Fidel Aizpurúa Donazar
COMO INCIENSO EN TU PRESENCIA
Los salmos de Laudes y Vísperas la 4ª Semana de la LH
Logroño 2025
PRESENTACIÓN
Llegamos al final del itinerario que nos propusimos con los Salmos aprestándonos a trabajar los salmos del la 4ª semana del Salterio. Hayamos hecho una semana o las cuatro eso demuestra nuestro interés por la Palabra y nuestra adultez cristiana. Efectivamente: hacer grandes itinerarios bíblicos es prueba de madurez y de aprecio al don de la Palabra. Felicitémonos.
Leemos lo Salmos con el deseo de descubrir una perspectiva distinta, algo que nos resulte sugerente, atractivo. El mejor fruto de estos trabajos en torno a los Salmos es que nos atraigan más, hasta enamorarnos de este libro de la Biblia. Enamoradas de los Salmos, ése podría ser un buen distintivo de las contemplativas. Y para que no sea un enamoramiento “en el aire”, pondremos siempre una nota de componente social, que lo tienen.
La orante de los Salmos quiere recrear la experiencia espiritual que contienen. Para eso, ha de tratar de descubrir la fuerza y la belleza de esa experiencia. No se enamora una de los Salmos simplemente rezándolos, hay que “trabajarlos”, estudiarlos, pensarlos, gustarlos. Es preciso animarse hasta encontrar ahí una de las fuentes principales del ser contemplativo.
Así es: Jesús ha elaborado toda una espiritualidad sobre el Padre que ve “en lo secreto”. La vida contemplativa tiene gran parte de su sentido en este tipo de espiritualidad. Los Salmos también son rezados en lo secreto del coro, en la actividad orante ignorada por la ciudadanía. Orar con los Salmos en lo secreto es alimentar la propia espiritualidad, la de la Iglesia y la de la sociedad desde lo secreto.
Dice Jer 15,16 que “cuando encontraba palabras tuyas las devoraba”. Que “devoremos” los Salmos, que los asimilemos con deseo, con el afán de descubrir en esas experiencias de fe los “ojos deseados” de aquel, Jesús, al que queremos seguir,
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SALMO 121
Domingo IV, I Vísperas
Contenido bíblico
Este salmo pertenece al libro de las “subidas”, la colección de salmos que se cantaban en las peregrinaciones a Jerusalén (Salmos 120-135). Es un canto de paz a la ciudad de paz, Jerusalén. Se desea y anhela el gran don de la paz. Siempre necesario.
Pero nosotros nos vamos a fijar en la frase final de ese canto a Jerusalén: “te deseo todo bien”. Desear el bien el día del Señor, en el domingo. Desear y ofrecer el bien. Para ello es necesario creer en el bien, creer que el bien triunfará sobre el mal, creer que el mundo se sostiene por el bien. Salmo para mantenerse en la utopía del bien, algo así podría ser este salmo. Las orantes de los Salmos como creyentes del bien.
De esta manera se extienden las fronteras locales de Jerusalén y se abraza a toda la historia humana, a toda la creación: el bien será la verdadera tierra prometida, el cielo que está al final. Las orantes de los Salmos han de ser creyentes en el bien en modos visibles: gente que se quiere bien por rezar la oración del bien, los Salmos.
Comienza el salmo con una invocación (estrofa 1ª), sigue con una contemplación arrobada de la ciudad (estrofas 2ª y 3ª) y concluye con un doble canto a Jerusalén (el deseo de paz: estrofa 4ª y el deseo del bien: estrofa 5ª).
Por la casa del Señor, por la dignidad humana, por el don del amor de Dios a lo creado te deseo todo bien y me comprometo con el bien.
Desde Jesús
Subía Jesús y sus discípulos a Jerusalén. Todo era penumbra. Los corazones pesaban mucho. Habían vivido aquel momento de luz que fue la transfiguración donde, en el silencio y en la Palabra, descubrieron que había que ir a Jerusalén. Allá, en aquella luz, en aquella paz, cobraron ánimo por encima de los miedos. Irían a Jerusalén. Pero ahora, llegado el momento, los pies pesaban como el plomo y el corazón estaba sin luz. Era la subida temida.
Jesús iba delante. De cerca los discípulos, en silencio. Solo se oían las pisadas sordas sobre el camino. ¿Dónde habían quedado los cantos, el jolgorio de las subidas, las risas contagiosas? Silencio, nada más que silencio. Y el miedo, libre, circulando a sus anchas por encima de las cabezas y metiéndose en las venas. Silencio y miedo.
Avistaron los montes de Judá y empezaron a cantar. Iban a la casa del Señor. Pero iban sin alegría. Sin embargo, a Jesús, como buen judío, le habían enseñado que la gloria de Dios, su presencia, se hacía densa en el templo. Por eso cantaban con fuerza: “Vamos a la casa del Señor”. Los que venían detrás no se contagiaban.
A quienes venían de la aldea, Jerusalén les deslumbraba. Hoy parecería un humilde lugar, pero a ellos les parecía maravillosa. La llamaban “la hermosa”. Aun hoy día, tan maltrecha, para muchos de los judíos sigue siendo así. Por eso, en lugar de defenderla con paz, la envuelven en guerras. Así les va.
Pero ella contagiaba la paz. Dentro de ella había paz. Por eso, le desean la paz. Un corazón pacificado es lo que nos hace falta. Por eso, nuestro canto es una oración: Danos paz en estas horas de turbulencias grandes. Que no nos abandone la paz.
Orar en comunidad
Se puede cantar con la vieja melodía de Manzano, todavía vigente, o salmodiarlo con la música de Cols. De cualquier manera, al ser el salmo que abre la oración del domingo ha de ser cantado con júbilo. Quizá. Mientras se canta, se podía prender fuego a un recipiente con incienso: perfumar el templo es como querer perfumar la gloria del Señor, su presencia en nuestras vidas. Hacer gestos que no están en el esquema oficial tampoco estaría mal. Para ser libres nos liberó el Señor, recordémoslo.
Lectura social
Es un salmo de alegría que nos puede ayudar a sujetar la queja y la negativización. La tendencia a negativizar el hecho social, dadas las muchas heridas que nos hacemos los humanos está muy presente en la vida religiosa. Dice el Papa Francisco en EG 159 que «el lenguaje positivo no dice tanto lo que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor. En todo caso, si indica algo negativo, siempre intenta mostrar también un valor positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el remordimiento».
Abunda también en el ámbito social la negativización y la queja. Para muchos, todo está mal, peor que nunca. Estamos abocados al fracaso. El propio Boff dice que el ser humano “perdió el encantamiento”. Pues bien, quisiéramos colaborar, si es posible, a la recuperación de ese encantamiento, del humilde resplandor que ilumina la mirada, de la confianza que salta el muro de la limitación y toca, embelesado, el corazón de lo creado.
Algo tan simple demanda una actitud de fondo, una certeza vital, imprescindible: creer en el triunfo del bien sobre el mal. Es posible que, debido a la presión cotidiana de los medios, lleguemos a la convicción de que el mal campa a sus anchas y de que su victoria está asegurada. No es así. El mundo está sostenido por una ingente cantidad de personas que hacen el bien y desean el bien, aunque a veces fallen. No lo dudemos: quienes hacen el bien son muchos más que quienes se empeñan en el mal. No sabemos muy bien de dónde brotan el bien y la dulzura, no podemos decir qué empuja a la amabilidad y a la sonrisa, no explicaríamos convincentemente por qué las manos y el corazón de muchos humanos tienden al abrazo. Pero eso está ahí con la terquedad de quien ama. Y quizá haya que caminar mucho para percatarse de que eso está bien cerca.
El salmo 121 nos empuja a la alegría y la certeza de bien, acogidos ambos en la paz del propio corazón. Los salmos tienen que ver con las actitudes de fondo de quien ora. Llevemos el salmo al terreno del propio corazón.
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SALMO 129
Domingo IV, I Vísperas
Contenido bíblico
Otro salmo de “las subidas” en torno al tema del perdón: quien se acerca a Jerusalén, al santuario, ha de ser perdonado y ha de perdonar.
Nosotros queremos leerlo como una confesión de fe en un Dios que ama y perdona sin condiciones. En la estrofa 2ª se pregunta con la lógica de la fe: ¿quién podría resistir si Dios llevara cuenta de los delitos? Por el contrario, Dios no lleva esa cuenta, tiene alzheimer para nuestros delitos, los arroja el fondo del mar (Miq 7,19).
Y no solo eso: no pone condiciones para el perdón. Esa es su manera de “infundir respeto”. Lo infunde porque nos respeta y nos excusa. Solamente tiene memoria para lo que hacemos bien.
De este modo, el canto de las subidas se convierte en un canto de gozo por el Dios que perdona y de ahí brota la esperanza. La imagen potente del centinela que espera la aurora demuestra la honda raíz de la esperanza: ¿cómo no se va a esperar en un Dios que ama y perdona sin condiciones? De ahí brotará una “redención copiosa”, una abundancia de misericordia (Rom 5,20).
Tiene, pues, el salmo dos partes: a) el olvido de los delitos por parte de Dios (estrofas 1ª y 2ª) y el surgimiento de la imparable esperanza (estrofas 3ª y 4ª).
Desde Jesús
Hay páginas del evangelio que no necesitan ser explicadas; se entienden por sí solas. Una de ellas, ésta parábola del Padre que perdona siempre (la del hijo pródigo, la llamamos nosotros).
La gran pregunta que se hace la parábola y que nosotros nos hacemos es esta: ¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE PERDONAR? No se pregunta cómo hay que perdonar, qué mirada he de tener sobre el otro para perdonarle, qué límites tiene el perdón entre los humanos, etc. No: cuántas veces. ¿Ha contado Jesús las veces que ha perdonado? ¿Lleva un registro con el nombre y apellido de los perdonados? ¿Si caen otra vez, quedan excluidos porque ya se les perdonó antes? Son cuestiones absurdas. Jesús perdona y punto. Por eso la respuesta a la pregunta de cuántas veces se dice rápidamente: siempre. Pero la cuestión verdadera es cómo hay que perdonar, cómo perdona un seguidor/a de Jesús. Y la respuesta es: con un perdón generoso y rápido.
- Un perdón generoso: “Te perdoné una gran deuda”: diez mil talentos era una cifra astronómica: unos cien millones de euros (¡cómo alguien podía acumular semejante deuda!) La parábola exagera para que se vea que lo importante no es perdonar muchas veces, sino estar dispuesto a perdonar todo. Frente a esa enorme cantidad, los cien denarios no son más que unos diez mil euros, una modesta suma. Quien no es capaz de ser generoso en el perdón, no tiende al Dios que perdona y así desvela su corazón increyente e inhumano. Capaces de grandes perdones, así deberían ser los cristianos. Y quizá habría que comenzar por perdones cotidianos.
- Un perdón rápido: “Se compadeció y le dejó marchar”: sin más trámite, enseguida. Un perdón que no se demora, que no acumula garantías para ser otorgado, que apunta el corazón del otro y lo reconoce como humano y por ello no mira con cuentagotas el perdón que otorga.
La carta a los Efesios da un consejo muy práctico para vivir el perdón: “Que la puesta del sol no te sorprenda sin perdonar”. Es decir: perdona cuanto puedas, con generosidad, y rápidamente porque los agravios guardados, aunque sea pequeños, se vuelve, con el tiempo, imposibles de superar. No te acuestes sin haber cumplido la tarea de perdonar.
Cuenta un escritor (André Gide) una bella ficción bíblica: en la casa del hijo prodigo, además del mayor, había un hermano menor que asediaba al pródigo para que le contara las cosas que había vivido. El padre veía aquello y el pródigo le espetó un día: “Padre, qué harías si este hijo se te marchara como lo hice yo”. Y el padre respondió: “Le esperaría y le perdonaría como te esperé y te perdoné a ti”.
Que nos conmueva el perdón de Dios y que nos mueva a ser generosos y rápidos en el perdón al otro.
Orar en comunidad
Podría cantarse con la vieja melodía de Manzano o salmodiado sencillamente. También una lectora podría leer las dos estrofas primeras (el tema del perdón sin condiciones) y luego toda la asamblea las dos estrofas finales (el tema de la esperanza). De cualquier manera, habrá que hacer una lectura “alegre” no “penitencial” como se ha hecho siempre (es uno de los tradicionalmente llamados “salmos penitenciales”). Hay que cambiar la perspectiva.
Contenido social
Una de las maneras de ejercer el perdón social es lo que llamamos mediación política. Puede parecer que es una cosa que nos incumbe, pero es bueno pensarlo para darle al perdón generoso de Dios una dimensión social que lo hace más histórico, más al alcance de los humanos.
Quizá sea el perdón más difícil de todos: sentar a dos contendientes armados a la mesa de negociaciones es un milagro enorme. Pero como hasta los implicados ven que de eso depende la vida de muchas personas, algunas veces se animan a la negociación, único camino de parar la violencia. Los resultados suelen ser escaso y los fracasos habituales. Pero el que se intente una y otra vez habla de la agobiante necesidad y, quizá también, del potencial reconciliador que anida en el corazón de la persona y de la sociedad.
En la misma Iglesia hay una variedad enorme de carismas. Todas las necesidades sociales y espirituales parecen estar atendidas. Pero son muy poquitos los grupos que se dediquen a la mediación, sobre todo a la mediación política. Aparte de personas individuales en momentos puntuales, los únicos que la Iglesia católica han practicado la mediación política han sido las comunidades de san Egidio. Lo hicieron en Mozambique, Kosovo, Guatemala, etc., con magros resultados. Pero, en cuestión de mediación política, todos los intentos son valiosos.
Para mediar hay que cambiar las bases éticas. Es preciso pensar que el otro también sufre, que en algún punto puede haber confluencia, que, por mínimos que sean, se puede llegar a aspectos puntuales que conduzcan a la paz. Se trata de mirar desde el lado de quien se sienta enfrente. Mientras se mire desde el único lado de uno mismo la mediación resulta difícil. Por otra parte, la mediación política no conlleva la difícil solución del conflicto. Se precisa el deseo de iniciar pasos que lleven a la solución. Y por muy sencillos que parezcan,, si se dan, se está abriendo la posibilidad.
Hay que tener presente que elaborar conflictos no es lo mismo que solucionarlos. Esto último es lo deseable, pero, con frecuencia, es algo que no está en la mano de los contendientes. Por eso hay que comenzar por elaborarlos: no exagerarlos, aplicar terapias preventivas, poner remedio a aspectos parciales, valorar los detalles que pueden llevar al entendimiento, trabajar en aspectos sectoriales que, aunque no afecten al centro del problema, apunta a su posible solución. La elaboración de conflictos es una herramienta muy importante para prevenir el conflicto antes de que surja, para contenerlo toda vez que ha explotado y para preguntarse por posibles soluciones antes de que se encone.
Habría que aplicar esta espiritualidad en el marco de la Iglesia porque la práctica mediadora es escasa en sus comportamientos. Aún hoy, la estructura eclesiástica es proclive a excomulgar cuando surge un conflicto en el seno de la Iglesia. No se ve la mediación como un camino a la mano y se recurre al cumplimiento de la ley dictada por quienes se arrogan el poder para hacerlo. Una Iglesia que excomulga, que no tiene aguante e imaginación para tratar las diferencias con humanidad, que recurre a la ley como única salida aún le falta hacer camino creyente, el camino del evangelio que habla de perdonar setenta veces siete.
Se convierte así la mediación en sacramento de reconciliación efectiva. La reconciliación sacramental, con ser buena, no se puede negar que sea un tanto ficticia: se reconoce uno pecador ante Dios de un conflicto relacional, Dios le perdona mediante la absolución y el conflicto continúa prácticamente en los mismos parámetros. De poco sirve tal perdón si no se ha dado ni un paso adelante. Es lo de siempre: el perdón de Dios se ve en los trabajos por el perdón social. Si este no existiera, al pretendido perdón de Dios le cae encima un fuerte interrogante.
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SALMO 117
Domingo IV, Laudes
Contenido bíblico
El problema real de la espiritualidad y aun de la teología no es Dios, sino la historia (una historia con Dios dentro, no lo olvidemos). Si la historia no toca la espiritualidad, tiene el peligro de convertirse en una enajenación. Si la historia no incide en la teología, ésta corre el riesgo de entrar en un “manicomio” de verdaderos desajustes. Por ello la historia es la que salva a la espiritualidad y a la teología de sus excesos. Cuando aquella se mezcla a esta, la posibilidad de un horizonte humano queda más a la mano. No han de temer entrar en el barro de lo creado para ahondar en el sentido de la existencia. Más aún, es en ese barro donde se encuentra la verdadera solución.
Globalmente hablado, el Sal 117 es una lectura de la historia de Israel en la que se ve claramente que Dios ha actuado con Israel como un libertador, desde Egipto hasta hoy; por eso mismo se espera que tal auxilio de Dios no va a faltar nunca. La historia es una historia acompañada.
Las estrofas 1ª-4ª son un invitatorio coral: todo el mundo queda invitado a una lectura creyente de la historia, también quien lee hoy.
En las estrofas 5ª-7ª un orante experimenta la ayuda de Dios en su historia pobre: se ha visto libre del peligro, Dios camina con él. Experiencias fundantes.
Las estrofas 7ª-10ª desvelan el acompañamiento de Dios en las grandes catástrofes de la historia de Israel que, más allá de grandes pérdidas, han terminado en victoria. Dios no ha abandonado los derroteros duros de este pueblo.
En las estrofas 11ª-12ª vuelve de nuevo la experiencia fuerte de quien ha sido librado de la muerte con la certeza del Dios que ha estado a su lado.
Termina el salmo con las últimas estrofas (13ª-17ª) donde se celebra con una procesión festiva lo que se ha experimentado en la vida: Dios es acompañante fiel del caminar humano.
Desde Jesús
Quizá por eso están apareciendo tantos libros, de una u otra índole, sobre el hecho de Jesús. Precisamente una de las razones de esta aparición, muchas veces carente de fundamento, es el relativo aprecio que el lado histórico de Jesús se ha tenido en los ámbitos cristianos. La excesiva “divinización” de Jesús ha llevado a considerar irrelevante o anecdótico su perfil humano. Una lectura atenta de los Evangelios viene a decir que eso puede conducir a derroteros que nada tienen que ver con el Mensaje recibido.
