jesús hace suyo dolores que son de otros. Así, la respuesta que damos al sufrimiento del otro desvela qué tipo de persona y de creyente eres: ¿te importa el sufrimiento del otro? Eres buena persona y buen creyente. ¿No te importa? No lo eres. Más que xTi Jesús ha muerto pqTú.

            Entre los primeros franciscanos hubo uno, el hermano Ángel, que fue soldado. Cuenta que se hizo compañero de san Francisco porque un día, cuando colgaban a uno por ladrón, vio que Francisco pugnaba con los soldados por liberar al que iban ahorcar. “Es mi hermano”, repetía. Ángel no entendía que un ladrón convicto pudiera ser hermano de nadie. Hasta que comprendió, como Francisco, que, de alguna manera, el dolor de otro, aunque se lo merezca, me concierne.

            Esto es lo que celebraremos esta tarde, la entrega de Jesús por sus opciones y la responsabilidad nuestra ante el caído en el camino. Las dos cosas. Por un lado, agradecemos incansablemente a Jesús su entrega. Por otro nos hacemos la pregunta de si nos van interesando cada vez más los sufrimientos ajenos. Ambas cosas van unidas.

 

            Piensa y anota.

 

  1. 1.      ¿Qué te parecen las opciones de Jesús?
  2. 2.      ¿Qué sufrimientos ajenos te interpelan?
  3. 3.      ¿Qué es más importante, la cruz o los crucificados?

 

3

Sábado Santo: spyware

 

            Para ver a Jesús resucitado hay que espiarle, hay que entreverle en gestos sencillos, hay que intuirle a través de acciones cotidianas. Espía de Jesús, ése es el que puede hacerse una idea de la resurrección de Jesús. Para ello hay que nombrarlo, olfatearlo, mirarlo con brillo en los ojos, atisbarlo. La resurrección es más cuestión de amor que de fe.

            Así les pasó a sus primeros amigos. Como leeremos en el evangelio de la Vigilia de esta noche, se les dice claramente: “Va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Espiadle en Galilea, en los caminos sencillos de su pueblo, en la gente con la que vivió, en los enfermos que curó, en las lágrimas de las que fue confidente. Espiadlo allí.

            Espíalo tú también en tus caminos cotidianos: de camino a tus estudios, con los amigos con los que convives, en las sendas de tu vida familiar, en las vidas de los compañeros de trabajo. Espíalo en la belleza de la naturaleza, en del descanso de la fiesta, en el esfuerzo del deporte, en la dureza del trabajo. Espíalo en los rostros de quienes amas y en los de quienes te cuesta mirar, espíalo en las manos que te cuidan y en las que te hieren, espíalo incluso en esas sendas extraviadas por las que, a veces, te vas.

            Francisco de Asís se pasó la vida espiando a Jesús hasta hacerse uno con él. ¡Qué bien lo dicen sus primeros hermanos! Uno de los que convivieron con él dice que, con toda naturalidad, hablaba siempre de Jesús: “Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús siempre presente en todos sus miembros”. Espía de Jesús, ése ha sido siempre Francisco de Asís.

No creas que para espiar a Jesús hay que ser un tío/a raro, un enajenado. Quizá haya que ser un “colgado” de Jesús uno, que lo ha bajado al fondo del corazón, uno que ya no quiere despegarse de él. Es posible enamorarse hoy de aquel Nazareno que vivió con  nosotros hace muchos años. Y no solamente porque su recuerdo sigue vivo, sino porque muchos lo sienten como alguien que está vivo hoy. Bien lo dice Cristina Fallarás (que no es precisamente una persona religiosa): «El Nazareno está vivo. Está vivo, no importa cómo ni dónde. Está vivo porque su palabra permanece y permanecerá en el alma de aquellos que vieron su vida transformada al escucharle».

 

Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Cómo espías a Jesús?
  2. 2.      ¿Se puede estar “colgado” por Jesús?
  3. 3.      ¿En qué caminos tuyos percibes al Resucitado?

 

5

Desierto: quiet quitting

 

            Hay quien habla en los ámbitos laborales y también en las redes sociales de “renuncia silenciosa”. Una mañana de desierto es, de algún modo, una renuncia silencia: se renuncia a la prisa, al ruido, a estrés para dejarle sitio a Jesús y a su Palabra, para mirar de nuevo lo que tantas veces hemos visto y encender otra vez la chispa que puede hacer arder el corazón.

            Se trata de intentar entender y apreciar a este Jesús que pasa por el camino de su muerte y que termina, a pesar de todo, en triunfo de vida generando experiencias personales. El desierto puede ayudarnos. Es que, generalmente, creemos por lo que nos dicen otros. Y eso está bien. Pero la parte más importante de la fe es la que construye cada uno. Se trataría de creer más por sí mismo, por la propia experiencia, aunque sea pequeña.

            Desde ahí, ¿cómo entender al Jesús de la pasión que “calla”? Parece que debería hablar, que tendría que confundir a quien le maltrata con argumentos incontestables. Pero él calla. Aprende hoy el valor del silencio, de la escucha, de no querer estar siempre en el candelero. El Jesús de la pasión es alguien que se sabe vivo por dentro, aunque por fuera se le trate como a un desarraigado.

            Y ¿cómo entender al Jesús resucitado? No como un “vencedor” que derrota a sus enemigos y los machaca, sino como uno que triunfa del desconsuelo, que emerge del mar de las lágrimas, que vuelve a sonreír con amor vivo. Él, que sabe de llagas, toca las llagas de nuestra vida para irlas curando con nuestra colaboración.

            Cuando Francisco oraba ante el Cristo de san Damián, decían los que le conocieron que “salía distinto que cuando había entrado” a la oración. Algo de esto tendría que pasarte en esta Pascua 2023: terminar un poco distinto que cuando viniste: un poco más enamorado de Jesús, un poco más responsable de tu fe, un poco más agradecido de tener hermanos y hermanas que hacen camino contigo. Que el Jesús “Humano, más humano” que Pilato muestra cuando dice “Ahí tenéis al Hombre” en la pasión y el Señor que llama “hermanos” a sus discípulos después de la resurrección avive tu corazón y transforme un poco tu vida. Pídeselo con deseo.

 

            Piensa y anota:

 

  1. 1.      ¿Qué te parece el Jesús de la pasión que “calla”?
  2. 2.      ¿Qué piensas de un Jesús que es “vencedor” sin derrotar a nadie?
  3. 3.      ¿En qué tienes que ser más humano/a?

 

 

 

TRES ESPACIOS DE CONTEMPLACIÓN EN LA SEMANA SANTA

TRES ESPACIOS DE CONTEMPLACIÓN

EN LA SEMANA SANTA

 

I

JUEVES SANTO:

CONTEMPLACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR 

 

1

 

Monitor/a: Buenas noches: paz y bien. Con el buen regusto de la celebración de la Cena del Señor de esta tarde, nos juntamos ahora para un rato de contemplación de ese misterio hermoso de la Cena de Jesús. El pan sacramental nos conecta con aquella Cena última y nos hace sentirnos invitados de Jesús. Aceptemos la invitación; sintámonos comunidad, grupo, con el Jesús que comparte su pan, su vida, con nosotros.

 

(Breve silencio)

 

Leyendo los textos del evangelio de san Lucas sobre la última cena, contemplamos, en primer lugar, la sala donde se celebra la Cena:

 

Lector/a: “Llegó, pues, el día de los Ácimos, en que se debía sacrificar la Pascua. Y envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Id a prepararnos la Pascua para que la comamos». Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?». Y él les dijo: «Mirad, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo hasta la casa en que entre y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te pregunta: ¿Dónde está la habitación en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Él os mostrará en el piso superior una habitación grande amueblada con divanes. Preparadla allí». Fueron y lo encontraron como les había dicho y prepararon la Pascua”.

 

(Breve silencio)

 

Contemplamos esa sala: es una sala en el piso superior, en el lugar de la intimidad, donde entra quien aprecia y vibra por Jesús. Para acercarse a la eucaristía es preciso vibrar por dentro, estremecerse ante Jesús. No se puede vivir la eucaristía fríamente, rutinariamente. Es una sala grande, donde todos caben, buenos y malos, santos y pecadores. Todos reciben la fuerza del pan; todos se comprometen a ser más humanos. Es una sala dispuesta, generosa, ofrecida. Para que compartir el pan nos mueva a una creciente generosidad, a una vida más entregada.

 

(Breve silencio)

 

Cantamos:

 

DONDE HAY CARIDAD Y AMOR
ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR (bis)

 

Una sala y una mesa
Una copa, vino y pan
Los hermanos compartiendo
En amor y en unidad

Nos reúne la presencia
Y el recuerdo del Señor
Celebramos su memoria
Y la entrega de su amor

 

DONDE HAY CARIDAD Y AMOR
ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR (bis)

 

2

 

Monitor/a: Contemplamos, en segundo lugar, la mesa de la Cena, el lugar en el que confluyen los comensales, la mesa esperada de la Pascua de Jesús. Los divanes dispuestos en derredor,  todo lo necesario para una celebración de la fiesta grande de la fe.

 

(breve silencio)

 

Lector/a: “Y cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios»”. 

 

(Breve silencio)

 

Contemplamos esa mesa: nos sentamos a la mesa que nos reúne con Jesús; nos sabemos con suerte por haber sido llamados a la Cena. Queremos que sea mesa abierta donde los más débiles sean mejor atendidos. Es la mesa de quienes, por encima de todo, creen en la fraternidad.

 

(Breve silencio)

 

Cantamos:

 

EN LA FIESTA DEL DOMINGO
EL SEÑOR NOS ESPERA;
REUNIDOS EN SU MESA,
ESCUCHAMOS SU VOZ.

SU PALABRA ES ALIMENTO,
ES LA BUENA NOTICIA;
COMO PRENDA DE VIDA,
ÉL SE DA EN COMUNIÓN.

 

3

 

Monitor/a: Contemplamos, ahora, el pan de la Cena, el signo que Jesús toma para decirnos que es el alimento de la comunidad cristiana sin el que no es posible vivir la fe.

 

(Breve silencio)

 

Lector/a: “Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». 

 

Breve silencio)

 

Contemplemos ese pan: pan sin levadura, pan de novedad, pan de cercanía. Es el pan que nos nutre a lo largo del camino de nuestra vida cristiana. Pan necesario para mantener la adhesión a Jesús. Pan que significa la unidad de todos los creyentes en Jesús. Pan partido y repartido, pan de solidaridad. Pan bendito, amado, sacramental.

 

(Breve silencio)

 

Cantamos:


El Señor Dios nos amó,
como nadie amó jamás,
Él nos guía como estrella,
cuando no existe la luz.
Él nos da todo Su amor,
cuando partimos el pan.
Es el pan de la unidad,
el pan de Dios.

ES MI CUERPO,
TOMAD Y COMED.
ÉSTA ES MI SANGRE,
TOMAD Y BEBED.
PUES YO SOY LA VIDA,
YO SOY EL AMOR.
¡OH, SEÑOR!
CONDÚCENOS HASTA
TU AMOR.

 

4

 

Monitor/a: Contemplamos en cuarto lugar la copa de vino, el cáliz en el que beben todos los discípulos y  discípulas reunidos en la mesa, el cáliz que seguimos bebiendo con la misma veneración.

 

(Breve silencio)

 

Lector/a: “Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”.

 

(Breve silencio)

 

Contemplamos el cáliz: cáliz que representa la sangre de Jesús, su entrega, su fracaso y su triunfo. Contemplemos las opciones de amor y de generosidad que han llevado a Jesús a entregarse por ellas. No es tanto la entrega de Jesús una entrega por nosotros, sino, sobre todo, una entrega para que nosotros nos demos también por amor y por generosidad. Cáliz que se derrama por todas las personas, porque toda persona y toda creatura reciben el beneficio impagable de su entrega.

.

Cantamos:

 

NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL SOL,
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN:
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.

Comamos todos de este Pan,
el Pan de la unidad.
En un cuerpo nos unió el Señor,
por medio del amor.

 

 

5

 

Monitor/a: Judas participa en la Cena de Jesús. Es el que lo va a entregar. Contemplemos su figura y su significado para que la traición no anide nunca en nuestras vidas.

 

(Breve silencio)

 

Lectora/a: “Mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. 22Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!». 23Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso”.

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos la figura del traidor Judas: ha sido del grupo de seguidores, ha andado los mismos caminos que Jesús, ha compartido sus gozos y sus penas, ha comido con él hasta esta cena última. Y, sin embargo, le ha traicionado, le ha vendido.  Es reflejo de lo que somos: capaces de lo mejor, capaces de lo peor. Que nunca dejemos sitio a la traición en nuestro corazón, que jamás y por nada entreguemos al hermano.

 

(Breve silencio)

 

Cantamos:

 

Aunque yo dominara las lenguas arcanas
y el lenguaje del cielo supiera expresar,
solamente sería una hueca campana
si me falta el amor.

SI ME FALTA EL AMOR
NO ME SIRVE DE NADA
SI ME FALTA EL AMOR
0NADA SOY (BIS TODO)

 

 

6

 

Monitor/a: contemplemos ahora a Jesús que dice al grupo de la Cena cómo la clave de todo está en servir al hermano. Quien come el pan de la eucaristía ha de ir aprendiendo la lección del servicio. Si no, ese pan es inútil.

 

(Breve silencio)

 

Lector/a: “Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor. 25Pero él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. 26Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve. 27Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”.   

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos a Jesús que nos habla del servicio: pongamos ante Jesús nuestras ansias de ser mayores, siempre con la tentación de mandar. Tratemos de entender que el seguidor ha de ser menor. Deseemos entenderlo y vivirlo. Contemplemos a un Jesús que está siempre fuera de la mesa, sirviendo. Tratemos de servir siempre para poder decirnos discípulos de Jesús, porque su escuela es una escuela de servicio.

 

(Breve silencio)

 

Cantamos:

 

Cristo te necesita para amar, para amar
Cristo te necesita para amar
Cristo te necesita para amar, para amar
Cristo te necesita para amar

 

No te importe la raza ni el color de la piel
Ama a todos como hermanos y haz el bien
No te importe la raza ni el color de la piel
Ama a todos como hermanos y haz el bien

 

 

7

 

 

Monitor/a: Contemplemos, finalmente, el anuncio de las negaciones de Pedro. Tratemos de apoyarnos en la eucaristía para no sucumbir a nuestras limitaciones.

 

(Breve silencio)

 

Lector/a: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos». Él le dijo: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte». Pero él le dijo: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme».

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos a Pedro que es frágil aunque ame a Jesús. Caerá, pero Jesús no le retirará su confianza. Porque, aunque caiga, Pedro seguirá amando a Jesús.  La Cena con Jesús tendría que haberle fortalecido. Pero aún no era tiempo. Días vendrán en que Pedro lo entregará todo por él.

 

Cantamos

 

DANOS UN CORAZÓN,
GRANDE PARA AMAR
DANOS UN CORAZÓN,
FUERTE PARA LUCHAR.

