ESEF 2020-2021
VER EL MUNDO CON LOS OJOS DE
FRANCISCO Y CLARA DE ASÍS
Todos los carismas de la Iglesia tienen un gran valor. Pero hace ya tiempo que se nos dijo que “los Institutos tienen que reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy” (VC 37). Es que la opción cristiana no nos saca del contexto social del que hacemos parte; por el contrario, nos anima a mezclarnos al caminar de las personas con más intensidad. Ser franciscanos/as no nos exime de ser ciudadanos/aas. Además, la responsabilidad ante el otro se concreta en nuestra responsabilidad social.
Es que el seguimiento con Jesús tiene dos componentes entremezclados, el místico y el político. El místico es todo aquello que nos lleva a contemplación del rostro de Jesús: la Palabra, los sacramentos, la oración, la celebración de fe, la espiritualidad carismática. en nuestro caso el franciscanismo. Y el componente político es lo que hace referencia a nuestro ser en el mundo: la participación ciudadana, el compromiso cívico, la amistad social, la ecología, la preocupación real por la suerte de los empobrecidos, etc. Ambos elementos, el místico y el político, han de estar presente, y lo más equilibradamente posible, en todas las opciones dentro de la vida cristiana.
Más aún: un presencia casi exclusiva de lo místico nos ha podido llevar a creer que los aprendizajes sociales no encierran carga inspiracional, que de la sociedad no podemos aprender nada para nuestra opción de vida cristiana. Pero eso no es así: una parte notable de nuestro bagaje inspiracional lo adquirimos por los aprendizajes sociales, por lo que la sociedad nos va enseñando: mucho de lo que sabemos del amor, de la relación, de la economía, de la salud, del respeto, etc. lo aprendemos por caminos sociales. La sociedad nos ayuda en nuestro camino cristiano y se convierte en escenario de la verdad de nuestra fe. Apartarse de la sociedad es empobrecer la fe.
Dice el papa Francisco en EG 231: “La realidad es superior a la idea”. Es decir, la que manda es la realidad. El edificio ideológico ha de estar a su servicio, para iluminar, orientar, acoger la mera realidad. Por eso mismo, una lectura social del carisma franciscano quiere ser algo rendido a la realidad tal como es para tratar de influir en ella para su logro y beneficio. En este curso miraremos al mundo no solo para ofrecerle la espiritualidad franciscana, sino también para aprender franciscanismo de él.
A Francisco y a Clara no se les suele aplicar el calificativo de “ciudadanos”. Pero, desde su opción de itinerancia, minoridad y pobreza contribuyeron de manera decisiva en su época a la construcción de la arquitectura ciudadana. Y ellos mismos fueron moldeados por la época en la que vivieron y de la que tomaron orientación para sus anhelos espirituales.
Quiere ser este Curso un intento de mirar nuestro mundo de hoy con los ojos de Francisco y de Clara para entenderlo mejor, amarlo más, aprender de él y verter ahí, como una dádiva, la hermosura del carisma franciscano.
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LEER SOCIALMENTE/LEER ESPIRITUALMENTE
- 1. Lo que vemos
Aunque hay quien dice que cada vez leemos menos, lo cierto es que, a lo largo del año pasan por nuestras manos muchas publicaciones de toda índole. Quizá han terminado los tiempos en que se hacía “lectura espiritual”, pero seguimos leyendo libros de espiritualidad y de franciscanismo. Creemos que ese tipo de lecturas resulta imprescindible para mantener verdeante la ilusión por nuestro carisma. No leer, menospreciar la lectura, es empobrecerse.
Por nuestra condición de religiosos es, quizá, más probable que no leamos tanto, o poco, libros sociales, textos laicos que nos expliquen de una manera u otra cómo va caminando la sociedad en este hoy. Pero sería bueno incorporar a nuestra formación permanente un hábito de lectura mantenido, incluyendo lecturas sociales. ¿No aportaría una visión del mundo que nos espera el grueso libro de la estadounidense S. ZUBOFF, La era del capitalismo de vigilancia? ¿No ayudaría a entender mucho de la realidad latinoamericana la novela del peruano VARGAS LLOSA Tiempos recios? ¿No ayudaría al tema de la belleza leer alguno de los poemarios del uruguayo M. BENEDETTI? ¿No nos daría una visión nueva del cosmos el libro de D. O’MURCHU Teología cuántica editado en Abya Yala de Quito?
Necesitamos leer más. Leer lleva a ampliar el horizonte de la vida y a encontrar más sentido a nuestra misma fe. A veces se arguye diciendo que el evangelio es para sencillos. Y es cierto: para sencillos que profundizan, no para sencillos superficiales. Y hoy no estamos en la época del analfabetismo, sino de la cultura. Por eso hay que preguntarse si un empobrecimiento de la vida franciscana no viene, en parte, siquiera pequeña, por nuestro alejamiento de la cultura social.
Leer en consonancia con el hecho social amplía nuestra visión del mundo que tiende a ser excesivamente local, pequeña, particular. Abre también vías nuevas para la vivencia del carisma franciscano porque si no se tiende a poner el acento del franciscanismo en cosas meramente externas sin ir al meollo de la espiritualidad. Nos hace también más sensibles a la vivencia social ya que, al entender mejor el mundo en que vivimos, es probable que seamos mejores hermanos con él. Y, finalmente, nos vincula a la pertenencia social, al gozo de ser pueblo, a la certeza de que es justo como vamos a ir adelante.
Leer socialmente es, pues, leer espiritualmente porque los caminos espirituales son muchos y todos confluyen en el misterio de Dios y en el misterio de la persona. El franciscanismo no ha cultivado en exceso la lectura social de su carisma y de sus textos. Ha trabajado más el lado espiritual y teológico. Estos son muy útiles y hay que seguir en ellos. Pero trabajar los textos y la espiritualidad con mentalidad social puede ser una gran aportación al caudal del carisma.
- 2. La visión social de Francisco y Clara
No podemos pedir a Francisco y Clara una manera de leer el hecho social en la forma tan clara como lo hacemos hoy. Pero en ellos podemos desvelar semillas que nos animen. Tomamos dos textos de los escritos:
a) Rnb 9,2
«Y deben gozarse cuando conviven con personas de baja condición y despreciadas, con pobres y débiles y enfermos y leprosos y los mendigos de los caminos».
- Contexto: viene tras el cap. 7 (servir y trabajar), y el cap. 8 (no recibir dinero). El tema del cap. 9 es la mendicación entendida no como actividad económica, sino como subsistencia y exigencia de justicia cuando no se recibe salario por el trabajo. Pedir es exigir justicia e imputar vergüenza a quien no paga, no a quien pide. El texto habla de la connivencia con quienes sufren esa situación laboral o ni siquiera llegan a ella porque están aún más bajos en el escalafón social.
- Estructura:
- Mandato: “deben gozarse cuando conviven” (debent gaudere quando conversantur)
- Especificaciones de la serie:
- “personas de baja condición y despreciadas” (inter viles et despectas personas)
- “pobres y débiles” (inter pauperes et débiles)
- “enfermos y leprosos” (et infirmos et leprosos)
- “y los mendigos de los caminos” (et iuxta viam mendicantes)
- El significado de “conversor” es habitar, vivir con el matiz de “en modos fraternos”, de manera igualitaria y cálida, como quien hace familia. Indica una cierta estabilidad de relaciones.
- Por eso tiene que “alegrarse”, no solamente soportar las duras inclemencias de la pobreza.
- La serie se carga de sentido en “los mendigos de los caminos” que son los excluidos sociales de cualquier tipo de salario. Ellos son quienes tienen más derecho que nadie a la justicia que se les niega porque por no tener no tienen ni trabajo.
- La serie de despectas personas refleja la exclusión social en caída libre: pobres-débiles-enfermos-leprosos-mendigos.
- Pregunta por la idea y el interés que tenemos del mundo de las pobrezas y su confluencia con ellas.
- Pregunta por el estilo de presencia que se tiene y a la que se contribuye y su posible desplazamiento hacia ese mundo
- Pregunta por el tipo de relaciones, de amistades, de presencia real de los excluidos en nuestras familias.
- Pregunta por la economía de inclusión que podemos practicar. Y por el eco de las nuevas economías en nuestro estilo de vida (decrecimiento, sobriedad feliz, bien común, etc.)
- Pregunta por la necesidad de un replanteamiento de la visión social y su confluencia con la religiosa.
b) PCl 9,3:
«Dijo también que, en otra ocasión, alguien dijo a la dicha madonna Clara que la ciudad de Asís iba a ser entregada; y que entonces la madonna llamó a sus hermanas y les dijo: “Muchos bienes hemos recibido de esta ciudad, y por ello debemos rogar a Dios que la guarde”. Y les mandó que de madrugada fuesen a donde estaba ella. Las hermanas lo hicieron así y se presentaron junto a ella muy temprano. Y cuando estuvieron reunidas, la dicha madonna se hizo traer ceniza, se descubrió por completo la cabeza y mandó a todas hacer lo mismo. Después, tomando ceniza, ella se puso gran cantidad sobre su cabeza, recientemente rapada, y a continuación la puso también sobre la cabeza de todas las hermanas. Hecho esto, mandó que todas fuesen a la capilla a hacer oración. Y de tal modo lo cumplieron, que al día siguiente, de mañana, huyó aquel ejército, roto y a la desbandada. Y en aquel día de oración las hermanas hicieron penitencia, ayunando a pan y agua, y algunas no probaron bocado».
- Contexto: la cita se inscribe en el número de veces en que en el PCl se cita el milagro clariano de la liberación de los sarracenos. Federico II quiso recuperar el ducado de Espoleto. Y para ello montó un ejército que incluía a musulmanes. Al mando de Vidal de Aversa pusieron cerco a la ciudad (aunque parece que respetaron san Damián que está a 800 metros de la muralla). Según testimonian en PCl seis testigos (7,6; 9,3, 10,9; 12,8-9; 13,9; 14,3) las tropas amenazantes levantaron el cerco. Analizamos el segundo testimonio (9,3).
- Estructura:
- Escenario 1: La ciudad que va a ser entregada: sentir la angustia de una ciudad al borde del abismo. Clara lo siente, aunque su monasterio sea preservado. La expresión “ciudad de Asís” sale 10 veces en el PCl.
- Centro y motivación: la ciudad nos ha dado muchos bienes hay que devolver el bien de la oración a su favor. Indica un componente de conciencia ciudadana: la elección de un determinado tipo de vida (el monasterio) no ha cortado la conexión ciudadana.
- Mecanismo de colaboración ciudadana: día penitencial con el mecanismo ceniza (cabeza rapada)-oración-ayuno extremo. Las actividades del monasterio hacen parte del mecanismo de defensa de la ciudad. Un mecanismo, por cierto, de paz.
- Escenario 2: el ejército huye roto y disperso. Ha triunfado la ciudadanía pacífica, la resistencia orante. La comunidad clariana fuera de los muros es parte de la ciudad intramuros.
- Contenidos:
- Todos los relativos a la pertenencia social: se pertenece a la ciudad en la medida en que hay preocupación por ella.
- La comprensión de la ciudadanía como un trasvase de bienes: unos ciudadanos aportan una cosa, otro otra.
- La espiritualidad como aportación a la ciudadanía: una ciudad es más fuerte si es espiritual.
- La pluralidad de los componentes de la ciudadanía desde la diversidad de sus opciones vitales, siempre que estas se vivan con intensidad.
- La opción franciscana de vida, en cualquiera de sus formas, no conlleva necesariamente un corte con la vida social y ciudadana.
- La espiritualidad de la fraternidad franciscana ha de promover con más fuerza la amistad cívica que dice que, al tener proyectos comunes, se crean vínculo de relación humana de mucho valor.
- Se invita a sacudir lejanías sociales que tienen como fuente la comodidad de no querer ser molestado. Una buena información social es muy necesaria.
- 3. Pistas para hacer una lectura social de la espiritualidad franciscana
Proponemos una serie de pistas que nos ayuden a hacer una lectura social de los textos franciscanos. Una lectura social es aquella que brota de la sensibilidad de quien tiene interés en que el mensaje franciscano y la vida social coincidan y se encuentren.
- Una espiritualidad necesita “carne”, historia, conexión social. Si queremos que el franciscanismo siga vivo hay que ponerle esa carne. Y esta carne nos la ofrece la conexión con el hecho social. Se precisa estar abiertos al hecho social, sentirse parte implicada. Las opciones religiosas no nos desvinculan del hecho social. Somos ciudadanos y ciudadanas franciscanos.
- Hay que mezclar los anhelos humanos con la espiritualidad franciscana. Necesitamos una espiritualidad franciscana con arraigo antropológico, con base en la persona. No algo en las nubes. Todos lo sabemos: si falla el componente humano, la espiritualidad se queda en el aire. Por ejemplo: la opción religiosa de obediencia se quedaría sin cimiento si no se descubre, a la vez, que la fraternidad es espacio libertad. Desde esa libertad se obedece, no principalmente desde una norma impositiva.
- Se puede ser persona espiritual y social a la vez. Esa mezcla es algo muy potente. Lleva a la profecía. Se pueden espiritualizar los caminos sociales. Por ejemplo: se puede hacer una lectura de los “descartados” (como dice el Papa Francisco) desde el lado de la itinerancia, ya que tales “descartados” son los verdaderos itinerantes.
- La espiritualidad franciscana demanda místicos/as de ojos abiertos, místicos horizontales, personas que ahondan en la espiritualidad y ahondan en los caminos humanos que han entendido que ser sirve a Dios en el servicio a la historia. Para ello son necesarios el interés, acercarse, preguntar. Para ello es imprescindible la información, la lectura, la reflexión. Y luego está la colaboración, la implicación tanto a nivel personal como fraterno.
- Para leer franciscanamente el hecho social se necesita de la benignidad crítica. Es una herramienta estupenda. Esa benignidad habrá de contener: la fe inquebrantable en la bondad creacional, un sentimiento activado de pertenencia a la familia humana, la flexibilización de los “comportamientos tribales”, un verdadero enamoramiento de la pluralidad creacional y humana, la certeza de la pertenencia en la dependencia, no en el aislamiento y el individualismo. Adem ás habrá que ser crítico. El sentido crítico que contiene estos elementos: no da igual ser justo que no serlo, no da igual que algo esté bien o mal hecho, quien hace el mal no puede irse sin arrostrar sus consecuencias, habrá que ir a las causas, el no quedarse únicamente en la dureza de los efectos de las situaciones complicadas de vida, superando el estadio de las apariencias sin dejarse enredar por ellas, sin aliarse con el sistema, amando la libertad en todas sus variantes sorteando el peligro de caer en partidismos que exigen servidumbres, con un horizonte más amplio que los propios intereses. No se trata de excusar lo inexcusable, sino de empatizar con la sociedad en la que se vive.
- Hay que cultivar el amor social: amar el tiempo en el que se vive, la sociedad de la que se hace parte, amar a la sociedad por encima de sus deficiencias evidentes. Un amor social que se mantiene activo y se traduce en colaboración ciudadana. Hasta llegar a configurar los elementos del proceso, hasta crear un imaginario social de bondad y de solidaridad en lo profundo. Escapar de una negativización que no lleva a ninguna parte. Y no echar un velo sobre lo que fuimos y lo que somos como personas dentro de la sociedad.
- Se precisa cultivar el sentido de pertenencia al camino humano y cósmico. La verdadera fraternidad es la cósmica. El franciscano/a se siente hermano/a en verdad con personas y criaturas por encima de condicionantes.
- Para leer franciscanamente la realidad cuanto más pueblo se sea, mejor; cuanto menos nos aleje nuestro modo de vida de las maneras sencillas de vivir del pueblo, mejor. Hay que experimentar el gozo de ser pueblo (EG 268-274)-
- La espiritualidad franciscana aspira a la gran fraternidad universal, como el Evangelio. Es un anhelo a mantener y a ponerlo en pie en las relaciones que cada persona tiene a diario.
10. Toda esta espiritualidad se resuelve en prácticas concretas, en pequeños intentos, en gestos humildes pero significativos. Si no afloran, esto se agosta.
4. Un pensamiento de Fratelli tutti
Tenemos la suerte de contar en este momento con una encíclica que tiene, justamente, como contenido el amor social y la fraternidaduniversal, que es un poco el tema de este curso. Haremos en cada tema un breve subrayado para dar más ánimo y contenido a la lectura social de la espiritualidad franciscana.
«Es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (FT 86).
- La catequesis/predicación (este es una especie de catequesis franciscana) ha de tratar de incluir “el sentido social de la existencia”. Hay que hacerlo de modo “directo”, afrontando el hecho social como miembros pertenecientes con derechos y obligaciones respecto a la construcción de la casa común. Quizá el franciscanismo necesite una dosis mayor de compromiso social actualizado, no meramente caritativo.