La tentación de gnosticismo, de puentear la historia, pervive hoy. Ciertas formas actuales de espiritualidad cristiana entienden todavía que el meollo de su experiencia está en relacionarse con Dios, trabajo que se logra sobre todo en modos personales, individuales. Ello lleva no solamente a que el sentido de comunidad quede muy relativizado, sino a que la compleja problemática humana en sus aspectos sociales y sobre todo políticos quede descartada del núcleo de la experiencia cristiana. Por extraño que parezca, esta búsqueda de Dios fuera de lo “sucio” de la historia está acompañada de reacciones fuertemente interesadas en problemas económicos y hasta políticos. Es preciso intentar buscar alguna solución a tal esquizofrenia.
Tomarse en serio al Jesús de la historia no puede llevar sino a un aprecio hondo de su persona, a poder elaborar un verdadero enamoramiento de él que nos lleve a agradecer y construir nuestro camino de vida, nuestras opciones más valiosas.
Orar en comunidad
Como se reza en domingo habría que intentar cantarlo, aunque sea de forma sencilla:
- Si se puede hacerlo dignamente, cantar en el libro de Cols. Si no, también se puede leer siguiendo las indicaciones que da.
- Hacerlo semitonado está bien. Hágase con cuidado, con “gracia” orante, no de cualquier manera.
- Se podría poner de fondo el “Laudate omnes gentes” de Taizé y luego rezarlo a dos coros.
Dimensión social
Leer nuestra historia desde el horizonte de la fe, leerla desde el ángulo de la oración, tiene muchas ventajas:
- Una revalorización de la historia como ámbito y tiempo de posibilidad, más allá de sus indudables limitaciones, como senda que apunta a horizontes de plenitud que, de alguna manera, anidan en el corazón de toda criatura. Esto es un beneficio tanto para la vida como para la fe.
- El logro de unas estructuras humanas y fraternas más unitarias, menos fragmentadas, menos compartimentadas. Con eso se lograría poner coto a las esquizofrenias (oración por un lado, vida por otro) en las que con frecuencia caemos.
- La conciencia de que es posible crear una fraternidad humana por encima de las diferentes sensibilidades y más allá de las diversas opciones que acompañan a la pluralidad que somos.
- La posibilidad de entrever el día en que se logre una ética común que lleve a la justicia mejor cumplida como compromiso de todas las personas que habitan la casa común de nuestra historia.
- La certeza de que los planteamientos de la fe mezclados a la historia ganan en credibilidad y en razonabilidad, lo que habría de dar al creyente la sensación de mejor pertenencia al mundo y al no creyente la seguridad de que las religiones podrían aportar valores a la construcción del hecho humano.
- El gozo, sobre todo para los cristianos, de que un Jesús que se enmarca en parámetros de comprensión histórica no solamente no reduce y disminuye su atractivo sino que, por el contrario, lo aumenta y multiplica.
- La evidencia de que la justicia cumplida es camino ancho para el devenir humano y sentido para el mismo hecho cristiano.
- La alegría de saber que hay acceso a Dios en el cauce de la propia historia y que ahondar en ella, amarla, cuidarla, trasmitirla en el mejor estado posible, es la gran obra que creyentes y no creyentes pueden hacer para responder al amor del Padre que se vuelca a la vida.
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SALMO 150
Domingo IV, Laudes
Contenido bíblico
El Salterio se cierra con este himno a toda orquesta. El género hímnico es, lógicamente, muy abundante en el Salterio porque es la manera de celebrar al Dios en el que se cree y al que se ama.
Pero aun a riesgo de aplicar al salmista categorías de pensamiento que no podía tener (el autor no conocía las orientaciones de la física moderna), creemos que este salmo podría ser considerado como un “salmo cósmico”, una oración abierta al misterio del cosmos, del que aún desconocemos casi todo.
El orante intuye que ahí se encierra el misterio de Dios manifestado en la inconmensurabilidad de lo creado consciente de que toda creatura lleva de algún modo el soplo de Dios, su alma (Sab 12,1).
El salmo podría dividirse en cuatro partes:
1) Invitatorio estrofa 1ª): la maravilla del firmamento, del cos, como misterio vivo de Dios.
2) Motivación (estrofa 2ª): las obras de Dios como lenguaje del Dios infinito.
3) A toda orquesta (estrofas 3ª-5ª): los instrumentos de música como voz adecuada para cantar la gloria de Dios en sus obras.
4) Conclusión (estrofa 6ª): aforismo para cerrar el Salterio invitando a una alabanza cósmica.
El salmo invita a concluir el largo itinerario orante del Salterio abiertos al cosmos con una alabanza al creador de todos los seres. No podría haber concluido mejor. Francisco y Clara de Asís lo habrían hecho también así.
Desde Jesús
Según la fe cristiana, la realidad de Jesucristo no interesa solamente a la “Iglesia”, sino que tiene que ver también con todos los seres humanos, y con todas las criaturas.
Una de las corrientes del primitivo cristianismo aplicó a Jesús las afirmaciones bíblicas sobre la Sabiduría o el Logos, e incluso el Espíritu: Jn 1,1-3.11.14 (cf.Prov 8,30-31); Col 1,15; Hb 1,3.
Cuando los cristianos dan a Jesús de Nazaret el título “Cristo” quieren expresar que en ese hombre concreto se manifestó plenamente el misterio de Dios.
Pero el hecho de que irrumpió en Jesús no significa que él tenga el monopolio de dicha manifestación.
El cuerpo de Jesús, como el nuestro, estaba formado de materiales del polvo cósmico más antiguos que nuestro sistema solar y planetario.
La encarnación es la elevación de todo universo en la dirección de la persona divina. La encarnación enraíza a Jesús en el cosmos, pero también lo limita a las ataduras espacio temporales. Encarnación es kenosis y limitación.
Por la resurrección los límites de la encarnación son totalmente sobrepasados. El Jesús histórico, que era solamente parte del universo, ahora por el evento sagrado se la resurrección asume la totalidad del cosmos.
Resurrección es la absoluta realización del ser humano de Jesús. Ya ha superado la mortalidad de la vida: “Yo soy la luz que está sobre todas las cosas; yo soy el universo; el universo salió de mí y el universo retornó a mí; hiende la leña y yo estoy dentro de ella; levanta la piedra y yo estoy debajo de ella” (Evangelio de Tomás, 77).
Orar en comunidad
Lógicamente el salmo pide ser cantado o, al menos, salmodiado con una tonada gozosa.
Si se lee, lo podrían leer cuatro personas diferenciando las cuatro partes del himno.
Con un poco más de fantasía, se podría poner del ALELUYA de Händel y recitar el salmo.
Dimensión social
La pasión por una comprensión nueva del cosmos ha de ser, por raro que parezca, algo que interese a la comunidad cristiana. Proviene de una nueva visión de la física, como lo hace la física cuántica. Educados en la analógica, la cuántica nos resulta ciencia ficción, por más que esté presente en nuestras vidas diariamente. La manera de imaginar a Dios y de derivar hacia la fe desde esa postura es la que hemos heredado y que está totalmente vigente. Pero tal manera se halla desnuda ante la nueva física: ¿cómo entender la historia de la salvación cuando todo acontece a la vez? ¿Cómo entender la plenitud del mundo cuando el cosmos se expande hacia el caos? ¿Cómo entender la creación cuando todo depende de un big bang? ¿Cómo entender la centralidad de nuestra historia y de Jesús cuando se nos dice que hay millones de galaxias como la nuestra (la vía láctea) que contiene más de cien mil millones de estrellas muchas de ellas infinitamente más grandes y potentes que nuestro planetilla? ¿Cómo imaginar un más allá fuera del cosmos y su imperturbable más acá? ¿Cómo entender la danza de las partículas en una idea de sociedad y de Iglesia estable? Hay un desafío profundo en la idea que nos hacemos de la realidad, en el marco en el que hemos de incluir nuestra espiritualidad. Cuestiones suficientes para generar una pasión cósmica necesaria y con vocación de futuro.
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SALMO 109,1-5.7
Domingo IV, II Vísperas
Contenido bíblico
Son tantos los agobios que sufrimos los humanos en nuestros caminar histórico que no ha de extrañar que, con rostros variados, el tema del mesianismo está siempre presente: creemos que con una presidente, un papa, una provincial, una superiora, un jefe, las cosas van a ir mejor. Y puede que sí, que ayuden. Pero con frecuencia comprobamos que todo, más o menos, sigue igual. El tema de los mesianismos, de las soluciones que vienen de fuera, tiene poco recorrido.
Tampoco ha de extrañar que los mesianismos se mezclen a las religiones. Así ha ocurrido en el caso de Israel: siendo un pueblo que ha sufrido en la historia todo tipo de opresiones (Jn 8,33 es altamente irónico), ha soñado y quizá sigue soñando con un Mesías que ponga a Israel en el centro del mundo. Por eso muchos salmos, este en concreto, hablan de ese sueño mesiánico largamente acariciado.
También tendrá que ver con el cristianismo (es el salmo más citado en el NT: más de 12 veces) que ve en Jesús al Mesías, aunque fuera un mesías pobre (algo incomprensible para el judaísmo). Es el salmo por excelencia de la liturgia cristiana.
En esa línea, el Sal 109 celebra la investidura de un rey y con ello la esperanza honda de un reino mesiánico; se celebra más un deseo que un acto político.
En el primer oráculo (primera parte de la 1ª estrofa) se promete al mesías la misma soberanía de Dios y su mismo éxito. Grandes sueños para un gran anhelo.
En el desarrollo del oráculo está, primero, el tema de la expansión (segunda parte de la estrofa 1ª); luego, los medios con que cuenta, ejército, estirpe regia (2ª estrofa); finalmente, el apoyo de Dios mediante su juramento (estrofa 3ª).
El público aclama al Mesías (estrofa 4ª) siempre en modos imprecatorios porque el mesianismo religioso ha estado teñido siempre de violencia contra el enemigo. El mesianismo pobre de Jesús irá por otro camino.
Desde Jesús
El tema del mesianismo ha sido algo con lo que los evangelios han tenido que lidiar porque quizá el mismo Jesús y su entorno han tenido mucho que ver con él. ¿Cómo entender su búsqueda espiritual desde esa perspectiva? Las respuestas son muchas y puede que sean bastantes las que contengan elementos de verdad. Pero creemos que Jesús ha elaborado su fe en el trabajo por configurar, en su corazón y en sus caminos, un mesianismo pobre. Ahí está el quid: para la tradición mesiánica judía, el mesianismo se resuelve en el poder y la gloria ya que ser mesías desde la pobreza es una contradicción en los términos. Algo de eso pasa con la atribución mesiánica de los títulos cristológicos cristianos: se entiende y se celebra a Jesús como mesías de la humanidad desde el brillo y poder religioso, desde el anhelo de reconocimiento por todos los pueblos de la tierra. Si fuera esto así, ¿cómo Jesús habría logrado unir, en su corazón y en su vida, mesianismo y pobreza? Solo se nos ocurre una respuesta: en su convivencia directa con la pobreza, en su opción por escapar de algo que atosiga tanto, hasta entender que en un Dios de pobres y en el fondo último de las pobrezas anida un sueño inagotable de justicia que da sentido a la utopía de los pobres.
Orar en comunidad
Normalmente se suele cantar. A veces se utiliza el modelo de D. Cols que es muy acertado.
Usando la libertad de los hijos de Dios, y tratando de sortear la dificultad imprecatoria del texto sálmico que está ahí por mucha teología que se le eche, quizá alguna comunidad podría llegar a un acuerdo espiritual de modificación como este:
Oráculos del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha».
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
En ese caso, los tres oráculos los canta una persona y la asamblea participa con la antífona.
Dimensión social
El Papa Francisco viene a decir en FT que el único mesianismo es la dignidad humana. El documento afirma con claridad: «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos» (FT 169). De eso se trata, de volver a poner en el centro la dignidad humana desplazada por un sistema económico de expectativas de ganancias que se lucra de los frágiles y que los descarta cuando son improductivos: «Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados» (FT 22). De ahí la crítica a los poderosos, clara y explícita: «Guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana se juzgan de diversas maneras según convengan o no a determinados intereses, fundamentalmente económicos. Lo que es verdad cuando conviene a un poderoso deja de serlo cuando ya no le beneficia» (FT 25). La dignidad se convierte así en «la ley suprema del amor fraterno» (FT 39) y ha de vivirse con pasión, como realidad que, si falta, nos altere: «No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad» (FT 68).
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SALMO 111
Domingo IV, II Vísperas
Contenido bíblico
Este es un salmo alfabético (cada verso empieza en hebreo por una letra del alfabeto) y sapiencial, las dos cosas muy del gusto del Salterio. Y el tema es claro: canto a la persona justa, canto para contribuir a la espiritualidad de la justicia (viejo anhelo de lo humano). Se ora para contribuir a la espiritualidad de la justicia porque orar sin ser justo es una contradicción. Salmo para que tú que oras seas más justo. Algo de eso.
Tiene una introducción o voto inicial (estrofa 1ª), un cuerpo del salmo (estrofas 2ª-5ª) y una conclusión contrastante (estrofa 6ª).
La justicia es leída como un conjunto de bienes sociales y personales. Se quiere incitar a una vida justa mostrando su lado más positivo: se es del linaje de Dios, la vida será de abundancia, la posteridad asegurada, la duración eterna. Con frecuencia la vida muestra que esto no es así. Pero el fondo permanece intacto: el mundo se asienta sobre la bondad de los justos.
Rezar este salmo implica implicarse en una vida justa. No creamos que esto es cosa de otros. La injusticia se cuela como la niebla por debajo de la puerta. Por eso es preciso recordar con el salmo los beneficios de una vida en la justicia para perseverar en ella.
El texto paulino de 2 Cor 9,6-10 puede considerarse como una especie de comentario al salmo.
Desde Jesús
Jesús es uno devorado por la sed de justicia. El relato corrientemente denominado “parábola de la viuda y el juez” (Lc 18,1-8) se inserta, como los anteriores, en el largo viaje lucano de Jesús hacia Jerusalén. En tal viaje hay lugar para instrucciones sobre temas diversos, incluido el de la oración. Pero el contexto de tal viaje imprime una perspectiva nueva a este clásico tema de la piedad religiosa.
Efectivamente, más que el tema de la oración como tal, lo que se quiere subrayar es el anhelo de la justicia esencial. Así es, el texto que antecede (Lc 17,20-37) habla de la expectación sobre el día de la llegada del reino y el que sigue (Lc 18,9-14) más que de dos modelos de oración de lo que habla en el fondo es de dos maneras de situarse ante la promesa del reino. Es en este marco de anhelo del reino donde se plantea el tema de la justicia esencial. Ésta, la justicia, es el dinamismo de fondo de la realidad del reino.
Desde esta perspectiva ideológica es preciso entender la relación dialéctica entre el juez injusto “que ni temía a Dios ni le importaban los hombres” (Lc 18,2) y la viuda tenaz que pide justicia “frente a su adversario” (Lc 18,3). El primero, lógicamente, no puede ser tipo de la justicia de Dios. Así es, la justicia del juez es lenta (“por bastante tiempo”: Lc 18,4), comodona (“me está amargando la vida”: Lc 18,5), deseosa de acabar de una vez para que se le deje en paz (“que venga continuamente a darme esta paliza”: Lc 18,5). Es una justicia podrida en su fondo porque no escucha los anhelos de justicia que brotan de las situaciones de pobreza.
Por eso, el antitipo de este juez venal es un Dios que responde a los anhelos de quien hambrea un mundo de justicia: a) Dios “reivindicará a sus elegidos” (Lc 18,7), se pondrá de su parte, un Dios parcial; b) “no les dará largas” (Lc 18,7) porque hacer esperar al anhelante de justicia es aumentar el nivel de injusticia; c) escuchará a los que le “gritan día y noche” (Lc 18,7), porque, desde antiguo, es una Dios que escucha los gritos de los sojuzgados.
La “reivindicación sin tardanza” (Lc 18,8) es sello del anhelo de la justicia del reino. No es algo que se pueda posponer sine die. Ahora bien, la gran pregunta queda en el aire: “Cuando llegue el hombre, ¿qué?, ¿va a encontrar en esa fe en la tierra?” (Lc 18,8). Es decir, ¿van a ser capaces los seguidores de Jesús que hacen camino con él de mantener vivo el anhelo de la justicia a pesar del bombardeo de la injusticia y de todas las técnicas disuasorias de una sociedad anclada y asentada en la injusticia?
Orar en comunidad
Por su indudable contenido sapiencial, se podría hacer proclamado por una lectora. La asamblea contribuye con el “Gloria al Padre”. Si la comunidad no se opone, se podría suprimir la última estrofa, imprecación contra los malvados, aunque ese sea el contraste del justo. El comportamiento de Jesús con los pecadores contradice esta clase de expresiones.
Contenido social
En nuestra sociedad da casi vergüenza hablar de justicia. Es como si éste valor sustancial produjera malestar al ciudadano de a pie. Hablar de justicia, demandarla, gritar en su nombre resulta trasnochado, como si uno estuviera anclado en mayo del 68.
Pero la justicia es el componente “político” del seguimiento, su participación en el devenir social desde una honda compasión histórica. Este componente es insustituible y, de alguna manera, da sentido al componente “místico” ya que lo hace visible y, por ello, verdadero.
Por lo mismo, hasta la tarea orante ha de nacer y llevar al logro de la justicia esencial. El cristianismo en general tiene que andar todavía un gran trecho si anhela este horizonte. Y sin embargo, como decimos, existe en ello una gran oportunidad de revitalización. Las palabras del profeta D. Bonhöffer siguen sonando veraces: “Nuestra iglesia que durante años solo ha luchado por su existencia, como si esta fuera una finalidad absoluta, es incapaz de erigirse ahora en portadora de la Palabra que ha de redimir y reconciliar a todos los hombres y al mundo… Por esta razón, las palabras antiguas han de marchitarse y enmudecer y nuestra existencia de cristianos solo tendrá, en la actualidad, dos aspectos: orar y hacer justicia entre los hombres». La oración mezclada a la justicia, ambas realidades unidas.