Hombres nuevos, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

 

 

***

 

Terminamos orando:

 

Danos, Señor,

Hambre de tu pan,

Sed de ti cáliz;

Ayúdanos a entender

Que quienes comemos a tu mesa

Hemos de ser servidores como tú.

Haz que en nuestras eucaristías

Encuentre su sitio la justicia

Y los pobres lleguen a sentarse en esa mesa.

Que nunca nos falte tu pan y tu vino

Y, sobre todo, que no nos falte tu amor.

Amén.

 

CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES…

 

 

 

II

VIERNES SANTO:

CONTEMPLACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO

 

VICTORIA, TÚ REINARÁS
OH, CRUZ TÚ NOS SALVARÁS.
EL VERBO EN TÍ CLAVADO
MURIENDO NOS RESCATÓ:
DE TI, MADERO SANTO,
NOS VIENE LA REDENCIÓN.

Monitor/a: Buenos días, paz y bien. Hoy es Viernes Santo, día para caer en la cuenta más del significado que para los creyentes tiene la entrega total de Jesús, su cruz. En la celebración de la tarde se nos invitará a venerarla. La oración de esta mañana podría ayudarnos a entrar más en su espiritualidad. Abramos nuestro corazón a su Palabra.

 

(Breve silencio)

 

1

 

Lector/a: La cruz es silencio que grita la injusticia. Porque fue condenado injustamente quien hizo el bien y porque el silencio es el entorno de su muerte, una vez apaciguado el alboroto de la condena. Por eso la cruz, las cruces, han de sentirse primeramente como injusticia, y el rechazo de la cruz como respuesta correcta a quien injustamente ha sido puesto en ella.

 

Que nos duelan, Señor,

Las injusticias que soportan los pobres.

Que vayamos haciendo nuestro su dolor

Y que sus lágrimas sean las nuestras. Amén.

 

(Breve silencio)

 

2

 

La cruz de Jesús es silencio que se entrega sin gloria. Porque nadie agradeció ni alabó a Jesús por su muerte. Eso vino después. No fue una muerte rodeada de gloria sino de exclusión y de injuria (le hacían coplas: “a ver si viene Elías…”). La ausencia de gloria de los crucificados es su mejor carta de presentación: no querían gloria, querían justicia. Y no la hubo.

 

Que escuchemos el silencio de los vencidos,

Que pongamos palabra a sus llantos,

Que echemos nuestra suerte

Con los humildes de la tierra,

Con lo que no tienen gloria. Amén.

 

(Breve silencio)

 

3

 

La cruz de Jesús es silencio que no culpa a quien no ama. Es el amor sin esperanzas, sin demanda de recompensa y, por lo tanto, sin reproche (“no saben lo que hacen”: Lc 23,24). No se tomaron las opciones que llevaron al desastre para recibir premio, sino por amor. Y cuando no ha habido respuesta de amor, el amor sigue vivo y no reprocha.

 

Que respondamos con amor

A quienes no reciben amor;

Que escuchemos amantemente

A quienes no se siente escuchados;

Que nuestro respeto sea recompensa

Para quienes nunca son premiados. Amén.

 

(Breve silencio)

 

4

 

 

La cruz de Jesús es un fracaso. Porque terminar una relación humana con una muerte violenta es un fracaso. No es un mártir glorioso porque el martirio nunca es glorioso, sino humillante. Jesús llega a morir como un fracasado. Hundirse en ese fracaso para hacer ver que ese camino no es el que los humanos habrían de seguir es su triunfo.

 

Que nuestros caminos

No acaben en muerte;

Que nuestras relaciones

No terminen en heridas;

Que nuestras vidas

Conozcan la paz y el amor. Amén.

 

(Breve silencio)

 

5

 

La cruz de Jesús cuestiona los infiernos. Porque ella misma es un infierno y, desde ahí, hace visible la insensatez de todo infierno humano y divino. Por haber sido infierno y haber bebido el cáliz de su contradicción, desautoriza todo infierno, despoja de razón de ser a toda opresión generadora de relaciones infernales.

 

Que no hagamos de nuestra vida

Un infierno;

Que con la amabilidad y la paz

Desautoricemos todo infierno;

Que nuestras relaciones sean bondadosas

Y nunca infernales. Amén.

 

(Breve silencio)

 

 

6

 

La cruz de Jesús es bálsamo para las vidas heridas. Porque tales vidas están afectadas en mayor o menor medida por la ponzoña de la cruz. Si Jesús bebió esa ponzoña y, creemos, salió vivo, es que se puede superar el veneno de las heridas humanas con el bálsamo del amor callado.

 

Que nunca hiramos;

Que curemos heridas;

Que vertamos el bálsamo del amor;

Que cuidemos con dedicación. Amén.

 

(Breve silencio)

 

CAMINA, PUEBLO DE DIOS,
CAMINA, PUEBLO DE DIOS.
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA
EN LA NUEVA CREACIÓN.


Mira allá en el Calvario,
en la roca hay una cruz,
muerte que engendra la vida,
nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado
con su muerte y resurrección.
Todas las cosas renacen
en la Nueva Creación.

 

CAMINA, PUEBLO DE DIOS,
CAMINA, PUEBLO DE DIOS.
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA
EN LA NUEVA CREACIÓN.

 

***

 

(Terminamos orando)

 

Señor Jesús,
extiende la sombra de tu cruz

sobre los pueblos en guerra:
que aprendan el camino de la reconciliación,

del diálogo y del perdón;
haz experimentar el gozo de tu resurrección

a los pueblos desfallecidos por las bombas:
arranca de la devastación a Irak, Siria y Ucrania

y de todas las guerras olvidadas;
reúne bajo la dulzura de tu realeza

a tus hijos dispersos:
sostén a los cristianos de la diáspora

y concédeles la unidad de la fe y del amor.

Te lo pedimos por Jesús, nuestro hermano. Amén

 

(Se termina en silencio)

 

 

III

SÁBADO SANTO:

CONTEMPLACIÓN

ANTE EL SEPULCRO DE JESÚS

 

1

GUARDA MI ALMA EN LA PAZ JUNTO A TI, SEÑOR.

Tú conoces, Señor, mi corazón,
tú conoces todos mis caminos

 

Monitor/a: Buenos días, paz y bien. En esta mañana del Sábado Santo, vamos a contemplar el sepulcro de Jesús. Escucharemos los relatos de la sepultura de Jesús en la versión que nos dan cada uno de los evangelistas. En el silencio de la sepultura queremos escuchar la promesa de vida que anida en ese sepulcro. La muerte no va a tener la última palabra. Jesús, que ahora está muerto, vivirá en plenitud.

 

(Breve silencio)

 

Lector/a: Leemos en el evangelio de san Mateo: Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro”. 

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos toda la actividad que José de Arimatea despliega en torno al cuerpo muerto de Jesús: él es discípulo fiel y no puede abandonar a su maestro aunque haya sufrido el denigrante suplicio de la cruz. Y por eso, pide el cuerpo de Jesús exponiéndose a represalias y críticas. Lo trata con cuidado, lo envuelve en una sábana limpia. Le ofrece un sepulcro nuevo y se marcha. Puede parecer que todo se ha acabado, pero tanto detalle muestra que él está enterrando a uno destinado a la vida. Contempla por otro lado a las mujeres sentadas enfrente como quien ama y quien espera.

 

(Breve silencio)

 

MI ALMA ESPERA EN EL SEÑOR,

MI ALMA ESPERA EN SU PALABRA,

MI ALMA AGUARDA EL SEÑOR

PORQUE EN ÉL ESTÁ LA SALVACIÓN.

 

(Breve silencio)

 

2

 

Leemos, a continuación, el relato de la sepultura de Jesús según el relato del evangelio de Marcos: “Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían”.

 

(Breve silencio)

 

Contempla, de nuevo, a José que pide el cuerpo de Jesús arriesgando su condición de miembro del sanedrín y enfrentándose a la autoridad romana. Un discípulo que no se queda encogido como los otros. Contempla a Pilato que quiere comprobar hasta el final su obra de destrucción de Jesús y se informa de su muerte a pesar de ser un reo insignificante. Contempla de nuevo a José en su generosidad y cuidado con Jesús difunto: compra una sábana y lo envuelve con amor. Y aunque se marcha, parte de su vida queda allí. Le será fácil luego conectar con el Jesús que vive. La Magdalena y la Madre están y observan. No se despegan de quien aman.

 

(Breve silencio)

 

SILENCIO  SACROSANTO,

SILENCO  REDENTOR,

HOY DENTRO DEL SEPULCRO

REPOSA NUESTRO SALVADOR.

 

(Breve silencio)

 

3

 

Escuchamos en tercer lugar el relato que nos hace Lucas de la sepultura de Jesús: “Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto”.

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos de nuevo la figura importante de José de Arimatea, el justo, el bueno y el valiente que sabe dar la cara por un pobre crucificado. Contemplemos su total implicación: él mismo lo baja de la cruz; él lo envuelve en la sábana, él lo coloca en el sepulcro. Contempla su soledad, la dolorosa ausencia de sus discípulos que han abandonado a su maestro. Fíjate que el evangelista quiere decir que ese cuerpo muerto es la nueva Pascua, la definitiva. Contempla a las mujeres, testigos que observan, aunque aún pese sobre ellas la Ley. Ellas serán las mensajeras de la vida.

 

(Breve silencio)

 

Cristo toma en su cuerpo el pecado, la esclavitud,
al destruirlos nos trae una nueva plenitud.
Pone en paz a los hombres, a las cosas y al Creador,
todo renace a la vida en la Nueva Creación.

 

4

 

Por último, contemplemos la sepultura de Jesús tal como nos la narra el evangelio de Juan: “Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús”.

 

(Breve silencio)

 

Contemplemos a José de Arimatea y a Nicodemo haciendo el último gesto de piedad que se puede hacer con un difunto: enterrarlo con amor. Lo entierran con lienzos y aromas propios de unas bodas porque saben que están enterrando a uno que está destinado a la vida. Lo entierran en un huerto, símbolo de vida y de fecundidad. La vida aguarda a aquel cadáver maltrecho y bendito. Destinado a la vida, como todos los que morimos.

 

(Breve silencio)

 

YO LE RESUCITARÉ (3)

EN EL DÍA FINAL.

 

***

 

“Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es más grande de la nada, y basta sólo una luz encendida para vencer la más oscura de las noches. Pablo grita, evocando a los profetas: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?». En estos días de Pascua, llevemos este grito en el corazón. Y si nos dirán del porqué de nuestra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que continúa estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí con nosotros: vivo y resucitado.  (Papa Francisco)”.

Retiro Cuaresma 2023

 

 “TE NOMBRO CENTINELA” (Ez 33,7)

La Cuaresma tiempo para vivir una fe despierta 

 

         La Cuaresma, todos los sabemos, es tiempo en el que se apela a la conversión. Pero, al no concretar más, queda un poco todo en agua de borrajas. Si se intenta concretar, es otra cosa (como cuando el papa Francisco habla de una “conversión ecológica”). Pues bien, intentemos concretar para que la Cuaresma no pase sin pena ni gloria.

         Hay una clara diferencia entre vivir una fe despierta y una fe dormida. Esta es la que se vive en el tran tran de cada día, siempre lo mismo, en la rutina instalada, en la repetición de ritos que se perpetúan año tras año, siglo tras siglo. Si alguna vez se altera, es porque se la saca de esa rutina. Si no, sigue dando vueltas. Es la fe del bostezo, de la distracción, de lo ya sabido. La sorpresa, la novedad, están lejos.

         Por el contrario, la fe despierta es la que anhela horizontes nuevos, la que se vive con las antenas levantadas, la que se sorprende, la que no ha perdido el brillo en los ojos, la que encuentra motivos nuevos de disfrute de la Palabra, la intenta nuevo caminos por sencillos que sean, la que aleja el cansancio y tiene a raya a la rutina.

         Esta segunda es a la que se refiere Ez 33,7 cuando dice Dios al profeta que le nombra “centinela”, atalaya, traducen otros, alguien que vigila, que está en tensión, con los ojos abiertos y los oídos atentos, dispuesto a dar la voz de alerta. Por eso, vamos a hacer una pequeña reflexión bíblica en torno a personajes bíblicos del AT que, a nuestro juicio, son centinelas en un modo u otro. Y desde ahí sacaremos conclusiones para cómo la VR habría de ser centinela en esta Cuaresma, en este momento del itinerario cristiano.

         Quizá este ejercicio espiritual sirva para vivir la fe de manera más despierta, atentos a la vida y al momento cristiano, como centinelas que esperan la aurora (Sal 129,6).

 

1. Centinelas con vitalidad (Gen 3,20)

 

         «El hombre llamó a su mujer “Vitalidad” (Eva, Hawwa) por ser la madre de todos los que viven».

 

  • EVA, la Vitalidad (y Adán, la Humanidad) son ejemplo de resistencia y resiliencia. Se aferran a la vida. No tienen otra cosa. Terminarán por amarla. Y desde ahí darán vida a otros. El relato mítico apunta al milagro del aferrarse de la persona a la vida, por encima de su fragilidad. Hasta los procesos biológicos que se resisten al dolor y a la muerte son reflejo de este anhelo hondo de vitalidad que anida en el fondo de toda creatura.
  • Una comunidad que descubre el valor de su carisma es una comunidad que va haciendo y aprobando el curso de amor a la vida que demanda el seguimiento de Jesús. ¿Cómo va ser atractivo un carisma si se vive en conflicto con la vida, en relaciones tóxicas con cosas y personas, en ese  “rezongar” contra una sociedad que no nos entiende y que parece ser enemiga (aunque hacemos parte de ella)? ¿Cómo va a ser “vendible” un carisma sin vitalidad, atrapados por la rutina, desentendido de la vida y hasta de las cosas de la Congregación? Una comunidad vital es aquella que, por encima de la edad de sus miembros, se interesa y conecta con el hoy, ama la tierra que el Señor le da, aprecia lo humano y se duele de lo inhumano. Cuando, por edad o por lo que sea, la vitalidad parece menguar, la fuerza del corazón, del alma, de la vida se puede mantener sensible y activa.

 

2. Centinelas que perdonan y conviven (Gen 33,30)

 

«He visto tu rostro que me perdonaba y era como ver el rostro de Dios».

 

  • ESAÚ Y JACOB son los hermanos que siempre riñen hasta el punto de que no pueden vivir juntos. El pequeño tiene que exilarse a mil km de distancia para nunca más volver. Durante 20 años permanecerá lejos acumulando nostalgia (su hermano Esaú acumulando odio). Pero vuelve. Y en una extraña escena de reconciliación suelta la frase más hermosa de todo el AT: perdonar es hacer visible en la tierra el rostro de Dios, verdadero sacramento de su presencia.
  • La convivencia exige perdón, generoso y rápido. ¿Cómo una comunidad de hermanos va a estar en los parámetros del evangelio si mantiene vivos los agravios, si la relación es áspera, si el perdón no es elemento de la vida cotidiana? La gente que nos frecuenta  percibe nuestro nivel de perdón. Si en esto no somos generosos, la hermosura del carisma queda velada. Tener guardadas cosas en nuestra “papelera”, no vaciarla nunca del todo es indicio de que queda tarea por hacer. Un agravio cronificado es enemigo principal de una cultura del encuentro y de la fraternidad.