- Otro elemento que incluye esta catequesis social es “la dimensión fraterna de la espiritualidad”. Aquí la espiritualidad franciscana entra de pleno y por eso ha de apoyar todo movimiento social que apunte a la fraternidad humana, venga de donde venga.
- Un tercer elemento de esa catequesis social es “la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona”, principio fontal de la FT. Repensar la dignidad desde la visión franciscana puede ser algo muy enriquecedor.
- Y un cuarto elemento serían “las motivaciones para amar y acoger a todos” que no es sino apuntar al corazón de las personas necesitadas siempre de amparo y de escucha.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
- 1. Leer este texto:
Estas serían las notas constitutivas de la antropología y de la sociología franciscanas que permiten construir su propio discurso: la presencia, la relación, el encuentro, la acogida, la mirada, y el comportamiento fraternal.
• La presencia: entendida a partir de la vinculación al otro y a los otros, reconociendo su singularidad, su dignidad, su trayectoria vital, en la cual se establecen conexiones de hermandad.
• La relación: en la misma medida que se entiende la presencia en vinculación con la alteridad, en esa misma medida se puede entender la relación en conexión permanente con Dios, con los otros, con las circunstancias.
• El encuentro: no se reduce a un lugar o espacio físico, el encuentro se comprende más allá de esa definición, es decir, la capacidad de ir en la permanente búsqueda del otro y de la realidad. De ahí que el ser humano necesitado de educación asuma una actitud básica, vigilante y constante.
• La acogida: es el proceso por el cual el sujeto es acogido por las visiones humanas, culturales y sociales. Sin embargo, para el franciscanismo la actitud de la acogida tiene que realizarse de manera fraterna y hospitalaria, sensibilizarse ante la realidad de los otros.
• La mirada: se entiende como aquella capacidad humana de observar y comprender el mundo y la misma naturaleza en todo su conjunto. El cántico de las creaturas en San Francisco es un ejemplo de ello.
• Comportamiento fraternal: es la síntesis que recoge todas las anteriores notas constitutivas. El pensamiento franciscano, centra su fuerza en la dimensión relacional del ser humano resaltando la relación consigo mismo, con los demás y con el cosmos. El ser humano en relación consigo mismo, con los demás, con el cosmos.
(W.A. PATIÑO MORALES, franciscano colombiano)
- 2. Responder por escrito a estas dos cuestiones (máximo cada una 8 líneas)
a) ¿Cuál es para ti la mayor dificultad para leer los textos franciscanos desde una perspectiva social?
b) ¿Te ha ayudado algún libro en esta tarea? ¿Cuál y por qué?
2
MIRAR LA RELACIÓN
ENTRE LOS PUEBLOS DE LA TIERRA
(La globalización)
- 1. Lo que vemos
Algo que nadie discute y que lo palpamos en lo cotidiano: la interrelación de los países se palpa en lo cotidiano, en la economía, en la información, en las relaciones, en las decisiones políticas, en los modos de ver la vida. Si algo ha venido para quedarse, eso es la globalización, guste más o guste menos.
Hay quien dice que más que globalización es globalismo. Es decir, hay una cultura dominante (la cultura del mercado y del consumo) que impone su ley de manera inexorable. En el rincón más remoto del planeta, donde no hay electricidad ni acceso al agua corriente, habrá una botella de Coca Cola, por poner un ejemplo visual.
La potentísima herramienta de los medios de comunicación hacen el gran trabajo de globalizar ideas, gustos, consumo, modas, itinerarios. Lo hace de manera solapada pero inexcusable: nadie puede escapar a la imposición, a veces tiránica, de modelos culturales uniformados, troquelados por la sociedad de consumo y por la impronta de los países económicamente fuertes (USA sobre todo). Esa es la verdadera colonización que sufrimos todos; la de otras épocas, una bagatela del pasado.
Hay quien dice que la globalización, además de colonizadora, es una realidad envenenada. Y su veneno no es otro, como luego diremos, que el acaparamiento de su fuerza en beneficio de un exclusivo y excluyente sector del mundo que es la llamada cultura occidental. Eso contradice su sentido básico, porque una globalización para un sólo sector del mundo es una contradicción. La privatización de los valores humanos que pretende la globalización actual la desautoriza y la envenena sin posibilidad de curación. Solamente su universalización podría hacer florecer los aspectos positivos que encierra en sí mismo el concepto de globalización.
Más aún, un monstruo crece en las entrañas de la globalización: el capitalismo de la vigilancia. ¿Qué es? Es una realidad que reclama unilateralmente para sí la conducta humana, entendiéndola como materia prima gratuita que puede traducir en datos de mercado. Algo de una envergadura de la que no somos conscientes.
Pues bien: en esta realidad globalizada, con su valores, desvalores e interrogantes es donde habrá que intentar hacer la siembra franciscana de la fraternidad universal y de la amistad cívica, siembra, en definitiva de amor a la persona y a la creación por su hermosa e inalienable dignidad. Desde ahí se puede esperar una relación entre los pueblos de auténtica hermandad, una civilización del amor.
- 2. La manera de mirar a los otros pueblos de Francisco y Clara
Como fácilmente podemos comprender, no hay en los textos franciscanos una teoría espiritual sobre el moderno problema de la globalización, pero podemos rastrear unas huellas que nos pueden ser elocuentes.
a) Crónica de Jordán de Giano 17
«Al final de este Capítulo o, mejor, cuando estaba a punto de terminar, le vino a la memoria al bienaventurado Francisco que la Orden no había conseguido todavía implantarse en Alemania; encontrándose entonces delicado de salud, todo lo que tenía que comunicar al Capítulo lo decía por medio de fray Elías. El bienaventurado Francisco, sentado a los pies de éste, tiró de su hábito, quien, inclinándose hasta él y escuchando lo que quería, se irguió y dijo: «Hermanos, el Hermano -entendiendo por tal al bienaventurado Francisco, que entre ellos era llamado el hermano por excelencia- dice que existe un país, Alemania, donde viven hombres cristianos y devotos; como bien sabéis, éstos pasan muchas veces por nuestra tierra con sus largos bastones y grandes botas, cantando alabanzas a Dios y a sus santos, y aguantando, sudorosos, los ardientes rayos del sol, y visitan los sepulcros de los santos. Pero como los hermanos que fueron antes entre ellos volvieron maltratados, el Hermano no obliga a nadie a que vaya. Pero si algunos, inspirados por el celo de Dios y de las almas, quieren ir, les dará la misma obediencia e incluso más amplia que la que daría a cuantos van a ultramar. Y si hay algunos que tienen intención de ir, que se levanten y se pongan en un grupo aparte». Inflamados por el deseo, se levantaron cerca de 90 hermanos, dispuestos a ofrecerse a la muerte y, sentados aparte según se les había dicho, esperaban saber quiénes, cuántos, cómo y cuándo debían partir».
- Contexto: Es el gran “Capítulo de las Esteras” de 1221 al que asistieron 3.000 hermanos (5.000 según otros) y que no fue muy eficaz para regular aquel enorme flujo de religiosos. De su temática poco se sabe, aunque el texto que presentamos trata de un asunto muy concreto: los hermanos habían sido enviados de dos en dos a predicar el Evangelio a las regiones de Alemania y, al ir desprovistos de documentos, y vista su extraña novedad, fueron, con frecuencia agredidos y maltratados. Volvieron al Capítulo con la decisión de no retornar a Alemania. Francisco es de otra opinión.
- Estructura:
- Problema: El asunto de Alemania no queda cerrado con los maltratos sufridos. Francisco cree que eso hay que superarlo y volver a la misión. El problema lo plantea Francisco “cuando estaba terminando” del Capítulo, es decir, dentro del debate fraterno, no “al final” como un apéndice. El tema tiene rango capitular. Para Francisco es importante. El autor lo pone bajo el paraguas de “la implantación de la Orden”. ¿Era tema prioritario para Francisco o él lo veía, más bien, desde la evangelización? De manera colateral veremos la idea de Alemania que maneja Francisco.
- Paréntesis: Francisco actúa de manera extraña: se comunica por medio de Elias, sentado a sus pies, le tira del hábito, Elías le escucha inclinado, se yergue y da el mensaje del “hermano” que se hace llamar así a vista de todos. Es como si Francisco dijera al Capítulo: discutís como grandes señores de una organización que es muy fuerte yo; pero yo renuncio al sitial y me siento en el suelo, renuncio a la voz y Elías habla por mí. Soy un menor, pero no renuncio al Evangelio. Gesto de ultimidad, voz sin voz de profecía.
- Valoración de los alemanes:
- En sí mismos: “hombres cristianos y devotos” (homines christiani et devoti): pertenecen al conjunto de la cristiandad y a su manera son tan piadosos como cualquier católico de Asís que puede llegar a creer que tiene la piedad y el catolicismo en propiedad por su cercanía al papado. Para Francisco la catolicidad es amplia.
- En su actividad peregrinante: “cantan alabanzas” (laudes Deo et sanctis eis decantando) y “visitan los sepulcros de los santos” (limina sanctorum visitant): se refiere a los sepulcros de los mártires y santos romanos. Ellos valoran lo mismo que nosotros, en nuestra tierra. Unidos en un aprecio religioso común. También valora el texto el componente penitencial: “empapados en sudor y bajo los ardientes rayos del sol” (in sudore et solis ardore transeunt). Son tan penitentes como nosotros.
- Más allá de toda diferencia: “con largos bastones y grandes botas” (cum longis baculis et largis ocreis), lo que, unido a su lejana procedencia, les daría un aspecto un tanto feroz. Es preciso superar el aspecto externo.
- Propuesta de colaboración: Volver a la misión evangelizadora entendiéndola como un proceso. No se puede pretender que, a la primera, el distinto acepte la propuesta del visitante. Esto hay que verlo desde una amplia fraternidad. Por eso, no se obliga a nadie.
- Colofón: hay una cierta mística martirial en la respuesta aguerrida de aquellos noventa hermanos (“ofreciéndose a la muerte”: morti se offerentes).
- Francisco, un hombre de mentalidad medieval, quiere que sus hermanos amplíen el horizonte de la catolicidad sin circunscribirla al ámbito romano solamente.
- Hay una semejanza entre la fe de los alemanes y la de los que están en Asís, tanto en los contenidos como en las formas. La fe no está sujeta a fronteras.
- Detenerse en las apariencias es empobrecerse. Incluso reaccionar cerradamente a las dificultades del proceso de inclusión creyente sería un error.
- El Evangelio y sus seguidores habrían de ser adalides en una globalización de vida y de fe que tiene el concepto de frontera y de nacionalidad por algo cada vez más diluido en la fraternidad universal.
- Es preciso mirar la realidad de los pueblos desde su común dignidad y desde anhelos similares, incluidos los religiosos.
- La relación entre pueblos ha de verse como un itinerario de ida y vuelta: uno da lo que tiene (la fe incluso) y recibe del otro loque el otrotiene (sy fe y su piedad).
- Si la fe mantiene verdeantes los nacionalismos excluyentes estamos fuera de la órbita del evangelio.
b) 4CtaCl 4-8
La princesa Inés, hija del rey Prémysl Ottokar I de Bohemia fundó un monasterio a orillas del río Morava. Enterada de la fundación de san Damián por medio de los franciscanos, surgió con Clara de Asís una correspondencia que debió de ser abundante y densa como lo muestran las cuatro cartas de Clara que se conservan. Estos textos encierran cercanía y “globalización” entre personas de ámbitos sociales y geográficos muy diferentes.
«¡Oh madre e hija, esposa del Rey de todos los siglos!, aunque no te haya escrito con frecuencia, como tu alma y la mía lo desean y anhelan por igual, no te extrañes, ni creas de ninguna manera que el incendio de la caridad hacia ti arde menos suavemente en las entrañas de tu madre. Este ha sido el impedimento: la falta de mensajeros y los peligros manifiestos de los caminos. Pero ahora, al escribir a tu caridad, me alegro mucho y salto de júbilo contigo en el gozo del Espíritu (cf. 1 Tes 1,6), oh esposa de Cristo, porque tú, como la otra virgen santísima, santa Inés, habiendo renunciado a todas las vanidades de este mundo, te has desposado maravillosamente con el Cordero inmaculado (cf. 1 Pe 1,19), que quita los pecados del mundo (cf. Jn 1,29)».
- Contexto: Es un problema práctico: la lentitud en la correspondencia con Inés “por la falta de mensajeros y los peligros manifiestos de los caminos” (defectus nuntiorum et viarum pericula manifesta). Que hayan llegado cuatro cartas de esta correspondencia es un “milagro”. Lo normal habría sido su desaparición en el olvido, en la dificultad de conservación y en el mismo hecho de mandarse cartas a distancias entonces tan lejanas y problemáticas.
- Estructura:
- Inclusión 1: lo hermoso de la conexión entre Clara e Inés es la sintonía creyente en “el Rey de todos los siglos” (Regis omnium saeculorum). El amor que se tienen contiene un cimiento creyente. La amistad creyente como una forma eximia de amistad.
- Anhelo: la correspondencia entre ambas se hace en la forma de un mutuo anhelo: “anhelan a la par tu alma y la mía” (Prout anima tua et mea pariter desiderat). No es una correspondencia de oficio, ni meramente informativa. Es la conexión de dos almas que se anhelan por el empeño vital y creyente común.
Más aún, hay un “fuego de amor” (incendium caritatis) que arde en Clara hacia Inés y que, se supone que es correspondido por esta. Hace falta mucha libertad de corazón para expresarse así.
- Gozo epistolar: las cartas suponen un encuentro gozoso: “salto de gozo y exulto contigo” (congaudeo et exulto tibi). Es un gozo “del espíritu” (in gaudio spiritus) pero incluye todo el gozo humano y el cristiano. Son expresiones de honda libertad que van más lejos que las meras fórmulas de cortesía afectuosa.
- Inclusión 2: aquí se da la razón principal que ya estaba anunciada en el encabezamiento del párrafo: esa razón es el desposorio con Jesucristo. La esponsalidad común es la que posibilita el trasvase del gozo del encuentro. Son expresiones de más hondura que la mera expresión: hay una mística vital compartida que se convierte en soporte de la opción cristiana.
- Fe y afecto se mezclan con intensidad. Una llama al otro y viceversa. No se puede entender uno sin el otro.
- Para nada son obstáculo la lejanía geográfica, la diferencia cultural, los orígenes familiares. Hay una vinculación englobante que elimina diferencias nacionalistas.
- Los modos expresivos tan cálidos indican no solo la hondura de la amistad, sino también la hondura de la fe común vivida en modos de exaltación contenida.
- Se puede entablar una relación de fe con cualquier persona de cualquier país más allá de coyunturas.
- La fe vivida puede ser un elemento de interdependencia social no tanto en línea de pertenencia asociativa sino en la de responsabilidad entre humanos.
- Una fe que no sabe superar los nacionalismos, el mundo de socios que se mueve por intereses, no tiene un nivel de calidad suficiente.
- El carisma franciscano habría de ser una ayuda para la creación de una globalización fraterna, humanizadora y verdaderamente universal.
- 3. La civilización de la pobreza
Quizá pueda existir un camino de verdadera globalización promoviendo otro tipo de cultura. I. Ellacuría, nos hablan de revertir el dinamismo de la actual globalización hasta constituir lo que él llama una “civilización de la pobreza”. Afirma programáticamente:
«Una civilización…donde la pobreza ya no sería la privación de lo necesario y fundamental debido a la acción histórica de grupos o clases sociales y naciones o conjunto de naciones, sino un estado universal de cosas en que está garantizada la satisfacción de las necesidades fundamentales, la libertad de las opciones personales y un ámbito de creatividad personal y comunitaria que permita la aparición de nuevas formas de vida y cultura, nuevas relaciones con la naturaleza, con los demás hombres, consigo mismo y con Dios».
Permítasenos explicitar esta frase para establecer lo que entendemos por bases de una civilización de la pobreza:
* Requisito previo: la lucha contra la pobreza: Ha de ser una lucha denodada, secular, porque no se trata de hacer pobres sino de hacer dignas a todas las personas. La dialéctica riqueza-pobreza quiebra la dignidad que se logra a base de luchar contra la pobreza. Es preciso hacerlo en todos los frentes, desde el signo minúsculo hasta el plan macropolítico. En esta lucha denodada se curte quien anhela una sociedad de estilo distinto.