Estos son los caminos de la justicia esencial. Ésta no consiste, inicialmente, en meras estrategias, políticas o económicas, para el logro de la justicia. Se trata de una actitud que anida en los trasfondos de lo humano, en la base de lo que somos. Es más, pues, algo que hace relación a la espiritualidad. En ese dominio es donde emparenta con la oración. Una oración por la justicia no es una mera actividad religiosa sino una manera de leer e interpretar los anhelos profundos de la historia, un transitar la búsqueda del sentido. No deja de ser algo que se escapa de nuestras manos.
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SALMO 89
Lunes IV, Laudes
Contenido bíblico
Normalmente se dice que esta clase de salmos meditan sobre la brevedad de la vida, un tema muy del gusto de otras épocas. Hoy la vida se ha alargado mucho y quizá eso ha desplazado al tema.
Pero puede ser entendido, de una manera más amplia, como la oración por los trabajos de una vida que no se cansa de la bondad, que no descree del bien. Se pide a Dios que su bondad baje a quedarse en la historia humana de tal manera que se llegue al paraíso que está no al principio sino al final, paraíso al que se llega por la práctica del bien.
En una primera parte (estrofas 1ª-4ª) se reflexiona sobre el uso adecuado del tiempo: cómo vivir un tiempo para la bondad con el hermano, del mismo modo que Dios es bueno con su creación. En una segunda parte (estrofas 5ª-9ª) se pone delante el gran anhelo de la persona: vivir una vida en alegría, aunque sea limitada. La bondad es la que posibilita la alegría. Eso hará que la bondad de Dios encuentre un rostro visible en el comportamiento del bondadoso (estrofa 10ª).
Por la bondad la persona es concreadora con el Dios bondadoso. Rezar salmos como este lleva a implicarse en una vida bondadosa en el propio marco de vida.
Desde Jesús
Las narraciones de los evangelios de la infancia de san Lucas necesitan ahondamiento para sacarles todo el provecho espiritual. Son muchos más que simples anécdotas.
Los pastores son en esta narración algo más que unas figurillas del Belén. Tienen un papel preponderante: anuncian, incluso a María y a José, el sentido del nacimiento de Jesús.
Tengamos en cuenta de que ser pastor era en aquel contexto social ejercer uno de los oficios considerados malditos porque los pastores vivían al raso descuidando a sus mujeres en casa durante la noche (eso decían), no iban a los rezos de la sinagoga, eran considerados ladrones, andaban siempre con vísceras y sangre, etc. Gente sin honor, los que no cuentan. Resulta que ellos son los mensajeros del nacimiento. Tiene la cosa metralla: los menos honorables son los mensajeros.
¿Qué mensaje traen esta gente de mal vivir? Que un envuelto en pañales y puesto en un pesebre es el que puede salvar. Que un humano pobre tiene la clave de la dicha y del éxito. Que lo humano, con toda su pobreza, es el camino para dar sentido a esta vida nuestra. Que la clave está en lo humano.
Algunos cristianos espirituales tuercen el gesto cuando se les dice que la clave de todo está en si eres humano o no. Piensan que la fe es algo más grande. Pero el asunto del creer es una cuestión de humanidad. Esa es la señal: unos pañales y un pesebre. Lo humano nos salva. ¿Cómo?
- Si piensas con humanidad: que es lo mismo que si piensas con bondad. Si dentro de ti hay uno que piensa con bondad, con amabilidad, con humanidad estás en la fe de Jesús.
- Si tienes un corazón sensible: si te importan los sufrimientos ajenos, si te conmueven las lágrimas de los pobres, si te mueves en la dirección de las pobrezas estás en la fe de Jesús.
- Si brota en ti la empatía: si conectas con la persona sencilla, si escuchas con agrado, si te interesas por el otro, si ayudas en lo que está en tu mano estás en la fe de Jesús.
Los pensadores de hace siglos, del tiempo de Jesús (Plinio el Viejo) decían ya que Dios se hace visible cuando un mortal ayuda a otro mortal. La sensatez nos dice que la cuestión religiosa, por la que a veces discutimos y clasificamos a las personas, se resuelve en algo tan simple: ayuda o no ayudas, cuidas al necesitado de cuna y pañales, al humano, o no lo cuidas.
Siguiendo las buenas tradiciones, muchos de nosotros ponemos por Navidad en nuestra casa un sencillo belén que nos recuerda el nacimiento de Jesús. Está muy bien. Pero el verdadero belén es este que dicen los pastores: reconoce en el humano frágil la presencia de Dios. Y si la reconoces, ayúdale si lo necesita. Siempre dando vueltas a la misma masa. ¿Pero es que hay otra?
Orar en comunidad
Las cuatro primeras estrofas podrían cantarse con la conocida música de Palazón. Las estrofas 4ª-6ª, leídas por una lectora. Las tres últimas estrofas las podría leer la asamblea.
Al ser una reflexión de fuerte componente sapiencial, podría proclamarlo entera una lectora. Hay que hacer un esfuerzo por variar el sempiterno dos coros.
Contenido social
Hacer el bien es una realidad amenazada de rutina y de cansancio. Como resulta que, con frecuencia, los frutos del bien no vienen en seguida, le entra a uno el desánimo y descree del bien. Si añadimos a eso la crítica rastrera que dice que de bueno a tonto no hay más que un paso, es fácil que dejemos de tener confianza en el triunfo del bien sobre el mal.
Hace falta, pues, una indudable tenacidad para aguantar el embate del cansancio y seguir no ya tercamente sino fielmente en la práctica del bien seguros de que, al final, el triunfo será suyo. Lo demuestra la vida, pero como somos muy impacientes, queremos que el bien produzca su fruto ya y ahora. Dice con razón el Eclesiastés: “Siembra el bien por la mañana y por la tarde, porque no sabes cuál de las dos siembras dará fruto. Quizá las dos”.
Por mucho que los medios de comunicación nos lleven a creer que el mal es lo que predomina en la sociedad, la cosa no es así: hay mucho más bien que mal, son muchas más las personas que hacen el bien que las que hacen el mal. Dice una leyenda judía, creo que la hemos citado alguna vez, que el mundo se sostiene por el bien que hacen 30 justos. Pues nosotros creemos que son muchos más que 30 los que sostienen el mundo.
Por eso, cuando oímos a Gálatas 6,6-10 que no nos cansemos de hacer el bien hemos de creer que ese camino lleva a una buena meta. El bien hecho siempre será beneficioso para quien lo recibe y para quien lo hace. De Jesús se dirá como síntesis de su vida que pasó haciendo el bien. Ojalá se pudiera decir eso de nosotros con verdad.
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SALMO 134,1-12
Lunes IV, Laudes
Contenido bíblico
Este es uno de los salmos con los que tenemos dificultad por eso de que “mató a reyes poderosos…”. Hay que leerlo con un poco de perspectiva: se recuerdan las acciones liberadoras de Dios en la historia para concluir que nuestra fe ha de tener efectos liberadores en nuestra persona, en nuestra comunidad y en la misma sociedad. Una que oprime no vive la fe del evangelio. Si las tareas de la fe no ensanchan nuestro corazón no estamos bien situados. Más aún, la liberación que propugna el evangelio (en eso se supera el salmo) no es a costa de nadie, sino a favor de todos. Nadie sale perjudicado con una fe que libera; todos salen ganado.
Dios libera, en primer lugar, por el don de la creación (estrofa 3ª). Es un regalo de amor lo que Dios nos ha hecho al crearnos y al rodearnos de las creaturas del cielo y de la tierra.
Dios libera sacándonos de las garras de reyes poderosos (estofa 6ª), nos libera construyendo una sociedad donde el bien no muera y el mal no tenga la última palabra.
Dios libera cuando la idolatría (estrofa 8ª-9ª) amenaza la vida social. La economía neoliberal que mata, el individualismo, etc., son los ídolos que están llamados a ser derribados.
Desde Jesús
El recuerdo liberador de Jesús está en los pliegues escondidos de lo último de la experiencia creyente. Pero ahí está. Es que la comunidad cristiana, más allá de sus avatares, de su camino sembrado de fracasos, de sus días tan lejos del Evangelio, de sus veredas equívocas ha conservado vivo el recuerdo de Jesús. A veces ese recuerdo no puede paliar la decepción del abandono de la utopía evangélica; otras veces se convierte en aguijón para las tremendas incoherencias en que se mueve el hecho religioso; algunas también es consuelo, caricia y perdón para los días errados, para las sendas desviadas. El asunto está en si es un recuerdo “peligroso” o simplemente rutinario y adormecedor. “En la fe, los cristianos realizan la memoria passionis, mortis et resurrectionis Jesu Christi; en el acto de creer recuerdan el testimonio de su amor, en el cual amor se manifestó el reinado de Dios entre los hombres por el hecho mismo de que el dominio del hombre por el hombre comenzó a derrumbarse, de que Jesús se puso de parte de los insignificantes, los marginados y los oprimidos, proclamando así el advenimiento del reino de Dios como fuerza liberadora de un amor sin reservas. Esta memoria Jesu Christi no es un recuerdo que dispense engañosamente de los riesgos del futuro. Al contrario, implica una determinada anticipación del futuro, como futuro de los que no tienen esperanza, de los fracasados, de los acosados. Es, pues, un recuerdo peligroso y liberador que constriñe y cuestiona nuestro presente, porque no nos trae a la memoria un futuro abierto cualquiera, sino precisamente este futuro concreto, y porque obliga a los creyentes a transformarse constantemente, para dar razón de este futuro” (J.B.Metz, La fe, en la historia, p.101-102). Esta comprensión mística del recuerdo de Jesús es la que puede hacernos escapar de una rutina paralizante.
Orar en comunidad
Al salmo, de bajo nivel poético, le va bien una salmodia sencilla. La estrofa 6ª podría ser suprimida sin más.
Contenido social
El anhelo de una vida sin miedo ante Dios ha llevado a elaborar lenguajes liberadores que hoy son una vía abierta. En primer lugar está el lenguaje de la plegaria desinteresada. Gran parte de la oración de petición (modelo que ha fagocitado a los demás) es una plegaria interesada: se trata de sacar algo a una divinidad que se muestra “tacaña”. Pero también hay una plegaria que se expresa en deseos de luz, en anhelos de aceptación y en la percepción de que los caminos humanos pueden abrirse al acompañamiento cierto de Dios a nuestra vida. Es otra manera de entender la oración y de hablar a Dios y de Dios, oración más allá de la necesidad y del deseo.
En segundo lugar, el lenguaje de la confianza es otro cauce eficaz para el control y la superación del miedo a Dios. Elaborar, mediante la confianza, la certeza del Dios acompañante, que sostiene porque es fundamento del ser, cimiento de la vida en amor, base del corazón ofrecido, puede generar un lenguaje que sosiegue, que asiente la vida, que lleve a la paz, que empuje al coraje necesario para afrontar la existencia. El lenguaje de la confianza es sosegado y dinamizador a la vez.
Podría contribuir, en tercer lugar, al lenguaje que se libera del miedo a Dios el propio de la responsabilidad social sabiendo que entregarse al otro es construir la utopía de Jesús dando cuerpo al sueño del reino. El lenguaje de la ofrenda social es el propio de quien ha entendido que el logro de la humanidad pasa por la entrega de cada ser. Ello conduce a recrear modos de hablar que apuntan al logro de lo humano: sentirse corresponsables, mirar en la dirección del caído al borde del camino, saber que estamos conectados, creer en la comunión de la vida y su sentido primordial. Son lenguajes que, todavía, nos suenan lejanos. Pero cada día se acercan más a nuestras calles.
Finalmente, el mismo lenguaje de la increencia es un camino enorme de liberación del miedo. Posiblemente supone un respiro para muchas personas. Por eso mismo, ese lenguaje que derriba ídolos, cuestiona aprioris, relativiza dogmas, ayuda a caminar en la dirección de un horizonte de plena autonomía que, por otra parte, no supone desconexión.
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SALMO 135
Lunes IV, Vísperas
Contenido bíblico
Este salmo litánico, de hechura única, canta la salvación de Dios desde la creación del universo, la elección de Israel y terminado en la vida cotidiana. Un tema muy querido por la espiritualidad religiosa el de la salvación
Pero el run run repetido por la plegaria “porque es eterna su misericordia” viene a crear la certeza de amor compasivo de Dios a la historia y de que una vida acertada, con éxito se da cuando se vive desde la compasión. Solamente quien entiende la compasión puede rezar con los salmos. El Salterio es el libro de oración de quien vive la compasión. Quien se atrinchera en el odio, el menosprecio, la altivez, el duro corazón no tendría que orar con las plegarias de compasión de los Salmos. El mismo Jesús corrobora esta línea en su evangelio.
La estructura de esta plegaria viene dada por su forma de letanía que se va cargando de motivos para contemplar al Dios compasivo y para inocular en el corazón del orante la espiritualidad de la compasión.
Destacamos: “él les dio su tierra en heredad”. El judaísmo lo dice de la tierra de Canaán, pero nosotros podemos decirlo de la tierra toda: Dios nos ha dado la vida para hacer de este mundo una tierra compasiva. Si colaboramos algo a esa compasión, hacemos la obra de Dios.
Desde Jesús
El evangelio de san Juan narra el lavado de los pies de Jesús (Jn 13). Al llegar Jesús a Pedro éste se opone a que Jesús le lave los pies y recibe una desconcertante respuesta de Jesús: “Si no te dejas lavar los pies, no tienes nada que ver conmigo”. ¿Qué importancia tiene eso de lavar los pies que si no se practica te aleja de Jesús? Es el servicio compasivo.
Eso quiere decir que la identidad cristiana, según los evangelios, no le viene al cristiano por su lado religioso (bautismo, oración, sacramentos, pertenencia a la Iglesia, etc.), sino por su lado servidor: sirves, eres seguidor de Jesús; no sirves, no lo eres.
Con esto afirmamos que el servicio compasivo da sentido a la misma espiritualidad y puede nutrirse de ella. Los creyentes tenemos aquí un ánimo y una orientación. Y los no creyentes pueden también beneficiarse de este aliento.
Orar en comunidad
Al ser un salmo litánico, la forma más correcta de proclamarlo es, bien rezado bien cantado, en forma de letanía: una hermana va desgranando la primera parte de cada versículo y la asamblea responde, como una letanía, “porque es eterna su misericordia” (en hebreo: ki leolam hasedó). Aunque es un poco largo, se haría todo seguido. Cono decimos otras veces, si la comunidad está de acuerdo, se podrían suprimir de la segunda parte del salmo las estrofillas 6.8-11 porque la misericordia de Dios no se construye a cargo de nadie, sino por amor a todos.
Contenido social
La pertenencia del vocablo compasión al mero ámbito de lo religioso ha sido sobrepasada en la actualidad por el lenguaje político que habla de compasión de manera habitual: una política compasiva, que no deja a nadie atrás, que dice contemplar las situaciones de los frágiles sociales, que incluso parece verse afectada por las duras situaciones de los empobrecidos. Ante tanto sufrimiento humano, se recurre a la compasión.
Paul Gilbert en The Compassionate Mind sostiene que al juntarse en nuestro cerebro características propias de "mamíferos" y de "humanos", nos hemos dotado de facultades aparentemente incompatibles para el amor y la destrucción. Pues bien, da la impresión de que, en la actualidad, esos dos polos se van acercando cada vez más: la compasión y la ciudadanía, la compasión y la política, hasta la compasión y la economía.
Si esto fuera cierto, el valor de la compasión que se creía hacer parte de imaginarios débiles, como el religioso, pasa a situarse en imaginarios fuertes, activos, como la economía y la política. Hay quien, con razón, recela de estos cambios. Pero, a priori, el ensanchamiento del campo de la compasión lo creemos positivo. Creemos que la mejoría del uso lingüístico refleja una mejoría en la vivencia moral y ciudadana.
Por otra parte, los afanes compasivos brotan de la certeza de que los humanos nacemos no tanto con pecado original, sino con bendición original y con responsabilidades adquiridas. Efectivamente, venir a la aventura humana constituye directamente a la persona en contribuyente obligado a la mejora de ese camino, sobre todo allí donde la realidad es más frágil.
Y ello hasta el punto de que, como dice el filósofo Reyes Mate, la respuesta que damos al sufrimiento ajeno nos hace sujetos morales. Es decir: responder al sufrimiento del necesitado desvela nuestro nivel de humanidad, tanto a título personal como social. La compasión y el servicio que parecen no cotizar en el mercado son el termómetro de nuestras relaciones humanas verdaderas, de nuestro nivel de ciudadanía. El barullo de las redes no logra apagar la voz de fondo que habla del valor central de la compasión que sirve. La conclusión inicial es clara: no son los nuestros malos tiempos para elaborar una espiritualidad de la compasión que sirve.
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SALMO 100
Martes IV, Laudes
Contenido bíblico
El contexto de este salmo es conocido: viene a ser el programa de gobierno de un rey tras la entronización real. Globalmente hablando, lo que pretende este rey es “la bondad y la justicia”.
Pero al leerlo desde Jesús y desde la comunidad orante el sueño de la bondad y de la justicia se amplia y deviene patrimonio y tarea de toda la humanidad: todos estamos llamados a soñar con las justicia implicándonos en su logro. Efectivamente, soñar la justicia es implicarse en la tarea de su consecución. La justicia y el bien resultan ser las grandes metas del orante de los Salmos.
La estrofa 1ª es importante: se dice ahí el plan general del rey, del lector del salmo: apuntarse a la bondad y a la justicia como camino perfecto, lo que, según el evangelio, hay que buscar ante todo. Que la humanidad siga soñando con la justicia es un milagro, que haya gente que se entrega a esto es una maravilla.
En el cuerpo del salmo (estrofas 2ª-6ª) se dirá de manera negativa sobre todo lo que no se quiere hacer: no tener intenciones viles, no unirse al corazón torcido, no hacer migas con el difamador. No frecuentar a los desleales ni a los fraudulentos. Falta una propuesta positiva para los caminos de la bondad y de la justicia. Su sueño es no ser injusto. Algo es algo. El evangelio propondrá más: echarse al hombro al caído.
La estrofa final (la 7ª) es excluyente. Se busca la justicia censurando al injusto. Habría que tomar sendas menos negativizadoras para que el sueño de la justicia brille por él mismo.