 

3. Centinelas que animan al desalentado (Ex 16,3)

 

«Nos habéis sacado al desierto para matar de hambre a esta comunidad»

 

  • MOISÉS es el líder de una comunidad que siempre está protestando, siempre desalentada. Le dice a la cara su disgustos; le acusan de todos sus contratiempos; un liderazgo sin satisfacción, sin aplauso. Pero cuando Moisés tiene que defender a su comunidad es el primero en hacerlo, incluso frente al mismo Dios (Éx 33,32). No tendrá ni siquiera la oportunidad de entrar a la tierra de Canaán. Toda su vida animando al desalentado sin éxito.
  • Una comunidad desalentada es contraria opción de vida en común. Sembrar desaliento, ser “bombero”, apagafuegos, “abortista” de planes de animación es situarse fuera de la cultura del encuentro. No creer en la formación, en las reuniones, en los planes conjuntos de animación es tener personalmente un grave problema vocacional. Por el contrario, sembrar esperanza, aun contando con lo real,  huir de catastrofismos a priori, dejar de acuñar frases desalentadoras, colaborar a que los días sean lo más bonancibles posible, no menospreciar los pequeños brotes que puedan surgir es entrar por el camino fraterno. De alguna manera, la ilusión es algo más importante que las mismas vocaciones. Y a esa ilusión podemos contribuir todos en el grupo carismático.

 

4. Centinelas con entrañas sensibles (2 Sam 18,29)

 

         «El rey preguntó: ¿Está bien el muchacho, Absalón?».

 

  • DAVID es prototipo de lo humano: de honda sensibilidad y humanidad, de profunda debilidad. Su hijo Absalón de levantó contra él; le hizo salir de Jerusalén llorando por la cuesta del monte de los olivos. Pero su pregunta al mensajero que vuelve de la guerra es si está bien el “muchacho”. La traición de su hijo no le ha hecho perder la sensibilidad ni amargarle el corazón. Aunque dolido, sigue amando.
  • La vida en grupo (religioso, familiar), con sus heridas y costurones, puede habernos apeado de la sensibilidad, del estremecimiento, del corazón sensible. Había que trabajar por recuperarlo sin sentir por ello reparo o vergüenza. Una comunidad insensible no puede estar en la órbita del carisma. Que la soltería no nos haga secos a los célibes. No matemos al niño que llevamos dentro. ¿Cómo una vida áspera va a atraer en nuestra sociedad de hoy? ¿Cómo va uno a participar en un camino despojado de detalles de amor? ¿Hay que ruborizarse de ello, hay que podar las efusiones de la relación cariñosa?

 

5. Centinelas de la espiritualidad (Job 42,5)

 

«Te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos».

 

  • JOB ha sufrido pérdidas que le han llevado a tocar fondo. Desde ahí ha reclamado justicia al mismo Dios. Y ha recibido, como respuesta, una serie larga de interrogantes que no sabe responder: ¿Has entrado en los hontanares del mar…has examinado la anchura de la tierra…por dónde se va a la casa de la luz…conoces las leyes del cielo…? La respuesta es un continuado “no”. Eso provoca en Job la certeza de que saber y hablar de Dios se hace, con frecuencia, de oídas, no por experiencia personal.
  • Vivir el carisma, la fe, puede hacerse “de oídas” (desde lo sabido, lo académico, lo establecido de siempre) o desde la experiencia personal, por pobre que sea. Desde esto segundo podría hacerse una oferta de espiritualidad al ciudadano de hoy.  ¿Qué ofrecemos a quienes vienen atraídos por el evangelio? ¿Ofrecemos mística, aliento, horizonte, ilusión, experiencia de Dios, belleza contemplativa, bondad, etc., u ofrecemos solamente actividad, trabajos, planes, estrategias educativas, etc.? Una oferta de fe sin una oferta de espiritualidad es una oferta empobrecida. ¿Qué experiencias vivas de espiritualidad vamos acumulando? ¿Qué vamos experimentando personalmente de ahondamiento evangélico, de intensificación en la relación, de conexión fuerte con la sociedad, de resistencia ante la adversidad? Quien se siente atraído por el evangelio busca un amanecer nuevo, un horizonte distinto, una iluminación del corazón. Eso es la espiritualidad, por difuso que sea. Ya lo decía Bruce Springsteen en Hungry hearth: “Todo el mundo tiene un corazón hambriento”. ¿Cómo saciar el hambre de espiritualidad de hoy?

 

6. Centinelas que crean ciudadanía (Is 41,18)

 

«Transformaré el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua».

 

  • ISAÍAS II, junto con Ezequiel, han logrado mantener la conciencia de pueblo en la época del exilio en que Israel estuvo a punto de ser borrada del mapa. Y han puesto en ello toda la imaginación como cuando, por ejemplo, dicen que brotarán estanques en el desierto y fuentes en el yermo. Algo imposible. ¿Imposible? Véase el Canal de Castilla (que lo hizo el riojano Marqués de la Ensenada). La fe en la ciudadanía puede hacer real lo que parece imposible.
  • Tener fe en la ciudadanía de la que se hace parte es más difícil que tener fe en Dios, pero tan necesario. ¿Cómo el evangelio va ser ofertable desde un talante negativizador de la ciudadanía. ¿Cómo superar ese talante, muy propio del pensamiento eclesiástico (y de los conservadores en general), de que todo va mal? ¿Cómo unir a la pasión por Dios la pasión por lo humano?  Separar ambas pasiones no beneficia a ninguna de las dos. El grupo creyente habría de significarse por el respeto al código de la ciudadanía, a las leyes e, incluso, a los gobernantes. No es de recibo lo que hay que oír en los cenáculos religiosos de los gobernantes que no son de la propia cuerda. El respeto no está reñido con la valoración crítica. La degradación en el lenguaje que vemos en los políticos puede estar también en el cuarto de estar de la comunidad. Los carismas, en su origen, fueron siempre constructores de ciudadanía. No habrá que olvidarlo.

 

Para dialogar:

 

  • ¿Cómo mantenernos despiertos en esta hora difícil de la VR?
  • ¿Cómo huir del pesimismo comunitario?
  • ¿Cómo darnos, unos a otros, la hermosura del evangelio?

 

ORACIÓN

1. Canto

 

NOS HAS LLAMADO AL DESIERTO, SEÑOR DE LA LIBERTAD,
Y ESTÁ EL CORAZÓN ABIERTO A LA LUZ DE TU VERDAD.
SUBIMOS CON ESPERANZA LA ESCALADA CUARESMAL,
EL PUEBLO DE DIOS AVANZA HASTA LA CUMBRE PASCUAL.

Tu pueblo, Señor, camina desde la aurora al ocaso:
a tu Pascua se encamina y te sigue paso a paso.

 

2. Pensamiento del papa Francisco

 

«La cuaresma es un viaje que implica toda nuestra vida, todo lo que somos. Es el tiempo para verificar las sendas que estamos recorriendo, para volver a encontrar el camino de regreso a casa, para redescubrir el vínculo fundamental con Dios, del que depende todo».

 

3. Oramos con el Salmo 129 (dos coros)

 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

 

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

 

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

 

4. Pasaje evangélico: Mc 3,14

 

«Nombró a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar».

 

5. Compartir

 

6. Oración común (juntos)

 

Jesús, ayúdanos:

-para que tu palabra no sobre en nuestra mochila;

-para que podamos conocerte mejor;

-para que nuestra caridad florezca con sencillez;

-que nuestra oración brote como un rayo de sol entre las nubes,

y sobre todo, que nunca dejemos de buscarte.

 

7. PN y Bendición

 

8. Canto

 

CAMINA PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.
NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA EN LA NUEVA CREACIÓN.
CAMINA PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.

Mira allá en el Calvario en la roca hay una cruz,
muerte que engendra la vida, nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado con su muerte y resurrección,
todas las cosas renacen en la Nueva Creación.

Retiro en Navidad 2022

 

 

ELIGIÓ QUERERNOS 

 

         Preparar la contemplación de la Navidad es asomarse al misterio. Si todo quedara en aspectos del folclore propio de la Navidad sería un empobrecimiento. Si eso nos lleva al misterio, también sirve. El misterio de la Navidad es el misterio de una elección: elegir querer. Dios, en Jesús, ha elegido querernos. Algo de eso está en lo profundo de la Navidad.

         Por eso, cada año se renueva el gozo de la Navidad porque su misterio es insondable, nunca se termina de entrar en él, siempre hay posibilidad de renovar la alegría. De ahí que, para quien entiende esto, la rutina se aleja y no impone su ley. Se percibe así, cada año, la posibilidad de revivir la alegría de una Navidad nueva.

         Para vivir con profundidad el misterio de la Navidad como la elección de amar que Dios tiene en Jesús hay que ahondar un poco. Pero más que grandes argumentos teológicos, lo que necesitamos es grandeza de corazón, brillo en los ojos, quedarse deslumbrados por el amor que siempre está ahí, latiente, vibrante. Un corazón vivo y sensible, eso necesitamos.

         Todo puede servirnos para asomarnos al misterio: las celebraciones, las costumbres tradicionales, la imaginación puesta al servicio de la fe. Y, para nosotros, la fraternidad es una ayuda privilegiada. Creamos como grupo, celebremos como grupo, contemplemos como grupo.

 

1. Algo que viene de muy lejos

 

         Podríamos pensar que el misterio del Dios que elige querernos comienza con Jesús. Pero la cosa viene de muy lejos. En los umbrales lejanos anteriores a los homo ya se empieza a generar la elección de querer que luego eclosionará en Jesús. Veamos algunos ejemplos:

1)   Hace  1,6 millones de años en el lago Turkana (Kenia) vivió ER 1808 un individuo femenino con graves hemorragias fosilizadas en el hueso y otras muchas enfermedades asociadas. Dicen los paleontólogos: «Alguien se ocupó de ella. Sola, incapaz de moverse, delirando, con dolor, 1808 no habría durado dos días en la selva africana, mucho menos que el tiempo de su esqueleto nos dice que vivió. Alguien le trajo agua y posiblemente comida. Y alguien más la protegió de hienas y chacales para obtener un sabroso bocado. Alguien más se sentó con ella durante las largas noches africanas sin ninguna otra razón que la preocupación humana. Sus huesos son un testimonio conmovedor de la sociabilidad, de los fuertes lazos que llegaron a superar lo que no vemos en primates no humanos».

2)   El cráneo 14 de Atapuerca corresponde a una niña deficiente aquejada de craneosinostosis. «La presión intracraneal que sufrió le provocó sin duda trastornos psicomotrices importantes. Sin embargo, el grupo no desechó a esta niña discapacitada, sino que eligió protegerla y curarla. ¿Hay algo más humano que elegir querer? En Atapuerca un grupo de humanos así lo hizo hace medio millón de años. La niña del cráneo 14 fue apodada Benjamina por sus investigadores que en hebreo quiere decir “la más querida”. Uno de ellos, Ignacio Díaz de Mendizábal, defiende que se trata de la primera muestra de amor fosilizado».

 

2. Eligió querernos: Mc 3,13-15

 

         “Subió al monte, convocó a los que él amó y estos se acercaron a él. Entonces constituyó a doce, para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar, con autoridad para expulsar demonios”.

 

         En estas breves líneas se encierra, de alguna manera, la opción de Jesús de querernos:

 

  • Subió al monte: El monte es el lugar donde Dios se revela. La opción de querer conecta con Dios, refleja al Dios que nos quiere. 
  • Convoca: Es algo que parte de él, de su propio corazón al haber visto con claridad que el deseo de amar es decisivo.
  • A los que él amó: Los eligió porque los necesitaba para amarlos. ¿Qué habría sido de un Jesús sin gente concreta a quien amar? ¿Qué mesianismo sin alma habría sido el suyo?
  • Se acercaron a él: Porque, a su manera, ellos también lo amaron desde el momento en que comenzaron a acercarse. Se acercaban a la fuente del amor. Y eso reconfortaba su corazón.
  • Constituyó a doce: Como una representación de las tribus, como un símbolo de toda persona. En el amor que Jesús tuvo a sus discípulos, estábamos nosotros también.
  • Para que estuviesen con el él: Esta es la finalidad principal: estar en con él. Es la belleza y la improductividad del amor. Estar con él para reconfortar su corazón en los momentos de tristeza, para compartir alegría en los momentos de gozo, para buscar juntos la senda de amor que iba marcando el Padre. Estar con él era el lenguaje del amor, la prueba de que él eligió querernos.
  • Para enviarlos a predicar: No tanto una religión, cuanto la verdad honda de que el amor es el único cauce de acceso a Dios y de acceso al corazón de la persona. Una predicación de amor a la que todos estamos llamados.
  • Con autoridad para expulsar demonios: O sea, para curar las heridas del desamor (esos son los peores “demonios” que arrastramos los humanos).

 

 

 

3. La Navidad, elección de amor

 

         Hay muchas maneras de decir qué es la Navidad. Una de ellas, muy hermosa, sería decir que es el misterio de un Dios que, en Jesús, elige querernos. Es un misterio porque, se mire por donde se mire, resulta incomprensible. Pero, por otro lado, ¿cómo no iba a amar lo que él mismo había creado? Ya lo dice Sab 11,24: «Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado».

 

  • Celebrar una opción de amor: Es algo muy sutil que no llegamos a entender del todo. Quizá el modo mejor sea la actitud contemplativa: quedarse ante el misterio, gozar de un Dios que ama, maravillarse de esa opción insondable de un Dios que, en Jesús, ha puesto su corazón en lo nuestro. Dios tiene corazón y por eso ama. Despojarle de corazón es matarlo. Por eso la Navidad nos lo recuerda año tras año: Dios te sigue amando en Jesús.
  • Un Dios que solamente ama: Herederos de una espiritualidad de la que nos cuesta desembarazarnos, tenemos dificultad para llegar a vivir la certeza de un Dios que es solamente amor. Pensamos que hay que rescatar su honor creyéndole el superjuez que juzga. El misterio de un Dios que ha elegido querernos en Jesús casa solamente con un Dios que es solamente amor en cualquiera de sus formas. Y por ello, situarse en la perspectiva del amor es la única manera de llegar a entenderlo.
  • Un Dios que ama en Jesús nuestra azarosa historia: Porque es cierto que nuestra historia (social, comunitaria y personal) discurre muchas veces por caminos equívocos y hasta alejados del evangelio y desconocedores de la humanidad. Pero Dios anda nuestros caminos, ellos son los suyos. Él abandona su camino para hacer del nuestro el suyo. Así orábamos con aquella plegaria de Agrelo algo corregida: “Si creo en ti, te veré en mi camino. Tú te harás camino para mí. Y tú vendrás a donde vaya para que yo acabe yendo a ti”.
  • Huellas del Dios que ama en Jesús: Es preciso desvelar las huellas del Dios que ama en Jesús. Están en la conversación amigable, en el llegar a acuerdos, en construir la inclusión, en hacer asequible la cultura. Están en el lenguaje de la cercanía, de la amabilidad, de la sonrisa, de la moderación, de la paciencia. Todos estos valores que consideramos simplemente humanos son las huellas del amor del Padre en Jesús.