* La garantía de las necesidades fundamentales: La civilización de la pobreza se opone tanto al empobrecimiento por quien se queda excluido como al enriquecimiento quien excluye. El criterio de la necesidad, viejo como el tiempo, sigue siendo válido. Cuando las necesidades de una vida digna, a las que es lícito aspirar, se vean colmadas se habrá dado un paso decisivo en el camino de la vida. Hoy por hoy, los obstáculos para el nacimiento de esa realidad son, sin duda, la riqueza acumulada y las personas y países que la acumulan. La reclamación continua que los pobres hacen de su parte de felicidad no lograda es su gran aportación.
* Las otras necesidades: Ellacuría cita explícitamente “la libertad de opciones personales”. Si la globalización, entendida en los modos del liberalismo económico, lleva a algo es a la más profunda despersonalización. Lo que rige la vida ya no es la persona, ni siquiera el Estado. La verdadera patria de esa globalización envenenada son las multinacionales que están en cuestión de presupuesto, como lo hemos dicho, e incluso en cuestión de decisiones, por encima de los estados. La civilización de la pobreza reivindica la centralidad e innegociabilidad de la persona. Y mantiene esa certeza con la tenacidad de quien se sabe en el camino correcto.
* Nuevas formas de vida y de cultura: Habla también Ellacuría de “un ámbito de creatividad personal y comunitaria que permita la aparición de nuevas formas de vida y cultura”. La civilización de la pobreza no está reñida con la creatividad. Más bien es el dinero el que termina por ahogar la cultura. Las formas culturales sufragadas en modos oficiales por la cultura dominante tienen encima una gran hipoteca. Por el contrario, la pobreza superada en modos humanizadores podría dar pie a formas de cultura estables porque modifican realmente la estructura humana. Los modos de la riqueza extrema adulteran la cultura; la demanda de los pobres recuerda las posibilidades de una cultura humanista.
* Nuevas relaciones: No ha de extrañar que la cultura de la riqueza llegue a deteriorar las relaciones en todas sus dimensiones. Ha sido así desde la antigüedad. Mientras que la cultura de la pobreza pone las relaciones en primer plano, no solo porque ha entendido lo qué significan las carencias más básicas, sino porque esa vivencia ha desatado la ternura y el amparo a los débiles. Cuando la ambición queda controlada por una perspectiva distinta de la vida y de la historia, fluye la relación. Cuando la insaciable sed de bienes resulta ser el centro de la vida, la buena relación personal y social tiene contados sus días.
- 4. Un pensamiento de FT
El documento enfoca el problema de la globalización desde muchas perspectivas, incluida la religiosa. Señalamos un párrafo que contiene una advertencia muy real:
«A veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia. Hoy, con el desarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico frente a estas tendencias, y ayudar a reaccionar rápidamente cuando comienzan a insinuarse. Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (86).
Las motivaciones evangélicas (parábola del samaritano) no han sido suficientes, según el Papa, para una condena contundente de la esclavitud y la violencia. Los franciscanos, en general, lo han hecho, pero en particular ha habido siempre casos de flagrante connivencia. Es preciso estar siempre alerta para que se mantengan claros los criterios básicos del Evangelio.
Justificar el maltrato a los diferentes con la fe es una aberración. Esta postura es conocida en muchos regímenes y formaciones políticas que reivindican para ellas el componente cristiano y funcionan con esquemas de nacionalismo excluyente, con xenofobia explícita y con un menosprecio público hacia los diferentes y extranjeros. Que un/a franciscano/a apoye a tales formaciones políticas es algo muy cuestionable porque va en contra de la dignidad humana, del Evangelio de Jesús y del carisma franciscano de la fraternidad universal.
Es preciso ser crítico ante tales actitudes y desenmascararlas desde el principio. Del mismo modo al menos que se censuran conductas irregulares (abusos sexuales, corrupción económica, etc.) esto habría de ser causa de cuestionamiento inmediato. Tolerar esto, mirar hacia otro lado, apelar a las opciones personales, etc., puede que no sea más que una cortina de humo para no hincar el diente al problema o, peor, una connivencia encubierta con el mismo.
Es necesario dar más carga social a la catequesis, a la predicación y a la pastoral evangelizadora en general. Habiéndonos situado casi siempre en el lado espiritual (con peligro de espiritualismo) habrá que reequilibrar los componentes místico y político del seguimiento incidiendo de manera más decidida en el segundo.
Dice el Papa que los temas básicos de esta catequesis más social son el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos. Ahí es donde habrá que trabajar sin desfallecimiento.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
Planetización/globalización (L. Boff)
En el momento presente hay una fuerte confrontación con el proceso de globalización, exacerbada por Donald Trump, que ha reforzado fuertemente "Estados Unidos en primer lugar", o mejor dicho, "solo Estados Unidos". Promueve una guerra contra las corporaciones globalizadas en favor de las corporaciones dentro de Estados Unidos.
Es importante entender que se trata de una lucha contra los grandes conglomerados económico-financieros que controlan gran parte de la riqueza mundial, en manos de un número pequeñísimo de personas. Según J. Stiglitz, premio Nobel de economía, tenemos un 1% de multimillonarios contra un 99% de dependientes y empobrecidos.
Este tipo de globalización es de carácter económico-financiero, dinosáurica; al decir de Edgar Morin, la fase de hierro de la globalización. Pero la globalización es más que la economía. Se trata de un proceso irreversible, una nueva etapa de la evolución de la Tierra a partir del momento en que la descubrimos viéndola desde afuera, como nos lo comunicaron los astronautas desde sus naves espaciales. Ahí quedó claro que Tierra y Humanidad forman una única entidad compleja.
…
A partir de esta experiencia se vuelven proféticas y provocadoras las palabras de Pierre Teilhard de Chardin ya en 1933: «La edad de las naciones ha pasado. Si no queremos morir, es el momento de sacudirnos los viejos prejuicios y construir la Tierra. La Tierra no será consciente de sí misma por ningún otro medio sino por una crisis de conversión y de transformación». Esta crisis se ha instalado en nuestras mentes: ahora somos responsables de la única Casa Común que tenemos. Y hemos inventado los medios para nuestra propia autodestrucción, lo que aumenta aún más nuestra responsabilidad sobre todo el planeta.
…
Inicialmente la globalización se llevó a cabo en forma de occidentalización del mundo. Europa comenzó la aventura colonial e imperialista de conquista y dominación de todas las tierras descubiertas y por descubrir, puestas al servicio de los intereses europeos corporificados en la voluntad de poder que bien podemos traducir como voluntad de enriquecimiento ilimitado, imposición de la cultura blanca, de sus formas políticas y de su religión cristiana.
Desde las víctimas de este proceso, esta aventura se hizo bajo una gran violencia, con genocidios, etnocidios y ecocidios. Ella significó para la mayoría de los pueblos un trauma y una tragedia, cuyas consecuencias se dejan sentir hasta hoy en día, también entre nosotros que hemos sido colonizados, que introdujimos la esclavitud y nos rendimos a las grandes potencias imperialistas.
Hoy tenemos que rescatar el sentido positivo y esencial de la palabra planetización, palabra mejor que globalización, debido a su connotación económica. El 22 de abril de 2009 las Naciones Unidas oficializaron la nomenclatura Madre Tierra para darle un sentido de algo vivo que debe ser respetado y venerado como hacemos con nuestras madres. El papa Francisco divulgó la expresión Casa Común para mostrar la profunda unidad de la especie humana que habita en un mismo espacio común.
Este momento es un paso adelante en el proceso de geogénesis. No podemos retroceder y cerrarnos en nuestros límites nacionales con una conciencia disminuida. Tenemos que adecuarnos a este nuevo paso que la Tierra ha dado, este superorganismo vivo, según la tesis de Gaia. Nosotros somos el momento de conciencia y de inteligencia de la Tierra. Por eso somos la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera. Somos los únicos seres de la naturaleza cuya misión ética es cuidar de esta herencia sagrada, hacer que sea un hogar habitable para nosotros y para toda la comunidad de vida.
1. Escribe una breve reflexión sobre este artículo (10 líneas)
2. ¿Cómo hacer crecer la mentalidad universalista en tu comunidad?
3
MIRAR LA CAUSA DE LOS DESAJUSTES SOCIALES
(La desigualdad)
- 1. Lo que vemos
El fantasma de la desigualdad no hace sino crecer en nuestras sociedades. La desigualdad es la madre de todos los desajustes sociales. Los esfuerzos de quienes, durante siglos, han luchado por la desigualdad se ven hoy coronados de éxito. La desigualdad es un desequilibrio tan arraigado en la sociedad actual que muchas personas no son conscientes de su existencia en el día a día. Sin embargo, millones de personas en el mundo la padecen y viven marginados de la sociedad, sin posibilidades de volver a ingresar a ella. Muchas situaciones catastróficas, muchas guerras, tienen aquí su origen.
Cualquier estadística que se tome (las estadísticas no terminan de movernos) va en la misma dirección que ha cuajado en una certeza popular que todo el mundo suscribe: los pobres cada vez más pobres, los ricos cada vez más ricos. Lo más desalentador es que no se ha encontrado un freno a este apocalipsis.
Se puede decir que el aumento de la desigualdad es el fracaso del capitalismo. El mundo está cerca de alcanzar la riqueza necesaria para beneficiar a todos. Pero aún no hemos resuelto cómo hacer un reparto equitativo de esa riqueza. Los mayores problemas del capitalismo actual, con su globalización y su alta tecnología, son el aumento implacable de las desigualdades, la falta de empleo estable y bien remunerado y el imperio de la tecnología sobre nuestras vidas.
Todos los hemos visto si vivimos en una ciudad: los barrios de los poderosos está rodeados de barrios humildes, cuando no miserables. Conviven riqueza y pobreza en una amalgama que ya no hiere nuestra sensibilidad humana (las “villas miseria” de Buenos Aires, las favelas de Rio de Janeiro, barrios marginales de Bogotá o la Cañada real de Madrid). Nos faltan resortes de reacción. Como franciscanos/as frecuentamos tales barrios humildes aportando lo que podemos. Pero luego volvemos a nuestros lugares que, con frecuencia, se sitúan en los centros. Lo hacemos con buena voluntad, pero sin que nos cause un problema moral. Quizá, sin darnos cuenta, estamos justificando socialmente una situación que, en sí misma, resulta injustificable.
Los niños y las mujeres pobres son quienes más sufren la desigualdad. En un mundo donde los gobiernos dan beneficios fiscales a las grandes empresas en lugar de invertir en la educación de los niños, no se puede esperar otra cosa que el crecimiento del desequilibrio social. Y en cuanto a las mujeres pobres se da ese fenómeno denominado como feminización de la pobreza: se refiere a aquellos mecanismos y barreras sociales, económicas, judiciales y culturales que generan que las mujeres y otras identidades feminizadas se encuentren más expuestas al empobrecimiento en nuestra calidad de vida.
- 2. La mirada igualitaria de Francisco y Clara de Asís
La agudeza con que hoy percibimos el problema asocial de la desigualdad quizá no lo vieran Francisco y Clara con tanta nitidez. Pero su perspicacia es luminosa apara nosotros:
a) Rnb 7,1-2:
«Todos los hermanos, en cualquier lugar en que se encuentren en casa de otros para servir o trabajar, no sean administradores ni provisores, ni estén al frente de las casas en que sirven; ni acepten ningún oficio que engendre escándalo o cause detrimento a su alma (cf. Mc 8,16); 2sino que sean menores y súbditos de todos los que están en la misma casa».
- Contexto: Es el primer capítulo del bloque de la Rnb que habla del modus vivendi económico y social de los hermanos (caps.7-10). Quiere un modo de vida que, en oposición a lo que ve en la sociedad de su época, genere otro tipo de relación social. ¿Qué ve Francisco? Se puede responder con el texto de un contemporáneo, Philippe de Beaumanoir: «Vemos muchos ejemplos de nobles villas en las que los pobres y los medianos no tienen parte alguna en la administración de la ciudad, y sin embargo los hombres ricos la controlan por entero, pues temen por su hacienda y su linaje. Y así sucede que unos son alcaldes, o magistrados, o recaudadores y, al año siguiente, eligen a su hermano o a su sobrino, o a su pariente próximo, de modo que en diez o doce años todos los hombres ricos controlan todas las administraciones de las nobles villas; y, después, cuando el común quiere conocer sus cuentas, se justifican diciendo que se han mostrado las cuentas unos a otros». Francisco quiere huir de este mecanismo de desigualdad y propone la minoridad como correctivo.
- Estructura:
- Escenario 1: el trabajo “en casa de otros”, trabajo o servicio por cuenta ajena en estructuras económicas ajenas a la comunidad franciscana. Ese es el escenario para poner a funcionar un freno a la relación desigualadora en el lugar mismo de la desigualdad.
Formas: servir (ad servandum: pastoreo) o trabajar (vel laborandum: trabajos agrícolas). En cualquier caso parecen ser actividades laborales ajenas a la administración.
- Mecanismos de contención 1:
- “No sean administradores” (non sint camerarii: encargados de la administración financiera)
- “Ni provisores” (neque cellarii: los encargados de llevar la cuenta de la cella, el almacén; otros mss leen cancellarii: escribanos).
En los dos casos son funciones de cierta preeminencia que solían ejercer, dice Manselli, los religiosos en razón de su competencia y honradez. Francisco pone un dique a ello porque entra en juego la minoridad y su valor de contención de la desigualdad
- “Ni estén al frente” (neque praesint) equivale a ocupar la presidencia, ejercer la dirección y el mando.
- Mecanismos de contención 2:
- “No acepten oficio…de escándalo” (nec recipiant… officium…quod scandalum). Tiene que tratarse de un escándalo económico y social, llamarse pobres y hacer el juego a un sistema desigualdor.
- “Ni daño a su alma” (anime sue faciat detrimentum): la pérdida del “alma” entendida como pérdida de sentido más que como condenación religiosa.
- Escenario 2: La minoridad (sint minores) entendida como mecanismo de contención para no ahondar en las desigualdades sociales y para hacer ver la igual dignidad de las personas. No es tanto una virtud moral o religiosa cuanto un mecanismo de contención social de desigualdades.
b) PCl 3,9:
Hay un detalle en la vida de Clara que recoge el PCl en la deposición nada menos que de cinco testigos: que Clara durante toda su vida cuidó de las enfermas y se reservó el servicio humildísimo de limpiar sus orinales (1,12; 2,1; 3,9; 6,7; 7,5). La comprensión de la fraternidad igualitaria adquiere significados en esta clase de extremos.
«Aseguró también que fue tanta la humildad de la bienaventurada madre, que se despreciaba totalmente a sí misma, y anteponía a las demás, haciéndose inferior a todas, sirviéndolas y dándoles agua a las manos, y lavando con sus propias manos los bacines de las hermanas enfermas, y hasta lavando los pies de las serviciales».
- Contexto: El testimonio de este número proviene de sor Felipa de Leonardo de Gislerio. Hay que notar que el de esta hermana es, con mucho, el testimonio más largo de los veinte testigos del proceso. Ello indica que el tribunal ha juzgado de mucho interés la deposición de esta hermana como fuente de información sobre la realidad espiritual de Clara.
Como las testigos anteriores, posiblemente sea interrogada sobre la humildad de Clara. Su respuesta es tópica pero encadena una serie de valores que, al final, terminan dibujando el perfil de alguien dedicada por entero a la comunidad.
- Topos: Comienza diciendo que «se despreciaba totalmente a sí misma y anteponía a las demás, haciéndose inferior a todas» (Che despreççava al tutto se medesima, et ponevase innante le altre Sore, facendose inferiore de tucte). Puede ser esto considerado como un topos, pero quien ha vivido junto a ella treinta y ocho años y sigue teniendo esta valoración está indicando una cierta verdad antropológica.
- Concreción: En un segundo momento se concreta esto en tres acciones:
- «dándoles agua a las manos» (Dando l’acqua alle mane), como tarea de higiene cotidiana en manos que no debían ser muy pulcras dada la inexistencia de agua corriente y la escasez de jabón, a pesar de su existencia, cosa por la que hay quien aduce esto como una de las causas de la peste negra en el siglo XIV;
- «lavando con sus propias manos los bacines de las enfermas» (Et lavando le sedie de le Sore inferme con le propie mane): como la testigo de II,1 el inciso con le propie mane está hablando de una notable dedicación;
- «y hasta lavando los pies de las serviciales» (Et lavando li piedi etiamdio de le Servitiale): alude a las hermanas externas (Insirvientes extra monasterium). También lo había dicho la testigo anterior (2,3). Por lo que sea, la testigo considera que este servicio era más arduo que el de los bacines. Se ve que el embarramiento de los caminos y la suciedad de las poblaciones hacían que los pies de esas hermanas estuvieran particularmente sucios.