Desde Jesús
¿Vieron a Jesús como un soñador aquellos que compartieron su marcante experiencia itinerante? Probablemente no. Más aún, se observa en el NT una cierta desconfianza hacia los sueños. De ahí que hablar de Jesús como soñador es demasiado. Cualquier otro apelativo le iría mejor. Además podría aducirse que el nivel social en el que Jesús pareció moverse no es propicio para muchos sueños. Bastante se tiene con sobrevivir día tras día. Todo ello tiene sentido, pero los desplazados sociales albergan sueños, los que sean, en su dura trayectoria histórica. Otra cosa es que afloren, que alguien los haga aflorar, o no.
No habrá gran dificultad en admitir que Jesús hizo soñar a los pobres con su programa de dicha para ellos y su tenacidad en recordarles su invitación al banquete de la vida. Más aún, les hizo soñar con la certeza de que ellos son los únicos que tienen un sitio de “privilegio” en la sociedad nueva no porque sean mejores que otros, sino porque son pobres. Nunca se termina de responder a la cuestión de por qué los más bajos en la pirámide social seguían a Jesús, al menos en la primera época de la predicación en Galilea. ¿No podría ser una respuesta que la propuesta de Jesús y los sueños de los pobres, humildes, ocultos y casi enterrados, conectaron con ella y volvieron a resurgir? ¿No habrá que volver a la cuestión de la centralidad del pobre como esencial a la hora de recrear el sueño y la propuesta de Jesús?
Podríamos decir, si no pareciera exagerado, que, además de a los pobres, Jesús hizo soñar al mismo Dios. Éste, según la Palabra muchas veces reiterada, tiene un sueño: que la historia se plenifique en el amor y, para ello, el signo histórico de las personas es llegar a la fraternidad igualitaria, a la economía del cuidado, a la lógica del reino opuesta a la lógica neoliberal. Aquí se ancla su sueño de vivir en este mundo como se vivirá en el mundo pleno. Hay que desplazarse del sistema neoliberal hacia un sistema de hermandad, de la economía del lucro que mata a la de la fraternidad que engendra vida.
No importa que el fracaso de Jesús y de tantos otros empeñados en causa similar se esgrima como razón para el abandono de este hermoso sueño. También puede esgrimirse como semilla de esperanza. Y los sueños sembrados terminan por germinar, aunque sea en tiempos futuros. Por eso, podría ocurrir que el sueño de la sociedad nueva urdido en el alma Jesús haya sido postergado, incluso en ocasiones abandonado. Puede volver a resurgir con fuerza, ya que la semilla se echó en el surco con vocación de futuro. De ahí que la fidelidad a Jesús no se medirá por el vigor de comportamientos religiosos o morales sino, más bien, por la fe en su sueño. El seguidor de Jesús persigue, en el fondo, un sueño.
Orar en comunidad
Por su talante sapiencial podría proclamarlo una lectora o inventarse una melodía sencilla. No le iría mal el acompañamiento con cítara, un instrumento “menor”.
Contenido social
La construcción de la comunidad religiosa y de la misma fraternidad social es un “sueño” (un ideal en que se pone manos a la obra), no una “ensoñación” (un ideal en que no se pone manos a la obra). Dice el papa Francisco algo en la nueva encíclica Fratelli tutti que nos puede ser de mucho interés:
«He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos».
- La fraternidad puede ser una “hermosa aventura”, no solamente un modo de estar en una sociedad que reconoce el estilo de vida de clausura.
- La comunidad es necesaria: encerrarse en la soledad es suicidarse en vida. Pelear solo y contra todos contradice nuestro ser humano que tiende al corazón del otro.
- La comunidad es sostén y ayuda para “mirar hacia adelante”, para mantener el sueño con el que iniciamos este camino, para no llegar a ser desconfiadas y amargadas.
- La comunidad nos libra de los espejismos que aparecen cuando una camina sola, cuando no se piensa más que en lo mío, cuando las demás me importan poco. Eso crea falsedades, espejismos, despistes. La comunidad nos ayuda a ser realistas.
- Los sueños se construyen juntas: no construye otra por mí, no hay constructoras de sueños para que yo los disfrute. Se construyen entre todas, con la aportación de todas sin exclusión.
- Somos “caminantes en la misma carne humana”, en las mismas limitaciones, en parecidos deseos, en valores similares. El que seamos iguales no nos empobrece sino que nos enriquece. No hay que anhelar grandes líderes comunitarios sino ilusión común, deseo de colaborar todas.
- A todas nos cobija esta misma tierra, eso nos hace hermanas en la tierra, en su hermosura, en su debilidad, en sus promesas de una tierra renovada. Si la tierra es casa común es que somos familia.
- Donde cada uno aporta lo que tiene: la riqueza de su fe, la fuerza de sus convicciones, la palabra de su voz. Una gran riqueza la de la comunidad. Una suerte vivir en comunidad, no sobre todo un pesar, una “penitencia”. El “lote hermoso” que nos ha tocado (Sal 15,6) y del que deberíamos disfrutar todos los días.
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SALMO 143,1-10
Martes IV, Laudes
Contenido bíblico
Este es un salmo hecho, como un puzle, con elementos de otro salmo (quizá el Sal 17). Con viejos elementos se quiere construir una idea nueva sobre el cometido de la persona en esta historia. Tiene poco vuelo. Hay que admitir que en un libro tan amplio como el de los Salmos haya de haber piezas de poco vuelo. Esta es una de ellas.
Aun así lo podemos intentar entender como el interés por llegar a vivir un nuevo tipo de sociedad. Ese es el “combate” y bien duro: construir una nueva sociedad sobre el cimiento de la dignidad. Duro combate.
Puede uno echarse atrás al ver la debilidad humana. Pero en esa debilidad, como lo decía san Pablo, anida la fuerza del deseo y desde ahí se pueden ir dando pasos hacia la nueva sociedad, hacia la amistad cívica, hacia la fraternidad igualitaria, hacia le economía de la equidad.
Se cuenta con el Dios que ha “descendido”, que acompaña el caminar humano (para nosotros Jesús). No están solos los humanos en el trabajo de esta ingente tarea.
Todo ello llevará a cantar un cántico nuevo, la alabanza que brota de la comprobación de que el camino humano va a mejor. Así el salmo se convierte en ánimo para el orante: tu comunidad puede ir a mejor, la sociedad puede ir a mejor, la Iglesia puede ir a mejor.
Desde Jesús
La escena final del evangelio de Mateo (Mt 25,31-46) secularmente soporta la denominación de “juicio final”. Sin embargo nosotros creemos que, aunque el autor no cuestione para nada el imaginario del juicio final que le viene muy bien para desarrollar su construcción literaria, yendo más al fondo, se trata de una “profecía ética”: «Mateo evoca aquí la venida del Hijo del hombre para señalar la importancia ‘última’ de los actos de amor, es decir, de la ayuda prestada a los más pequeños». La ética pone a su servicio la cristología y la escatología por lo que «la presencia de Jesús en cada ser humano es la clave de la ética de Mateo».
En consonancia con la línea de esta reflexión, nosotros veremos en esta narración singular el alborear del reino, el momento en que, si se dan las condiciones de amparo necesarias, el reino comienza a funcionar. Adelantando lo que diremos en las conclusiones de este texto podemos decir que tiene que ver con temas relativos a la misericordia económica, a los comportamientos relativos a la solidaridad, a los planteamientos socializadores de los bienes que se tenga. Esta perspectiva económica, en sentido amplio, es decisiva para la correcta comprensión de un texto de componente ético. De lo contrario, tal ética se vacía de contenido.
La nota inicial dice que en la escena se ven concernidas “todas la naciones” (Mt 25,32). Está indicando la amplitud del planteamiento que supera las fronteras de lo religioso. La ética económica de la compasión no es algo privativo de tal o cual religión, sino que afecta a toda persona y de toda persona se espera. Es decir, el alborear del reino no es una cuestión religiosa, sino social.
La figura del rey que habla de “heredar el reino preparado” (Mt 25,34) está indicando que se alude a la finalidad del Evangelio: ¿cómo se hereda el reino? ¿Cuándo la herencia del reino comienza a ser efectiva? La respuesta es clara: cuando funcionan los mecanismos de amparo económico humano. Efectivamente, el paradigma “hambre…comer/sed…beber/forastero…acogida/
desnudez…vestido/enfermedad…visita/ cárcel…visita” dibuja un mapa donde se ordenan las necesidades físicas (hambre, sed, desnudez,) y las sociales (extranjería, cárcel). Hay que decir que la doble serie (física, social) pone el acento sobre la social: extranjería, cárcel. Quizá se esté apuntando al necesario cambio de estructuras sociales para que el reino alboree.
Un dato sorprendente que sugiere una cristología al servicio de la ética es que los agentes de humanidad no lo han hecho por razones religiosas. No han “visto” en el socorrido a Jesús ni a Dios, sino que han visto, simplemente, a la persona necesitada. De ahí su extrañeza y su pregunta: “¿Cuándo te vimos?” (Mt25,37). La razón de la actuación ética es, únicamente, la persona. Por eso, el rey tiene que desvelar el misterio de lo humano: tras toda actuación humanitaria el “beneficiario” no es solamente la persona necesitada, sino que, de alguna manera, se socorre al mismo Dios, o a Jesús que asume aquí la representación de lo divino. Esto es decisivo para configurar una ética económica humanizadora.
El desvelamiento del misterio del socorro al débil es el desvelamiento del misterio del reino: hacer el bien a los hermanos “insignificantes” (Mt 25,40) es hacerlo al Dios que promueve la nueva sociedad del reino. Es decir, contribuir a que los “insignificantes” signifiquen algo es hacer que el reino alboree. Este comienza a funcionar cuando se ponen en pie mecanismos de amparo social y económico que lleven a que toda persona, por razones de dignidad, tenga un sitio justo e igualitario en el banquete de la vida. Esto no va a venir por su pie, sino que es preciso construir estilos de vida económicos y sociales que posibiliten este logro inmenso. Se trata de descubrir algo que pertenece al querer de Dios y que es una conquista de lo humano: la evidencia de que la vida da derecho a la dicha histórica, por muchas que sean las limitaciones con las que se tenga que luchar.
La repetición en la cara negativa del relato con los de la “izquierda” contribuye a ayudar a la comprensión pedagógica del relato y a mantenerlo en la memoria con más facilidad (vv.41-46). La pedagogía negativa que manejan, sobre todo en el v.46, ha de ser traducida hoy por una decidida catequesis en favor de la opción por las pobrezas, dejando de lado el tradicional hincapié que se ha hecho en el tema del juicio como herramienta de conversión por vía del temor.
Orar en comunidad
Lo anodino de este puzle sálmico puede resolverse en una simple lectura a dos coros o en una salmodia común.
Contenido social
Una lectura política de la Biblia podría enmarcarse en la amistad cívica. A. Cortina la definió muy bien: «La amistad cívica no consiste en que los ciudadanos se vayan de tapas, porque éstas son cosas que se hacen con los amigos corrientes, con ésos a los que, según el diccionario, se tiene afecto personal desinteresado que se fortalece con el trato. La amistad cívica sería más bien la de los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a él, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe ya un vínculo que les une y les lleva a intentar alcanzar esos objetivos, siempre que se respeten las diferencias legítimas y no haya agravios comparativos». La ciudadanía tiene la obligación de colaborar en la construcción de ese vínculo común ciudadano Y la Biblia puede ser un aporte.
Una lectura fundamentalista de la Biblia ha sembrado de división y muerte el escenario social. Todavía lo hace. Pero podría leerse, explicarse y ofrecerse de distinta manera. ¿Cómo hacer una lectura de la Palabra que sea “pegamento” de civismo y de unidad entre los humanos? Esa preocupación habría de estar de alguna manera presente en la tarea bíblica: 1) resituando los textos hirientes de la Palabra y retirándoles el marchamo de “Palabra de Dios” que los consagra porque la Biblia es Palabra de Dios en los modos de la palabra humana; 2) potenciando aquellos textos, sobre todo los Evangelios, que tienen por valor innegociable el respeto, la dignidad y la fraternidad; 3) elaborando una espiritualidad social que dimane de los textos que sueñan con la utopía de la nueva sociedad; 4) sin temer darle a la lectura un calado político de amplio espectro.
El Magisterio de la Iglesia Católica habla en sus documentos de crear procesos para el logro de una “cultura del encuentro”. Es otra manera de decirlo. La Biblia que, en otras épocas, ha abanderado divisiones y exclusión social ha de ser releída y reinterpretada en la dirección de la construcción del encuentro social, algo que está en su entraña, más allá de formas a veces discutibles. No tener esta clase de preocupaciones a la hora de la tarea exegética o, peor todavía, menospreciarlas ciñéndose solamente a la “ciencia” exegética es un empobrecimiento, una apariencia de saber.
Puede que a todo este entramado que estamos construyendo se le aplique el calificativo de extrabíblico situándolo fuera de la tarea bíblica. Habrá que reconocer que tal tarea contiene una ineludible razón de humanidad que convierte la pregunta por la construcción de lo humano en tarea primordial de sentido. Dejarla de lado es empobrecer la exégesis y, peor todavía, faltar a la tarea que da sentido al hacer bíblico: contribuir a la construcción de la familia humana, el sueño de Dios.
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136,1-6
Martes IV, Vísperas
Contenido bíblico
Este salmo es uno de los más representativos de la época exílica: los exiliados en Babilonia son obligados a cantar un canto de Sión para escarnio de sus opresores. El amor y la nostalgia de Jerusalén se apoderan del salmista.
Podría entenderse este salmo como el de una minoridad obligada: el opresor obliga al oprimido a una minoridad que no desea, pero que sufre.
Ser menor es tratar con la mayor paz posible las vicisitudes de la vida si perder por ello la fe en la bondad del corazón humano. Esto le resulta muy duro al exiliado del salmo. Casi imposible. De ahí la copla ofensiva que canta (“capital de Babilonia, criminal…”) y que se ha suprimido por violenta pero que refleja muy bien el desasosiego del menor obligado a duras condiciones de vida.
Salmo interesante para quien está en la órbita de lo franciscano porque entiende mejor que la minoridad de calidad es aquella que va unida a las dificultades de la vida, a la incomprensión, al poco aprecio, al olvido. Es entonces cuando no habrá que reaccionar ni con nostalgia ni con maldiciones, sino con paciencia y resiliencia.
Desde Jesús
Todos lo sabemos: el perfil evangélico de Jesús está marcado por su “autoridad” (exousia). Autoridad para enseñar, para perdonar, para purificar el templo, para expulsar demonios, etc. Puede ser entendida su autoridad como una experiencia personal que no depende de que sea conferida por otros. Jesús parte de su propia experiencia para ofrecer un perfil nuevo de Dios, para elaborar posturas religiosas alternativas, para dirigirse a quien sufre de manera liberadora.
En realidad, la autoridad de Jesús es una anti-autoridad desde el punto de vista relacional. Al concebir el sueño de Dios, el reino, como el triunfo de la fraternidad igualitaria, de la economía fuera de la lógica del beneficio, de la sociedad nueva que tiene en su centro al frágil, su autoridad para esta clase de horizontes nada tiene que ver con lo que habitualmente designamos con este nombre. Jesús ni suplanta a Dios ni suplanta al otro. Deja que toda persona sea igualmente considerada, más allá de su posición social. La suya es, pues, una autoridad para la igualdad. Lo dicho, una anti-autoridad.
Por lo mismo, su autoridad no necesita una confirmación divina: no es más porque Dios lo consagre, sino porque su entrega es total. La lectura trascendentalista del hecho de Jesús ve en él al consagrado por el Padre; este fundamenta su autoridad. No creemos que esa sea la visión correcta de los evangelios, sino que tal perspectiva dimana de una visión dogmática anterior al hecho de lectura. La ideología se adelanta a la lectura. Si alguien consagra a Jesús, esos son los pobres. Ellos son su consagración y su aval.
La suya es una autoridad sin conflicto porque el mesianismo pobre que postula no entra en litigio con ninguna otra ambición. Que los instalados en el poder, religioso o político, no lo vieran así y lo entendieran como un posible enemigo desvela la equivocada perspectiva que pusieron sobre Jesús, sin comprenderle y sin entender su propuesta de humanidad. Los frágiles sociales no lo percibieron como un ambicioso de poder. Las mujeres no lo vieron como un competidor masculino.
Esta visión contracultural de la autoridad no caló ni siquiera en las páginas del Nuevo Testamento y no se tuvo en cuenta en la génesis y desarrollo del sistema eclesiástico. Pero las semillas de una idea de la autoridad “adespótica” están en el corazón del evangelio. A la hora de analizar textos referentes a la autoridad en los evangelios sería bueno tener en cuenta este trasfondo contracultural.
Orar en comunidad
Lógicamente, este salmo está escrito para ser cantado (de ahí las múltiples versiones que hay de toda índole). Si se lee, se podría hacer leyendo una estrofa cada persona. Así se da impresión de lectura que recuerda la asamblea en torno a la Palabra, principio que une la vida de los dispersos.
Contenido social
El menor (en sentido sociológico) es hoy un sometido por el poder que domina, que excluye, que clasifica, que se impone, que desecha. El poder engendra menores, personas a las que, de una u otra manera, la igualdad les es negada.
Ser menor es quedar despojado de voz. Los que tienen demasiada voz arrebatan la suya a quien menos la tiene, dejándole mudo a nivel social. Ni se escucha su voz ni se escuchará en un futuro. Menor es uno, una, sin voz; un no escuchado.
Y todo ello porque hay una asimetría social: el menor no cuenta, no vale, no es respetado, por los que se erigen en mayores. A costa de los demás. El quid está en el tipo de relación que se establece: los menores son los que sufren la desigualdad en la relación.
Pero ese ser menor es una bomba de relojería: está cargado de anhelo de justicia, de igualdad no concedida, de menosprecio social que pide a gritos otro estilo de sociedad. Por eso, los menores tienen suerte, porque la justicia, el sueño y la utopía están de su parte. Al menor le aguarda una tierra de igualdad, aunque aún haya que recorrer un largo camino de desigualdad.
Por eso, quien se va pasando al bando de los menores, se pasa igualmente al bando de quienes heredan una tierra de futura igualdad, de relación igualitaria. Creer al evangelio que dice que quien se pasa a ese terreno nuevo es alguien con suerte es algo que va en la medida en que se tiene dentro el anhelo de una tierra nueva.