 

4. Elegir amar

 

         Es una tarea que es preciso hacer de por vida porque el amor, en cualquiera de sus manifestaciones, se construye día a día.

  • Elegir amar la sociedad: La ciudad en la que vivimos, el país del que hacemos parte. Es la fraternidad social de la que habla FT. Es el “amor político”, una forma eximia de amar según Juan Pablo II. Vivir en rechazo con la sociedad es imposibilitarse para entender la encarnación. Puede y debe ser, en ocasiones, un amor crítico. Pero, al fin y al cabo, ha de ser amor. Hay que escuchar los latidos profundos del anhelo de justicia (como se ha visto en el campeonato mundial de futbol) y el sueño de un estilo de vida humana más solidario, por muy lejos que estemos del ideal. Elegir amar la sociedad no puede ser un horizonte que no nos incumba.
  • Elegir amar la Iglesia: Aunque también haya que hacerlo con sentido crítico. Elegir amar las diversas experiencias de vida cristiana que, aunque sea en distinto barco, van al mismo puerto. Elegir amar con dolor el cuerpo herido de la Iglesia (abusos, inmatriculaciones) que es cuerpo herido de todos. Elegir amar la Iglesia de los que resisten, de quienes profetizan, de toda persona creyente que sigue viviendo la fe en maneras alternativas, marginales incluso. Elegir amar la Iglesia de los sencillos, de los cansados, de los crédulos incluso, aunque no se dé cancha a su credulidad.
  • Elegir amar la comunidad: En todos sus miembros, en los brillantes y en los opacos, en los que son un respiro y en los que abruman, en los que colaboran y en quien va desganado. Elegir amar a los hermanos/as cada día para que no se nos muera esta planta hermosa y delicada del vivir juntos. Elegir amar la comunidad en esta hora de reducción y pobreza, amarla aún más si cabe porque su debilidad es más clara.
  • Elegir amar a los frágiles: A los más humildes, a quienes tienen fuertes dificultades económicas, a los más desgastados por la enfermedad o la soledad, a quien tiene poca influencia. Desvelar sus valores escondidos, intuir sus pequeños gozos que también los tienen, sumarse a sus causas o, al menos, mirarlas con cierta simpatía. Que no se nos haga tan lejano ese mundo porque es el lugar privilegiado de la encarnación. Elegir con paz, pero con interés.

 

5. Itinerario de Navidad

 

         Para celebrar y vivir el amor que elige se podría construir un sencillo cartel con cuatro fotos: una de la ciudad, otra de algo religioso, otra de la comunidad, y otra de las pobrezas. Todo bajo el epígrafe: EN NAVIDAD CELEBRAMOS Y VIVIMOS EL AMOR QUE ELIGE QUERERNOS. Ponerlo en un lugar visible de la casa o en la capilla con una especie de calendario:

 

25-28 diciembre: Elegimos querer a la ciudad

29-31 diciembre: Elegimos querer a la Iglesia

1-4 enero: Elegimos querer a la comunidad

5-8 enero: Elegimos querer a los frágiles.

 

Conclusión

 

         Quedémonos con lo principal: la Navidad es el misterio del Dios que elige querernos en Jesús. Y, desde ahí, el camino a seguir es elegir querer a cuando conviven con nosotros. Una fe que elige querer, esa es la fe de calidad apta para vivir la Navidad con alma. Que pueda ser así.

Retiro Adviento 2022

EN BUSCA DE UN SUEÑO

 

1

 EL ADVIENTO,

SUEÑO DE DIOS

EN NUESTRO CAMINAR HUMANO

 

         Puede que los sueños estén desprestigiados. El viejo calificativo de “soñador” no dice bien de una persona. Y, sin embargo, no podemos vivir sin sueños. Es la señal de que uno está vivo. Solamente los muertos carecen de sueños. Es cierto que, con frecuencia, nuestros sueños están escondidos, agazapados. Diríase que no existen. Pero están ahí, debajo de la piel, callados a veces, activos otras. Pero siempre ahí.

         Hablamos de sueños, no ensoñaciones. Los sueños son tales cuando se pone algo de nuestra parte para que puedan ser una realidad. Las ensoñaciones, por el contrario, nacen como sueños pero no podemos nada de nuestra parte para conseguirlos. Por eso se esfuman como la niebla; los otros persisten cada vez que damos un paso en la dirección que marcan.

         Por experiencia sabemos que, generalmente, nuestros sueños son pequeños, se adaptan a lo cotidiano. Hay quien piensa que, de tan pequeños, son raquíticos. Pero, de cualquier manera, en esos sueños, en esos anhelos se urde nuestra vida. Son su esqueleto. Sin ellos, nuestra vida se derrumbaría como un castillo de arena. Por eso es preciso mirar con aprecio el mundo de nuestros sueños, incluso de los sueños que hace brotar el mundo de la fe.

         Y dando un paso más se podría decir que Dios tiene sus sueños. Lo sabemos por Jesús (el gran sueño de la fraternidad, el reino), lo sabemos por los escritos del NT (reconciliar todo: Efesios, Colosenses). Y lo sabemos por el “misterio abrupto” (Rahner) de la encarnación. ¿Qué otra cosa puede querer decir este loco afán de Dios de querer mezclarse con lo nuestro, sino mostrar la evidencia del gran sueño del Dios de Jesús de unirse hasta el fondo a nuestro pobre camino humano?

         Podríamos vivir el Adviento como el tiempo en que contemplamos el sueño que Dios acaricia: el de unirse a lo nuestro para que eso, tan humilde, cobre otro brillo y tenga horizonte. Esto nos conectará con todos los sueños de las personas, sobre todo con los de quienes están peor.

 

1. En busca de un sueño

 

         Este sencillo pero luminoso poema viene a decir que todo lo que vive, hasta Dios mismo, anda tras un sueño. Puede iluminarnos.

 

En busca de un sueño 
se acerca este joven. 
En busca de un sueño 
van generaciones. 

En busca de un sueño 
hermoso y rebelde. 
En busca de un sueño 
que gana y que pierde. 

En busca de un sueño 
de bella locura. 
En busca de un sueño 
que mata y que cura. 

En busca de un sueño 
desatan ciclones. 
En busca de un sueño 
cuántas ilusiones. 

En busca de un sueño 
transcurren los ríos. 
En busca de un sueño 
se salta al vacío. 

En busca de un sueño 
abrasa el amante. 
En busca de un sueño 
simula el tunante. 

En busca de un sueño 
tallaron la piedra. 
En busca de un sueño 
Dios vino a la tierra. 

En busca de un sueño 
partí con mi día. 
En busca de un sueño 
que no hay todavía.

                                                        S. Rodríguez

  • Tras los sueños van “las generaciones”: es el sino de lo humano, andar tras sueños, motores de nuestros caminos. El día que nada soñemos estaremos muertos.
  • A veces los sueños son “hermosos y rebeldes”. La vida se encargará de rebajar su tono. Pero esa “rebeldía” es el deseo de andar caminos no hollados, de tender a la justicia común y general. Que no muera tal rebeldía. 
  • A veces los sueños son “locos”: una locura que “mata y cura”. Por eso mismo habrá que discernir los sueños, para tomar lo que cura y tener mucho cuidado con lo que mata.
  • Es verdad que los sueños pueden desatar “ciclones”. Habrá que ir con cuidado. Pero no vayamos a matar las ilusiones por querer evitarlos.
  • Los ríos plácidos también sueñan. Una vida sencilla puede tener sueños. Y Los sueños pueden empujar a “saltar al vacío” a los más animosos, a andar caminos que nunca se han transitado.
  • Amor y engaño se envuelven en sueños. De nuevo, habrá que discernir para saber separar la paja del trigo.
  • Hasta Dios mismo vino a la tierra en busca de un sueño: la fraternidad, la reconciliación, la honda humanidad. Ahí está el misterio del Dios que se une a lo nuestro tras su sueño. Acariciar el sueño de Dios.
  • Y luego está el sagrado sueño de los pobres, de los que “parten con un día”, de los que no lo tienen todavía. Ese sueño es tan sagrado como el de Dios. En la Navidad habría que acercarse más al sueño humildísimo pero necesario de los que lo pasan mal.

 

2. Los sueños en la Palabra

 

         También la Palabra de Dios es un itinerario de sueños que se concatenan los unos a otros. Señalemos tres pasos:

 

 

a) El viejo sueño de soñar a Dios: Gen 28,10-19

        

«Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios».

 

         Es el famoso “sueño de Jacob” cuando huye de su hermano a casa de su tío Labán. En el camino tiene una visión, un sueño incubatorio que desvela su gran anhelo: ¿me acompaña Dios en este exilio? ¿Sigue Dios conmigo después de haber roto con mi hermano? ¿Puedo pensar que Dios aún me sigue amparando? La respuesta le viene en ese sueño: una escala por la que transitan los ángeles que une el cielo y la tierra, lo de Dios y lo humano. Es decir: Dios sigue soñando con lo humano, aunque los humanos tropecemos en nuestros caminos. El sueño de Dios no está a merced de nuestra debilidad, sino de su amor.

 

b) Cuando el sueño toma carne: Jn 1,50-51

 

         «Jesús dijo (a Natanael): -¿Es porque te he dicho que me fijé en ti debajo de la higuera por lo que crees? Pues cosas más grandes verás. Y le dijo: -Sí, os lo aseguro: Veréis el cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por el Hombre».

 

         Ya no estamos en el sueño de Jacob, sino en la realidad de Jesús: los ángeles suben y bajan “por el hijo del hombre”. Es decir: el sueño de Dios ha tomado carne en la realidad de Jesús. Al ver su “carne”, su persona, podemos pensar con certeza que el sueño de Dios no ha sido imaginación nuestra. Ha elegido la persona de Jesús, su historia, para hacernos ver su indefectible decisión de mezclarse con lo nuestro, de meterse en el fondo de la vida, de acompañarnos para siempre, más allá de cualquier debilidad. Su vida y su cruz son la verdadera escala que une lo de Dios y lo nuestro.

 

c) La persona, ámbito de unión entre Dios y la historia: 1 Cor 6,19

 

         «Sabéis muy bien que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros porque Dios os lo ha dado. No os pertenecéis, os han comprado pagando; pues glorificad a Dios con vuestro cuerpo».

 

         Al fin, es en nuestro “cuerpo”, en nuestra realidad histórica donde habita el Espíritu, la realidad viva de Dios. O sea: el viejo sueño de Dios de mezclarse con lo nuestro, se une a nuestra carnalidad, a nuestra pobre carne. En nosotros se va cumpliendo el sueño de Dios, en nuestra familia biológica y humana, en nuestra comunidad, en nuestra sociedad, en nuestro mundo. Somos el rostro del sueño de Dios. Por eso hay que cuidarlo para que refleje de verdad, con humanidad, lo que Dios hace con nosotros, su fiel acompañarnos.

 

3. Profundización:

 

a) Una espiritualidad de los sueños

 

         No habríamos de creer que eso es algo superficial. Ya hemos dicho que los sueños están en la espina dorsal de lo humano, en su estructura. Una espiritualidad de los sueños es aquella que los considera como un dinamismo de la persona y de la misma fe. Una fuerza que ayuda a entendernos, a celebrar, a encajar nuestra limitación. Basar esta espiritualidad en el sueño de Dios y en la concreción de Jesús le otorga densidad. No habrá que sucumbir a la fácil tentación de creer que los sueños son solamente sombras.

 

b) Soñar lo de Dios con Dios

         No entra fácilmente en nuestro imaginario la idea de un Dios que tiene sueños y que su mayor sueño (mezclarse con lo nuestro) es la razón hermosa de nuestra fe en él. Habría que enriquecer ese imaginario sobre Dios con estas perspectivas inusuales: Dios sueña que lo nuestro y lo suyo salen ganado cuando se mezclan. Un Dios menor, que nos sirve, que nos acompaña, que ha hecho voto de fidelidad con nosotros. Un Dios que ha quemado las naves viniendo “de su cielo” a nuestra historia para siempre, a hacer de lo nuestro, tan pobre, su verdadero cielo.

 

c) Agradecer a Dios su sueño

 

         Agradecérselo entrañablemente, incomprensiblemente porque es incomprensible que Dios haya tomado una determinación tal. Agradecer en el no saber de su hondísima generosidad que casi ni olfateamos. Agradecerle su fidelidad sin otro sentido que el de su hondo amor. Un agradecimiento místico, que se pliega sobre sí mismo por su incomprensibilidad.

 

d) Misterio de sueños

 

         Eso es la encarnación, un misterio donde se mezcla el sueño de Dios con nuestros sueños limitados. Un misterio de sueños mezclados. Y creer que eso está en la base no solo de nuestra experiencia creyente en el Adviento, sino también en la base de la misma vida. Mirar la realidad con los ojos de los místicos horizontales que traspasan la costra de lo que aparece a la vista para situarse en la profundidad de lo que no se ve.

 

4. Caminos de vida

 

1)    No sucumbamos al “realismo”: Porque esa es la primera tentación, se nos dice que hay que ser realistas. ¿Es que la evidencia de los sueños no es real? ¿Es que, desde la fe, no es real la mezcla del camino de Dios y de los nuestros? Si el realismo es herramienta para no caer en las ensoñaciones, bienvenido sea. Pero si es para matar algo tan vivo como nuestros sueños o los de Dios, escapemos de él.

2)    Valorar los sueños humildes: Porque esa es una objeción, nuestros sueños cotidianos son humildísimos, a veces rozan con la mezquindad. Somos así y así son nuestros sueños. Valorémoslos más allá de su pobreza porque en su oscuridad brilla una luz parecida a la que ilumina los ojos de Dios cuando nos dio a Jesús.

3)    No abandonar los grandes sueños: Porque sean grandes y nos parezcan casi inalcanzables, no los abandonemos. El gran sueño de la fraternidad universal, el imprescindible sueño de la justicia, el sueño evangélico de que mengüe y desaparezca el llanto de los ojos de los pobres, el sueño de todos los estómagos llenos, el sueño de hacer retroceder a la muerte causada por humanos, etc. Sueños lejanísimos, pero si los dejáramos de lado, ¿cuál sería, entonces, el horizonte de nuestra vida?

4)    Suscitar sueños: Porque eso no es engañar a las personas. Suscitemos sueños posibles, aunque hoy no puedan cumplirse. Hagamos que los ojos de los sencillos, de los humildes, de los precarios, brillen con el brillo de una pequeña posibilidad, de una salida de sus situaciones. Contribuyamos a que los sueños de nuestras comunidades no mueran y se apaguen por nuestra causa.