En esta tarea se inserta el acto puntual del golpe que una de estas serviciales dio, involuntariamente suponemos, a Clara en el rostro cuando le lavaba los pies y que varias testigos reseñan (2,3; 10,6). Da la impresión que esta clase de detalles tienen para el tribunal eclesiástico tanto o más valor que los milagros que la testigo, ésta en concreto, atribuyen a los supuestos milagros en vida de Clara.
- Contenido y lectura social:
- El texto puede reflejar los modos tardíos de la fraternidad de san Damián que se habían decantado hacia una fraternidad mayor igualdad (inclusión de las serviciales en el mecanismo de servicio de Clara). Una fraternidad desigualdadora no puede hablar de igualdad.
- La igualación se verifica en la inclusión de los miembros más frágiles en la corriente de la fraternidad.
- También la comunidad ha de generar mecanismos de contención de la desigualdad en su propio interior.
- Un modo de vida igualador es un apostolado social: el entorno lo capta y frena el desaliento de que los humanos nunca podremos vivir como hermanos.
3. Reducir la desigualdad
¿Cómo reducir la desigualdad? Es, sin duda, la pregunta del millón. Recurriendo a planteamientos éticos, A. Cortina (en su libro Aporofobia) hace cuatro propuestas para reducir la desigualdad: a) mantener vivo el derecho a una vida sin pobreza: el derecho a una vida sin pobreza es un derecho de las personas al que corresponde el deber de las sociedades de procurarles los medios para satisfacerlo; b) asentar el anhelo en los valores de una ética cívica: se trata de unir el poder de la economía a los ideales universales en un mundo globalizado c) que las empresas atiendan a las expectativas de sus afectados: asumir la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), no como una cuestión cosmética, sino de prudencia y justicia; d) dado que existen modelos alternativos de empresa que funcionan (como la economía del Bien Común o la economía colaborativa, importa promover el pluralismo de los modelos de empresa; e) finalmente, economía y empresa tendrían que cultivar otras motivaciones de la racionalidad económica: actuar solo por el autointerés es suicida, son también esenciales la reciprocidad y la cooperación, la capacidad de sellar contratos y cumplirlos, generando instituciones sólidas. ¿Es puro angelismo esta clase de planteamientos? El asunto es dónde encontrar voluntad política de darles cuerpo.
Todo el planteamiento de la igualdad brota de la conciencia de la dignidad de las personas. San Pablo habla en 2 Cor de “los consagrados” (Tous hagious: v.4b). Efectivamente, cuando se conculca la igualdad, es la dignidad la que sale conculcada. Construir un planteamiento económico sin el componente explícito de la dignidad es estar abocado a la peor de las desigualdades. Una ética de la razón cordial es consciente del valor para la vida política, económica y social, pero también que hunden sus raíces en esa otra forma de vínculo humano, que es la alianza. La alianza de quienes se reconocen mutuamente como personas dotadas de dignidad, no de un simple precio, como personas vulnerables, necesitadas de justicia, pero también de cuidado y de compasión.
La desigualdad encuentra un muro compacto que resulta difícil de sobrepasar en la cuestión de género. No se ha entendido todavía que la igualdad de género conlleva la igualdad económica y al revés. Por eso, mantener la diferencia es perpetuar la desigualdad. Las mujeres científicas escriben con visión clarividente: La maternidad tiene mucho que ver en la inversión de los porcentajes (de mujeres investigadoras). Siendo tan deseada, alabada y celebrada, la maternidad en muchos casos trunca la carrera profesional de las mujeres, al igual que les sucede a otras que asumen los cuidados de personas mayores, enfermas y/o dependientes. Son necesarias medidas que ayuden a paliar estas situaciones. Es la igualdad que se acerca, pero que todavía queda aún muy lejos. Las semillas de los textos paulinos empujan, siquiera de lejos, en esta dirección.
- 4. Un pensamiento de Fratelli tutti
El tema de la igualdad atraviesa FT porque pensar en la fraternidad universal y el amor social sin el recurso a la fraternidad es imposible.
«Tampoco la igualdad se logra definiendo en abstracto que “todos los seres humanos son iguales”, sino que es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad. Los que únicamente son capaces de ser socios crean mundos cerrados. ¿Qué sentido puede tener en este esquema esa persona que no pertenece al círculo de los socios y llega soñando con una vida mejor para sí y para su familia?» (FT 104).
Cuando se habla de temas como el de la igualdad se corre el peligro de hablar “en abstracto”, como si fueran conceptos, ideas, planteamientos ideológicos. Pero la igualdad es algo concreto: situaciones concretas, rostros concretos, posicionamientos concretos. Si falta esa concretez, estamos aún lejos de lo que pretende el Evangelio, el carisma franciscano y de lo que demanda la sociedad.
La igualdad, como todos los valores humanos es el resultado en un “un cultivo”, ideológico y, sobre todo, práctico. Si no se hacen experiencias de igualdad, por pequeñas que sean, la igualdad será siempre algo teórico. Prácticas de igualdad son poner coto a la jerarquización, controlar lo posible el ansia de poder que todos llevamos, ser partidario de repartir el poder como modo bueno de control desigualado.
También es algo “pedagógico”, algo que se puede aprender poco a poco si se pone interés en ello. De ahí que no es despreciable toda la espiritualidad relativa a la igualdad o a la minoridad como control de la desigualdad. Eso sí, hay que saber que la teoría es buena si se orienta a la práctica. Si no hay práctica, estamos ante un flatus vocis.
Ser socio es bueno. El sentido corporativista no es totalmente negativo si está abierto. Ser socios de economía, de trabajo, de club, de congregación religiosa puede ser algo bueno si está abierto. Si se cierra, si se utiliza para medrar, si es una herramienta de presión social y por ello de desclasamiento se genera una desigualdad que no es aceptable desde el punto de vista cristiano y humano.
El Papa hace una aplicación concreta al tema de quienes llegan soñando una mejor para sí y su familia, tienen que emigrar. Si está uno asentado sobre el grupo cerrado de socios, excluirá al emigrante ahondando así la desigualdad con la que ya viene.
El franciscano/ est
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
Las causas de la desigualdad social:
- 1. La globalización ha dado la posibilidad a las empresas de contratar empleados en las zonas "más baratas". De esta manera, se han perdido millones de puestos de trabajo.
- 2. El avance tecnológico también ha supuesto cambios en el mercado laboral, generando nuevos puestos por un lado (para personas con acceso y conocimiento de dichas tecnologías) y reemplazando puestos por otros (actividades más repetitivas).
- 3. La riqueza ha pasado principalmente a manos privadas, es decir que las personas ricas tienen mayores recursos que muchos países. Esto provoca que los gobiernos no inviertan como deberían en sus habitantes menos privilegiados.
- 4. Aumento de la subcontratación y los trabajos temporales, que desembocan en menores sueldos.
- 5. Los sistemas fiscales que recaudan en mayor medida de las clases trabajadoras (a través del IVA por ejemplo).
- 6. La evasión fiscal que realizan los más pudientes al enviar su dinero a paraísos fiscales con poco o nulo control.
1) Haz una breve reflexión sobre estos datos (10 líneas)
2) Di una causa que, a tu juicio, genere desigualdad.
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MIRAR LOS GRANDES SUFRIMIENTOS AJENOS
(Los grandes sufrimientos)
- 1. Lo que vemos
No vamos a descubrir nada nuevo: el dolor acompaña el caminar humano. Es parte del costoso trabajo por el logro de la dicha. Una de las tareas de tal trabajo es mirar los grandes sufrimientos humanos para colaborar, por poco que sea, en una respuesta que mitigue el sufrimiento y ensanche el horizonte del gozo. Esta respuesta al dolor ajeno es la que nos hace sujetos morales, dice qué tipo de personas somos: si respondes al sufrimiento ajeno eres buena persona; si no, no lo eres.
La universalización de la pandemia del Convid-19 nos ha hecho ver la hermandad planetaria en el sufrimiento que no sabe de fronteras ni de excepciones sociales. Si hay hermandad en el sufrimiento, tendría que haberla también en la respuesta (nada más lejos de lo humano que las respuestas “nacionalistas”).
Atrapados por el sufrimiento personal, los grandes sufrimientos ajenos se nos antojan lejanos y por ello, como algo que no nos concierne. Sin embargo hay que decir que la pertenencia a la historia humana hace que nazcamos con una responsabilidad original, no tanto con un pecado. Entrar en la corriente de la vida nos hace corresponsables con la vida, con todo ser vivo, máxime si es humano. Hacer dejación de tal responsabilidad es volverse inhumano.
Además, no se puede negar que, en notable parte, e incluso en los sufrimientos lejanos, estamos implicados en tales sufrimientos. Una parte importante del caudal de dolor en el que navegamos es el generado por los mismos humanos entre ellos. Creer que la lejanía de los escenarios de dolor mitiga nuestra participación en ellos es una ingenuidad, cuando no una maldad. Razón de más para elaborar una espiritualidad de responsabilidad ante los sufrimientos ajenos.
La amplitud y hondura de los grandes sufrimientos ajenos puede inducirnos a pensar que son invencibles. Pero en parte no es así. Las grandes luchas humanas dependen en parte del hacer ciudadano, de la mera política. Depende de la dirección que esta tome, el resultado irá en un sentido o en otro (cómo se explica si no que en Bolivia en 14 años de Gobierno, el MAS ha sacado de la pobreza extrema a más de dos millones de personas, el 20% aproximado de la población).
La persona de hoy tiene en la ciencia y en la economía grandes herramientas para ir mitigando los sufrimientos ajenos, Pero también la espiritualidad, en nuestro caso el franciscanismo, ha de intentar colaborar en esa empresa titánica y hondamente humana de reducir el nivel del sufrimiento histórico de los humanos y de la misma creación. Hacer dejación de este aporte sería ir en la dirección opuesta de la identidad franciscana que está hecha de fraternidad condoliente y creativa con quien es el “leproso” de hoy en día. Nos jugamos mucho de nuestra identidad franciscana.
- 2. Los grandes problemas vistos por Francisco y Clara de Asís
El mundo de Francisco y el de Clara sobre todo es de unas dimensiones mucho más reducidas que el nuestro de hoy, planetizado y globalizado. Por eso los grandes sufrimientos de la época son, en comparación de los actuales, de más reducidas dimensiones. Pero ello no es obstáculo para que su luz pueda sernos útil a nosotros en nuestros actuales escenarios.
a) 2 Cel 30:
«Cuando el ejército de los cristianos asediaba Damieta, estaba presente el santo de Dios con sus compañeros, que habían atravesado el mar con ansias de martirio.
Y como los nuestros se preparasen a la batalla para el día señalado, oyéndolo el Santo, se dolió en lo profundo. Y dijo al que le acompañaba: «Si el encuentro tiene lugar en ese día, me ha dado a entender el Señor que no se les resolverá en éxito a los cristianos. Pero, si descubro esto, me tomarán por fatuo; y, si me callo, la conciencia me lo reprochará. Dime: ¿qué te parece?» Respondió el compañero: «Padre, no se te dé nada ser juzgado por los hombres, que no es precisamente ahora cuando vas a empezar a ser tenido por fatuo. Descarga tu conciencia y teme, más bien, a Dios que a los hombres».
Corre luego el Santo y se enfrenta a los cristianos con consejos saludables, disuadiéndoles de la batalla, anunciándoles la derrota. Los cristianos hacen escarnio de la verdad: se endurecieron en su corazón y no quisieron tomar en consideración el aviso. Se van. Se entabla el combate. Se lucha. Muchos de los nuestros se ven acorralados por el enemigo. Durante el combate, el Santo, con el alma en vilo, hace que el compañero se levante a observar, y como ni a la primera ni a la segunda ha visto nada, le manda observar por tercera vez. Y ve ahí que todo el ejército cristiano se da a la fuga, reportando de la batalla la deshonra en vez del triunfo. Y fue tal el desastre de los nuestros, que quedaron muy reducidos, pues entre muertos y cautivos perdieron 6.000. Consumía, por tanto, al Santo la compasión que sentía de ellos, y no menos a ellos el arrepentimiento de lo que habían hecho. Y lloraba, sobre todo, por los españoles, al ver que su arrojo los había diezmado».
- Contexto: Dentro de ese “cajón de sastre” que es 2Cel, el pasaje se incluye en el apartado dedicado al espíritu de profecía de san Francisco (entre la predicción del fallo de Tomás de Spoleto y las murmuraciones de Leonardo de Asís) porque predice la derrota de los cristianos en Damienta. Pero el telón de fondo es un tema de grandes proporciones en la época, las cruzadas, causa también de grandes sufrimientos a muchos países tanto a los de un bando como a los del otro. Hay dos maneras de entender las cruzadas: una, en conexión indiscutida con la estructura eclesiástica o de una cierta objeción de conciencia (a la que tendían los movimientos pauperísticos, y también el franciscanismo). Este es uno de los temas “a la contra” de Francisco con la Iglesia oficial (quizá por eso se aprobara la regla con resistencias). Parece que Francisco fue a la 5ª cruzada decretada por Honorio III que tuvo como objetivo la conquista de Egipto. Ahí se encuadra la toma de Damieta.
- Estructura:
- Trasfondo: es el tema del martirio (“con ansias de martirio”) que Francisco ha tenido siempre presente en su espiritualidad personal. No tiene que ver con los grandes sufrimientos, pero hay una cierta conexión sobre el sentido de sufrir por la oferta de la fe.
- Problema de conciencia: profetizar la derrota o no.
- Resolución 1: “la conciencia me lo reprochará”. La solución de “descarga tu conciencia”: cualquier resolución ha de ser conforme a la verdad de uno mismo. Los conflictos han de tratar de incluir la verdad.
- Resolución 2: confrontación “se enfrenta a los cristianos”. Riesgo de menosprecio, alejamiento o repulsa. “Los cristianos hacen escarnio a la verdad”. Los dolores se causan muchas veces de espaldas a la verdad.
- Derrota: Se “reporta derrota en vez de triunfo”. En el fondo “con el alma en vilo” ¿esperaba Francisco una victoria cristiana?
- Compasión y arrepentimiento: compasión de Francisco por los muertos (¿los de los dos bandos?) y arrepentimiento de los litigantes (¿con intención de no volver a litigar?).
- Es un pasaje muy mezclado que plantea muchas preguntas: ¿se ve la cruzada realmente como un grave problema de orden internacional? Sí y no. ¿Se sitúa Francisco claramente en el terreno de la no violencia? Sí y no. ¿Se propone una tercera vía de diálogo y negociación? Sí y no. El correcto enfoque de los grandes sufrimientos es complejo.
- Le falta tomar distancia (“los nuestros”. Hay quien en los grandes conflictos abominan de la “distancia”. Pero a veces, como herramienta de discernimiento, puede ser útil).
- Se intuye que los caminos de la confrontación no llevan a nada, pero no se termina de proponer una vía alternativa. Necesidad de procesos.
- Se desprecia la “sabiduría del pobre” dice LM 11,3. Esa sabiduría intuye un camino de novedad relacional pero no termina de hallarlo. ¿Hubiera sido posible para Francisco oponerse directamente a la Cruzada? Ciertamente no. No habría sabido elaborarlo con el elemento de su fe en la Iglesia.
- La cercanía a los escenarios de grandes sufrimientos es, de una u otra forma, necesaria. No se puede tratar de estas cosas “a distancia” (información, búsqueda en cercanía, colaborar con instituciones cercanas a esos escenarios, AI por ejemplo, etc.).
- Hay que trabajar el “preconflicto”, no solamente cuando este estalla. Y también el “postconflicto”, cuando ya ha ocurrido la catástrofe.
- El franciscanismo no se habría de cansar de las terceras vías solo porque aparezcan utópicas o porque los resultados sean pocos.
- Es una gran ayuda (que la sociedad de Francisco no tenía tan clara como nosotros) la perspectiva de los derechos humanos. Cuando estos son conculcados, hay que reaccionar.
b) PCl 3,28:
«Manifestó también la dicha testigo que madonna Clara había referido a las hermanas que, cuando su madre estaba encinta de ella, fue a la Iglesia y, estando ante la cruz, mientras oraba devotamente, rogando a Dios que la socorriese y ayudase en el peligro del parto, oyó una voz que le dijo: «Alumbrarás una luz que iluminará mucho al mundo».
- Contexto: el testimonio corresponde a Sor Felipa, el más largo de todo el PCl y el que parece que goza de cierta prestancia a juicio del tribunal (también lo reporta sor Cecilia en PCl 6,12). Puede ser entendido como las leyendas medievales piadosas o como un juego de palabras con el nombre de Clara. Pero no hay que olvidar que se está ante un tribunal oficial que hace una indagación rigurosa.