Cualquier acto de igualdad en la relación que se viva es un paso en el largo camino a la igualdad. Al final del camino de la minoridad se halla la igualdad. Estamos en el terreno de las utopías que nos hacen caminar en busca de un sueño
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SALMO 137
Martes IV, Vísperas
Contenido bíblico
He aquí otro salmo de acción de gracias de relevancia menor, eso dicen los autores. Sin embargo es interesante para el tema de la resistencia y de la esperanza. “En la resistencia habita la esperanza”, dice E. Sábato. El orante de los Salmos habría de ser una persona resistente y esperanzada.
Este salmo se articula en tres momentos:
1) Proclamación de confianza en Dios que escucha siempre la oración del creyente.
2) Proclamación de esa esperanzsa ante los reyes, ante los poderes del mundo: se confía en Dios y en el hermano, no en la fuerza y en el brillo.
3) Proclamación de confianza en el amparo cotidiano en los caminos del orante.
En definitiva: es un salmo para alimentar la esperanza y la confianza. Siempre estamos necesitados de ello. Un camino seguro es el de no proyectar nuestra desconfianza: porque al hacerlo la queremos justificar. No desconfiemos de los demás porque nosotros seamos desconfiados. Demos un voto de confianza, demos segundas oportunidades. ¿No es el evangelio una propuesta de segunda y terceras oportunidades (setenta veces siete)? Quizá la esperanza brota en la oportunidad repetida.
Desde Jesús
El tema de la esperanza atraviesa las páginas del Nuevo Testamento y se concentra en un asunto que, para el judaísmo del tiempo es vital: la esperanza mesiánica. Israel siempre ha esperado un Mesías potente y liberador. Al ser un pueblo de reducidas dimensiones, muchas veces oprimido por potencias extranjeras, su anhelo mesiánico ha salido reforzado. Con la declaración de independencia del moderno estado de Israel en 1948, se han visto concretados sus sueños mesiánicos en un escenario político con los resultados, desastrosos, que todos conocemos.
La esperanza mesiánica iba acompañada en tiempos de Jesús de la certeza de que el mesianismo, para que fuera liberador, debía ser potente, económica y políticamente, capaz de expulsar al opresor y de mostrar la soberanía de Israel y Jerusalén sobre todos los pueblos del mundo. De ahí el sentido general de la embajada de los enviados del Bautista Jesús en Lc 7,18ss.
Aunque espiritual, la idea mesiánica del Bautista es heredera del espíritu de Elías: la restauración del yahvismo devolverá a Israel su primacía. Para eso hay que anunciar la purificación por el “fuego” y por la “poda” de los árboles destinados al infierno, el “bieldo” que separará a los fieles de los infieles (Mt 3,10ss). La tradición mesiánica del bajo judaísmo espera a este mesías nacionalista Por eso se le preguntará directamente a Jesús: “¿Eres tú Elías?” (Jn 1,21). Porque Jesús ha tomado un extraño camino: el mesianismo de la pobreza, la compasión, la piedad y la inclusión (Lc 4,14-30). Es perceptible el desconcierto del Bautista cuando envía una embajada a Jesús. Su esperanza mesiánica no concuerda con el pretendido mesianismo pobre de Jesús. Confundido en el mesianismo y en la esperanza: ¿qué hay que esperar? Esa es la cuestión final.
Según Lc 7,22 lo que se debe esperar es un cambio radical de situaciones sociales. Para ello hay que comprender que el discernimiento que conlleva la cadena de comentarios (los que la gente comenta en Lc 7,16-17) empuja a creer que el honor de Jesús como Mesías no está hecho a costa de nadie, sino por la entrega generosa a todos, sobre todo a los frágiles. Mesías pobre para los pobres. De ahí que lo que haya que esperar de este Mesías es que las esperanzas de los pobres vayan siendo realidad sobre todo la de aquellos que han sufrido pérdidas irreparables: ciegos, cojos, leprosos, sordos, muertos, pobres.
Un mesianismo para una sociedad de inclusión, para una economía igualitaria, para una fraternidad social. Ese es el gran sueño de Dios y la intención última del mesianismo de Jesús (Ef 1,10 y Col 1,20 dicen que podemos conocer el secreto designio de Dios: hacer una gran obra de reconciliación en lo creado). No consigna el evangelio la reacción del Bautista y el elogio que Jesús hace de él (Lc 3,24-35) no es suficiente para disipar las dudas.
De cualquier manera, la esperanza cristiana más que escatológica es social: quiere alentar más a una vida en el más acá de la muerte que en el más allá de ella. Eso se corresponde a la certeza de que la fe cristiana es praxis antes que ideología, que el hacer determina el ser. Por eso la mística cristiana apoya todas las esperanzas que tienden a la conformación de una sociedad distinta, igualitaria, social, fraterna y que trate a los débiles con equidad. Construir una fe histórica es la gran tarea de la teología, de la espiritualidad y de la praxis cristiana. Ese es el cimiento de su esperanza.
Orar en comunidad
Por no ser un salmo brillante, aunque es interesante el tema de la confianza y de la esperanza, le bastaría con un recitado. Pero podría una lectora proclamar el reconocimiento de los diosas (estrofas 1ª y 2ª), otra el de los reyes (estrofas 3ª y 4ª) y la asamblea la proclamación de confianza (estrofas 5ª y 6ª).
Contenido bíblico
Ahí está el quid: ¿cómo mantener viva la esperanza en que haga de contrapeso a la incertidumbre de la sociedad gaseosa? ¿Cómo elaborar la desesperanza de serie y las desesperanzas que se van añadiendo en el largo caminar humano? Vamos a tomar un párrafo del librito de M. Zambrano, Los bienaventurados para ahondar en estos interrogantes.
- La esperanza envuelve toda la obra del ser humano, aunque este no se percate de ello. La cuna del ser es la esperanza. Por eso resulta tan definitiva: «Todo lo que el hombre busca conocer, toda acción que proyecta, todo padecer que cae sobre él, toda verdad que le sale al encuentro, es acogido primariamente por la esperanza, sin que ella se dé a ver» (p.136). La esperanza es el lugar de la vida acogida. Por eso, una vida en la desesperanza, en el disgusto, en la crítica amarga y negativizadora no aporta nada al esclarecimiento del camino que hay que seguir.
- La esperanza tiene un apoyo insustituible que, si falla, resulta imposible: «Y en el fondo de esta esperanza genérica, absoluta, podemos discernir algo que la sostiene: la confianza» (p.136). Sin confianza es imposible entender la esperanza. Por eso mismo, generar confianza es posibilitar la esperanza. Una vida urdida en la desconfianza es una vida necesariamente desesperanzada.
- Creemos que vivir en la esperanza es estar siempre en una vida de buen tono vital, optimista, creativo. Pensamos que la esperanza es incompatible con un cierto desaliento. Pero «la esperanza se deja ver como todo lo que alienta constantemente en sus desfallecimientos, en sus atonías». Es pues compatible el dinamismo de la esperanza con una debilidad existencia hecha de desfallecimiento y atonía. No puede ser estas excusas definitivas para apearse del carro de la esperanza.
- El desaliento cerca a quien se esfuerza por leer la realidad de hoy de manera positiva. Pero, dice Zambrano, «la esperanza salta visible en la desesperanza; en la desesperanza y en la exasperación que advienen por un suceso habido en la intimidad del ser entregado a sí mismo, o encerrado dentro de una situación sin salida» (p.136). Quien reflexiona sobre la esperanza ya está construyendo un camino esperanzado; quien intenta sacudirse el yugo pesado de la negatividad, ya es constructor de esperanza, quien emplea palabras de contenido esperanzador ya colabora a la causa del futuro; quien aporta un grano de esperanza a la vida de alguien que lo pasa mal, es hijo de la esperanza.
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SALMO 107
Miércoles IV, Laudes
Contenido bíblico
La acción de gracias sucumbe en este salmo a la lamentación, algo muy propio de muchos salmos. Pedro se puede leer desde otra clave: ¿Cómo poner límite al derrotismo? ¿Cóo mantener viva la certeza de que la nuestra es una vida amparada? ¿Cómo creer de verdad que Dios nunca nos deja de su mano? ¿Cómo tener por cierto que Dios camina a nuestro lado?
El salmista toma tres posturas:
1) Siempre mantendré la confianza por lo que te daré gracias en cualquier circunstancia.
2) Se cita un antiguo oráculo que promete victoria. Nunca se verá defraudada la esperanza del humilde.
3) Aun en la derrota se puede salir a flote con el amparo del Padre y de los hermanos.
Rezar salmos como éste, aunque sea sencillo, habría de ser para nosotros un chute de energía y de esperanza, habríamos de salir de la oración reconfortados y vivos, inmunes al desaliento. O, al menos, más animados y más ecuánimes.
Desde Jesús
La vida humana necesita amparo, aliento porque, con frecuencia, el desánimo atraviesa nuestra existencia. Hay páginas en el evangelio que quieren animarnos y sostenernos en nuestra fragilidad. Quizá sea una de ellas la del pastor en la parábola de la oveja perdida: deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida. Tengamos por seguro que eso no lo hacen los pastores. Un pastor no quiere que se le pierda ninguna oveja porque todas ellas valen dinero. Pero por una no va a dejar a las demás abandonadas en el monte. Las mete en el aprisco y las vigila. Y la que se ha perdido, perdida está. Dice Jesús que Dios no obra así: arriesga en las noventa y nueve y busca a la perdida porque no quiere que nada se pierda. Extraño proceder el de este pastor.
Tengamos en cuenta de que el evangelio se escribe y se lee para ver si modificamos nosotros nuestro comportamiento. Quiere hacernos ver que, por causa de la dignidad de toda persona, de toda creatura, merece la pena intentar que nada se pierda, que todos nosotros lleguemos al mayor nivel de dicha posible,
Este es un ideal que hemos de ayudar a que se cumpla. ¿Cómo podremos ir hoy en busca del extraviado para que no haya pérdidas?
- Mantén la confianza por encima de fallos: porque quien falla no es sólo su fallo; es también la posibilidad de que, en adelante, pueda llevar una vida en mayor humanidad.
- Da segundas oportunidades: porque tendemos a no dar segundas o terceras oportunidades si alguien nos ha fallado. A quien anda perdido habrá que decirle de algún modo: puede intentarlo otra vez porque puedes contar conmigo otra vez.
- Sal de tu zona de confort: ya que si quieres ir a buscar lo perdido hay que abandonar un poco la comodidad, hay que levantarse del sillón en el que estamos apoltronados, hay que animarse a colaborar con otros en el logro lo más pleno posible de una vida humana.
Posiblemente todos hemos sufrido muchas veces el sentimiento de pérdida y creemos que ese ideal evangélico de que nada se pierda no se puede conseguir. Tal vez pensemos que eso está destinado al fracaso más allá de las buenas intenciones. No descreamos de esa posibilidad: siempre se puede hacer algo y, a veces, la vida nos asombra: lo que creíamos que estaba perdido sale adelante y se consigue. No echemos nunca a la esperanza de nuestra casa.
Y el evangelio nos hace una promesa: cuanto más colabores a que nada se pierda, cuanto más generoso y solidario eres, menos sufrirás tú la mordedura del desaliento, más sentirás que tu vida está bajo el amparo del Padre. Si amparas, te sientes más amparado. Esto funciona así.
Orar en comunidad
El tono del salmo es personalista. Bastaría con un recitado o una proclamación sencilla.
Contenido social
Hay briznas de esperanza que pueden ayudarnos a contener el desaliento y el derrotismo:
a) En la vida política: nos es muy difícil verlas por nuestra fuerte desafección y por nuestros posicionamientos rígidos. Pero, a veces, surge una brizna: el 27 de setiembre, el presidente de La Rioja, Gerardo Capellán, del PP, visita la Moncloa. En la rueda de prensa posterior sorprende a media España porque dice que la reunión ha sido cordial y que han hablado de transportes, inversiones y cultura (el tema de las Glosas Emilianenses). Los periodistas se quedan boquiabiertos porque esperaban que siguieran funcionando según la greña habitual. Pero no: políticos de distinto signo puede hablar de asuntos ciudadanos sin destruirse. Brizna de esperanza.
b) En la vida cultural: todos hemos oído hablar de la orquesta West-Eastern Divan promocionada por el judío Daniel Baremboim y el palestino Edwar Said. Siguen dando conciertos a pesar de amenazas, cancelaciones y presiones. Representan a muchos colectivos que creen en la posibilidad de una convivencia, aunque los acontecimientos digan lo contrario. En esa línea están los chef del restaurante berlinés Kanaán, regentado por el palestino Jalil Debit y el judío Oz Ben David. Biznas de esperanza.
c) En la vida religiosa: siempre unimos la esperanza al número de vocaciones; de ahí nuestra desesperanza. Pero se puede ligar a otras cosas. Escribía un religioso un bonito artículo sobre la enfermería en la que vivía con el título “Scala Dei”. Para él, el final de la vida era una ascensión al corazón del Padre. O esto otro: en Villava (Navarra) hay una enfermería de Dominicos en la que han acogido a otra de Claretianos. Son un solo grupo; todo en común. ¿Rentabilizar o brizna de esperanza por el apoyo en la debilidad?
d) En la vida eclesial: hay quienes piensan que esto del Sínodo no va a servir para nada, pero otros mantienen la esperanza y colaboran. Quizá, cuando menos lo esperamos, cuando todo parece terminar es cuando surge una posibilidad. ¿Quiénes somos nosotros para borrar del horizonte de la Iglesia esa esperanza? Los grupos sinodales que persisten contra viento y marea son briznas de esperanza. Quizá el mismo Sínodo lo sea.
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Salmo 145
Miércoles IV, Laudes
Contenido bíblico
Tenemos delante un himno a la confianza en Dios. El orante confía profundamente en Dios. No tiene tan claro que esa confianza cobra rostro en la confianza en el hermano (de quien quizá desconfía). Ahí habrá que trabajar.
Principio general: no confiar en “los príncipes”, en los poderes humanos, en el brillo, en la fuerza, en la opresión. Confiar ahí lleva, más temprano que tarde, a la ruina (estrofas 1ª y 2ª).
1) Hacer justicia y dar pan: Dios lo hace en la medida en que tú das pan y obras con justicia (estrofa 4ª).
2) Liberar, abrir los ojos, endereza, amar en definitiva: Dios hace todo eso en la medida en que un humano lo hace con otro humano (Estrofa 5ª. “Dios aparece cuando un mortal ayuda a otro” (decía Plinio).
3) Peregrinos, huérfanos y viudas se ven socorridos por Dios cuando los socorre un humano (estrofa 6ª). Son el prototipo del desamparo.
4) La conclusión es clara: Dios reina, el reino alborea, cuando el pobre es socorrido (Mateo 25).
La confianza en el hermano es la medida de la confianza en Dios. Ambas se relacionan y se unen. Separarlas es arriesgarse a perderlas.
Desde Jesús
Leer la Palabra con una cierta profundidad demanda leerla con detención, no como una mera historieta. Esto es lo que pasa con la escena del niño perdido y hallado en el templo nos resulta simpática porque termina bien y el niño es reintegrado a la familia. Esto le sirve a la catequesis para hablar de los valores de la familia, aunque aquí no se presenta particularmente diligente. Quizá las cosas van por otro lado.
Pone el autor en boca de Jesús una frase que parece un tanto hiriente: YO DEBÍA ESTAR EN LAS COSAS DE MI PADRE. ¿Qué son “las cosas de mi Padre”? Leyendo el conjunto del evangelio el asunto queda meridianamente claro: que el pobre sea dichoso, que las lágrimas sean atendidas, que la justicia dé un paso al frente y la muerte uno atrás, que el perdón venza a la venganza y que la compasión sea lo primero, etc. Que los valores evangélicos, en suma, vayan adelante. De eso se ocupa Jesús porque esas son “las cosas del Padre”.
¿Cómo podríamos nosotros sumarnos a esa corriente de las cosas del Padre?
- Sensibilicémonos: que nos importen las situaciones de quien está mal, que no nos sean indiferentes las guerras y las desgracias ajenas, que las suframos de alguna manera. ¿Podemos poner remedio sin sufrirlas?
- Informémonos: leamos algún artículo sobre Gaza, el Líbano, Siria, Ucrania, etc. Saber más nos acerca más.
- Impliquémonos: no nos refugiemos en nuestro bienestar, salgamos un poco de la zona de confort, tomemos pequeñas decisiones a favor del otro.
Dice el Papa Francisco una frase luminosa en su última encíclica: «Si nos alejamos de la comunidad humana, también nos iremos alejando de Jesús. Si la olvidamos y no nos preocupamos por ella, nuestra amistad con Jesús se irá enfriando. Nunca se debería olvidar este secreto. El amor a los hermanos de la propia comunidad humana es como un combustible que alimenta nuestra relación de amigos con Jesús. Los actos de amor a los hermanos pueden ser el mejor o, a veces, el único modo posible de expresar ante los demás el amor de Jesucristo» (DN 212).
Orar en comunidad
Al ser un himno, merecería ser cantado. La música de Manzano es vibrante. Hay que dar importancia al aleluya inicial y final como algo envuelto en la más pura de las alabanzas.
Contenido social
La adultez cristiana lleva a ir acumulando experiencias de confianza que hacen de este valor humano y evangélico un detector de adultez cristiana. ¿Qué tipo de experiencias?
CONFIANZA AGRADECIDA. Experiencias de dejarse querer y ser querido. Vivir la benevolencia divina a través de la experiencia concreta de ser querido intensamente por diversas personas, que nos capacitamos mutuamente para querer y sembrar cariño. Al reconocernos bien queridos, nos animamos a amar más y mejor.
CONFIANZA COMUNICATIVA. Experiencias de transmitir y comunicar cariño, quitar miedos, infundir ánimos, transmitir acogida humana y benevolencia divina.
CONFIANZA CRÍTICA. Experiencias de detectar odios que desactivar y agresividades que desarraigar: conjugar la tolerancia con la denuncia de lo intolerable y hacerse voz profética de las personas sin voz.
CONFIANZA CONTRA TODA ESPERANZA. Experiencias de sentirse capaz de sonreír a pesar de los pesares, sobre todo cuando el mal y las ideologías avasallan el interior.