5)    Hablemos de nuestros sueños: No nos dé vergüenza, no pensemos que no tenemos derecho a hablar de ellos vista nuestra limitación, no consideremos que es inútil porque tales sueños nunca van a cumplirse del todo. Hablar de sueños es una de las formas más vivas de hacer fraternidad.

 

Conclusión

 

         Celebremos este misterio de sueños que es la encarnación del Señor. Hagámoslo celebrando con regocijo el sueño de Dios, más allá de nuestras limitaciones. Celebremos acogiendo ese hermoso sueño de Dios y acogiendo nuestros sueños. Seamos soñadores y soñadoras en esta Adviento, y siempre. No hay sombra que pueda contra uno que sueña. Que el Adviento y la Navidad ablanden y alegren nuestras entrañas humanas para acercarnos al sueño de Dios.

 

 

 

2

LA VIDA SUBSISTE

DONDE HAY VÍNCULO

 

         La base sobre la que se sustentan los sueños no es otra que la buena relación, lo que Jesús llegó a formular como “reinado de Dios”: la nueva relación de hermanos, la sociedad sin jerarquías, la convivencia de todos en paz y respeto. Eso está en la base de todos los trabajos de fe y del sueño evangélico.

         Por eso mismo, en este Adviento volvemos a la reflexión sobre la fraternidad desde la encíclica FT que lo tiene por tema central. Soñar sin tener los pies en el suelo es peligroso. La vida comunitaria nos hace aterrizar, es la medida realista de la verdad de nuestros anhelos. No nos cansemos de volver a ella. Es la masa que aglutina el edificio de nuestra opción.

 

«Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte» (FT 87).

 

         He aquí un texto luminoso. Todas y cada una de las frases son útiles para generar espiritualidad en torno a la comunidad. Necesitamos luz y ánimo más que grandes documentos. Aprovechemos esta oportunidad rumiando el presente texto.

         Es cierto que aquí se habla de la comunidad humana, social. Pero el cimiento es común para toda vida en grupo, también para los grupos eclesiales. Dar el salto a la comunidad creyente sin el cimiento de la antropológica y social es un riesgo. La primera evidencia de nuestra vida eclesial es que deseemos la vida en grupo. Quien tiene problemas para la vida en grupo tiene problemas para la vivencia de la fe.

         No hemos de subrayar sobre todo lo que nos separa de otros tipos de comunidad, sino lo que nos une. Unidos en lo común, en lo humano, ese es el gran cimiento de la vida eclesial.

         Comentemos, una a una, cada una de sus frases porque todas son magníficas.

 

  • «Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás».

 

El ser humano encuentra su plenitud en la entrega, no en el individualismo. Porque hemos sido educados en ese individualismo (“el que viene atrás que arree”) creemos que eso debe estar presente si se quiere sobrevivir en la vida cristiana. Una Iglesia egoísta tiene el horizonte muy limitado. El vigor de una comunidad no se mide por sus obras, su número o su reconocimiento social, sino por su entrega.

Esto pertenece a la hechura de lo humano. Lo que está a la base es la donación, por más que el egoísmo nos parezca una fuerza mayor (“por el interés te quiero, Andrés”). Hemos de creer en nuestra capacidad de entrega más que en nuestro egoísmo.

La entrega ha de ser sincera. Si encierra otras intenciones ocultas, si me entrego para sacar yo más partido, si me doy para hacerme un nombre y que me reconozcan, me den cargos, me aplaudan, es una entrega viciada. Pasar siempre factura es a la larga lo contrario de la fraternidad.

 

  • «Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros».

 

El encuentro con el otro es el lugar adecuado para conocerse a sí mismo. Por eso, quien se encierra en su egoísmo, se desconoce a sí mismo, ignora sus verdaderos valores, vive en la mayor desorientación que es la de no saber quien se es en verdad.

Los otros dicen con mayor propiedad que yo mismo quién soy. Por eso mismo, el encuentro con el otro nos abre a la propia verdad y si no hay encuentro permanecemos cerrados en nuestra ignorancia más básica.

Encontrarse con el otro no es solo convivir físicamente. Es necesario ir saltando la cerca que envuelve el corazón ajeno e ir abriendo la propia cerca. Desechar este anhelo por excesivo será empobrecer de salida el horizonte de la vida cristiana. Porque estamos hechos para el encuentro la vida cristiana quiere hacer ver que ese anhelo es posible. De ahí que la razón de ser más básica e incluso el primer apostolado, antes que toda misión, es construir el encuentro. Si eso se da, hay sentido y posibilidad de evangelización; si no se da, se oscurece el sentido y la misión entra por derroteros religiosos y de funcionariado.

 

  • ·         «Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro».

 

Si no hay comunicación con el otro mi conversación interior es un soliloquio que no me lleva a buen puerto y que se presta a muchas desviaciones. Hablando con el otro se sitúan las cosas en sus justas medidas. Por eso, el diálogo con el otro es imprescindible. El ideal no es el silencio ante el otro sino este mezclado a la comunicación.

Estar mudo ante el otro no puede ser sino una medida temporal, terapéutica. Lo normal es hablar ante el otro. Hasta la liturgia es un hablar con otro ante Dios (una liturgia en solitario no es liturgia)

Por eso mismo, el modo más sensato de hablar de uno mismo es cuando en esa apreciación entran las valoraciones del otro. De ahí que muchas veces las formas de hablar de uno mismo, al no ser formas que cuentan con lo que dicen los otros, son un desvarío egolátrico que el grupo soporta como una cruz.

Con frecuencia no se tiene la valentía fraterna de decir a la cara del hermano lo que se piensa de él y se va diciendo a sus espaldas. No es buen proceder. Ya dice san Francisco: «Dichoso el siervo que tanto ama y respeta s su hermano cuando está lejos de él que cuando está con él, y no dice a sus espaldas nada que no pueda decir con claridad delante de él».

 

  • ·         «Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar».

 

Amar sin rostros concretos, sin nombres, en general es arriesgarse a no amar. Orar con nombres es una manera muy buena de orar. Dice san Pablo en Rom 1,9: “No se me cae vuestro nombre de la boca cuando rezo”. Una vida sin rostros a los que amar es una vida en gran pobreza.

El rostro es la persona. Por él distinguimos a cada cual. Por él sabemos si estamos en su corazón o no. Por el rostro y por el nombre. Jesús devela su ser resucitado en la manera que tiene de pronunciar los nombres con amor: “¡María!” (Jn 20,16). Dice P. Casaldáliga: “Al final del camino me dirán: —¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres.”

Mirar el rosto del otro, estudiar su rostro es acercarse a su corazón. ¿Cómo es que vivimos tantos años cerca unos de otros y casi desconocemos el rostro del hermano, de la hermana? Lectura de rostros, eso tendría que ser un trabajo de comunidad para nosotros. Al final, el rostro de Dios lo vemos en el rostro del otro (Gen 33,10).

Amar rostros es compartir la vida que se refleja en ellos: el dolor, la alegría, la pena, la sorpresa, el cansancio, la terquedad, la fidelidad, la luz. A veces apelamos al corazón de la persona como la sede de sus mejores valores. Se podría apelar al rostro porque si bien, a veces, engañamos con el rostro, a la larga, el rostro desvela el alma.

 

·       «Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad».

 

El sentido de la existencia humana se percibe, a veces, oscuro y secreto. Pues bien, la comunidad ilumina esa oscuridad: hemos sido creados para ser hermanos y hermanas. De tal manera que siendo hermanos se ilumina la senda de la vida y de lo contrario se oscurece. La gran pregunta de siempre: ¿qué hacemos aquí? Se resuelve en esa respuesta sencilla: tratar de vivir el sueño de la igualdad humana. Eso es lo que en verdad tiene sentido. Cuando en la vejez nos asalta la duda de si ha merecido la pena nuestra vida, una respuesta tranquilizadora sería: sí ha merecido la pena por haber podido tener hermanos y haber sido hermanos con ellos. Mientras haya comunidad, grupo, habrá sentido.

Los vínculos humanos son vividos, a veces, como un peso. Pero si se vivieran gozosamente, los vínculos serían la evidencia de que la relación funciona. De todos modos, si se anhela una vida sin vínculos, el grupo enmudece, se esfuma. De ahí que el gozo de ser hermanos y hermanas desplaza el precio que es preciso pagar a cualquier vínculo.

Además, que la vida es comunión es algo que se demuestra desde los tiempos ancestrales, desde la mandíbula de Dmanisi de hace más de 2 millones de años donde se ve que alguien ya hacía favores al débil, favores de comunidad (y eso que eran homínidos carroñeros). Por eso, y aunque Darwin dice que triunfa la especie que mejor se adapta, en realidad el triunfo está en quien más comunión crea. Cuanta más comunión, más vigor tiene la comunidad; cuanto menos comunión, más fragilidad.

 

·       «La vida es más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad».

 

Dice el Cant 8,6 que el amor es más fuerte que la muerte. Eso mismo dice FT: si el cimiento de la vida es la fraternidad, la vida se hace fuerte más allá de la muerte y de las muertes que acompañan nuestra vida. La fortaleza no le viene al grupo por el mucho número, por la brillantez de sus miembros, por las grandes obras de misión que han llevado a cabo en su vida. No, le viene por la buena relación. Ahí está la raíz de su fortaleza. Por eso, si se quiere fortalecer a la comunidad, lo que se haga por hacer fuerte la fraternidad irán en la buena dirección.

Ahora bien, las relaciones han de ser verdaderas. Porque también puede que haya relaciones falsas no tanto de engaño, cuanto de cansancio, apariencia, superficialidad, desinterés por el otro. Las relaciones verdaderas son las brotan de un amor experimentado, de un respeto cariñoso, de una colaboración generosa, etc. Son verdaderas porque están llenas de una vida verdadera, entregada.

Y luego está la fidelidad, no tanto a Dios, sino a los hermanos y hermanas. Esa fidelidad es la que Dios nos demanda y la que puede hacer verdadero el amor. No traicionar, no engañar, no tener dos caras, no hablar por detrás, no tener dos maneras de valorar a los hermanos y hermanas (una si está delante, otra si no lo está).

 

  • «No hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte».

 

El aislamiento, el interés solo por mis cosas, el no haber pasado a “la orilla de la comunidad” (verdadero peligro de por vida), el viajar individualmente y no en el bus del grupo, es lo que agosta la vida, le quita sentido, le arrebata el gozo, la vuelve sosa..

Vivir como islas es andar el camino del empobrecimiento, de la desconexión. Estar mirándose siempre el ombligo es terminar miope y no ver la hermosura de los otros y la belleza de la vida. Ensimismarse es siempre un peligro a controlar. No somos islas, somos península conectada siempre al otro. Por ahí nos llega la savia, la vida.

Un grupo tiene el peligro de estar muerto aunque sus miembros estén vivos. La muerte de la ilusión, del cariño, de la sensibilidad, del gozo compartido. Son caminos que nos llevan al cementerio, aunque aún no hayamos muerto. Luchar contra la muerte del grupo no es algo para otros, sino para cada uno de nosotros. La relación de grupo es algo vivo; si no se lo cultiva, se agosta y se muere.

 

Conclusión

 

No renunciemos a una vida de componente comunitario, no renunciemos a una relación jugosa; no renunciemos a una vida en grupo pacífica y gozosa. Y desde ahí, trabajemos día a día por el logro hermoso de la construcción de la comunidad. Es empresa que no defrauda. Y esta es la base de todo trabajo en torno a la recuperación y vivencia de los sueños de la fe. Que el Adviento de este año avive nuestros sueños y alimente nuestra mística comunitaria. Así, sin duda, nuestro futuro personal y comunitario será mejor.

 

 

 

(Fidel Aizpurúa Donazar)

PASIÓN QUE COMO UN ÁRBOL CRECE

“PASIÓN QUE COMO UN ÁRBOL CRECE”[1]

Una comunidad cristiana con la pasión que anidaba en Jesús de Nazaret 

 

            Las pasiones no han tenido buena prensa en la espiritualidad tradicional. Había que luchar contra ellas, desterrarlas, anularlas. El ideal del cristiano era una persona ataráxica, imperturbable, dominadora de sus sentimientos y pulsiones. No se trabajaba el tema de las buenas pasiones, de los movimientos profundos del alma, de los azarosos caminos del corazón. Sobre todo ello caía la sombra de la sospecha o, directamente, el esfuerzo, que nunca tuvo éxito total, por minimizar el influjo de las pasiones y, si era posible, anularlas. Venimos de un tiempo de apaciguamiento y de sospecha. Por eso, hablar de las pasiones de Jesús de Nazaret es, aún, una novedad en toda regla.

            La pasión hace parte de los dinamismos humanos. Los dinamismos son esas fuerzas que anidan en el subsuelo de la persona, cuyo origen desconocemos con frecuencia y cuyos movimientos se perciben pero, a veces, no se pueden controlar. ¿De dónde brota la enorme maldad de los humanos y cuál es la fuente del bien y la dulzura? ¿Por qué hay vidas entregadas sin pedir nada a cambio? ¿Por qué se ve uno envuelto en el torbellino del amor? ¿Por qué no se apaga en el corazón de los humanos el anhelo de la justicia? Estas y otras muchas preguntas remiten al tema de la pasión.

            Mme. De Châtelet decía: «Pasiones tendríamos que pedirle a Dios si nos atreviéramos a pedirle alguna cosa y Le Nôtre tenía mucha razón al pedirle al papa tentaciones en lugar de indulgencias»[2]. Estamos necesitados de otra idea y de otro vocabulario. Una idea positiva de la pasión como elemento dinamizador con más fuerza que la misma inteligencia. Una manera de hablar de las pasiones que llegue a ser un atractor, algo que cambie las orientaciones de la vida tendiendo hacia una más honda humanización. Así es, el horizonte de la pasión es generar una creciente humanización, porque «el problema central que todos tenemos en la vida, consiste en superar la deshumanización que todos llevamos inscrita en lo más profundo de nuestro ser, para ir logrando, hasta donde nos sea posible, la humanidad que nos es propia y en la medida en que podamos alcanzarla»[3].

            Dicen los autores espirituales que el nuestro es buen tiempo para volver a Jesús[4]. Pues esa vuelta habrá de hacerse desde planteamientos distintos a los modos rutinarios en que hemos encerrado esa experiencia. ¿Cómo hablar de Jesús en modos nuevos, que no fatiguen, que no produzcan sonrojo, que no haya posteriormente que desmontar, que contengan una dosis de sugerencia que anime a una mayor profundización?¿Cómo hablar con un lenguaje que, inicialmente al menos, pueda ser aceptado por la persona de la postsecularización? Quizá desmigar las pasiones de Jesús sugeridas en las páginas del evangelio sea una vía abierta para ese anhelo. Tocar las pasiones es tocar  el corazón, el núcleo.