- Estructura:
- Relato: es Clara la que lo cuenta (Ortolana, su madre, murió en 1238). Vigencia de los recuerdos maternos (Clara no conoció a su padre)
- Situación de Ortolana: oración devota ante la cruz, rogando por el buen parto. Un asunto preocupante y propio de toda madre primeriza.
- Audición: certeza interior (recordar lo de Francisco con el Cristo de san Damián).
- Núcleo clariano: luz que iluminará al mundo:
- Triple alusión a la luz (alumbrará-luz-iluminará), total luz.
- Al mundo: conciencia de universalidad
- Contenido:
- Contenido profético: leer la vida desde perspectivas proféticas, no mera ingenuidad a posteriori (recordamos que el testimonio es de 1253, el mismo año de la muerte de Clara).
- Conciencia de universalidad no siendo obstáculo la incipiencia del movimiento clariano en 1253, por más que la cosa prometiera.
- Iluminación: ¿qué se entiende por ello? ¿Relevancia o significatividad?
- El testigo de la luz que recogen sobre todo las clarisas, encargo y tarea (BenCl 5).
- Luz en lo oculto, pero luz. No es el mensaje de Clara una luz que deslumbra sino que ilumina la vida desde la hondura.
- Iluminar los conflictos es una gran tarea clariana: los cercanos y, de alguna manera (oración, sencilla solidaridad), los lejanos. Es preciso sentirse concernidas.
- No renunciar a la iluminación por la dificultad de conexión con el mundo de hoy. Trabajar esa conexión.
- No conocemos los trabajos de las clarisas en los grandes conflictos (clarisas de Sierra Leona, por ejemplo). Pero con certeza que los habrán trabajado.
- 3. Los grandes conflictos: genocidios
Son escenarios de locura que nos desbordan. Pero hay que asomarse a esos abismos porque son hermanos que sufren enormemente y porque tenemos responsabilidad sobre ellos.
Los rohingya en Myanmar
Quizás el peor genocidio de los últimos años es el de los rohingya, que viven en el estado de Rakhine, al noroeste de Myanmar. A diferencia de la mayoría budista del país, los rohingya son musulmanes, y durante mucho tiempo han sido tratados como ciudadanos de segunda en Myanmar porque la mayoría de la población los considera inmigrantes ilegales y «terroristas» de Bangladesh. Han huido en número superior a los 800. Sin patria, sin documentos, sin medios de vida, echados de la tierra. El Papa los visitó en 2017 y les pidió perdón.
Los nuer y otros grupos étnicos en Sudán del Sur
Sudán del Sur se convirtió en 2011 en el país más nuevo del mundo, pero desde 2013 ha estado inmerso en una brutal guerra civil. Durante el complejo y poliédrico conflicto el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, perteneciente al grupo étnico de los dinka, ha utilizado al ejército para emprender una campaña de genocidio y limpieza étnica contra su principal grupo rival, los nuer, así como contra otros grupos minoritarios de la zona. Los nuer también han participado en la limpieza étnica contra los dinka.
Cristianos y yazidíes en Irak y Siria
Mientras el grupo terrorista Estado Islámico esculpía su califato en Siria y en Irak, asolados por la guerra, en 2014 y 2015 también puso en su punto de mira a varias comunidades y grupos étnicos no musulmanes como los yazidíes y chiítas iraquíes, así como a los cristianos asirios que viven en Siria e Irak.
En brutales campañas de genocidio perpetradas en ambos países, el Estado Islámico llevo a cabo un proceso de exterminio sistemático de los yazidíes, chiítas y cristianos y destruyó sus aldeas. También cometieron violaciones masivas en el seno de estas comunidades. Aunque las cifras siguen sin estar claras, miles de personas han sido asesinadas en estos genocidios.
Darfuris en Sudán
A mediados de los 2000, el de Darfur fue reconocido como el primer genocidio del siglo XXI por observadores internacionales y por los embajadores de Estados Unidos de la época. Aunque han desaparecido de los titulares, las atrocidades cometidas en esta región occidental de Sudán no se han detenido. Las matanzas étnicas comenzaron en 2003 cuando las milicias árabes, apoyadas por el presidente sudanés Omar Hassan al-Bashir, empezaron el exterminar a la población no árabe y a destruir sus aldeas. Las principales víctimas de estas campañas han sido los fur, pero otros grupos minoritarios no árabes también se han visto afectados.
- 4. Un pensamiento de Fratelli tutti
«En efecto, «la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas. La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos. Cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad; cada muerte violenta nos disminuye como personas. La violencia engendra violencia, el odio engendra más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible» (227).
Las herramientas para el logro de la paz son la verdad, la justicia y la misericordia. Son inseparables. En mantenerlas unidas estriba mucho del éxito de una tercera vía a la opresión y a la violencia. Son los ingredientes para sanar, o al menos paliar, los grandes sufrimientos humanos.
El gran enemigo y el potenciador de los sufrimientos humanos llevados al extremo es la venganza. FT está muy preocupada por ese tema (14 veces aparece el vocablo). La venganza, en cualquiera de sus formas es una de las grandes causas de sufrimiento. Siempre lo ha sido.
La verdad tiene sus exigencias: contar lo ocurrido (comisiones de la verdad), el uso de los menores para acciones de violencia (niños soldado), explicitar la violencia usada contra las mujeres (abuso sexual en tiempos de guerra, una constante). Todo ello ha de ser aclarado lo más posible y los franciscanos/as habríamos de estar ahí (el franciscano Uriel Molina está en la Comisión de la Verdad en Nicaragua). El apoyo a Franciscans International es fundamental.
Y esto hay que hacerlo porque el maltrato a la dignidad del otro lo es también a la propia dignidad. Mientras no nos veamos como afectados esto parecerá cosa lejana y que nos atañe. Pero la herida que se hace a una parte del cuerpo la sufre todo el cuerpo.
Hay que salir del bucle violencia-odio-muerte como engendrado de más violencia, odio y muerte. Hemos de creer que la espiritualidad franciscana y la presencia franciscana puede contribuir, siquiera un poco, a esa ruptura.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
Visiona el video: https://www.msf.es/actualidad/bangladesh/tres-anos-del-exodo-masivo-rohingyas-tres-anos-vida-precaria-y-suspenso
- 1. Escribe sobre el video una reflexión personal (máximo 10 líneas)
- 2. ¿Cómo acercarse en comunidad a los grandes sufrimientos humanos?
5
MIRAR LA ESPIRITUALIDAD DE HOY
(La espiritualidad)
- 1. Lo que vemos
Puede decirse que en los últimos cincuenta años la espiritualidad ha sufrido una verdadera revolución. Lo comprobamos en:
- La denominación: Aunque aún se mantiene el término de “espiritualidad”, entre otras cosas porque no se ha dado con otro mejor, hay quienes se sienten incómodos con él por la historia que arrastra y por las connotaciones que conlleva. Éstas se resumen en un dualismo materia/espíritu no superado todavía. Quienes anhelan otra terminología creen que la espiritualidad se enmarca en la historia, no en parámetros como el religioso que, con frecuencia, huyen de ella (mística de ojos abiertos, mística horizontal).
- La definición: Precisamente por su componente histórico, la definición de espiritualidad se traslada a los ámbitos de la misma historia. Y se define como «una dimensión profunda del ser humano, que, en medio incluso de la corporalidad y la materialidad, trasciende las dimensiones más superficiales y constituye el corazón de una vida humana con sentido, con pasión, con veneración de la realidad y de la Realidad: con Espíritu» (J. M. Vigil).
- Distinción frente a religión: Este cambio es decisivo. Las religiones habían creído, vanamente, que la espiritualidad era patrimonio exclusivo suyo. Pero la secularidad, las mismas ciencias físicas y microbiológicas, han hecho ver que la espiritualidad es, simplemente, patrimonio de lo humano. No es la espiritualidad un subproducto de la religión, es algo que se da en todo ser humano. Esto ha dejado ver, para sorpresa de personas no creyentes y de muchas creyentes, que lo que la cultura secular pone en crisis no es la espiritualidad, sino la religión. Aquella goza de buena salud, mientras que ésta se sume en una cierta perplejidad e incertidumbre, a pesar de los rebrotes de ciertos movimientos que podrían hacer pensar en una vuelta a lo sagrado.
- Espiritualidad laica: En el ámbito de la laicidad puede haber una esperanza para la espiritualidad ya que, como decía P. Tillich, es la sociedad de hoy la que si redescubre la dimensión profundidad, podrá saber realmente de la realidad de Dios, porque esta realidad anida en lo profundo. Al ser la espiritualidad un elemento constitutivo de la persona, quien ahonda en la estructura humana genera auténticas obras de espiritualidad, aunque no tenga el formato ni el componente de la experiencia religiosa explícita.
- Una religiosidad posaxial: Hay analistas que concluyen que la espiritualidad enmarcada en la vivencia religiosa que hemos heredado corresponde una época de sociedades agrarias, ya que en el paleolítico no parece que haya religiones organizadas. O que esta vivencia corresponde al “tiempo axial” de la cultura humana que se produjo en el milenio anterior a Cristo, tiempo de densificación de la conciencia humana, privilegiado momento acelerado de humanización. Desde ahí se preguntan si no estaremos en un tiempo posaxial nuevo (“deutero axial” lo llaman) en que aparecerá un tipo de experiencia religiosa más allá de las religiones, situada en experiencias personales e intransferibles de lo trascendente.
- Un bien social: Este enmarque en lo histórico hace que la preocupación por la espiritualidad pase de ser una preocupación religiosa (que se traduce en número de practicantes) a una preocupación social. Se anhela la recuperación de la espiritualidad, el deseo de que el espíritu no muera en nuestra cultura, pero no por razones religiosas sino, simplemente, porque la pérdida de los valores más constituyentes del espíritu humano lleva a la persona a una situación sin salida en la historia. Desde aquí se puede anhelar, sin el componente religioso, una historia humanamente espiritual.
- 2. Ser espiritual según Francisco y Clara
Tal como hemos iniciado el tema, hay que decir que el problema social de la espiritualidad pasa por encima de la realidad histórica de Francisco y Clara. Sin embargo, ellos hablan muy precisamente de qué se trata cuando queremos decir qué es ser espiritual. Tomemos dos textos a modo de ejemplo:
a) Rnb 7,15-16
«Y dondequiera que estén y en cualquier lugar donde se encuentren unos con otros, los hermanos han de tratarse espiritualmente y con amor, y honrarse mutuamente sin murmuración (1 Pe 4,9). Y guárdense de mostrarse exteriormente tristes e hipócritamente sombríos (cf Mt 6,16); antes bien, muéstrense gozosos en el Señor (cf Filp 4,4) y alegres y convenientemente agradables».
- Contexto: Podrían aducirse muchos textos de Francisco sobre el modo espiritual de comportamiento del hermano menor. Pero este texto, en su simplicidad, conecta con la espiritualidad secular tal como la vivimos hoy. Rnb 7 es un capítulo de gran novedad para la época porque entiende el trabajo de los hermanos como medio de vida y, esto es interesante, realizado en medio de la sociedad. Es ahí en ese medio social donde no solamente habrá que trabajar honradamente, sino vivir espiritualmente como lenguaje de fraternidad.
- Estructura:
- Escenario: cualquier lugar. No hay un lugar específico, religioso, para el comportamiento espiritual. Cualquier lugar es el idóneo.
- Lenguajes espirituales ad intra del grupo:
- comportamiento espiritual. Mirando a los valores hondos del hermano, no quedándose en superficialidades.
- comportamiento amoroso: que el amor fraterno sea el verdadero lenguaje espiritual, tan básico que nunca debe faltar.
- comportamiento que no murmura: porque decir detrás lo que no se es capaz de decir delante denota una ausencia de espiritualidad (cf Adm 25).
- Lenguajes espirituales ad extra:
- Alejamiento de la hipocresía: porque quiere hacer ver lo que uno no es realmente ante Dios (Adm 19). Es lo opuesto a un lenguaje espiritual que es lenguaje de verdad.
- Gozo-alegría-porte agradable: porque la turbiedad de la tristeza manifestada sin pudor imposibilita la vida espiritual y la relación espiritual con la persona.
- Contenido:
- La espiritualidad franciscana no necesita apartarse del escenario del mundo y de las relaciones para poder ser vivida con intensidad. Es ahí mismo donde Dios quiere ser servido y amado en la persona.
- La espiritualidad franciscana es una espiritualidad común, no hace divisiones ni entre las personas ni entre los creyentes. Todos están llamados a ella.
- Los lenguajes humanos se transforman en lenguajes espirituales. No hace falta emplear lenguajes específicos, arcanos, elitistas.
- Es un texto que lleva a un saludable humanismo. Nadie queda excluido, toda persona puede ser espiritual si trabaja el fondo de lo humano, donde anida el fondo de la fe.
- En su sencillez, es un texto de hondura existencial que apunta a la verdad de la persona. No son superestructuras añadidas, sino valores constituyentes del ser humano.
- Ello podría llevarnos a una ciudadanía amigable y a la certeza de que una sociedad espiritual goza de mejor salud que una que deseche los valores espirituales.
b) 3CtaCle 24-28
«24Por consiguiente, así como la gloriosa Virgen de las vírgenes lo llevó materialmente, 25así también tú, siguiendo sus huellas (1 Pe 2,21), ante todo las de la humildad y pobreza, siempre puedes, sin duda alguna, llevarlo espiritualmente en tu cuerpo casto y virginal, 26conteniendo a Aquel que os contiene a ti y a todas las cosas (cf. Sab 1,7; Col 1,17), poseyendo aquello que, incluso en comparación con las demás posesiones de este mundo, que son pasajeras, poseerás más fuertemente. 27En esto se engañan algunos reyes y reinas del mundo, 28pues aunque su soberbia se eleve hasta el cielo y su cabeza toque las nubes, al fin se reducen, por así decir, a basura (cf. Job 20,6-7)».
- Contexto: en la 3CtaCl Clara de Asís se revela como una de las cimas de la mística cristiana. Son puntos dignos de atención el seguimiento del Jesús pobre y humilde, la vocación eclesial de sostenimiento de los miembros vacilantes, la relación entre la vocación contemplativa y la tipología mariana. También habla de la espiritualidad esponsal propia de quien ha hecho una opción total por Jesús. Ahí es donde entroncamos con nuestro tema.
- Estructura:
- Llevar a Jesús, entendido esto desde la identificación con el Jesús pobre:
- Materialmente: como María que lo llevó materialmente además de espiritualmente (Lc 11,27-28).
- Espiritualmente: siguiendo sus huellas en humildad y pobreza.
- Ambas identificaciones se corresponden y, sin solaparse, se complementan.
- Modos:
- Conteniendo a quien te contiene: creando procesos de identificación en los modos de la pobreza y humildad.
- Poseyendo fuertemente, más en verdad, que quien pretende poseer lo máximo en este mundo.
- Contenido:
- Aquí estalla el tema místico de la identificación con Jesús. El camino para Clara es evidente: pobreza y humildad como la de Jesús, caminos de minoridad.
- Para Clara se encierra aquí algo de gran densidad espiritual que puede dar sentido a su opción franciscana: sin esta identificación el modo de vida de san Damián queda vacío.
- Es el paradójico modo de poseer en la desposesión: se tiene todo cuando nada se tiene, se accede a lo más profundo cuando se aleja uno de lo más superficial.
- Se pueden entrever aquí las bases espirituales de la socialización de la economía: cuanto más se comparte, más se multiplica.
- Hay una valoración del presente como momento propicio para la vivencia de una espiritualidad profunda que no depende de lo que se tiene, sino de lo que se es.
- Desde la sencillez clariana se propone una reorientación de los roles sociales: los honores, el brillo, el rango social quedan muy cuestionados desde la identificación con el Jesús pobre.
- 3. Otra espiritualidad es posible
Así lo proponen los actuales analistas del fenómeno de la espiritualidad. La proponen no solamente como posible, sino como necesaria porque siguen creyendo que la espiritualidad es una dimensión insustituible del grupo humano ya que nosotros no nos relacionamos con la realidad únicamente en base a nuestras necesidades, sino también en relación con algo que está ahí independientemente de nosotros, ese anhelo de lo absoluto que anida en la realidad humana, por insignificante que se la considere. Desde aquí la necesidad de la espiritualidad es real y que esa necesidad se vaya concretizando en nuestras nuevas sociedades industriales resulta perentorio.
Pero, ¿puede el mensaje franciscano nacido en sociedades preindustriales ser instancia de iluminación para el logro de una nueva espiritualidad en un contexto social totalmente distinto? Sí podría, con tal de que se racionalicen los textos y se los sitúe en el ámbito de las más elementales y básicas experiencias de lo humano. Además será necesario situarlos en la dinámica del cambio continuo en el que vive nuestra sociedad, lejos de la intangibilidad de cualquier dogmatismo apriorístico.