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SALMO 138,1-18.23-24
Miércoles IV, Vísperas
Contenido bíblico
La persona es libre. Pero, a la vez, tiene un agudo sentido de pertenencia familiar, social, religiosa. Somos libres pero decidimos pertenecer. El salmo dice que nuestra primera pertenencia es al Señor. Las otras pertenencias son traducciones de esta otra que está en lo profundo del ser.
1) Primera certeza: el Señor nos conoce por entero (estrofa 1ª) y conoce nuestras sendas, a veces extraviadas.
2) Segunda certeza: Dios conoce lo que voy a decir antes de que la lengua lo diga porque él se halla en nuestro interior (estrofa 2ª).
3) Tercera certeza: Dios acompaña mis lugares cotidianos como presencia que me envuelve, más que como fiscal que me vigila (estrofas 3ª-5ª).
4) Cuarta certeza: Dios me ha escogido desde siempre, somos escogidos de Dios, esa sería una forma de definir a la persona (estrofas 6ª-7ª).
5) Conclusión: los designios de Dios son profundos e iluminan nuestra vida (estrofa 8ª). Que el Señor nos vele en nuestros caminos (estrofa 9ª).
El mejor comentario a este salmo sería el pasaje de Rom 14,8-10: “Si vivimos, vivimos para Dios…”. Una vida envuelta en la mirada amorosa del Padre de Jesús. A ellos pertenecemos perteneciendo a nuestros hermanos.
Desde Jesús
Dice el evangelio continuamente que lo importante es identificarse con los valores de Jesús, que sin esos valores no se puede ser seguidor suyo, y que por ello MUCHOS SE ECHARON ATRÁS. Eso fue algo bueno porque quedaron más claras las cosas. Vieron con más exactitud quien quería quedarse y quien no estaba ya interesado en la propuesta de Jesús. Una fe clarificada siempre es mejor.
Puede ser que nosotros miremos a las comunidades cristianas y creamos, de salida, que ha habido muchos cristianos que se han echado atrás. Muchos que practicaron la fe la han abandonado. En la vida de muchos de nuestros familiares no hay lugar para el componente religioso. Eso ha sido abandonado.
¿Por qué se han echado atrás? ¿Por qué lo religioso no entra en la vida de muchos de nuestros familiares?
- Se ha dado un profundo cambio de valores sociales: el valor religioso no encuentra su nicho en una sociedad secularizada.
- Se vive con más libertad, liberados de la tutela religiosa: esto es bueno. Una fe socialmente impuesta no tiene que ver con la fe de Jesús.
- Se percibe la conexión entre fe y exigencia: no se ha descubierto el gozo de la fe y no se está dispuesto a vivir con las exigencias de la fe.
- La sociedad no se repone del escándalo de la debilidad de los cristianos: hemos de andar aún muchos caminos de perdón y purificación.
No nos quepa duda: esta situación de pobreza y abandono es, por ser más verdadera, mucho mejor que la anterior. Hoy estamos en mejores condiciones para quien quiera vivir la fe de Jesús. No hemos de temer el discernimiento, la purificación y el abandono. Convivamos con quien no cree. La fraternidad y el respeto nos ayudarán a situar mejor nuestra fe.
Dice el Papa Francisco que si se tiene una experiencia personal de Jesús y se vive la fe con alegría la ciudadanía de hoy puede entender qué es ser creyente. Pues bien vivamos la fe con gozo y miremos con aprecio a Jesús. Así no nos echaremos atrás y quizá podamos presentar a los demás una fe de más calidad.
Orar en comunidad
Si no se salmodia, podría leerlo una lectora por su componente reflexivo, aunque el estilo sea hímnico. La lectura habría de hacerse pausada y meditativa.
Contenido social
No nos habría de extrañar que afirmemos que el seguimiento con Jesús es más un camino ético que ideológico, una ortopraxis más que una ortodoxia, una vivencia social más que la posesión de un determinado conjunto de ideas. Si se admite esto, comprendemos muy bien cómo se da entre los cristianos un fenómeno singular: muchos años de vida cristiana, muchos años de sacerdocio o de vida religiosa, muchos años de pertenencia religiosa no logran modificar las opciones básicas del creyente. Si se tiene una visión neoliberal de la economía, ésa visión permanece y se acentúa; si se tiene una idea de sociedad clasista y excluyente, se sigue con esa perspectiva hasta el último aliento; si la ideología moral censura a quienes viven en maneras diversas a las oficiales, se permanece en esa postura aunque se lea el evangelio mil veces; si se piensa que los pobres son una carga insufrible para la sociedad, se sigue con esa idea y, todo lo más, se hacen algunas limosnas para apaciguar la conciencia concluyendo que se es buen cristiano cuando se hace mera caridad. Es decir, la fe pensada no modifica las posiciones vitales existenciales. Los cimientos humanos sobre los que asienta el edificio espiritual siguen siendo los de siempre, desconectados del evangelio.
Por eso mismo muchos cristianos no encajan la insistencia en el componente social de la fe, les parece inaceptable que en la catequesis o en la predicación se hable “de política” y creen firmemente que lo religioso debe estar sujeto al estricto ámbito de lo privado y, más aún, de lo apartado de la sociedad. Piensan, quizá, que esa es la manera de preservar mejor la fe. Los mismos dirigentes animan, a veces, a esta visión des-socializada y des-politizada de la fe, aunque ellos, a otros niveles hagan política y tengan opciones sociales y económicas determinadas. Sancionan negativamente a quien tiene debilidades ideológicas o morales, pero no lo hacen, a veces incluso premian, a quienes tienen dudosos comportamientos sociales y políticos.
El cristianismo adulto percibe que en el ámbito de lo social y aun de lo político se juega gran parte de la verdad del seguimiento con Jesús. Por eso mismo trata de ir elaborando caminos éticos que conformen la base sobre la que se asiente el edificio de la espiritualidad. De tal manera que la ética viene a ser la verdadera medida de la espiritualidad. Más aún, el creyente en las afueras apunta cada vez más a una ética de mínimos, a planteamientos de comportamiento elementalmente humano. Y deja para un segundo momento la ética de máximos que se propone en no pocas páginas del evangelio.
Todo esto equivale a decir que el verdadero credo de quien transita las afueras de la fe es más ético que teológico, más social que religioso, más económico que piadoso. En ningún caso se trata de menospreciar la ideología, también necesaria. Sino que sería cuestión de ponerla al servicio de la ética, verdadero baremo de la experiencia creyente en Jesús de Nazaret. En él vemos que su sistema de pensamiento religioso es mínimo, común a cualquier religión, salvo peculiaridades. Pero lo que atraviesa las páginas del evangelio es la ética, la relación, el comportamiento solidario y la respuesta compasiva que uno va elaborando cuando tiene a los frágiles delante. De ahí que la misericordia sea el eje ético del evangelio y el componente esencial del hecho de Jesús.
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SALMO 142,1-11
Jueves IV, Laudes
Contenido bíblico
Todos los autores coinciden en decir que este salmo es la última de las lamentaciones del Salterio, género muy abundante en él. Se añora la restauración de la persona, en su salud y en su honor. Ser alguien con vida nueva ese es el anhelo.
Pero nosotros queremos enfocarlo desde un lado secundario. Se dice en la estrofa 5ª: “Indícame el camino que he de seguir”. Saber el camino es saber moverse con sentido por la vida. El camino es el sentido. Eso quiere iluminar el orante.
- La persecución peor es aquella que nos sume en las tinieblas. El sentido se nubla cuando uno se siente perseguido. Los caminos en paz son lenguaje del reino.
- Ser anhela el sentido del camino cuando se tiene sed de Dios como tierra reseca: él puede saciar la sed de sentido que necesita el corazón.
- Para andar por el camino con sentido que Dios no esconda su rostro, que se muestre con la mayor claridad posible en la oración y en la vida.
- Dios guiará al orante por tierra llana, por caminos asequibles, por sendas transitables.
- Mientras haya vida habrá deseo de caminar ante la presencia del Dios que hace camino con nosotros.
Esta espiritualidad del camino es una espiritualidad de vida porque todos estamos en la senda de una vida que anhela la plenitud. Salmo para orantes, salmo para caminantes.
Desde Jesús
Los evangelios de la infancia del evangelio de san Lucas son construcciones literarias, más que históricas, que pretenden ofrecernos un mensaje a través de una narración. Dice el texto que MARIA SE PUSO EN CAMINO.
En aquella época viajar no estaba siempre bien visto. Menos, cuando se trataba de una mujer sola. Y peor aún a una zona montañosa. Hay en la fe de María una actitud empoderada para emprender caminos. Mujer de caminos, como lo será también su hijo. No le puede la comodidad, ni el temor, ni el qué dirán. Se lanza al camino con la certeza y la osadía de quien sabe que llegará a su meta.
María, la caminante, es inspiración para que nosotros vivamos una fe en camino. ¿Cómo hacerlo?
- Seguir al Jesús de los caminos: lo que implica vivir la cultura del encuentro, acoger e integrar a los inesperados hermanos que vienen a nosotros, interesarnos por los derroteros que va tomando nuestra sociedad y nuestro mundo. Colmar el foso que aún persiste entre fe y vida.
- Una Iglesia de caminos: más que de gentes de Iglesia, habríamos de ser gente de caminos. Más que una organización sólida, buenos samaritanos en los caminos de la vida. Más que un grupo de relevancia social, una casa que acoge a quienes caminan.
El papa Francisco habló mucho en su día de una Iglesia en salida, una Iglesia de y para caminantes. Quizá lo hayamos olvidado. Recordémoslo para hacer de este tiempo nuestro un tiempo de caminos. Cáritas nos suele recordar que los caminos están llenos de viandantes que necesitan amparo y que nuestro planeta es, todavía, un planeta de náufragos. Miremos a quienes caminan. Hagamos un tramo con ellos. En más importante el caminar que la meta.
Todos sabemos aquella cancioncilla de Machado que Serrat popularizó: “Caminante no hay camino…”. Sí que hay caminos delante de nosotros: una fe empática y social, una Iglesia amparadora, una Navidad con quienes transitan por senderos difíciles. Lo que importa es que nos animemos a viajar por esas sendas. Que María y Jesús, gente de caminos, cambien nuestra fe algo apoltronada por una fe de caminantes, de personas que viven su fe con intensidad en la vida diaria.
Orar en comunidad
Al carácter lamentatorio le va bien un recitado sencillo o una proclamación pausada. También se podría hacer leyendo una estrofa cada persona y poniendo un poquito de silencio entre una y otra. Siempre con la intención de que estos salmos que leemos tantas veces entren en el corazón.
Contenidos sociales
La propuesta de Jesús apunta a nuevo horizonte humano, a una sociedad alternativa. A muchos cristianos esto les parece poco. Creen que si no entra en la propuesta de Jesús el tema de la salvación eterna la cosa está coja. Pero, en realidad, lo dicho es, justamente, la senda de toda salvación. Además, se aduce como argumento en contra que muchos filósofos, pensadores, filántropos, personas lúcidas han tenido y tienen sueños similares. ¿Es argumento en contra o a favor? Jesús se suma, se encarna, en la gran corriente del caminar humano hacia su plenitud. No se diferencia de las grandes personas de la historia por lo que le distingue de ellas, sino por lo que le une a ellas. Su asumir el fondo de lo humano lo une a la gran fraternidad de las personas en su lado más humanizador. No es Hijo por su diferencia con lo humano, sino por su hondísima comunión con ello. Y tampoco se puede aducir que una manera tal de entender la propuesta de Jesús sea algo carente de fe. No, es una propuesta de honda fe en los planes de Dios sobre lo humano, aunque no pide, de inmediato, como respuesta los modos religiosos. Quizá por estas sendas se podría superar algo el descrédito social que sufre la realidad de Dios.
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SALMO 146
Jueves IV, Laudes
Contenido bíblico
El salmo es música y la música es consuelo y cauce de oración. Muchos son los motivos por los que este himno invita a cantar, a hacer música:
1) El primer motivo es la vuelta del exilio y la reconstrucción de Jerusalén. Y lo mismo si se habla de los corazones destrozados: Dios nos restaura en nuestras heridas humanas.
2) El segundo motivo es la hermosura del cosmos del que la persona participa.
3) El tercero el sostenimiento de los humildes por parte de Dios, sus predilectos.
4) El cuarto es la generosidad del Dios providente que da lluvia, hierba, alimento para todo ser creado.
5) El último motivo es la defensa que Dios hace de la persona contra el mal.
Quizá sean motivos que haya que reorientar con la espiritualidad evangélica pero que indican que quien ora con los salmos se sabe con suerte por el acompañamiento y la generosidad de Dios. Desde ahí habría que mirar la vida como el gran regalo de Dios: “Gracias, Señor, porque me has creado”, decía santa Clara.
Desde Jesús
No es difícil reconocer que una parte notable de los textos bíblicos, tanto del AT como del NT, están escritos para ser cantados: la mayoría de los salmos, los oráculos proféticos, los poemas sapienciales, etc. Los cantos de los escritos paulinos o del Apocalipsis demandan ese mismo tratamiento. Si la Palabra, en parte notable, fue escrita para ser cantada, se comprende fácilmente que el lenguaje de la fe asume las melodías.
Cantar la Palabra garantiza la calidad del canto de fe con el que se ora. La persona del cantor o de la asamblea quedan absorbidas por el canto mismo y sus lenguajes se funden en uno solo. Permanece lejos el peligro de apropiación o de utilización a gloria del cantor y permite desarrollar cuanto se quiera el componente de la belleza musical que se suma a la lírica del texto. De la Palabra, ciertamente, todo son beneficios siendo el más inmediato la identificación de la búsqueda espiritual del creyente con el texto bíblico. Dos caminos que confluyen en el lenguaje cantado.
La teoría de los géneros literarios bíblicos, aceptada ya desde hace décadas, ha subrayado la especificidad de los cánticos bíblicos reconociendo que todos los géneros líricos están profusamente representados en la Biblia, tanto en el AT como en el NT (en este de manera más comedida). Muchas de estas formas literarias son patrimonio de la literatura universal.
Ya hemos dicho que los Salmos son, en su mayoría, piezas para ser cantadas. Devolver a algunos salmos su naturaleza musical sería una forma óptima de recuperación del lenguaje de la fe cantada. Esta labor podría hacerse tanto en la Liturgia de las Horas como en el Salmo Responsorial de la eucaristía que es casi la única forma que tiene el pueblo cristiano de acceder a los Salmos. Sacudirse la rutina y abrazar la tarea de enseñar a cantar los Salmos sería una aportación beneficiosa a la experiencia de la fe.
Puede que la fragilidad de la fe cristiana de hoy se refleje en la indolencia a la hora de cantar la fe. No es de extrañar porque el canto demanda una actitud interior en estado de poesía y de búsqueda espiritual. Y eso, en la involución en la que estamos metidos, quizá sea demasiado pedir. Cantar la Palabra puede ser siempre un refugio para la fe que busca y un revulsivo contra una manera lánguida de vivir la experiencia cristiana.
Orar en comunidad
Por su carácter hímnico le va bien la música. Internet ofece algunos ejemplos. A veces habrá que recurrir a estas herramientas que nos da la moderna tecnología. Si no, podemos volver al recitado de siempre o a los dos coros que usamos con frecuencia.
Contenido social
Nadie duda de que el canto tenga un efecto liberador. El lenguaje del canto de la fe, por modesto que sea, abre a experiencias espirituales que no están al alcance de la doctrina. Cantar lo que se cree sitúa a quien canta en una actitud de apertura que le predispone a la acogida del mensaje. Es cierto que, quizá también, el canto puede ser enervante hasta el punto de anular la voluntad y la actitud crítica del cantor. Cantar, por extraño que parezca, tiene sus “riesgos”.
Para muchos cantores, incluso bíblicos, el canto ha sido herramienta para hacer presente la utopía del reino y la certeza del acompañamiento de Dios. No ha sido obstáculo que su canto se haya menospreciado o perseguido. Ellos han seguido cantando con libertad, ateniéndose a las consecuencias. Han llevado a cabo, quizá sea un tanto exagerado decirlo, una acción subversiva porque las utopías cantadas lo son doblemente.
Hay quien, vanamente, ha querido silenciar el canto porque esa era una manera de acallar la libertad y su lenguaje reivindicativo. En lo más profundo de las cárceles, en las celdas de aislamiento, siempre terminó por escucharse el canto. En las épocas más duras de la fe, en los exilios, en los momentos de involución, cuando todo parecía estar sometido, el canto no ha apagado sus ansias liberación.
La tarea espiritual de cantar la fe tiene que ver con su futuro. Mientras haya canto, habrá futuro y la noche no podrá engullir con sus sombras el anhelo creyente. Por eso resulta tan importante mantener vivo el lenguaje del canto. Más que un adorno, es una necesidad, un trabajo de supervivencia.
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SALMO 143
Jueves IV, Vísperas
Contenido bíblico
Ya habíamos visto la primera parte de este salmo en los Laudes del martes de esta misma semana. Ahora se repite entero en las Vísperas del jueves. Nos ceñiremos a la segunda parte: las promesas de la Alianza de Dios con Israel. Todas ellas tienen como denominador común la paz y la abundancia:
1) Primera promesa: estabilidad política: victoria de los reyes. El don primordial de la paz, tan escaso en la historia de Israel.
2) Segunda promesa: la libertad lejos de “manos extranjeras”, tan escasa también.
3) Tercera promesa: la descendencia abundante en hijos e hijas, en un contexto de despoblación.
4) Cuarta promesa. Abundancia agrícola: frutos, rebaños, cosechas. Importante en la cultura agrícola.
Es la nueva sociedad, el paraíso soñado, los días gloriosos de la Alianza. Son sueños que la humanidad ha de conquistar poco a poco. Porque la creación es don, pero también es conquista.
Desde Jesús
Para caminar hacia el logro de la nueva sociedad es preciso tener lo más controlada posible la ambición que es lo que desequilibra todo. El evangelio nos habla de la ambición, que viene siempre con nosotros, pegada como una sombra. Los discípulos dejaron muchas cosas al seguir a Jesús (familia, trabajo, posesiones, etc.). Pero no han dejado la ambición, viene con ellos. Siguen a Jesús, pero esperan beneficios. Por eso dice el evangelio que, cuando la madre de los Zebedeos hizo para sus hijos la petición de los primeros puestos, LOS OTROS DIEZ, AL OÍR AQUELLO, SE INDIGNARON. ¿Por qué? Pues porque ellos también aspiraban a esos puestos de honor. La ambición manifestada con toda candidez.