1. Las tradiciones bíblicas del “celo”

 

            Podemos decir que, de alguna manera, la pasión aparece en la Biblia en las tradiciones del “celo” religioso. Veamos algunos pasos más significativos:

a)      El origen: el celo de Finés (Núm 25,6-15): Este es el comienzo de una pasión religiosa que convive con el fanatismo[5]. Finés, nieto de Aarón (la línea dura), atraviesa “por el bajo vientre”[6] a un descarado israelita que se lleva a su tienda a una mujer madianita[7]. Queda definido como un “celoso de mis derechos ante el pueblo” (Ex 25,22). Este Finés pasará al panteón judío como prototipo de la persona devorada por la pasión por Dios[8]. Es la pasión extrema del fanático religioso que no duda en derramar sangre para salvaguardar el supuesto derecho de Dios.

b)      El “vivo celo” de Elías (1 Re 19,9-10.14): El profeta Elías, que gozó de gran prestigio en el bajo judaísmo[9], es prototipo del hombre “consumido por el celo de Dios”. Es un claro ejemplar del fanatismo religioso que, tras su paso sangriento y extremista, deja al yahvismo en peor situación que la que tenía antes. No duda en derramar sangre por el honor de Dios, porque la pasión por él es un torbellino que engulle la dignidad de la persona. La vida de esta no cuenta ante el supuesto honor mancillado de Dios[10]. Pasión de violencia con consecuencias irreparables[11].

c)      El “celo por la ley” de los Macabeos (1 Mac 2,24-26): El Macabeo Matatías repite, matando al emisario de Antíoco Epífanes y a un judío que se adelanta a ofrecer un sacrificio,  lo que “hizo Finés a Zimrí, hijo de Salú” (1 Mac 2,26). Son gente que mezcla sin dificultad la violencia con la fe religiosa. No hay atisbo de duda en ellos[12].

d)      Jesús, “celoso de la casa” de Dios (Jn 2,17): La escena de la expulsión de los mercaderes del templo que se sitúa al comienzo del evangelio de Juan coloca al texto en la tradición del celo por la cita del Sal 69,10: “El celo de tu casa me devora”. Los sinópticos no incluyen esta cita[13]. Las tradiciones del celo que estuvieron “dormidas” en la época de Jesús renacieron con la guerra judía[14]. Y en esa clave hay que leer el aserto joánico. «Los discípulos interpretan el gesto en clave del celo de Elías…Ven en Jesús un Mesías que va a reformar las instituciones por la violencia»[15]. El evangelista se alejará de esas interpretaciones proponiendo el cauce histórico de Jesús como sacramento del encuentro de la persona con Dios.

e)      El “celo intolerante” de Pablo (Filp 3,6): Uno de los rasgos del sucinto autorretrato que Pablo hace en Filp 3,5-6 es que si se trataba de ser “celoso”, él lo fue claramente por ser “perseguidor de la Iglesia”[16]. Se trata de una intolerancia unida a una visión específica de la Ley, aquella que pone por delante de todo los derechos de Dios, no los de la persona. Esta perspectiva va en la línea de la corriente del celo del AT. No llegará Pablo a apartarse nunca del todo de esta manera de vivir su pasión por la comunidad. En 2 Cor 11,2 dice que tiene celos de la comunidad de Corinto que le causa tanta amargura, “los celos de Dios”. Seguimos en la perspectiva religiosa de siempre: lo de Dios ante todo.

Es fácil deducir de este breve escarceo bíblico que la gran pasión del creyente del AT que se vierte en la corriente del celo está ligada a la perspectiva religiosa de un Dios celoso[17]. El celo por Dios, su pasión por él, es la misma que Dios tiene por los hombres: una pasión que se impone por encima de toda circunstancia y que no duda incorporar la violencia como camino eficaz para doblegar actitudes. Sobra decir que lo de Jesús no tendrá nada que ver con esto.

Es, pues, una pasión que trata de sacar adelante los derechos de Dios. No cae en la cuenta de que Dios no necesita a nadie que le haga valer sus derechos. En la antropoformización que hace la persona religiosa de Dios, ella se constituye en defensora de Dios empleando para ello, como decimos, cualquier medio, incluida la violencia. La propuesta de Jesús intentará velar por los derechos de la persona, no tanto por los de Dios[18].

Es decir, la pasión religiosa que destilan las páginas del AT no apuntan a un proceso de humanización, sino al logro de la victoria de Dios que se consigue aun a costa de la derrota y de la sangre de la persona. Dios y el hombre son realidad enfrentadas en dura batalla. El creyente apasionado opta por Dios poniéndose, si es preciso, en contra de la persona[19].

Esta cerrazón en el celo por Dios aleja todas las utopías y termina dejando por inútil cualquier otra pasión[20]. La pasión por Dios, sin la pasión por la persona deriva fácilmente en fanatismo. La teología de hoy es tajante: «No es posible el amor real a Dios sin descubrir el sufrimiento de sus hijos e hijas»[21].

Por todo lo dicho, la espiritualidad del celo, la pasión devoradora y exclusiva por Dios, resulta difícilmente aplicable al perfil evangélico de Jesús. Sus pasiones son más de tejas abajo, más ceñidas a la historia, más cercanas a las zozobras y alegrías de los humanos. En esto se distancia de los creyentes del AT[22].

 

2. Las pasiones de Jesús

 

            Para que la comunidad cristiana se anime a una vida apasionada, habrá de partir, obviamente,  de las pasiones de Jesús que quedan reflejadas en los textos evangélicos. Antes de nada digamos que tales pasiones han sido pasiones “por otros”. Efectivamente, Jesús ha elaborado sus pasiones intentando dar alguna respuesta a los sufrimientos ajenos. Esa respuesta le ha hecho sujeto moral y le ha otorgado su sentido vital, ha dicho qué clase de persona era y qué tipo de propuesta quería hacer[23]. Por eso mismo, hablar de pasiones en Jesús es situarse en el corazón de su propia entidad, no es algo periférico.

            Además hay que decir que las suyas no son pasiones académicas, sino vitales, construidas en los caminos. El evangelio es un libro de caminos. Eso quiere decir que son pasiones que oscilan al ritmo de la vida, que no pueden ser encasilladas, que hay que vivir con la creatividad  y la adecuación que demandan las situaciones diversas de la vida. Por eso son pasiones transvasables al hoy.

            Pero aunque históricas, son pasiones que apuntan al misterio. Jesús desveló algo inusitado y de difícil comprensión para la persona religiosa: que el misterio estaba al servicio de la persona y no al revés, que todas las grandezas del misterio se ponían a los pies de la persona y que ese era su sentido, servir a lo que existe. En sus propios trabajos, Jesús desveló los increíbles trabajos del misterio a favor de lo que vive. Solamente desde los torbellinos del amor, desde lo sorprendente de un misterio que ama, se podría entender estas sendas extrañas[24].

            Veamos, a modo de muestrario, un elenco de pasiones que, a nuestro juicio, se han albergado en la persona de Jesús:

1)      La pasión por que “nada se pierda” (Jn 3,16): La evidencia de la limitación de la vida muestra que es difícil eludir las pérdidas[25]. Pero el evangelio, reflejando probablemente los anhelos de Jesús, mantiene viva la pasión, los trabajos efectivos, “para que nada se pierda”. Esa es, según Jn 3,16, la “demostración” del amor del Padre, aquello con lo que nos pretende cautivar: todo está llamado al éxito del sentido, a no perderse[26]. Eso es lo que lleva al Padre, según Jesús, a hacer “locuras de amor”, como la de dejar las noventa y nueve ovejas en el monte y salir a la búsqueda de la que se ha perdido[27]. Pasión por un mundo sin pérdidas, esta es una de las pasiones vivas de Jesús.

2)      La pasión por la posibilidad de anulación de rangos (Mt 5,39): Seguimos aquí a Erri de Luca[28]. Poniendo en conexión Is 57, 15 («estoy con el oprimido y abatido de viento») en la expresión shefal ruaj y las bienaventuranzas proclamadas por Jesús concluye De Luca que la expresión “pobres de espíritu” se diluye. El “abatido de viento” es el que boquea con el esternón pegado al suelo, los labios a la altura de las sandalias de los otros. Ese puede estar alegre porque el reino le pertenece. «Jesús estaba con el abatido de viento, con el shefal ruaj. La traducción habitual ‘pobres de espíritu’ pierde por el camino la carga preciosa de Isaías…Era la subversión más novedosa, daba la precedencia a los oprimidos, los elevaba al rango de los elegidos. Proclamaba quiénes eran los vencedores, relegaba a los otros. El reino pertenecía a los vencidos, a los desposeídos…Ninguna revuelta ha llegado a este grado de anulación de los rangos»[29]. La pasión por una sociedad de rangos abolidos es, ahora mismo, una utopía inconmensurable.

3)      La pasión por el logro de la cota de dicha (Mt 11,19): Jesús es tildado de “comilón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos”, título del que no reniega ni se desdice. Se suele subrayar la capacidad de acogida de Jesús a los marginados del sistema legal. Pero también puede ser un reflejo de la pasión de Jesús de que toda persona, incluso los despreciados, puedan alcanzar una cierta cota de dicha. En general, se puede decir que Jesús está más preocupado por la dicha que por el pecado. Por eso, el suyo es un programa de dicha (Mt 5,3ss). La obra de liberación expresada de muchas maneras en los relatos evangélicos de curación apunta a la reinserción y a la dicha.

4)      La pasión por recoger las lágrimas de los pobres (Lc 7,13): Jesús se ha enfrentado a las lágrimas de los desvalidos. “No llores”, ha repetido en diversos tonos y circunstancias (Lc 7,13; 8,52; 23,28; Jn 20,15). Se ha estremecido ante las lágrimas de los demás. Él mismo ha sido pintado como uno que llora: Jn 11,35. Ha cobrado vida en él aquel aserto del Qohelet: “Observé todas las opresiones que se cometen bajo el sol: vi llorar a los oprimidos sin que nadie los consolase, sin que nadie les consolase del poder de los opresores” (Qoh 4,1). El consuelo de Jesús está cargado de la pasión para que la alegría de quien llora sea de las que nadie puede arrebatar (Jn 16,22).

5)      La pasión de compartir para que llegue para todos (Jn 6,3-13): Porque no otra cosa muestran los relatos de multiplicación de panes tan queridos por la comunidad primitiva[30]. Sostienen que compartiendo sobre la base del todo, llega, no siendo obstáculo la pobreza. Una pasión que para muchos es angelical porque, dicen, las cosas de la economía no funcionan así.  Pero Jesús, según los evangelios, ha creído que esta pasión era algo tan valioso que podría ser aceptado incluso por los paganos. De ahí el relato de Mc 8,1-9 que celebra el signo en territorio de Tiro[31].

6)      La pasión de que la dignidad esté en el centro (Mc 3,3): Los relatos de milagros en los evangelios, más que relatos de curación son, en el fondo, relatos de reinserción social. El mandato de Mc 3,3, “levántate y ponte en medio”, indica el pensamiento de Jesús: la acción con los pobres no es cosa derivada de la fe, sino núcleo de la misma[32]. El evangelio parece sostener que todos somos iguales ante Dios, pero el pobre tiene una cierta prioridad por su situación de necesidad. La dignidad hace que la condena se bloquee (Jn 8,1-11) y que siempre haya una oportunidad abierta para quien anda en los márgenes (Lc 19,1-10).

7)      La pasión de una igualdad efectiva (Mt 23,8-12): Algo que Jesús tiene entre ceja y ceja, En una sociedad tan estratificada como la suya donde las relaciones de patronazgo son esenciales, él defiende la total igualdad de los humanos: “uno es vuestro padre y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8)[33]. Más aún, pretender aferrarse a una superioridad en base a costumbres y leyes lleva a una evidente contradicción (Lc 18,9-14).

Otras muchas pasiones de Jesús podrían ser puestas encima de la mesa. Basten las propuestas para deducir que todo esto nada tiene que ver con la pasión religiosa del celo en el AT vista anteriormente. Puede ser que Jesús, como persona religiosa que parece ser, se viera tocada por posiciones de cultura religiosa. Pero lo que prima en los evangelios no es eso. Sus pasiones son humanas y humanizadoras y, por ende, hondamente espirituales. La confluencia con el fondo de la persona provoca una corriente de espiritualidad que llega hasta hoy.

Al ser pasiones ceñidas a la vida enriquecen la vida y mantienen a la pasión en sus límites humanos liberándola de los peligros de fanatismo. El gran riesgo del apasionado es el fanatismo y la exclusión. Jesús se ve liberado de eso porque sus pasiones han sido humanizadoras e incluyentes. Su única exclusión ha sido con aquellos que persisten en la opresión de los empobrecidos (Lc 6,24-25)[34].

Esto hace que las pasiones de Jesús estén cargadas de utopías traspasables a nuestra época de hoy. Efectivamente,  el perfil evangélico de Jesús es el de un utópico que lucha en su kilómetro cuadrado por la consecución de utopías soñadas, pero nunca logradas. Esta carga de profundidad es la que hace “peligroso” el recuerdo de las pasiones de Jesús y lo que las hace dinamizadoras de los caminos humanos. Ciertamente, las pasiones de Jesús son pasiones para hoy.

 

3. Pasiones urgentes para la comunidad cristiana

 

            Nos planteamos aquellas apasiones que nos demanda la sociedad como grupo de seguidores/as de Jesús, no tanto las urgencias derivadas del derrumbe del sistema eclesiástico[35]. Son trabajos donde los adheridos al apasionado Jesús que habrían de esforzarse por lograr, de manera tanto personal como en grupo, para que la fe no quedara en un mero anhelo. Proponemos algunas que vemos más claras:

a)      La pasión por una economía humanizadora: Es uno de los asuntos más vivos de la actualidad. Hay quien piensa que esta clase de temas no entran en el ámbito de la reflexión espiritual o teológica. Nosotros creemos que la sociedad y sus avatares pueden sumarse a las fuentes espirituales de inspiración carismática. Efectivamente, los aprendizajes sociales son no solamente útiles, sino necesarios para una correcta conexión de la vida cristiana con la sociedad[36]. Es preciso hacer un esfuerzo por superar la desazón y la desconfianza que esta clase de aprendizajes conllevan. Esta clase de trabajos pueden ayudar a responder a los fuertes interrogantes que pesan sobre la vida cristiana de hoy.

El papa Francisco, escribió en mayo de 2019 una carta a los jóvenes citándoles al encuentro llamado Economy of Francesco[37]. En ella delimitó lo que se entendería por una economía humanizadora:

  • Se trata de «empezar a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda…que nos lleve a hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana»[38].
  • Para ello es totalmente necesario «corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras. Desgraciadamente, sigue sin escucharse la llamada a tomar conciencia de la gravedad de los problemas y, sobre todo, a poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad»[39].
  • Será preciso «escuchar con el corazón los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y de res-ponsabilidad, es decir, de alguien que “responda” y no dé la espalda. Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal»[40].