En ese marco pueden encontrar un nuevo lugar tanto la Palabra como las mismas tradiciones religiosas: “La nueva espiritualidad si no se apoya en creencias, ni es religiosa, carecerá de sacralidades, será laica. Sin embargo, precisamente porque no es ni religiosa ni creyente, podrá heredar toda la riqueza espiritual de las tradiciones religiosas de la humanidad” (M. Corbì). Es cierto que, por falta de suficiente perspectiva histórica, no hemos logrado saber en qué formas reales puede concretarse esta nueva espiritualidad. Pero el anhelo está sembrado en el corazón de muchas personas y la espiritualidad franciscana puede ser hoy una herramienta, un camino, una oferta para quien anda tras las búsquedas de una espiritualidad de componente más histórico.
Esta manera de entender la espiritualidad franciscana, ya lo hemos insinuado, demanda una nueva mística, aquellos que algunos denominan “horizontal”, o de “ojos abiertos” que no es otra sino la que ve que Dios emerge en la mismísima densidad de las cosas, personas y acontecimientos, y es ahí donde se siente que quiere ser escuchado, servido, amado. El mundo y la historia, lejos de ser obstáculo para el encuentro con Dios, se convierten en mediación obligada.
Todo este entramado de variables constituye no solamente un telón de fondo donde enmarcar la espiritualidad franciscana y sus retos. Es, además, una declaración de principios hermenéuticos: desde esta perspectiva de la espiritualidad inserta en el hecho humano habrá que intentar no solamente leer sino “explotar” el mensaje de los textos. Y, para nuestra sorpresa y gozo, veremos que los textos tienen mucho que decir a la persona inmersa en los torbellinos de las nuevas sociedades industriales.
- 4. Un pensamiento de FT
«A veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia. Hoy, con el desarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico frente a estas tendencias, y ayudar a reaccionar rápidamente cuando comienzan a insinuarse. Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos» (86).
Es un número que contiene una fuerza especial. Es el último número del cap. II en que se glosa la parábola del samaritano compasivo y que es un poco el eje doctrinal de FT. En este nº 86 se sacan algunas consecuencias de la espiritualidad de la compasión.
Lo primero que resulta reseñable es el asombro manifestado por el Papa de que la espiritualidad cristiana no le haya llevado a condenar como la cosa más natural la esclavitud y las diversas formas de violencia. ¿Para qué ha servido una espiritualidad que no tiene consecuencias sociales, que naufraga en los comportamientos éticos? ¿Qué es lo que ha pasado para que una espiritualidad tan hermosa como la evangélica se haya vuelto estéril? ¿Cómo devolverle su fecundidad? Dice el Papa que con el “desarrollo de la espiritualidad” hoy ya no puede haber excusas. Es decir: toda espiritualidad, la franciscana entre ellas, ha de colaborar a una mejoría del panorama ético social. De lo contrario, se vuelve infecunda.
Y denuncia el texto algo increíble: hay quienes “alentados por su fe” siguen manteniendo esta mentalidad antisocial, antifraterna y de maltrato hacia los que son diferentes. Es una aberración espiritual que desnaturaliza la fe cristiana y que ensucia el Evangelio. Dice el Papa que es preciso ser “crítico” frente a tales maneras de ver la vida y que habría que reaccionar ante ellas en cuanto se insinúen. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Por eso, y esta conclusión la creemos muy importante, «la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos». Es decir, hay que construir una espiritualidad de contenidos más sociales, menos descontextualizada y etérea, más mirando a los problemas reales de la sociedad.
Creemos que aquí encaja bien la espiritualidad franciscana que, como hemos dicho, se sitúa en el escenario normal de la vida y que, partiendo de la condición humana, trata de iluminar los comportamientos éticos del creyente.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
- 1. Escribe una breve reflexión (10 líneas) sobre la definición que J. M. Vigil da en el inicio del tema.
- 2. Di en pocas líneas (5, más o menos) cuál es la biografía de san Francisco o de santa Clara que más te han gustado y por qué.
6
MIRAR A LOS NÁUFRAGOS DEL SISTEMA
(La exclusión)
- 1. Lo que vemos
Cuando hablamos de “náufragos” hacemos alusión a la conocida imagen del trasatlántico que cruza las aguas de este mundo. Es un barco de lujo, iluminado, bien abastecido, lleno de músicas y placer. Pero si uno se asoma por la borda observa que, en las negras aguas de la noche, arracimados, a la deriva, ahogándose unos y pidiendo auxilio otros, hay un sin fin de náufragos. Son los que no pueden acceder al mundo del trasatlántico; algunos, incluso, han sido arrojados desde él.
Esta es una dura imagen de nuestro mundo actual. Los grandes colectivos de los naufragados económicamente porque desde su origen están ya excluidos del mercado y de sus implacables leyes; los que no sobrevivirán de ese naufragio porque de ahí solo se sale teniendo acceso a la cultura y eso es algo que les está vedado desde su origen; y luego, ese mundo inmenso y oculto de náufragos afectivos, ateridos en un mundo roído por el más estremecedor de los fríos. Mientras la persona posmoderna, sometida a la rigidez de sus propias leyes económicas y sociales, no se decida a mirar y a preguntarse por ese mundo de náufragos, quizá no haya salida para ellos. Porque el otro dinamismo, el de la conciencia de su dignidad por encima de su naufragio, todavía es algo de mucho más difícil logro.
Los datos de la exclusión son tan abundantes que basta abrir las páginas del periódico local más insignificante para acceder a ellos todos los días. Aunque, por lo que sea, conocer los datos no nos saca de nuestra órbita sistémica, digamos algo muy general: La riqueza del mundo no sólo sigue en manos de una pequeñísima minoría sino que, el año pasado, la brecha entre los superricos y los pobres se agrandó aún más. Esa es la afirmación de la organización británica Oxfam, que asegura que 82% del dinero que se generó en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. Mientras tanto, la mitad más pobre del planeta no vio ningún incremento en sus ganancias. Más aún: el problema que verdaderamente debería llamarnos la atención de la actual distribución mundial de la riqueza no es la desigualdad: es la enorme pobreza (especialmente patrimonial) que todavía subsiste entre grandes capas de la población mundial.
Son el colectivo más náufrago, porque añaden a su pobreza patrimonial la indefensión de la infancia y el trauma de la guerra: durante el transcurso de los últimos diez años, se estima que más de un millón de niños han fallecido en conflictos armados. Las guerras afectan gravemente a los niños, debido a su vulnerabilidad, de muchas maneras distintas. Solos e indefensos a causa del caos reinante, algunos son reclutados a la fuerza en milicias y otros explotados. Los derechos fundamentales de estos niños son descaradamente ignorados, en beneficio de actos bárbaros y crueles. Muchos de ellos acaban profundamente traumatizados, malheridos e incluso discapacitados.
Pero reflexionando sobre los datos, lo más duro es ver cómo nuestro mundo de hoy camina en la más absoluta divergencia entre los ricos y los pobres, fuente básica de exclusión. Hay economistas que sostienen que la convergencia es posible si se aplican correctivos técnicos, políticos, de cooperación, de natalidad, etc. Pero lo cierto es que el sistema en el que vivimos genera una galopante y ahondada divergencia que no hace sino acrecentar imparablemente la lista de excluidos. Otros sostienen que aunque la diferencia entre las rentas esté aumentando en términos absolutos, es posible que en términos relativos esté disminuyendo y que, contrariamente a las apariencias, los países más atrasados estén acercándose a los avanzados.
El colmo del cinismo del sistema neoliberal es querer emplear las potencialidades de lo espiritual para activar los mecanismos del mercado. Con ello, sin darse uno cuenta y con la mejor buena voluntad, se puede estar colaborando al ahondamiento del sistema, más que a su cuestionamiento. Ciertos modos de colaboración indiscernidos desde el punto de vista social, laboral o político agrandan el abismo que existe entre dominadores y excluidos.
Pero también hay que hacer un hueco a la certeza de que en el mundo de los excluidos se encierran valores que el creyente y el buen lector de la realidad tendrían que desvelar. Los excluidos “cargan ante todo con nuestro pecado, nos ofrecen inspiración y aliento para vivir humanamente” (M. L. Vigil). Ellos son, quizá sin saberlo, los que viven la utopía, los que empujan a la creatividad, los que tienden a una economía distinta, los que dan pruebas inagotables de generosidad y de perdón. Y todo esto no en discursos razonados, sino en la dinámica de esa vida extrema en la que se hallan situados. Quien sea capaz de vislumbrar una luz en ese mundo de oscuridad sería alguien que no solamente se ha asomado al mundo de los náufragos sino que empieza a tender puentes solidarios.
En conclusión, los excluidos interpelan nuestra propia identidad franciscana, lo que realmente somos y lo que decimos querer ser. Precisamente porque no se trata de una toma de postura meramente ideológica sino vital, la actitud ante el mundo de la exclusión puede llegar a unificar la vida. Ese sería el máximo logro, porque constituiría la mejor expresión de la solidaridad con ellos.
- 2. Experiencia de exclusión en Francisco y Clara
a) VerAl 11-15
«Y, al insistir yo de nuevo, responde: -Largo de aquí. Tú eres un simple y un inculto. Ya no vienes con nosotros. Nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos. Y yo vuelvo a la puerta y digo: -Por amor de Dios, acogedme por esta noche. Y él responde: -No lo haré. Vete al lugar de los crucíferos y pide allí. Te digo que, si he tenido paciencia y no me he turbado, en esto está la verdadera alegría, y la verdadera virtud y la salvación del alma».
- Contexto: El marco socioeconómico en el que se mueven Clara y Francisco es, ciertamente, muy distinto del nuestro. Pero en algunos puntos puede haber una coincidencia. El tema del trabajo por cuenta ajena y la mendicidad entendida como justicia han sido en ellos una opción de enorme novedad respecto al tipo de Vida Religiosa de la época. El “no apropiarse de nada” y el “vivir sin posesiones” ha sido innegociable en Francisco y Clara. Eso, ciertamente, no ha sido un simple modo económico de situarse en la sociedad, sino una auténtica experiencia de marginación. Vivir como vivían los excluidos era, según lo creían, un camino asegurado al núcleo del Evangelio. Ellos han tenido esta certeza y el increíble vigor para vivirla con inmediatez a pesar de cualquier oposición.
Pero queremos subrayar un aspecto de la exclusión particularmente doloroso para Francisco: la vivencia de exclusión fraterna al final de su vida con la institucionalización de la Orden ya en marcha. Eso queda reflejado muy bien en VerAl que narra con una crudeza fraterna la exclusión planteada de frente a Francisco o, quizá, a quienes se situaban en su misma perspectiva.
Es el final del relato. Depende en su estructura del conjunto, pero nosotros lo tomamos como un relato aparte:
1) Primer rechazo (v.11): “eres simple e inculto”: se niega la capacidad de liderazgo para un colectivo que comienza a asentarse sobre la predicación técnica y su necesidad de cultura.
- Consecuencia 1ª: “no vienes con nosotros”. No es que no vayamos contigo, sino que tú no vienes con nosotros porque el liderazgo real lo hemos tomado nosotros. Ya no representas nuestros valores. Ruptura general de valores.
- Consecuencia 2ª: “no te necesitamos”: la institución ha encontrado un nicho nuevo donde Francisco no tiene lugar. El marco referencial de las opciones evangélicas ha cambiado y no coincide con el de Francisco. No es que te echemos fuera, sino que, de hecho, estás fuera. Fuera del Evangelio. El mucho número (“tantos y tales”) avala la correcta opción de la institución; el desamparo numérico deja a Francisco fuera de juego.
2) Segundo rechazo (vv.12-13): Sin acogida (“no lo haré”), poniendo en riesgo lo innegociable: la fraternidad. Se pone a Francisco entre la espada y la pared: si no vienes con nosotros, si te separas, rompes la fraternidad. Hay que elegir entre una fraternidad que se institucionaliza o una fraternidad rota. Como puede, con su “querer sin querer” (signos de ultimidad), Francisco elegirá lo primero.
- Desafío 1º: “vete a los crucíferos”. Los crucíferos era una Orden hospitalaria, fundada en Italia en 1169, que en tiempos de Francisco estaba al frente de una de las varias leproserías existentes en la comarca de Asís. Quizá Francisco tuvo contacto en ella en los inicios de su proceso vocacional. Remitir a los crucíferos era una forma de indicar que empezara de nuevo el camino evangélico ya que el de la institución y el suyo se habían diversificado. Empezar de cero es venir a decir que se ha errado la trayectoria vital, que no se ha acertado en los sueños y anhelos que alimentaron la opción franciscana.
- Desafío 2º: “pide allí”: pregunta otra vez al Evangelio porque éste se ha hecho mudo para ti. No solamente tienes que pedir albergue: tienes que pedir orientación evangélica básica porque estás perdido.
3) Conclusiones:
- Conclusión 1ª: Paciencia. Tiene que ser algo más que una mera virtud. Se trata de un valor existencial y evangélico: enfocar el hecho fraterno desde una perspectiva más amplia que el rechazo puntual para encontrar la clave de discernimiento necesario.
- Conclusión 2ª: No turbarse. Es decir, se trata de controlar el anhelo de dominio, la imposición como método de rectificación, el recurso a méritos o a títulos acreditativos. Ese control antropológico disipará las nieblas del dolor por el rechazo y la exclusión.
- Contenido:
- La exclusión inherente al camino evangélico: como ha ocurrido en el caso de Jesús. No se busca la exclusión, pero la toma de ciertas opciones lleva indefectiblemente a ella.
- La exclusión inherente al camino relacional: porque la entrega del fondo de la persona al otro es, con frecuencia, algo casi imposible y causa de disfunciones y sufrimientos.
- La exclusión inherente a la fraternidad: porque una comunidad en continuo estado de acogida, aunque deseable, es, con frecuencia, una utopía más que una realidad.
- Mírese por donde se mire, la exclusión social y económica son injustificables. La lucha contra ellas está en el fondo del evangelio. Una actitud sumisa no tiene nada que ver con los sueños de Jesús. En este plantarles cara tiene que olerse el Evangelio.
- La lucha por la dignidad puede concitar la mística de lucha contra la exclusión. El enfoque desde la dignidad reorienta la mística cristiana y contribuye al bien social.
- La experiencia de exclusión como resiliencia: algo que se da y que por ello habrá que fomentar: ¿cómo salir más fuertes de experiencias de exclusión personales o sociales?
b) RCl 6,2-5:
«Y considerando el bienaventurado padre que no temeríamos pobreza alguna, ni trabajo, ni tribulación, ni afrenta, ni desprecio del mundo, sino que, al contrario, todas estas cosas las tendríamos por grandes delicias, movido a piedad, escribió para nosotras la “forma de vida” en estos términos: “YA QUE, POR DIVINA INSPIRACIÓN, OS HABÉIS HECHOS HIJAS Y ESCLAVAS DEL ALTÍSIMO Y SUMO REY, PADRE CELESTIAL, Y OS HABÉIS DESPOSADO CON EL ESPÍRITU SANTO, ELIGIENDO VIVIR SEGÚN LA PERFECCIÓN DEL SANTO EVANGELIO, QUIERO Y PROMETO DISPENSAROS SIEMPRE, POR MÍ MISMO Y POR MEDIO DE MIS HERMANOS, Y COMO A ELLOS, UN AMOROSO CUIDADO Y UNA ESPECIAL SOLICITUD”. Lo que cumplió diligentemente mientras vivió y quiso que los hermanos cumplieran siempre».
- Contexto: el pasaje pertenece al bloque de los caps. 6-8 donde se recogen los orígenes de la vocación clariana y se expresa una larga lucha por la fidelidad. La vocación de Clara y sus hermanas está anclada en Francisco, pero, no olvidemos, ella no sigue a Francisco, sino al Jesús pobre: su vocación es cristológica a través de la mediación de Francisco. Los escritos de Francisco que este cap. 6 nos proporcionan (FVCl y UltVol) son textos que apuntan al amparo fraterno ante la exclusión y al irrenunciable seguimiento a la pobreza de Jesús.
- Estructura:
Se trata de mostrar cómo el afecto fraterno es el mejor antídoto contra los sufrimientos derivados de la exclusión social.
1) Experiencia de exclusión: la que han sufrido Clara y sus hermanas en el inicio y después de la desaparición de Francisco. La vida inicial de san Damián ha sido de una dureza extrema, tanto en lo vital como en lo social (el dolor eclesial se agudizaría después).
a) Sufrimientos:
- Pobreza: un grupo grande de hermanas y serviciales en el estrecho cauce de una casa y un huerto reducido con medios de vida muy exiguos.