Tendrá que mediar mucha enseñanza y ejemplo de Jesús, mucho discernimiento, no poco sufrimiento para que entiendan, por fin, que el reino de Dios no es para sacar beneficios personales, sino para llegar al bien común de la nueva sociedad. Habrán de entender que seguir a Jesús demanda explícitamente el abandono de la ambición.
Los cristianos albergamos, a veces, grandes ambiciones. Los mismos clérigos, que debería ser más desprendidos son, a veces, paradigma de ambición. Por eso el Papa les anima a huir de la carrera eclesiástica “como de la peste”.
¿Cómo no ser víctima de la ambición? ¿Qué caminos concretos seguir?
- El disfrute sencillo: la ambición se controla mucho si se aprende a disfrutar de las pequeñas cosas que casi todos poseemos. Levántate por la mañana y haz una lista de disfrutes: puedes ver, puedes oír el canto de un pájaro, puedes respirar, puedes caminar, puede desayunar en paz, puedes hablar con tu familia, puede rezar, etc. Disfruta el humilde camino de ser persona.
- Valora al otro de manera nueva: como solemos decir, no por lo que tiene sino por lo que es. Hay un dicho inglés: “Siempre parece más verde la hierba de jardín del vecino”. Ambicionamos lo del otro sin reparar en lo bueno que tenemos nosotros.
- Practica la generosidad: porque ese es el antídoto de toda ambición. Cuanto más generosos, menos peligro de que la ambición te muerda y te devore.
Hay quien dice: es bueno ser ambicioso en la vida, hay que tener grandes aspiraciones. Quizá la ambición sea un dinamismo potente para generar bienes y riquezas. Nos parece algo cuestionable. Pero si fuera una fuerza para trabajar sin descanso por el bien común, por el bien del frágil, esa sería una ambición evangélica.
Corre por las redes un dicho atribuido a san Francisco, aunque no es suyo. Dice: “Tengo pocas cosas y las pocas que tengo las necesito poco”. Una vida de una cierta sobriedad puede ayudarnos a mantener a raya la ambición, a que vaya surgiendo en nosotros una vida de creciente generosidad.
Orar en comunidad
Al ser una acción de gracias tan vibrante le va bien salmodiarlos y, si se tuviera música, cantarlo como se cantan los sueños a los que se aspira.
Contenido social
Un riesgo que hay que sortear cuando se habla de la nueva sociedad es aquel que considera el amparo económico como una realidad menor o incompleta respecto al amparo espiritual. Es lo que glosan ciertos autores descontextualizando textos papales como EG 200 donde se dice que «la opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria». Con ser esto cierto, la el problema de la aporofobia (el odio a los pobres) no se trabaja en modos estancos sino globales, considerando el todo de la existencia y, desde ahí, la necesaria mejora de las estructuras económicas de las que depende la vida humana.
Las nuevas teorías económicas (la economía del bien común, la de la sobriedad feliz, la del decrecimiento, etc.) pueden ser herramientas de amparo que den solidez a los anhelos evnagélicos. La certeza de que las utopías del evangelio se cumplen, aunque sea en niveles aún pequeños, ha de confirmar que los anhelos de amparo social a los que apunta el sueño de Jesús son realidades alcanzables para el trabajo humano.
Hay quien propugna que hoy es el momento de inocular a la economía pura y dura el componente de la humanidad: «Es posible una economía con rostro humano, y esta hora es la definitiva para que seamos responsables por el otro» (B. Kliksberg). Para ello es preciso recorrer un proceso: del homo oeconomicus al homo oeconomicus humanus. Es lo que muchos llaman economía humana, sostenible, racional, etc. «Durante un siglo, la imagen del ser humano racional era el fundamento de su pensamiento. Ahora los investigadores derrumban a este fundamento homogéneo y construyen otro. Uno no tan ordenado y compacto, sino más bien una obra heterogénea llena de imperfecciones, ranuras y grietas. Su ventaja inapreciable es que se aproxima más al mundo económico moderno y nos ayuda a entenderlo y a movernos en él. Los investigadores ya no nos presentan al Homo oeconomicus como un ideal racional que emulamos sin éxito o que rechazamos indignados. Más bien, nos presentan un reflejo en el que nos podemos encontrar, un tipo de Homo oeconomicus humanus. Ya es hora de una revolución desde abajo. Ella hará que la economía vuelva a ser excitante, interesante y cercana a la vida y a la experiencia» (K. Lehmann). Incluso más, es preciso desvelar en tal racionalidad los elementos de una incipiente pero real fraternidad. El texto de Mt 25 y sus instrucciones ya apuntaban a algo de esto en su estrato más profundo. Solamente así puede ir alboreando el reino.
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SALMO 50
Viernes IV, Laudes
Contenido bíblico
Es difícil entender la fe cristiana sin recurrir al sentimiento de pecado. Esto no es solamente ver el pecado cometido, sino también generar una mentalidad, unos sentimientos, un estado anímico que te define, de primeras, como pecador. No se te percibe como criatura fruto del amor del Padre, sino, ante todo, como criatura pecadora. La doctrina del pecado original y de las “fotocopias” ha sido terrible.
El mismo Sal 50, considerado una cumbre dentro de los salmos penitenciales, ha sido leído desde ahí. La primera parte describe la vida en el ámbito del pecado; la segunda en el de la gracia (técnica pedagógica empleada también en Romanos: empezar por lo negativo para construir lo positivo). Pero es la primera parta la que ha prevalecido y ha hecho desaparecer a la segunda. La gracia se ha esfumado; el pecado y su espiritualidad lo han copado todo. Es hora de dar un giro a todo esto.
Como decimos, la primera parte del salmo (estrofas 1ª-5ª) describe el dominio del pecado con el mantra de la culpa-pecado-delito-maldad repetido machaconamente. Esto se ha metido en el corazón de los creyentes (el Papa pide que se rece por sus pecados; Boff se denominaba “teólogo y pecador”). Poco a poco vamos dándole otro giro.
La segunda parte (estrofas 6ª-9ª, la 10ª es un añadido) describe la vida en la alegría de la salvación; algo de eso es la gracia. Una gracia que tiene que ver con la justicia, que no es algo dado sin trabajo. En cualquier caso, Dios no nos quiere “quebrantados y humillados”, aunque sí humildes. Nos quiere erguidos en la altura de nuestra estatura humana, sin ser soberbios por encima de ella. Este salmo ha de ser reelaborado por nuestra espiritualidad cristiana para que no sea más leña echada al fuego de la culpa.
Desde Jesús
Vemos en muchas escenas del evangelio que Jesús ha sido un liberador de la culpa:
- Dice en Lc 14,5 que en sábado también hay que sacar de la zanja a la persona que está oprimida por la ley y por la culpa.
- En Mc 3,5 se insta al hombre de la mano atrofiada a que extienda el brazo (el malo o el bueno), a que desarrolle sus potencialidades liberándose de trabas.
- En Jn 5,1-9 se libera al paralítico de la camilla que lo tenía atado de por vida diciéndole que dentro de él anida la fuerza de la vida.
- En Jn 8,11ss se dice a la mujer sorprendida en adulterio que nadie le condena porque no pesa condena alguna sobre la dignidad creacional.
Definir a Jesús como un “liberador de culpas” sería inusual, pero no inexacto.
Orar en comunidad
Si se hace a dos coros, bien. Quizá se podía distinguir entre la primera parte (una lectora) y la segunda (toda la asamblea) para dar más énfasis a la segunda.
Contenido social
Verse libres de la culpa es, dicho de manera positiva, sentírse llamado a construir un cierto señorío sobre nuestras propias vidas. Para muchas personas, para una notable parte de la humanidad, hablar de señorío sobre sus vidas puede parecer insultante de tan dura y oprimida que es su existencia. Para el resto, sin ser la cosa tan dramática, sin ser algo tan extremo, puede resultar ilusorio hacer la propuesta de un enseñoreamiento del camino histórico. Y, sin embargo, hay algo en las entrañas de lo humano que le hace aspirar al señorío y no al sometimiento. Ni siquiera la culpa de fondo o el pecado religioso añadido logran extinguir ese anhelo.
Pero este señorío, si es que se considera una utopía sostenible, no va a venir llovido del cielo, sino que ha de ser construido pieza a pieza, esfuerzo a esfuerzo, alternando fracasos con éxitos.
El evangelio marca las sendas de lo que puede llevar al señorío de lo humano más allá de la fragilidad. En primer lugar es una cuestión de lucidez ante la evidencia del sistema y nuestra pertenencia inevitable a él. Mientras se le haga el juego al sistema de manera indiscernida, éste se frota las manos. Por eso, todas las sendas sociales “adespóticas”, alternativas, tanto en economía como en pensamiento político son el camino para el señorío. Que el sistema se presente como un torrente que anega el todo de la vida social no ha de ser óbice para pensar que tal torrente puede ser en parte sorteado y con ello, de alguna manera, frenado.
Además resulta necesaria la conciencia de responsabilidad personal y colectiva. Echar el peso de la construcción del señorío a fuerzas ajenas a uno mismo, es inhibirse del trabajo que a cada cual corresponde para que este asunto pueda, siquiera, alborear. El sistema desrresponsabiliza; ahí se halla uno de sus recursos. Y cuando nadie es responsable, el proceso se detiene. Por eso es tan necesario el compromiso privado y el público. Pretender señoríos esquivando la responsabilidad es pretender lo imposible.
Una tercera senda es aquella que humaniza, que sana en la base de lo humano. La preocupación por la humanización es la primera de todo proceso de construcción del señorío y de toda espiritualidad. Una humanización de los sectores más delicados y resbaladizos de la existencia humana, como son los asuntos que tocan a la vida (manipulación genética, ingeniería genética, ética de los límites, etc.), por problemáticos que sean, contribuyen de manera decisiva al enseñoreamiento de la vida.
Finalmente un cuarto camino es mantener viva la fe en las posibilidades de las personas. O lo que es lo mismo: mantener viva la certeza de la bondad esencial de lo humano, por encima del torrente de maldad que anega el caminar histórico. Si se pierde esta fe, hablar del señorío de la vida es impensable.
Puede parece que hablar de “señorío” es algo de una soberbia histórica inaceptable, vista la insignificancia que el planeta tierra representa en el conjunto del cosmos. Pero el anhelo no es proporcional a la magnitud física sino a la del corazón. Y ese anhelo de una vida “señorial” en los límites de la historia es algo permanente en el dinamismo utópico de la vida.
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SALMO 147
Viernes IV, Laudes
Contenido bíblico
Los judíos del posexilio han encontrado en Jerusalén un tema inagotable de espiritualidad. En la ciudad se adensaba la presencia de Dios. De tal manera que el reinado de Dios saldrá de Jerusalén (algo de eso pasa por la cabeza de Jesús cuando sube a Jerusalén en su último viaje y por la cabeza de Pablo cuando, según Hechos, él mismo lleva en propias manos la colecta a Jerusalén). El atractivo espiritual de esa ciudad para un judío resulta sorprendente para nosotros.
Pues bien, Jerusalén es el lugar donde “se anuncia la Palabra”, el lugar predilecto para escuchar el Mensaje. Si no se escuchara, Jerusalén perdería muchos puntos porque en la Palabra sí que se hace más densa la presencia del Señor.
La estructura podría ser:
1) Invitación (Estrofa 1ªab): que Jerusalén se suma a la alabanza a Dios.
2) Cuerpo (Estrofas 1c-4ab): acoger la Palabra en Jerusalén es potenciar el Mensaje.
3) Conclusión (Estrofa 4c): privilegio de Israel.
Desde Jesús
Las palabras de Jesús que nos trasmiten los evangelios desvelan con claridad una vivencia de Dios muy distinta a la del AT y a la del judaísmo de la época. Hay un modo cálido y hasta tierno que ha quedado plasmado en palabras, como Abbá, que se tienen por propias de él. Se han materializado en páginas sublimes para hacer ver que su Dios es un padre que espera y perdona siempre. Se ha regocijado porque Dios se ha volcado en los sencillos dejando de ser patrimonio de los poderosos, tan absorbentes. Lo han pintado como uno que sabe en el fondo de su ser que nunca ha estado solo porque el Padre hacía su mismo camino. Incluso en la ruptura total de la cruz quedaba la certeza de que el Padre amparaba su enorme desconsuelo, aunque no lo percibiera. Un Dios para la ternura; algo así es el Dios distinto de Jesús.
Orar en comunidad
El salmo pide ser cantado o, al menos, semitonado. Mientras se canta de podía encender una vela ante el ambón.
Dimensión social
Ya hemos indicado que creemos que la Palabra se vierte en el lenguaje de los humanos y que, por ello, es preciso atribuirle todas las notas de tal lenguaje, los aspectos luminosos y los más grises. Comenzando por estos, hay que decir que la Biblia ha sido escrita por hombres, con lo que se quiere decir que está afectada de patriarcalismo y machismo. El patriarcalismo se manifiesta en la evidencia de que la indudable presencia de las mujeres está situada en un segundo plano como la cosa más natural. El machismo está sembrado por múltiples páginas de la Biblia con la angelical extrañeza de quien no se siente culpable para nada. Es cierto que las páginas bíblicas contienen semillas de liberación para las mujeres. Pero son eso, semillas que es preciso sembrar en otra tierra, la de la secularidad, para que germinen.
Una de las notas grises que mejor se detectan en la Biblia es su lenguaje violento. Todas las instancias lectoras, aun las de la Iglesia oficial, tratan de minimizar loes efectos devastadores de este componente. Es una de las principales razones que se aducen para abandonar la oración con los salmos, para desautorizar a Pablo y, en parte, al mismo Jesús y para tipificar al Dios bíblico como un Dios violento en general. Hay que volver al planteamiento inicial: esa es la manera de antropormorfizar a Dios de quien tiene por suyo el argumento de la violencia. Ese componente atávico se compagina mal con el Dios de Jesús. De ahí que los textos violentos (Apocalipsis, por ejemplo) tienen un problema con los evangelios. Aun tratando de explicarlos y de entenderlos en su contexto, habrían de ser censurados en el uso espiritual y litúrgico. Jesús mismo parece que también lo hizo. El lector de la Biblia desde la perspectiva de Jesús tendrá que ser “censor”, a su vez, de muchos pasajes de la Biblia.
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SALMO 144
Viernes IV, Vísperas
Contenido bíblico
Este es un salmo peculiar e interesante: un judío perdido en la masa del paganismo, un judío de la diáspora, reflexiona sobre su fe. Y lo hace recurriendo a la imagen tradicional del rey: Dios es un rey que no gobierna al modo de los reyes, sino que es un rey que ama a su pueblo. Un rey amante, uno que gobierna con amor, uno cuyas armas reales son la paz, la concordia, el respeto y el amor.
De manera que podría entenderse como un ”Salmo para verse envuelto en el amor de Dios y para envolver con amor la propia vida y la de los demás”. Ya sabemos que recurrir tanto al amor conlleva el riesgo de banalizarlo. Pero la vida, en el fondo, es un dilema sobre el amor: ¿amas o no amas? ¿Tienes corazón o no lo tienes? Eso es lo que hay que preguntarse cada día.
El salmo tiene un amplio invitatorio como primera parte:
- Me dispongo a la alabanza; toda mi vida quiere ser una alabanza al amor del Padre (estrofa 1ª y 2ª).
- Dios es grande siendo bondadoso, su grandeza se resuelve en el amor a cada creatura (estrofas 3ª y 4ª).
- Ante todo, el Señor es bueno. Vivimos por y en la bondad del Señor (estrofas 5ª-7ª).
- En una maravillosa y maravillada contemplación de Dios se desgranan todas las atribuciones de este rey que ama: es fiel, sostiene al débil, sacia de favores, es justo y bondadoso, es cercano, escucha los gritos del oprimido, guarda la vida de los que ama, etc. (estrofas 8ª-11ª).
- Nunca dejará de bendecirlo (estrofa 12ª).
Toda una hermosa espiritualidad desgranada en el alfabeto hebreo, letra a letra, paso a paso, como quien gusta de la contemplación. Eso es: salmo para contemplar, para contemplativas que vibran por dentro.
Desde Jesús
La mayoría de los grandes tratados sobre el Jesús histórico de los que hoy disponemos no dedican un solo apartado a la fe de Jesús. Hablar de aquel a quien se considera Hijo de Dios como de un creyente se ve obvio, superfluo o, mejor incluso, inapropiado. Aplicar a Jesús los trabajos, esfuerzos y dudas del creer no parece lo más adecuado. Sin embargo, dejar de lado este aspecto no es solamente negar de alguna manera el camino humano de Jesús, su ser persona histórica, sino que es despojarle de su más profundo itinerario interior. Así es: Jesús no es solo creyente para otros, sino también creyente para sí mismo; no solamente ofrece el mensaje a otros, sino que él elabora mensaje para su propia necesidad espiritual. Comprender a Jesús como un creyente no es solo afirmar lo evidente, sino que es asomarse y valorar maravillados los trabajos de fe de quien es revelador de la relación con Dios.
Aunque parezca una obviedad, hay que tener en cuenta que el Jesús histórico no es cristiano en sus elaboraciones de fe, sino judío. Por lo tanto, su camino creyente está enmarcado en la espiritualidad judía. Jesús amaba su religión; nunca renegó de ella; hubiera sido una impiedad inconcebible. Si la cuestiona en determinados puntos, algunos importantes, no fue porque no la amase sino porque, a su juicio, no funcionaba en los parámetros humanizadores de la espiritualidad de la alianza. Pero su búsqueda espiritual, por muy novedosa que se la quiera, habrá de ser compatible con el fondo mismo de la Ley, quizá no tanto con las formas que es donde se sitúa el litigio con el sistema religioso. Otra cosa es la visión que, posteriormente, nos brindan los evangelios tras la caída de Jerusalén y la época de un judaísmo en diáspora y un cristianismo en expansión. La búsqueda creyente de Jesús, como no podía ser de otro modo, se enmarca en el judaísmo muy anterior a Yamnia vivido con amor y cuestionado con sentido crítico. La novedad espiritual de Jesús tiene que ver sobre todo con la profundidad, con planteamientos de fondo.