Esta pasión habría de llevar al creyente a vigilar su economía, a colaborar en proyectos, por humildes que sean, de economía humanizadora, a interactuar con otras instancias interesadas. Hacer dejación de esto es abandonar una de las principales pasiones de Jesús.

b)      La pasión por una dignidad llevada al centro: Es el cimiento ideológico de la FT. El documento afirma con claridad: «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos»[41]. De eso se trata, de volver a poner en el centro la dignidad humana desplazada por un sistema económico de expectativas de ganancias que se lucra de los frágiles y que los descarta cuando son improductivos: «Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados»[42]. De ahí la crítica a los poderosos, clara y explícita: «Guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana se juzgan de diversas maneras según convengan o no a determinados intereses, fundamentalmente económicos. Lo que es verdad cuando conviene a un poderoso deja de serlo cuando ya no le beneficia»[43]. La dignidad se convierte así en «la ley suprema del amor fraterno»[44] y ha de vivirse con pasión, como realidad que, si falta, nos altere: «No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad»[45]. Todo esto lleva a una meridiana declaración de la centralidad de la dignidad: «Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad»[46]. La dignidad se fundamenta, pues, en el valor del ser. Esto resulta inapelable. Se comprende fácilmente que el desplazamiento de la dignidad al centro de la vida social sea un continuum de la pasión de Jesús por ese valor.

c)      c) La pasión por la fraternidad social: En el cap. II de FT se desgranan los principios que pueden llevar al sueño de la fraternidad social. Uno de ellos es remachar la vocación a la ciudadanía y a la interrelación (FT 66). Desde ahí se puede soñar en la reconstrucción continua del tejido  de relaciones que forman el proyecto humano y que derivan en un orden social más fraterno. Esta reconstrucción se hará con el cuidado invirtiendo en ello tiempo y dinero (FT 63). Otro empeño del texto es empujar a hacer propia la fragilidad de los demás como una exigencia ineludible (FT 67). Eso hace que el mundo se divida en dos clases de personas: las que se hacen cargo del dolor ajeno y las que pasan de largo ante él (FT 70). Puede parecer algo simplista, pero no lo es. Al final, todos los ropajes se caen y queda esta verdad desnuda. Desde ahí se podría construir una sociedad nueva (FT 71). Conforme avanza la exposición, el horizonte se despeja. En lugar de asentarse sobre el desentendimiento del dolor ajeno, y reconociendo que la corresponsabilidad va ganando terreno (FT 79) se insta a alimentar lo bueno que hay en cada uno que, puesto en común, puede abrir nuevos espacios sociales (FT 77). Eso es lo que logrará hacer prójimo a cualquier persona en cualquier circunstancia por encima de estériles nacionalismos con un amor que se abre a todos (FT 82.86). De nuevo lo decimos: la pasión por la fraternidad social es la traslación al hoy de los sueños de hermandad que anidan en el evangelio.

d)      La pasión por recuperar la profundidad: La gran tarea de hoy es, como lo han dicho algunos teólogos hace años, la de recuperar la profundidad[47]. De alguna manera se puede decir que el gran enemigo de la existencia humana es la superficialidad. La banalización de la vida lleva directamente a su empobrecimiento y a su deshumanización. Hacer triviales las cosas, las situaciones, los gozos y dolores de la vida, es camino directo para el despojo de lo más valioso de la persona. Este empobrecimiento afecta incluso a las relaciones con los demás seres. Superficializar es la manera de matar el alma de las cosas, la mejor forma de entenebrecer el camino de la historia. Por eso, y aunque sea una voz en el desierto, la llamada a recuperar la profundidad es una profecía tan necesaria o más que aquellas de los viejos profetas que recoge la Biblia. Sobra decir que la profundidad, la misma metáfora lo señala, apunta a una transcendencia intrahistórica. Si precisamente acarrea algo el esquema afuera-arriba es el peligro de banalización y de irrealidad de lo Otro. Por eso, para cubrir ese tremendo déficit, el sistema inventa términos y argumentos que tienen la pretensión de profundidad pero, en realidad, llevan a la más descarnada superficie, por no decir al engaño. De ahí que la construcción de la profundidad recuperada sea la mejor terapia contra la banalización de la fe. La pasión de Jesús por vivir frente al misterio habla de la construcción de una vida en profundidad.

e)      La pasión por una comprensión nueva del cosmos: Es algo que proviene de una nueva visión de la física, como lo hace la física cuántica. Educados en la analógica, la cuántica nos resulta ciencia ficción, por más que esté presente en nuestras vidas diariamente. La manera de imaginar a Dios y de derivar hacia la fe desde esa postura es la que hemos heredado y que está totalmente vigente. Pero tal manera se halla desnuda ante la nueva física: ¿cómo entender la historia de la salvación cuando todo acontece a la vez? ¿Cómo entender la plenitud del mundo cuando el cosmos se expande hacia el caos? ¿Cómo entender la creación cuando todo depende de un big bang? ¿Cómo entender la centralidad de nuestra historia y de Jesús cuando se nos dice que hay millones de galaxias como la nuestra (la vía láctea) que contiene más de cien mil millones de estrellas muchas de ellas infinitamente más grandes y potentes que nuestro planetilla? ¿Cómo imaginar un más allá fuera del cosmos y su imperturbable más acá? ¿Cómo entender la danza de las partículas en una idea de sociedad y de Iglesia estable? Hay un desafío profundo en la idea que nos hacemos de la realidad, en el marco en el que hemos de incluir nuestra espiritualidad[48]. Cuestiones suficientes para generar una pasión cósmica necesaria y con vocación de futuro.

 

Conclusión:

 

            ¿Puede tener eco la espiritualidad de la pasión en el mundo de hoy? ¿Hay sitio en la comunidad cristiana, tan empobrecida, para la  pasión que anidaba en el mismo Jesús? ¿Puede ir todo esto más lejos que la mera reflexión? Recurrimos, una vez más, al papa Francisco: «Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible»[49].  O sea, no son malos nuestros tiempos para las pasiones. Ni mejore ni peores que los de otras épocas.

            La historia nos muestra que las pasiones humanizadoras son las que emergen y viven en la lejanía del sistema, en la adespotía[50]. El sistema fagocita las pasiones y termina excluyéndolas, excepto la pasión por la legalidad en la que se basa y con la que se justifica. Por eso pensamos que las pasiones se consideran peligrosas: porque hablan de la necesidad de otro estado de cosas. Pretender desarrollar una visión pasional de la vida en marcos sistémicos es un imposible.

            Se comprueba, además, que las pasiones de Jesús descritas en las páginas evangélicas son fácilmente trasvasables al hoy. Por su capacidad humanizadora, por su carga de utopía, por su talante incluyente, por su indudable potencial de sugerencia, las pasiones de Jesús encuentran fácilmente eco en la sociedad postsecular. No hay que hacer grandes esfuerzos de adaptabilidad.

            Pero, como, aunque se vea su valor positivo, queda siempre pendiente el paso definitivo de la puesta en práctica, el ánimo comunitario es imprescindible. Las pasiones evangélicas están pensadas para una mística de grupo, de comunidad. Por eso es tan importante que sea la comunidad cristiana, no solamente el creyente personal, quien se pregunte cómo poner en pie las pasiones de Jesús.

            Atribuyen los evangelios a Jesús el dicho de que ha venido a la tierra a traer un “fuego” (Lc 12,49). Ese es el fuego de la pasión, la fuerza recreadora de la vida, el dinamismo que crece, como un árbol regado por la savia vivificadora, hacia su plenitud.



[1] A. GONZÁLEZ, Palabra sobre palabras,  Ed. Austral, Madrid 2010, p.93.

[2] MADAME DE CHÂTELET, Discurso sobre la felicidad y Correspondencia, Ed. Cátedra, Valencia 1997, p. 97.

[3] J. M. CASTILLO, La humanización de Dios. Ed. Trotta, Madrid 2009, p.194.

[4] Cf J. A. PAGOLA, Volver a Jesús,  Ed. PPC, Madrid 2017.

[5] Hay un antecedente en Ex 32,15ss en que Moisés hace un castigo ejemplar en el pueblo que ha adorado el becerro de oro. No se denomina tradición del “celo” pero los métodos y los resultados son similares.

[6] Así traduce la Biblia de la CEE.

[7] No olvidemos que la mujer de Moisés, Séfora, era madianita (Ex 2,21) aunque, según Ex 18,2, la “despidió” pero ella se presentó en el campamento del desierto con sus hijos (Ex 18,6-7).

[8] «El episodio de Pinjas ha suscitado grandes comentarios en las fuentes rabínicas – especialmente los Midrashím -. Por otra parte, los exégetas más famosos a veces sortean la dificultad principal: el derramamiento de sangre a manos de un Cohen – sacerdote – que en lo sucesivo cumplirá las funciones de Cohen Gadol por largos años»:  https://atravesdelasescrituras.com/2020/07/05/sobre-la-parasha-pinjas/ (2022).

[9] Prueba de ello son las numerosas páginas del evangelio donde  se hace referencia a él: Mt 11,14; 16,14; ¡7,3; 27,47; Mc 6,15; 8,28; ),3-4;15,35-36; Lc 1,17; 4,25-26; Jn 1,21;  etc. Santiago lo pone como modelo de intercesión: Sant  5,17. El 20 de julio se celebra la fiesta litúrgica de san Elías.

[10] Degüella a los profetas de Baal personalmente: 1 Re 18,40.

[11] Cuando el Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones dice que las religiones  no son el origen de ninguna guerra, sabe que eso no es cierto, ver: https://www.vidanuevadigital.com/2022/09/16/miguel-angel-moratinos-las-religiones-no-son-el-origen-de-ninguna-guerra/ (2022).

[12] Por extraño que nos parezca, la historia de los Macabeos sigue considerándose, por alguno judíos, como fundamento y razón no solamente para el estado de Israel actual, sino también para sus tropelías ocupacionistas, ver: https://itongadol.com/mundo-judio/mensaje-de-januca-los-macabeos-y-su-leccion-%EF%BB%BFde-liderazgo-judio 82022)- (2022).

[13] Ver: Mt 21,12-17; Mc 11,15-19 y Lc 19,45-48.

[14] J. GIBLET, “Un mouvement armé au temps de Jésus”, en RTL 5 (1974) 411-426.

[15] J. MATEOS, NT, Ed. Cristiandad, Madrid 1987, p.454.

[16] La traducción de J. Mateos vierte como “intolerante”.

[17] Véanse los principales textos del AT que describen, sin dudas, el perfil de un Dios celoso: Ex 20,5; 34,14; Dt 4.24; 5.9; Jos 24,49; Nah 1,2; Zac 1,14; Is 37,42; Joel 2,18; Ez 23,25; 36,5-6; etc.

[18] «El Dios que anuncia Jesús no es un Dios distante, está en la intimidad del hombre (Mt 6,6); no es un Dios que castiga, sino que usa misericordia (Mt 18,27); no actúa como juez, sino que viene en ayuda (Mt 18,12-14); no domina, sino que promociona al hombre (Jn 13-12-15)»: J. MATEOS, El horizonte humano. La propuesta de Jesús, Ed. El Almendro, Córdoba 1992,  p.94.

[19] “Dios sobre todo” es el lema de muchas personas religiosas e incluso una herramienta política, como en el caso de Bolsonaro, ver: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20181029/bolsonaro-brasil-dios-7117724 (2022).

[20] Hay que preguntarse si lemas como el jesuítico “A mayor gloria de Dios” o el teresiano “Sólo Dios basta” no participan en alguna manera de esta ideología del celo.

[21] Homilía de J. A. Pagola en el 30 Domingo del T.O. (A), ver: https://eclesalia.net/2008/10/22/pasion-por-dios-compasion-por-el-ser-humano/ (2022).

[22] Cuando J. Sobrino se pregunta qué impactaba y que puede impactar de Jesús hoy, solamente al final de una serie de valores (misericordia, honradez con lo real, fidelidad, libertad, acogida, etc. ) añade: «De Jesús impacta, finalmente, que confíe en un Dios bueno y absolutamente cercano, a quien llama Padre, y que esté absolutamente disponible a ese Padre que sigue siendo Dios, misterio absoluto e inmanipulable», ver: “¿Es Jesús buena noticia?”, en: https://jesuitas.lat/uploads/es-jesus-una-buena-noticia/JON%20SOBRINO%20-%201993%20-%20ES%20JESS%20UNA%20BUENA%20NOTICIA.pdf (2022).

[23] Dice el filósofo R. Mate  «la primacía del otro nos constituye en sujetos morales cuando respondemos de él», en:  R. MATE, La herencia del olvido, Ed. Errata naturae,  Madrid  2008, p. 24.

[24] Un texto interesante sobre la espiritualidad del misterio, ver: “El acontecer del misterio en el silencio, la contemplación y representación”, en: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-14682018000200183  (2022).

[25] De ello se hace eco la parábola del sembrador  (Mc 4,1ss) donde se pierde lo que cayó junto al camino, en terreno rocoso, entre las zarzas.

[26] Ese éxito puede ser entendido, según la física cuántica, como caos final tras el proceso de expansión del universo, de los universos.

[27] Nicolás Cabasilas, místico bizantino del siglo XIV, acuñó la expresión Eros manikós, loco de amor. Cf. P. EUDOKIMOV, El amor loco de Dios,  Ed. Narcea, Madrid 1990, p.28.

[28] Cf E. DE LUCA, Penúltimas noticias acerca de Yesuha/Jesús,  Ed. Sígueme, Salamanca  2016.

[29] Penúltimas noticias…, p.22. Hay otros muchos ejemplos de anulación de rangos en torno, sobre todo, al tema del servicio fraterno (Lc 22,27). Uno de los más gráficos es Lc  10,34: el dueño de la cabalgadura va a pie y el herido montado en ella.

[30] Lo reportan los cuatro evangelios: Mt 14,13-21; Mc 6,30-46; 8,1-9; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15.

[31] Los datos macroeconómicos y los de economía cercana demuestran que ese mecanismo del compartir funciona, ya que el problema no está en la producción, sino en el reparto.

[32] Los hermanos Boff han escenificado su divergencia sobre la centralidad del pobre en el núcleo de la fe, aunque quizá lo que les separa es su distinta posición ante la institución eclesiástica.

[33] Sobre las relaciones de patronazgo, ver: B. J. MALINA-R. L. ROHRBAUGH, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I, Ed. Verbo Divino, Estella 1996, p.399-404.

[34] Leyendo páginas como Lc 16,19-31 da la impresión de que los evangelios creen que con los ricos no hay nada que hacer por su honda indiferencia.

[35] Para hacerse una idea rápida de ese “derrumbe” de la institución eclesiástica, ver: A. PANIAGUA, “España deja de ser una reserva espiritual”, en: La Rioja 25.09.22, p.44.

[36] «La mera vivencia de lo ya elaborado en otras épocas, sin el dinamismo de lo descubierto hoy, relega a los valores místicos de la fe a una indudable inoperancia»: F. AIZPURÚA DONAZAR, La recreación de los carismas sociales en la vida religiosa desde los aprendizajes sociales, Ed. ESET, Vitoria 2016, p.4.