- Trabajo: no cualificado y no reglado con lo que no es herramienta para salir de la pobreza, sino para permanecer siempre en ella.
- Tribulación: pues según demuestra claramente el PCl los itinerarios espirituales de las primeras hermanas tuvieron sus momentos de turbación y desasosiego fuertes.
- Afrenta: porque la comunidad clariana no reflejaba la estratificación social de la época, constituyendo con ello una especie de “agravio” social de difícil aceptación.
- Desprecio del mundo: porque una vida de clausura sin posesiones se hacía despreciable ya que no generaba ni riqueza, ni prestigio, ni brillo social.
b) Delicias:
- Grandes delicias: se ve la exclusión desde otra perspectiva: parte del precio que hay que pagar a una opción que se anhela.
2) Prueba de afecto: FVCl es el antídoto contra la exclusión: el amparo fiel que siempre acompañará la vida del hermano.
a) Amoroso cuidado: no un cuidado sin más, que es bastante, sino “amoroso”: el amor como fuente del cuidado. No son unos actos, sino una actitud.
b) Especial solicitud: porque especial fue la sorpresa de Francisco de que aquellas mujeres se animasen a entrar por un camino tan difícil.
3) Colofón:
- Francisco cumplió (notemos que RCl se escribe muchos años después de la muerte de Francisco).
- Quiso que cumplieran: quizá esto era un aviso para navegantes de cara a los hermanos en el momento en que Clara redacta su texto.
- Contenido:
- El texto refleja sumariamente los duros trabajos de Clara y sus hermanas para elaborar el peso de exclusión que les ha correspondido por su opción evangélica.
- Como hemos dicho, el amparo fraterno es el mejor antídoto contra la exclusión (el mismo Francisco lo ha tenido en Clara y sus hermanos y la misma Clara en personas que la han sostenido en su opción, como el mismo Fr. Elías: 2CtaCle 15).
- Notemos que es una promesa cumplida por Francisco pero que heredan otros. Desde esta perspectiva del amparo mutuo habría que revisar la relación hermanos-hermanas franciscanos/as.
- Queda fuera de duda la tarea amparadora de la sociedad. Dejar al ciudadano en desamparo es lo más opuesto al hecho de la convivencia social. El amparo social no es un regalo, sino un derecho.
- Para que el desamparo mengüe hay que combatir con fuerza las causas de la exclusión y no solamente sus efectos.
- Es notorio el amparo que muchas veces se dan los excluidos a sí mismos (aunque, a veces, también se exploten entre ellos). Es el mismo amparo de Dios con nosotros.
3. Colaborar
El franciscano/a no cierra ninguna puerta por donde pueda colarse la justicia, aunque fuere en dosis mínimas. Los fugaces latidos de la justicia con los que, a veces, respondemos a los gritos de los ahogados, de los náufragos del sistema, son muy censurados hoy por el peligro de paternalismo y caritativismo. Y, ciertamente, pretender solucionar el problema con unas migajas es una postura cínica. Pero todo lo que hable el lenguaje de la cercanía, la sensibilidad, el mantener viva la pregunta por el débil, el gesto que se inclina a la oscuridad del doliente, la utopía de la participación que conjura la exclusión, todo eso tiene un valor y el franciscano/a lo aprecia. Pero, claro está, añade a ello la crítica directa del sistema del que también hace parte y la pregunta más implicativa posible en la colaboración de soluciones prácticas.
Esa crítica apunta, ante todo, a los propios modos de organizar la solidaridad, cuestionando maneras indiscernidas, rechazando apropiaciones de los bienes de los pobres y colaborando con aquellas instancias que se revelan como más eficaces y directas en el trabajo con el mundo de la exclusión.
Tal vez, por eso mismo, el franciscano/a es uno que se empeña en denunciar la inexcusable realidad de la desigualdad. La sociedad neoliberal pretende hacernos creer que, por el mero hecho de estar todos en el mismo sistema, ya no existen problemas y desigualdades en él, cuando justamente ocurre todo lo contrario. Denunciar la desigualdad exige, además de palabras, un compromiso visible y creciente con ese lado débil que soporta el peso de una sociedad desigual. Por eso mismo, la neutralidad social no va con el franciscano, por el simple hecho de que ser neutrales socialmente hablando es estar del lado de los vencedores.
Y si de algo tendría que hacer experiencia el franciscano/a es de estar cerca de los vencidos: de los que vagan por la noche sin ningún rumbo porque lo tienen perdido ya hace mucho; de los que precisan apoyo y vivienda para intentar, quizá por enésima vez, su reinserción; de los que mantienen la dignidad de su persona teniendo que empeñar mucho de sus vidas para sobrevivir poniendo en peligro esa misma conciencia de su dignidad; de los que están abriéndose paso en mundos laborales difíciles con pocos medios y al amparo de modos sociales solidarios. Estar cerca de los vencidos supone una mentalidad de acogida total para con ellos en la máxima igualdad y una fortaleza a prueba de decepciones para no desistir jamás en la utopía de una estructura social radicalmente distinta a la que hoy vivimos.
Desde esta clase de experiencias podría hacerse el franciscano/a la gran pregunta: ¿Cómo es el mundo de los náufragos? ¿Cómo se estructuran? ¿Qué valores tienen? ¿Qué desesperanzas suyas jamás podrán ser curadas? Son preguntas enormes que solo en modos fuertemente solidarios pueden tener algún atisbo de respuesta. De cualquier manera, el franciscano/a tendría que ser un detector y fustigador de la explotación manifiesta de los excluidos. La riqueza generada con la explotación de los débiles, en cualquiera de sus manifestaciones, es tan rechazable que ahí no tendría que haber ninguna clase de contemplación. Más allá de esta barrera no queda sino el caos y la oscuridad impenetrable.
- 4. Un apunte de Fratelli tutti
«Frecuentemente se ha ofendido a los últimos de la sociedad con generalizaciones injustas. Si a veces los más pobres y los descartados reaccionan con actitudes que parecen antisociales, es importante entender que muchas veces esas reacciones tienen que ver con una historia de menosprecio y de falta de inclusión social. Como enseñaron los Obispos latinoamericanos, «sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres» (234).
Es un número particularmente duro de los varios que en FT se habla de los descartados y excluidos. Esas “generalizaciones injustas” hacen referencia no solo al lenguaje, sino a la desposesión patrimonial y, en definitiva, a la opresión. Las reparaciones históricas más el reconocimiento de la dignidad son caminos inexcusables.
Desde ahí habrá que comprender ciertas “reacciones antisociales” de los descartados, cierto violencia incluso. No tanto para justificarla, sino para acercarse a su dura situación y para acoger con más valor sus justas demandas. El menosprecio histórico y la falta de inclusión en el devenir actual de la sociedad tienen que ver con ello.
La cercanía puede ser camino para la amistad o al menos para una empatía que nos haga más cercana la suerte y las desventuras de los desafortunados, de los empobrecidos, de los expoliados. Quedan interpelados estilos de vida franciscana que, de una manera u otra, han desconectado del mundo de las pobrezas.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora):
- 1. ¿Qué opinas de la noticia aparecida en la prensa del traslado masivo de rohinyas a la isla de Bhasan Char, una remota e inhabitada isla de la bahía de Bengala que emergió a la superficie hace apenas dos décadas y suele inundarse durante la época del monzón? (10 líneas máximo).
- 2. Comentar esta foto desde la espiritualidad franciscana (10 líneas)
7
MIRAR A LOS SUEÑOS Y A LOS SOÑADORES
(Las utopías)
- 1. Lo que vemos
Los sueños están frecuentemente desvalorizados. Son algo tan volátil, tan subjetivo y tan equívoco que pasan por ejemplo de lo inatrapable, de lo gaseoso y, en definitiva, de lo inútil. Sin embargo, los sueños pertenecen a ese conjunto de fuerzas que llamamos dinamismos y que hacen parte del núcleo de lo humano; son el combustible de muchos movimientos del alma y, en consecuencia, de muchos planes de vida. Solo los muertos carecen de sueños. Pero mientras se está vivo, queda más que demostrado que los sueños mueven gran parte de nuestras decisiones y que no hay muro capaz de contenerlos. Privarle a una persona, a una obra, a una propuesta, de sus sueños es robarle el alma.
Quizá haya que matizar estableciendo la diferencia que entre hay soñar y ensoñar. Soñar es anhelar algo nuevo, deseado, perseguido y poner los medios que se tiene, a veces equívocos e ineficaces, para intentar conseguirlo. Los intentos visibilizan el sueño. Por eso, para distinguir un sueño de una ensoñación hay que mirar a los intentos. Ensoñar, sin embargo, es anhelar algo, acariciarlo, suspirar por ello pero sin mover un dedo, sin intentar dar un paso, sumidos en la mera ensoñación como un narcótico que calma pero que, lo sabemos, nunca producirá ningún fruto. En este segundo caso no hay apuesta, no hay riesgo, no hay convulsión vital. Cuando hablamos del sueño de Francisco hacemos referencia a la primera de las realidades.
Precisamente por la capacidad de movilizar las honduras del alma, los sueños son engendradores de mística. Hace ya tiempo que la espiritualidad dedujo que la mística era un componente de la vida cristiana. Por eso, como hemos dicho antes, comenzaron a hablar de “mística de ojos abiertos” o de “místicos horizontales”. El terreno de la mística no sería un no-lugar fuera de la vida, sino que se sitúa en el centro de la vida. El creyente ha de ser místico de la horizontalidad, porque en ella se juega mucho de la vida cristiana. No es que se menosprecie la verticalidad (la oración, la Palabra, los sacramentos), pero la clave de muchas situaciones está en el diálogo, la tolerancia, la conexión social. Es ahí donde habrá que insistir para construir la horizontalidad. No es difícil que, con los años, la vida franciscana vaya perdiendo su sabor, su encanto. Es entonces cuando entran en juego los sueños como activadores de la mística. Esta, sin los sueños, termina apagándose, diluyéndose en el gris sobre gris de la mera organización, del pensamiento oficial.
Desde aquí puede ser más verosímil entender el franciscanismo como una espiritualidad de sueños, no tanto de ficciones ensoñadas, sino de algo que tiene dentro el dinamismo de los sueños y la apuesta por el logro de los mismos. Esta manera de ver el franciscanismo sería, para muchos, un empobrecimiento y un absurdo. La doctrina demanda comprensiones del hecho franciscano más sólidas. Y los sueños, ya lo hemos dicho, lindan con la ficción. Pero es lícito preguntarse: ¿qué habría producido más dinamismo en el franciscanismo, más adhesión, más amor en definitiva, dar acogida a los sueños de Francisco (que son los del mismo Jesús) o estructurar su recuerdo en modos de organización religiosa? No se menosprecia la organización, pero ésta, sin sueños, se vuelve norma rígida, coraza que trata vanamente de aprisionar el vuelo de Espíritu. De ahí el interrogante: ¿es más profundo creer que soñar?
La espiritualidad que ahonda se apoya cada vez más en una fe soñada y soñadora. Que hayamos llegado adonde estamos nos ha dado pie para pensar en un salto cualitativo. Eso hay que agradecerlo siempre. Pero ¿no es precisamente el terreno de los sueños el que provoca más dinamismo, el que abre las puertas a lo nuevo, el que tiene la capacidad de plantear caminos que nos eran ignorados? ¿No es una fe soñada y soñadora la que alimentó y alimentan las nuevas teologías, la que suscita entregas novedosas aunque no sean publicitadas, la que sostiene el pábilo vacilante de quienes siguen quedándose en la comunidad franciscana pero no a cualquier precio?
- 2. Las raíces de la utopía en Francisco y Clara
a) 1Cel 103
«Y aunque el glorioso Padre estuviese ya consumado en gracia ante Dios y resplandeciese en santas obras entre los hombres del siglo, sin embargo, estaba siempre pensando en emprender cosas más perfectas, y, como peritísimo caballero en las milicias de Dios, desafiaba al adversario para reñir con él nuevas peleas. Se proponía llevar a cabo grandes proezas bajo la jefatura de Cristo, y, a pesar de irse descomponiendo sus miembros, y muerto ya su cuerpo, esperaba que con una nueva batalla había de conseguir el triunfo sobre el enemigo. Es que la virtud no conoce el límite del tiempo, porque espera un premio eterno. Ardía por esto en deseos vehementes de poder volver a aquellos comienzos de humildad, y, gozoso en la esperanza por la inmensidad de su amor, cavilaba en reducir su cuerpo, ya extenuado, a la antigua servidumbre.
Alejaba de sí con la mayor decisión los estorbos de todos los afanes y ahogaba totalmente el estrépito de todas las preocupaciones. Y cuando por la enfermedad se veía precisado a mitigar el primitivo rigor, solía decir: «Comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, pues escaso es o poco lo que hemos adelantado». No pensaba haber llegado aún a la meta, y, permaneciendo firme en el propósito de santa renovación, estaba siempre dispuesto a comenzar nuevamente. Le hubiera gustado volver a servir a los leprosos y padecer desprecios, como en tiempos pasados. Le apetecía apartarse de las relaciones con los hombres y marchar a lugares muy retirados, para que, libre de todo cuidado y abandonada toda preocupación por los demás, no hubiera otro muro que le separara de Dios sino el de su propia carne».
- Contexto: 1Cel se escribe en 1228 por encargo del Papa para la canonización de san Francisco. Más allá del estilo de Celano, de los tópicos hagiográficos de la época y del control ejercido por la curia vaticana, hay que decir que Celano escribe sobre Francisco con sinceridad. Él cree en el fondo de lo que escribe. Que haya sido una vida “encargada” no le quita veracidad básica. Por otra parte, Celano conoció a Francisco y escribe también de lo que él sabe, no solamente de las fuentes que emplea. El texto que proponemos para el análisis está en la II parte de la obra, la que narra los dos años últimos de la vida de Francisco. Así es como Celano ve al Francisco del final, con la utopía y el anhelo totalmente vivos.
- Estructura:
PRIMERA PARTE: LA UTOPÍA VIVA (103a)
1) Una vida con aguijón: al final siguen vivos los anhelos más profundos. Su vivencia de la fe es “irruptora”, no acomodaticia ni rutinaria.
- Sueño 1: “cosas más perfectas” porque la perfección es la medida del vigor evangélico en la época; es alguien con vida dentro.
- Sueño 2: “nuevas peleas”, nuevas estrategias para reinventarse en su camino creyente.
2) Compatibilidad: este anhelo es compatible con la limitación de un Francisco que apunta hacia el final de su camino:
- Sin conocer “los límites del tiempo”: sin dejarse atrapar por una debilidad que lo ocupe todo, dejando espacio a la creatividad creyente.
- Por la espera “de un premio eterno”: según la espiritualidad del tiempo. La luz que proviene de un camino no errado. Un premio ya en el aquí de una vida evangélica con sentido.
3) Retorno a los comienzos: una vida englobada en un comienzo evangélico de gran anhelo y un final con anhelos similares:
- La antigua “humildad”: la utópica minoridad como lo más irrenunciable de la opción.
- Dominio de un cuerpo que puede ser obstáculo a la opción: visión de la época, quizá más que del mismo Francisco (recordar 2Cel 210-211).
SEGUNDA PARTE: UN CAMINO ABIERTO (103b)
1) Mantener despejado el campo de la fe: liberar las sendas del evangelio de obstáculos innecesarios:
- Los afanes: todo aquello que tenga que ver con la acumulación como fuente de sentido.
- Las preocupaciones innecesarias que siembran de dificultades el camino interior.
2) Disposición a recomenzar: “comencemos hermanos”, frase recursiva del franciscanismo que no se sostendría sin el aliento de la utopía.
- Comienzo 1: leprosos: comienzo de resituación social: el lugar del menor es el lugar de la exclusión compartida.
- Comienzo 2: desprecios, los que Francisco experimentó en los duros comienzos (incluso con su familia: su padre y su hermano: 2Cel 12).
3) En busca de lugares retirados como marco más propicio para alimentar la utopía evangélica:
- Sin cuidados: dejando de lado cuestiones que no sean esenciales y sobre las que se pueda ejercer un control.
- Sin preocupaciones: al menos sin las preocupaciones excesivas y las innecesarias.