Algo con lo que los evangelios han tenido que lidiar es con todo el tema del mesianismo porque quizá el mismo Jesús y su entorno han tenido mucho que ver con él. ¿Cómo entender su búsqueda espiritual desde esa perspectiva? Las respuestas son muchas y puede que sean bastantes las que contengan elementos de verdad. Pero creemos que Jesús ha elaborado su fe en el trabajo por configurar, en su corazón y en sus caminos, un mesianismo pobre. Ahí está el quid: para la tradición mesiánica judía, el mesianismo se resuelve en el poder y la gloria ya que ser mesías desde la pobreza es una contradicción en los términos. Algo de eso pasa con la atribución mesiánica de los títulos cristológicos cristianos: se entiende y se celebra a Jesús como mesías de la humanidad desde el brillo y poder religioso, desde el anhelo de reconocimiento por todos los pueblos de la tierra. Si fuera esto así, ¿cómo Jesús habría logrado unir, en su corazón y en su vida, mesianismo y pobreza? Solo se nos ocurre una respuesta: en su convivencia directa con la pobreza, en su opción por escapar de algo que atosiga tanto, hasta entender que en un Dios de pobres y en el fondo último de las pobrezas anida un sueño inagotable de justicia que da sentido a la utopía de los pobres.
Además, es un rasgo del trabajo creyente hacer, de mil maneras, la pregunta sobre Dios, lanzar, desde todos los ángulos, preguntas a Dios, cuestiones que casi nunca tienen respuesta. Los trabajos de fe de Jesús han sustituido las preguntas por la certeza, simple pero sosegante, de que Dios hacía camino con él en cualquier vicisitud por la que pasara su vida. O, al menos, así lo ha comprendido la tradición evangélica cuando, a su manera, nos ha querido abrir un poco la puerta del alma de Jesús. Quizá se dé esta situación porque preguntar a Dios de modo directo, y más si se hace exigentemente, puede parecer una impiedad. Pero la tradición veterotestamentaria está llena de preguntas, a veces duras, a Dios. Da la impresión, incluso en la posterioridad de los evangelios, que Jesús acoge a Dios lejos de las preguntas, con la fe de quien ama sin preguntas y sin esperanzas interesadas. Un Dios que se acepta en un amor que se entiende bueno y liberador, todo bien.
Cuando se analizan los trabajos de fe de Jesús, y extrañamente a la realidad social y religiosa de la época, se percibe un estilo de fe que podríamos decir secular, poco religioso. Es verdad que, según los evangelios, Jesús ora, aparece por la sinagoga y el templo, respeta la normativa religiosa y las tradiciones aunque cuestione, a veces, su inhumanidad, etc. Pero no se respira un ambiente religioso, sino más bien laico. No se percibe a Jesús como un recitador de salmos o un inventor de oraciones. Sus experiencias primigenias, como la del bautismo, no son propiamente religiosas, sino de contenidos sociales. Sorprende este componente de laicidad que haría parte de la primera experiencia, aunque luego tomará otros derroteros.
La fe de Jesús apunta a la verdad de la persona, a lo que es uno realmente ante Dios, no a lo que su vida tiene de representación en el escenario social. Por eso, con su manera de creer, hizo ver a quienes eran tenidos por descreídos que su no-fe era algo de más calidad que la pretendida fe de quien se situaba en el sistema. Su manera de creer abrió una puerta a la supuesta increencia de los excluidos del sistema. Hizo ver que la mística, el amor que anhela, no es patrimonio de la religión, sino que pertenece al tesoro de la vida, por muy herida que esta se halle. Esta increíble novedad abre un camino a los comportamientos del grupo de Jesús en una sociedad como la nuestra.
Orar en comunidad
Por su componente hímnico le iría muy bien ser cantado de manera vibrante (hay algún vídeo en que se canta). Pdero también podría ser recitado. ¿Cómo tener en cuenta de que es un salmo especial para contemplativas?
Contenido social
Los cristianos vivimos también en una especie de diáspora en la ciudad secular. ¿Cómo pensar ahí la fe? No cabe duda de que en las últimas décadas hemos evolucionado en la iglesia católica en el tema de la misión cristiana por más que la vieja teología siga vigente. Se ha debilitado a nivel de pueblo cristiano, no tanto a nivel de dirigentes, la idea de iglesia verdadera y, por eso mismo, ya no es tan virulento el afán de imposición de la fe que ha sido imperante en otras épocas de la iglesia. La globalización y sus relativismos nos han hecho ver que la pretensión única de verdad y el desmedido afán por conseguir adeptos no es un camino de futuro, aunque tenía que habérnoslo hecho ver el evangelio. Que otras religiones sigan el viejo camino no habría de hacernos titubear en el anhelo de dar un giro a la llamada misión cristiana.
Ha tenido que ser el máximo dirigente de la iglesia católica quien haya dicho que el proselitismo no tiene que ver con la fe de Jesús. Esta valoración lleva implícita la aceptación de que mucho de la obra misionera de la Iglesia hunde sus raíces, justamente, en un trabajo, más o menos explícito, de proselitismo. Hay que preguntarse si la doctrina recurrente del “primer anuncio” no tiene realmente esas raíces. No resulta fácil a una religión como la nuestra que tiene en sus genes la militancia, encontrar caminos alternativos a un proselitismo desfasado sin caer en la apatía de que ya no se haga la propuesta de la fe.
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SALMO 91
Sábado IV, Laudes
Contenido bíblico
Este salmo pertenece a la colección 90-99 que eran una especie de manual de oración para quienes moraban en el Templo. Este salmo canta el gozo de una vida ordenada a la alabanza: quien tiene vocación a la alabanza es un privilegiado de la fe, siempre que esa vocación esté realmente cultivada.
Es más cuestionable en el salmo el tema de los malvados que no tiene capacidad para digerirlo. Por eso, cuando se ore hoy con este salmo habrá que tener en cuenta eso. Prácticamente te aconsejaría suprimir las estrofas 3ª y 4ª (recordemos el dicho de Platón: “las palabras que no son verdaderas hacen daño al alma”).
La estructura podía ser:
1) Himno (Estrofas 1ª-2ª): el gozo de una vida ordenada a la alabanza.
2) Imágenes (Estrofa 3ª-4ª: la hierba de los malvados, se suprime: estrofa 3ª; la palmera del justo: estrofa 4ª).
Desde Jesús
La confianza y la alegría son los verdaderos cimientos de quien quiere recorrer la senda de la Palabra. Para llegar a esa alegría honda el salmo dibuja todo un itinerario: primero, el corazón; apuntar lo profundo a lo vital, no solamente ni sobre todo a las ideas, a las normas, a las directrices; la adhesión al Padre y a Jesús es cuestión de corazón, de hondura, de mismidad. Luego, la meditación, la reflexión, el ahondamiento, la contemplación, el rumiar, el darle vueltas sin descanso, el mirarlo desde todas las perspectivas, el aprender los mil rostros de la Palabra, el quedarse, el orar estando, el aquietarse, el estar vivos ante Él. Y finalmente, los labios, la alabanza gozosa, deseada, querida, mimada, con aliento dentro, como algo que se hace en el deseo más vivo; una alabanza con alma, con fuste, con anhelo, sin desganas, sin tanto bostezo, sin aburrimiento, sin distracciones fruto del cansancio, sin rutina extenuante. Una alabanza tan mezclada a la vida que se palpa la vida en ella latiendo. Y, andando este camino del corazón, la reflexión y los labios, se llega a esa alegría honda, inarrebatable, extrañamente nuestra, capaz de tenerla por compañera incluso cuando las cosas no van bien. Cuando el salmo dice que su alegría son las obras de tus manos, así lo cree porque experimenta el gozo de la Palabra en modos tangibles, porque nota en sí mismo/a cómo andar en la Palabra le deja contento/a.
Orar en comunidad
Al salmo le va bien el canto (hay versiones) o un semitonado en tono mayor.
Dimensión social
Yendo a niveles elementales, el mensaje evangélico se frustra porque no existe preocupación pedagógica. Esta es aquella que tiene como deseo vivo que, en primer lugar, el mensaje se entienda y, en segundo lugar, entre no solo en la cabeza sino también en el interior de la persona. Muchos templos no son propicios para el primer supuesto y las toses, sonidos de móviles, gente que llega tarde, etc., no ayudan tampoco para el segundo. La participación de los laicos en las lecturas es un paso necesario. Habría que animarles a que se preparan las lecturas porque, con frecuencia, contienen términos y expresiones difíciles. No es de recibo responder con entusiasmo “¡te alabamos, Señor!” sin haberse enterado del contenido por el que decimos alabar a Dios. Los lectores y el predicador han de tratar de “seducir” al auditorio para que se logre el primer paso del comino dialógico del mensaje cristiano.
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SALMO 8
Sábado IV, Laudes
Contenido bíblico
Este salmo es un himno teológico: se canta la naturaleza como camino hacia Dios. La naturaleza es lenguaje de Dios. Se ensalza a la naturaleza para llegar a ensalzar a Dios. Esa es la preocupación espiritual del orante.
Pero hay un tema sembrado en el salmo qe nos interesa porque no es habitual: el tema de la dignidad humana (“lo coronaste de gloria y dignidad”). Podría denominarse “salmo de dignidad”. Subrayamos esto porque no suele ser un tema habitual en la Biblia. La dignidad humana lleva a Dios más que cualquier otra creatura.
Esta podría ser la estructura:
1) Estribillos (Estrofas 1ª y 6ª): invocación al Dios a quien se quiere alabar.
2) Relativizar (Estrofa 2ª): el tema de los enemigos, del adversario. Si se suprimiera esta estrofa, mejor.
3) Cuerpo del himno (Estrofas 3ª-5ª): la naturaleza y la dignidad humanas sendas que llevan a Dios
Desde Jesús
Por más que el término “dignidad”, como tal, no aparezca en los evangelios, el concepto de dignidad común es esencial. De no ser así, ¿en base a qué va a hacerse la propuesta a gente marcada? En el grupo de Jesús hay personas ambiciosas, violentas, corruptas, desconfiadas, capaces de traicionar, etc. Si a ellas se les propone la oferta es que Jesús salta el muro de la debilidad moral y conecta con la dignidad de fondo que hay en toda persona. Por eso, toda persona, por el mero hecho de serlo, es candidata al programa. No hay una teoría evangélica explícita sobre la dignidad. Pero su siembra es en ese campo lo que da una idea de cómo Jesús pudo forjar un hermoso mecanismo de inclusión.
Ya hemos indicado que esta propuesta basada en la dignidad ha saltado el muro de la moralidad. Al evangelio, lógicamente, le interesa subrayar el valor del buen comportamiento moral. Pero eso no impide que la oferta del programa se haga a personas de dudosa vida moral o directamente inmoral. El evangelio no es para buenos, sino para gente animosa. El tratamiento de lo moral vendrá después. Saltar ese muro ha tenido que ser un gran esfuerzo espiritual para Jesús, perteneciente a una cultura de fuerte componente moralista. De hecho, en los evangelios siempre persigue a Jesús un cierto menosprecio por su supuesta laxitud en temas de moral, lo que le hace granjearse fama de “comilón y borracho, amigo de pecadores” (Mt 11,19). El hecho religioso refuerza el moralismo; saltarse éste era saltarse aquel. Con esta clase de mecanismos se hacía posible la inclusión de los rechazados por cualquier normativa moral. De lo contrario, el muro siempre estaría ahí.
Orar en comunidad
Le va bien el canto (hay músicas). Si se hace semitonado, en tono mayor.
Dimensión social
El teólogo J. Sobrino fue quien, en su día, acuñó la expresión “santidad de vivir” y quien dio una hermosa definición: «Me gusta pensar que en la decisión primaria de vivir y dar vida aparece una como santidad primordial, que no se pregunta todavía si es virtud u obligación, si es libertad o necesidad, si es gracia o mérito. No es la santidad reconocida en las canonizaciones, pero bien la aprecia un corazón limpio. No es la santidad de las virtudes heroicas, sino la de una vida realmente heroica. No sabemos si los pobres que claman por vivir son santos intercesores o no, pero mueven el corazón. Pueden ser santos pecadores, si se quiere, pero cumplen insignemente con la vocación primordial de la creación: son obedientes a la llamada de Dios a vivir y dar vida a otros, aun en medio de la catástrofe. Es la santidad del sufrimiento, que tiene una lógica distinta, pero más primaria, que la santidad de la virtud».
Hablamos de “santidad primordial”. Cuando oímos hablar de santidad el vocablo nos lleva inmediatamente a los santos de los altares. Pero estamos hablando de otra cosa. Hablamos de amor a la vida, de deseo de dicha, de vida con sentido, de entregas humildes pero básicas, de solidaridad en las situaciones de pobreza más elemental. Pensamos que, quizá, hasta el vocablo “santidad” le va mal. Es algo primario, que brota sin más, como una respuesta natural al dolor ajeno.
Por eso el santo que vive y hace vivir no se pregunta si eso es “virtud u obligación”, posiblemente ninguna de las dos cosas; ni “libertad o necesidad…gracia o mérito”. No se hace esas preguntas: vive y ayuda a vivir porque le brota de dentro, como algo natural, si saber de qué fuente. El que sea una santidad tan “inconsciente” no la hace menos hermosa. Se extrañarían si les preguntaran por qué lo hacen. No tendrían respuesta y se quedarían incluso confundidas. Hay que hacerlo porque hay que hacerlo, sin más.
Es evidente que no se vea en esta entrega al frágil “la santidad de las canonizaciones”. Ese es otro cauce. No lo hacen por Dios, sino por la persona débil, por ellos mismos que se ven en la debilidad de la persona caída, por la dignidad humana del caído y por la propia. El que lo hagan “sin reflexión”, el que se quede la cosa sin reconocimiento, no priva de hermosura a su obra. Y, desde luego, “bien la aprecia un corazón limpio”. Porque siempre habrá gente que lo aprecie, aunque no se lo diga, aunque no tenga publicidad ni relevancia. Para quien recibe ese amor humilde, esas personas serán “santas”, siempre estarán en el corazón. Y si no se les aprecia, siguen siendo “santas”.
Lógicamente “no es la santidad de las virtudes heroicas”, nunca se hará sobre ellas un Decreto que lo pruebe. Pero encierran “una vida reamente heroica”. No hacen milagros que interrumpen el curso de los acontecimientos, pero sí que obran el gran milagro de que la vida sea un poco más digna y más humana. Por eso, nunca recibirían el calificativo de héroes, no saldrán en la prensa, pero su buen hacer queda en el fondo del tesoro de la vida.
Nadie rezará ante ellos, no serán santos “intercesores” pero mueven el corazón humano y desatan la ternura del mismo Dios que reconoce en ellos, más allá de la bruma, a sus hijos queridos. Nadie les pedirá gracias y dones. Pero ellos, por su cuenta, han derramado el don del amor en el pequeño recipiente del pobre socorrido. Por eso, aunque ellos quedarían asombrados por ello, son ejemplo de humanidad y de fe, como aquel samaritano compasivo del que habló Jesús con tanto acierto.
Es verdad que son “santos pecadores” porque la limitación acompaña sus vidas y no están libres de pecado. Quizá ellos son los primeros en reconocerlo porque palpan a diario sus limitaciones. Pero cumplen la vocación básica, la de “crecer y multiplicarse” no solo en número, sino, sobre todo, en bondad. Así, sin pretenderlo, obedecen “a la llamada de Dios a vivir y dar vida” que es la auténtica vocación humana, el cimiento donde se asienta toda otra vocación. Y esto lo hacen “en medio de la catástrofe”, en los escenarios de mayor pobreza, allí donde la vida grita su necesidad.
Esta podría ser llamada también “santidad del sufrimiento” porque la respuesta que da al sufrimiento ajeno desvela la enorme talla moral de esa persona. No está opuesta a la santidad de la virtud porque esta se ocupa muchas veces del sufrimiento de los demás. Pero lo suyo no es ahondar en el cielo de lo divino, sino en el abismo de lo humano.
CONCLUSIÓN
Hemos llegado al final de un largo recorrido. El libro de los Salmos es extenso e intenso. Hacer un Curso como el que hemos hecho en cuatro etapas deja ver la adultez de quien recorre un largo camino.
Se alimenta así la vocación al Salterio, vocación que puede ser añadida a la de la vida religiosa o a la contemplativa. Son cosas perfectamente compatibles.
Para tener y cultivar la vocación al Salterio hay que enamorarse de los salmos, de su brillo secreto y de su fuerza escondida. Los Salmos habrían de producir el gozo personal de quien ha encontrado la perla escondida en el campo.
Si esto ocurre, el camino a seguir es claro: seguir ahondando, contemplado y orando con los salmos sin desfallecimiento y sin caer en la rutina. El camino de los Salmos es tan largo como el camino de la vida.
Demos gracias a Dios por el don inmenso de su Palabra y, en concreto, por la perla del Salterio. Démonos gracias unas a otras por ayudarnos a gustar los Salmos en la oración común y en la reflexión.
ÍNDICE
Presentación…………………………………………………………………. 3
Salmo 8 ………………………………………………………………………… 83
Salmo 50 ………………………………………………………………………. 70
Salmo 89 ……………………………………………………………………….. 25
Salmo 91 ………………………………………………………………………… 81
Salmo 100 ……………………………………………………………………… 34
Salmo 107 ……………………………………………………………………… 50
Salmo 109,1-5.7 …….……………………………………………………… 18
Salmo 111 ……………………………………………………………………… 21
Salmo 117 ……………………………………………………………………… 12
Salmo 121 ……………………………………………………………………… 4
Salmo 129 ……………………………………………………………………… 7
Salmo 134,1-12 ……………………………………………………………… 28
Salmo 135 …………………………………………………………………….. 31
Salmo 137 ……………………………………………………………………… 46
Salmo 138,1-18.23-24 ……………………………………………………. 57
Salmo 136,1-6 ……………………………………………………………….. 43
Salmo 142,1-11 ……………………………………………………………… 61
Salmo 143,1-18 ……………………………………………………… 38 y 67
Salmo 144 ……………………………………………………………………… 76
Salmo 145 ……………………………………………………………………… 54
Salmo 146 ……………………………………………………………………… 64
Salmo 147 …………………………………………………………………….. 74
Salmo 150 ……………………………………………………………………… 15
Conclusión …………………………………………………………………….. 88
Índice …………………………………………………………………………….. 88