[37] Ver: http://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2019/documents/papa-francesco_20190501_giovani-imprenditori.html.

[38] Ibid.

[39] Ibid.

[40] Ibid. El Papa crearía con este fin el Consejo Vaticano para el Capitalismo Inclusivo. ¿Es ese el camino adecuado?  Ver: F. AIZPURÚA, “Llevar la dignidad al centro. La FT y el capitalismo inclusivo”, en Lumen 50 (2021) 31-57.

[41] FT 169.

[42] FT 22. El Papa rompe una lanza a favor de los derechos de las mujeres, especialmente vulnerados: «De modo semejante, la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos» (FT 23).

[43] FT 25.

[44] FT 39.

[45] FT 68. Esto ha de tener su reflejo en la manera de evangelizar: «Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (FT 86).

[46] FT 107.

[47] Cf P. TILLICH, La dimensión perdida,  Ed. DDB, Bilbao 1970.

[48] Cf D. O’MURCHU, Teología cuántica, Ed. Abya Yala, Quito 2014.

[49] EG 276.

[50] Así ha sido en el caso de los epicúreos, el monacato antiguo, los franciscanos y los movimientos alternativos actuales, por poner solamente algunos ejemplos.

Volver a Jesús

VOLVER A JESÚS

 

 

 

            Partimos de una doble certeza: una sociedad que reflexiona y que es espiritual es una sociedad de más calidad y tiene mejor futuro. Así es: por un lado, puede ser que en esta sociedad no ya líquida, sino “gaseosa” (como dice Innerarity) se crea que reflexionar es perder el tiempo. Pero no: la reflexión nos hace recuperar la dimensión de profundidad y, con ello, nos hace más fuertes. Y por otro lado, una sociedad espiritual, en sentido amplio, es una sociedad de más calidad (como una que tiene un buen sistema de salud o de cultura). De ahí que colocar en esta Asamblea un espacio de reflexión es un acierto.

            El tema de “Volver a Jesús” puede decirse que está de moda. Pagola lo ha puesto delante y es una autoridad en la espiritualidad de hoy. También el papa Francisco lo cita mucho en EG.  Pero más que de moda quizá sea un tema necesario para dar a la espiritualidad cristiana un vigor que tiene el peligro de perder. Quizá pueda sernos de utilidad.

 

1. Como si ya hubiésemos ido

 

            Se habla de “volver” a Jesús como si ya hubiésemos ido alguna vez. Una cosa que no tiene explicación en la historia del cristianismo es por qué tan pronto la Iglesia se alejó del Evangelio. ¿Por qué tan pronto se alejó del servicio fraterno (Jn 13,8-11)? ¿Por qué se pasó con armas y bagajes a manos de fanáticos religiosos con Cirilo de Alejandría (s.IV)? ¿Por qué se creyó que la pervivencia del cristianismo estaba mejor garantizada en los mecanismos del sistema? No lo entendemos. Por eso hay preguntarse si la comunidad cristiana, como tal, fue alguna vez a Jesús como para decir ahora que sería bueno volver.

            Personalmente somos de los que engrosamos el número de quienes cree que, en última instancia, la Iglesia no está dirigida por el Evangelio sino por el Derecho Canónico, es más decisiva la norma que el Evangelio. A este lo puedes interpretar, acomodar, manipular, relativizar. A la norma no: si dice A es A y si dice B es B. Y, además, está sancionada por Dios, consagrada por una normativa que se remite, en última instancia, a Dios mismo. ¿Cómo hablar aquí de “volver” si todavía no hemos ido?

 

 

2. Volver de modo distinto

 

            Porque si hablamos de volver con la misma mentalidad, con la misma mirada, con la misma estructura el resultado será el mismo, el que ya tenemos, no iremos, seguiremos estando donde estábamos.

            Necesitamos una mentalidad distinta sobre Jesús, que sea menos dogmática, menos fantástica, y más evangélica. ¿Para cuándo celebrar al Jesús que está fuera de la mesa, que ocupa el último lugar, que lava pies, que es comilón, borracho y amigo de pecadores? ¿Para cuándo la liturgia se va a hacer eco de esos “títulos” y va a relativizar los creados por la dogmática (rey del universo, sumo y eterno sacerdote, salvador del mundo, etc.)?

Necesitamos una mirada sobre Jesús distinta. Si ponemos por delante la dogmática, las costumbres religiosas, lo aprendido y sancionado por el catecismo, ¿cómo vamos a volver a otra visión de Jesús? Si no somos capaces de discernimiento sobre lo de siempre (que nos es muy querido y está metido en las entrañas), el resultado de nuestra “vuelta” a Jesús será el mismo que la ida. Es un volver que no vuelve; se queda anclado en lo que estaba.

Necesitamos una estructura de comunidad cristiana distinta, que no mire tanto a la salvaguarda de sus intereses sino que le interese más el futuro del Evangelio, el fin de las desdichas de los pobres, la justicia no cumplida todavía. Sin esta clase de requisitos, hablar de volver a Jesús, de volver a la fuente, etc., es un mero flatus vocis, palabras sin contenidos.

 

3. Volver desde maneras nuevas de leer el Evangelio

 

            Como el buen escriba, hay que buscar, rebuscar, ahondar en los textos evangélicos porque si se los lee como siempre aburrirán como siempre. En este sentido, las homilías dominicales, en general, no ayudan mucho. Pues habrá que buscar por cuenta propia, amparados en los grupos de reflexión como éste. Por eso, voy a poner un ejemplo comentando someramente el texto de Lc 19,11-28:

 

«Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida. Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez onzas de oro de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.

Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu onza ha producido diez”. Él le dijo: “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.     

El segundo llegó y dijo: “Tu mina, señor, ha rendido cinco”. A ese le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.

El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.

Él le dijo: “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”.

Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la onza y dádsela al que tiene diez”. Le dijeron: “Señor, ya tiene diez”.

Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».

Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén».

 

  • Este texto se ha leído, casi siempre, así: tú has recibido unos talentos, unos dones, que Dios te ha dado (toda persona los tiene). Debes hacerlos producir, sin preguntar mucho para quién produzco. Así serás fiel al don de Dios. Por eso, cuanto más produzcas, mejor. Es una interpretación economicista. De ahí que el primer empleado sea el mejor ejemplo de comportamiento.
  • Esta postura no repara que se está produciendo para un tirano, un comprador de títulos, un vengativo, un injusto (da con arbitrariedad). Eso no se puede aplicar al Padre de Jesús. De ahí que producir para un sistema tiránico es cuestionable.
  • Al que recibe un talento se le enciende una bombilla: ¿Para quién produzco? Para un tirano, para beneficio de un sátrapa, para un déspota  de un sistema despótico. Y se dice: ¡Se acabó! No colaboro más con un sistema injusto, rompo con él totalmente, no le voy a dar ni el gusto de que el banco le pague. Rompe con el sistema injusto y se atiene a las consecuencias, a la exclusión y persecución del mismo. Es una interpretación campesina, social. Al que esconde el talento, al que rompe con el sistema es al que habría que imitar. El seguidor de Jesús no puede hacer el caldo gordo al sistema, no puede aceptar, sin más, el estilo de vida de un sistema opresor, neoliberal. Ha de ser lo más alternativo que pueda en la sociedad.
  • Puede parecer estrambótica esta interpretación. Pero ya la hace en el s.III el padre de la Iglesia Eusebio de Cesarea. Siempre ha habido personas que han leído el Evangelio de otra manera que el sistema religioso. Si no hacemos lecturas alternativa, ¿cómo vamos a volver a un Jesús distinto? Porque para volver a un Jesús igual al que tenemos no necesitamos hacer nada.

4. Volver a Jesús desde el mundo rural

 

            Ahora en todos los medios se habla mucho de la España vaciada. Es comprensible que no suene directamente el hecho cristiano porque quizá hay otras urgencias. El llamado cristianismo sociológico ha contado mucho en el mundo rural. Quizá ahora menos. Pero se puede pensar en otro plan.

            Por de pronto, ayuda poco el tratamiento que las Diócesis dan al mundo rural: su preocupación es que las parroquias estén atendidas, o sea, que tengan misa el domingo y que haya quien haga los funerales. Se habla poco de los laicos en su papel de animadores de la fe. No se ha dado el paso. No se quiere otro orden de cosas. Estamos aún lejos.

            Para pretender la vuelta a Jesús será preciso mantener los grupos de laicos cristianos (a veces con la estimable presencia de un cura) donde se pueda discernir la fe, comprender y vivir sus consecuencias sociales y así actualizar el mensaje de Jesús. Esos grupos, por modestos que sean, resultan imprescindibles. 

            Si se anhela otro mundo rural, es claro que se necesita otro tipo de fe. La de antes, la del cristianismo sociológico (con sus fiestas religiosas, sus procesiones, sus misas de siempre), cada vez se vuelve más irrelevante, por mucho que en las fiestas patronales se llene el pueblo. Es otro el camino de un cristianismo de opción.

 

Conclusión

 

            Miremos al futuro. No tengamos excesivo reparo en ir abandonando formas de ver a Jesús que hoy ya no producen nada. Corramos tras el sueño de una fe más humanizadora, más esperanzada y más colaboradora con la sociedad de hoy. Desde ahí podremos asomarnos mejor al misterio de la vida y de la fe del+ que hacemos parte.

Tránsito de san Francisco 2022

 

 

RECUERDO FRATERNO DE LA MUERTE DE SAN FRANCISCO

(Tránsito 2022)

 

1. Monición de entrada

 

         Como cada año, llegado el 3 de octubre, recordamos con cariño el momento culminante de la vida de Francisco de Asís: su muerte, su entrega total al Jesús que tanto amó. Recordamos las palabras de Fray Elías con las que comunicaba a los hermanos la muerte de Francisco: «Hermanos, bendecid al Dios del cielo y proclamadlo ante todos, porque ha sido misericordioso con nosotros, y recordad a nuestro padre y hermano Francisco, para alabanza y gloria suya, porque lo ha engrandecido entre los hombres y lo ha glorificado delante de los ángeles. Rezad por él, como antes nos pidió, e invocadlo para que Dios nos haga participes con él de su santa gracia. Amén. Nuestro padre y hermano nuestro Francisco marchó con Cristo la noche anterior al domingo cuatro de octubre de 1226». Nos unimos a los muchos amantes de Francisco que a esta misma hora recuerdan su tránsito. Comenzamos cantando.

 

2. Canto

 

Alabado seas, mi Señor,
alabado seas, mi Señor.
El sol y las estrellas
proclaman tu grandeza,
las flores y la luna
nos cantan tu poder;
Las flores y la luna
nos cantan tu poder;

ALABADO SEAS, MI SEÑOR,
ALABADO SEAS, MI SEÑOR.
CANTANDO EL UNIVERSO
TE OFRECE SU HERMOSURA,
PUES TODA CRIATURA
ES CÁNTICO DE AMOR;
PUES TODA CRIATURA
ES CÁNTICO DE AMOR.

 

 

  1. 3.   Lectura franciscana

 

Vamos a escuchar uno de los episodios finales de la vida de san Francisco, la escena en que el médico le descubre la fecha de su muerte y la honda aceptación de la misma por parte de Francisco: “Bienvenida sea la hermana muerte”. Escuchamos:

 

En aquellos días lo visitó el médico de Arezzo llamado Buen Juan, muy íntimo del bienaventurado Francisco. Éste le preguntó: «¿Qué te parece, Juan, de mi mal de hidropesía?»

El médico le dijo: «Hermano, por la gracia de Dios, te irá bien». De nuevo el bienaventurado Francisco: «Dime la verdad: ¿qué te parece? No te dé pena, pues, gracias a Dios, no soy un asustadizo que tema la muerte. Confortado con la gracia del Espíritu Santo, estoy tan unido con mi Señor, que estoy contento con morir como con vivir».

Entonces le dijo abiertamente el médico: «Padre, según los conocimientos de nuestra ciencia médica, tu enfermedad no tiene cura, y creo que a fines del mes de septiembre o el 4 de octubre morirás».

Al oír esto el bienaventurado Francisco, que yacía en el lecho, extendió con toda devoción y reverencia sus manos al Señor y dijo con íntima alegría de alma y cuerpo: «Bienvenida sea mi hermana muerte» (Espejo de perfección 122).

 

  1. 4.   Breve exhortación

 

 

  1. 5.   Oración con el salmo 141

 

Vamos a rezar ahora con el salmo 141, el mismo con el que Francisco recibió cantando a la muerte. Lo haremos a dos coros:

 

A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

 

Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.

 

Mira a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir;
nadie mira por mi vida.

 

A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida».

 

Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

 

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.

 

  1. 6.   Canto y signo del cirio

 

A la vez que cantamos, vamos a participar de la luz del cirio que simboliza la presencia de Francisco. Como él queremos ser signos de paz en medio de nuestro mundo:

 

HAZ DE MÍ, SEÑOR,
UN INSTRUMENTO DE TU PAZ
HAZ DE MÍ, SEÑOR,
UN INSTRUMENTO DE TU PAZ

Donde haya odio
que yo ponga el amor,
donde haya ofensa
que yo ponga el perdón.

 Donde haya duda
que yo ponga la fe,
donde haya tinieblas
que yo ponga la luz.

 

  1. 7.   Oración final Todos)

 

Hermano Francisco:

Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época,
ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra,
a nuestros tiempos difíciles y críticos. ¡Ayúdanos!
Estos tiempos esperan a Cristo con gran ansia.
¿No serán tiempos que nos preparen

a un renacimiento de Cristo?
Ayúdanos, San Francisco de Asís,
a acercar a Cristo a la Iglesia y al mundo de hoy.
Tu, que has llevado en tu corazón
las vicisitudes de tus contemporáneos,
ayúdanos, con el corazón cercano

al corazón del Redentor,
a abrazar las vicisitudes de las personas de nuestra época:
los difíciles problemas sociales, económicos, políticos,
los problemas de la cultura y de la civilización contemporánea,
todos los sufrimientos del hombre de hoy,
sus dudas, sus negaciones, sus desbandadas,
sus tensiones, sus complejos, sus inquietudes...
Ayúdanos a traducir todo esto a un lenguaje evangélico
sencillo y provechoso.
Ayúdanos a resolver todo en clave evangélica,
para que Cristo mismo pueda ser «Camino-Verdad-Vida»

Te lo pedimos por Jesús, a quien tanto amaste. Amén

 

  1. 8.   Bendición y Canto final

 

Rosas de sangre han florecido, 

reviven en tu cuerpo la pasión. 

Francisco, de amor estás herido, 

las manos, los pies y el corazón.

 

Sembrando la paz y el bien caminas, 

y yo, sembrador, iré a tu lado. 

En ti el evangelio es carne viva, 

y Cristo otra vez crucificado.

 

Rosas de sangre han florecido, 

reviven en tu cuerpo la pasión. 

Francisco, de amor estás herido, 

las manos, los pies y el corazón.