CONCLUSIÓN: Romper el muro; llegar a una conexión profunda con el sueño evangélico, mirar la vida con la mirada de Jesús.
b) 4CtaCl 9-14
9Dichosa, en verdad,
aquella a la que se le ha dado gozar
de este sagrado banquete (cf. Lc 14,15; Ap 19,9),
y apegarse con todas las fibras del corazón a aquel
10cuya belleza admiran sin cesar
todos los bienaventurados ejércitos celestiales;
11cuyo amor enamora,
cuya contemplación reanima,
cuya benignidad llena,
12cuya suavidad colma,
cuyo recuerdo suavemente ilumina,
13cuyo perfume hará revivir a los muertos,
cuya visión gloriosa hará dichosos
a todos los ciudadanos de la Jerusalén celestial
(cf. Ap 21,2.10):
14él es esplendor de la gloria (cf. Heb 1,3),
reflejo de la luz perpetua
y espejo sin mancha (Sab 7,26).
- Contexto: 4CtaCl se escribe poco antes de la muerte de Clara en 1253. Es, pues, una carta de total madurez. Asistimos a la evidencia de que Clara se ha mantenido lúcida y creyente hasta el final de su vida, controlando sus limitaciones que no fueron pocas (las de una salud deteriorada incluidas). Es una persona la que la muerte ha encontrado bien viva. Por eso, desvela en este texto las raíces profundas de su utopía evangélica vivida en el camino pobre de la historia. Es un viaje al estrato último de lo que uno cree, aquello que, si no existiera, mostraría las ruinas de toda una vida pero que, dado que está ahí palpitante en el tramo último de la vida, confirma la correcta opción tomada apuntando a Jesús.
- Estructura: Como decimos, es un viaje a las raíces del anhelo, un descenso a la profundidad y a la verdad sobre las que se ha asentado toda la vida.
1) Makarismo: ¡Qué suerte, qué disfrute, qué posibilidad abierta, qué acierto! Algo de eso es lo que significa el makarismo inicial.
- El “banquete sagrado” del amor (que es más amplio que el de la eucaristía). Entender la relación con Jesús como la participación en una cena (Ap 3,20) es dar a la experiencia creyente una dimensión nueva, la del amor vivo.
- “Apegarse” a Jesús: la expresión latina (adhaerere) indica un fuerte componente afectivo: estar pegado a quien se ama. Ese estar apegado indica que, si se despegara uno de Jesús, perdería la orientación.
2) La adhesión a Jesús como raíz de la utopía: es la fuente de los anhelos y de los sueños. La descripción tiene a la base el amor que se profesa al amado.
- Belleza admirada: porque envuelve a quien le admira y lo involucra en un torbellino de amor.
- Amor que enamora: amor cálido, que deja indiferente o frío a quien ama.
- Contemplación que reanima: que saca de las garras del letargo, la rutina y la misma muerte.
- Benignidad que plenifica: no deja en la limitación a quien ama, sino que lo va llevando a terrenos de plenitud.
- Suavidad que colma: porque quedan satisfechas las ansias más hondas de quien anhela la vida.
- Recuerdo que ilumina: y no deja en las tinieblas de la historia a quien va caminando.
- Perfume que da vida: y no solamente alegra su buen olor, sino que abre horizontes de vida.
- Visión de dicha para todos: porque nadie queda excluido de la oferta del amor.
3) Conclusión y síntesis:
- Esplendor de la gloria: la cual sin Jesús quedaría apagada.
- Reflejo de luz perpetua para quien anda todavía en los caminos de la historia.
- Espejo donde el creyente, al mirarse, percibe la presencia viva de Dios en el mundo (el tema del espejo lo desarrollará los vv.19ss).
- Contenido:
- El texto deja ver las raíces de la utopía de Clara y sus hermanas mantenidas en una fidelidad al evangelio sorprendente.
- El enfoque cristológico no es meramente doctrinal sino que, al estar mezclado a un hondo afecto, le da un vigor y un atractivo que lo vuelve camino de vida para el creyente.
- Toda esta espiritualidad queda expresada en lenguajes vivos, reflejo de la vitalidad interior con la que se viven.
- El valor de la fidelidad mantenida: aunque socialmente parezca estar en declive, la fidelidad mantenida a las propias opciones es un valor social cotizable.
- Las raíces cristianas, tan invocadas ahora por algunos políticos, no están en las formas culturas sino de las hondas experiencias en torno a Jesús, en torno al Evangelio.
- La sociedad debe mucho a los utópicos, a los soñadores e, incluso, a los aventureros. Son los adelantados de caminos que luego son útiles para los demás. Son fruto de la utopía; por eso siguen saliendo aunque se les desprestigie.
3. Soñar lo distinto
Soñar lo que quiere el sistema es hacerle el juego porque él quiere influir hasta en los sueños. No serán tan inútiles como él mismo pretende, a veces, hacerlo creer. Por eso, los sueños son fuertes cuando sueñan lo distinto, lo que aún no se ve, lo que únicamente se intuye. Soñar lo de siempre es la muerte de los sueños. Cuando los sueños mueren, parte del alma muere. Por eso, la manera de mantener viva el alma no será tanto vivir en gracia cuanto vivir en sueños. Cuando se ha querido matar un ideal se ha dicho al idealista: deja de soñar. Y luego: rebaja el nivel, cede ante el realismo de la vida (como dice en Francesco el obispo de Asís a Francisco). La ausencia de sueños termina por limar las aristas, los perfiles de los ideales. Y, al final, sin perfiles, el ideal se asemeja a la pérdida.
Soñar lo distinto demanda, en primer lugar, cuestionar lo heredado sin acritud valorando lo que la herencia recibida puede incorporar al sueño distinto. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva sin más. Pero tampoco se trata de perpetuar lo recibido como una obligación, como una pesada cadena, como una condena. Cuando uno se incorpora a la comunidad franciscana no entra en un club histórico que pesará siempre sobre él; entra en un proyecto de vida y, por ello, el futuro es la pregunta. Y para ir resolviendo tal pregunta los sueños son una herramienta de primer orden. Hasta el punto de que ser cristiano es, más que pertenecer a una organización religiosa, hacer parte de un sueño colectivo al que Jesús dio la forma misma de su alma.
Para soñar lo distinto se necesita una gran habilidad porque es preciso arriesgarse a caminar en lo equívoco, en el camino sin desbrozar, lo que supone incorporar a la búsqueda creyente el riesgo con todas sus consecuencias. Una trayectoria franciscana que no ha experimentado el riesgo, que no ha olfateado el peligro, que no ha temblado ante el abismo, quizá no sea todavía el camino que brota del fondo del evangelio. Puede ser que la experiencia creyente, ojalá, acumule certezas. Pero somos caminantes y eso incorpora el riesgo al mismo hecho de caminar. Pretender hacerlo sin riesgos es caer en el peligro de quedarse quieto. Más aún, sin ese componente del riesgo, cualquier propuesta de vida deviene anodina.
Soñar lo distinto tiene un precio: despojarse, o mejor, ser despojado. El fallo de muchas propuestas de renovación es que, con ser sinceras y hermosas, se hacen sin dejar de guardar la ropa. Eso es imposible: lo nuevo conlleva el despojo, en una parte o en mucho, de lo que hasta ahora nos ha sido querido. No estar dispuesto a pagar ese precio es lo que nos inmoviliza. Queremos sinceramente una fe nueva, una Iglesia nueva, una vida parroquial nueva, una vida franciscana nueva, pero se nos hace insuperable el despojo que conlleva esa novedad. El resultado: todo sigue más o menos igual, añadiendo, quizá, otra frustración. A más despojo, más probable novedad; a menos despojo, más persistencia en lo de siempre. ¿Dónde encontrar la fuerza necesaria para cambiar, para dar el paso? ¿Puede hacerse de manera paulatina, de modo que sea asimilable por el sujeto temeroso? El despojo de los soñadores Francisco y Clara podría reconfortarnos, junto con la evidencia de que hay quien se ha lanzado al mar, temible y hermoso, de lo nuevo.
Para entrar en esta dinámica del sueño que envuelve a la persona es preciso superar el estado de quien termina pensando que todo da igual, que las cosas tienen una trayectoria ajena a la voluntad de uno y que lo que sea sonará. Esta especie de determinismo es demoledora porque mata no solamente el anhelo de los sueños, sino la raíz misma de la belleza. La apatía es la lepra de los sueños, los termina devorando. La fe en los sueños, como la esperanza, ensancha a los seres humanos en lugar de limitarlos.
Habría que entender los textos franciscanos no como un discurso que apuntala el pensamiento oficial, sino como una invitación a los sueños. Leerlos desde esa perspectiva daría un resultado de lectura evocador y hasta revolucionario. La mejor manera de des-domesticar estos textos sería situarlos en el terreno de los sueños, en ese espacio donde lo que sugiere es lo que propone, dejando luego a la vida que vaya marcando los caminos.
4. Un apunte de Fratelli tutti
«La caridad política se expresa también en la apertura a todos. Principalmente aquel a quien le toca gobernar, está llamado a renuncias que hagan posible el encuentro, y busca la confluencia al menos en algunos temas. Sabe escuchar el punto de vista del otro facilitando que todos tengan un espacio. Con renuncias y paciencia un gobernante puede ayudar a crear ese hermoso poliedro donde todos encuentran un lugar. En esto no funcionan las negociaciones de tipo económico. Es algo más, es un intercambio de ofrendas en favor del bien común. Parece una utopía ingenua, pero no podemos renunciar a este altísimo objetivo» (190).
Pertenece el nº al cap. V de FT (“La mejor política”) donde el Papa quiere llevar el tema de la fraternidad al campo de la política porque ahí es donde se cuecen las decisiones de las que depende la marcha de la ciudadanía y la suerte de los empobrecidos. Cree el papa que el amor es compatible con la vida política, por más que los hechos cotidianos parezca que son caminos totalmente divergentes. Es verdad que el número está orientado “a quien le toca gobernar” pero, de algún modo, todo ciudadano puede sacar partido de él.
La caridad política ha de abrirse a todos: un amor político elitista, excluyente, es un amor muy limitado. Las utopías han de apuntar al conjunto de la ciudadanía, no solamente al beneficio de los selectos.
La confluencia entre las utopías sociales y la ciudadanía concreta no podrá hacerse sin renuncia, sin despojo. Si no, el encuentro se hará imposible: la utopía caminará desgajada y la sociedad dará las espaldas al potencial del anhelo.
Saber escuchar, armarse de paciencia, son requisitos imprescindibles para llegar al hermoso poliedro del encuentro. En la desatención y en el nerviosismo se agostan las utopías y se vuelves estériles para la ciudadanía. Por eso habla el documento de un “intercambio de ofrendas a favor del bien común”. Sin tal intercambio, las utopías corren el riesgo de desconexión y la ciudadanía se muestra escéptica ante ellas.
El mismo Papa dice que puede parecer todo esto una “utopía ingenua”, pero es, sin esta clase de utopías, la sociedad entra en caminos sin salida. Por eso sigue siendo necesario avivar la utopía de la caridad política.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora):
- 1. ¿Cuál es, a tu juicio, el nivel utópico de la vida franciscana actual? (10 líneas máximo)
- 2. ¿Dinos una utopía evangélica que te atraiga y por qué? (10 líneas máximo)
8
MIRAR LA ECONOMÍAS Y SUS CAMINOS
(El neoliberalismo)
- 1. Lo que vemos
El dinero es el valor central del neoliberalismo; por eso es tan importante mirar a la cartera de los que triunfan, de los vencedores. Al dinero se le considera inocente y se dice que genera salud para todos, estando cualquier otro valor subordinado a éste. Así, el dinero queda descontextualizado sin percatarse de que, en el neoliberalismo, el suyo es un contexto explotador. Es uno de los “valores” de la ideología que nos compone: debajo de la ‘nueva’ ideología están también unos valores concretos: los del neocapitalismo competitivo de alto alcance. Los de las multinacionales. Los de la economía como único argumento inmisericorde: lo que es económicamente bueno, pasa a ser bueno, sin más, aunque deje jirones de desgracia en el camino. Los de la competencia de mercado como medicina salvadora, caiga quien caiga. Es, según el Papa Francisco, la “economía que mata” (EG 53).
Tenemos que enfocar este asunto como verdaderos afectados, como ciudadanos que se hallan insertos en este movimiento y que afecta desde nuestro armario guardarropa hasta los planes macroeconómicos del país. Y, además, con una variante significativa: el neoliberalismo ha hecho perder la vergüenza al capitalismo. Ahora el capitalismo se presenta sin miedo, sin adversario, sin mala conciencia y sin necesidad alguna de justificación.
No ha de extrañar que muchos no crean en un futuro que tiene que pasar por un presente así, porque la fuerza destructora de ese presente es de primera magnitud. Por eso es tan decisivo dar razones para esperar hoy, aunque todo lo nuestro se enmarque en lo frágil, en lo no común de la tenacidad que cree en la posibilidad, aún a la mano, de una nueva persona. En esta lucidez y en esta búsqueda se mueve la espiritualidad franciscana de hoy.
El neoliberalismo económico es un sistema de pensamiento y vida cuyas variables, interaccionadas y reforzadas entre sí, son: el valor central del dinero descontextualizado; la información como instrumento para mantener la hegemonía económica; la “ayuda a los pobres” como mecanismo de control, más que tranquilizador o justificante de la injusticia estructural; la eficacia, ya que se comprende la competitividad como un absoluto; la persona entendida como pieza intercambiable; una manera de valorar la justicia como potenciación del propio sistema; el diálogo siempre practicado en condiciones de desigualdad.
Cualquiera se percata de que estos “valores” no solo afectan al ámbito de la economía (mercado libre, tecnología, productividad), sino al ámbito social (no intervencionismo del estado, interrelación de países para mejorar la producción de los poderosos, crítica al estado de bienestar) y al ámbito del pensamiento (valoración solo de los fracasos de las economías socialistas, justificación de los fallos del sistema por la certeza de que los beneficios son mayores, ideologías extremizadas).
De ahí se derivan dos consecuencias decisivas: la colonización del mercado y los crecimientos empresariales como crecimiento de ganancias. El dominio del mercado conlleva el de la producción y el dinero. Por eso, las leyes de mercado se hacen inexorables e incuestionables. Son algo que está ahí porque, como dice la moraleja de los tratados de economía, “en economía, las cosas son como son y no como parece que son”. Esta inexorabilidad de las leyes del mercado es el mayor escollo para una pretensión de economía humanizadora. Y, además, lo vemos diariamente comprobado en la movilidad de las empresas hacia países del Tercer Mundo: la movilidad de las empresas no es por pérdidas de dinero sino por crecimientos de ganancias, pasando por encima de la desertización industrial, del desempleo extensivo y de los problemas que conlleva la emigración por causas laborales.
La conclusión es clara: un desarrollo excluyente, desequilibrador y desigualador es un sistema que genera víctimas y que no quiere tomar medidas, aunque las conoce, para cambiar el rumbo de la economía. Por eso, hay que decir que la cartera de los vencedores está llena, además de dinero, de víctimas. Un sistema así no encaja con las aspiraciones más básicas del creyente en Jesús y del solidario Francisco. El margen para mantenerse en una postura distinta es mínimo, pero existe.
- 2. Las raíces espirituales del pensamiento económico de Francisco y Clara
a) Rnb 14
«1Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón (cf. Lc 9,3; 10,4; Mt 10,10). 2Y en toda casa en la que entren digan primero: Paz a esta casa (cf. Lc 10,5). 3Y, permaneciendo en la misma casa, coman y beban lo que haya en ella (cf. Lc 10,7). 4No resistan al malvado, sino que, si alguno les pega en una mejilla, preséntenle también la otra (cf. Mt 5,39; Lc 6,29); 5Y a quien les quita el manto, no le impidan que se lleve también la túnica. 6Den a todo el que les pida; y a quien les quita lo suyo, no se lo reclamen (cf. Lc 6,29-30)».
- Contexto: Francisco de Asís sitúa el tema de los recursos económicos y del dinero en el gran tema de la desapropiación, tan importante para él. La propuesta de Francisco es vivir “sin nada propio”. Esta expresión es usada por Francisco al inicio de las dos Reglas. Vivir “sin nada propio” exigía la renuncia a los bienes y su distribución a los pobres cuando se entraba en la Fraternidad, y no apropiarse de nada: “ni casa, ni lugar, ni cosa alguna” (Rb 6,1) Esta opción de vivir sin nada propio aparece claramente en Rnb 14 dedicado a Cómo deben ir los hermanos por el mundo, un capítulo de enorme novedad ya que los que tenía que hacer un buen religioso en la época era permanecer estable, quieto, en su convento. Un texto que, posiblemente, pertenecía a la regla primitiva presentada a Inocencio III en 1109/10. La desapropiación va más allá de la pobreza material –es su dimensión más profunda- y se basa en el anonadamiento de Cristo y en el hecho de que Dios es el dueño de todo y nosotros no podemos retener para nosotros los bienes, materiales y espirituales, que le pertenecen; por el contrario, debemos restituírselos y reconocer que todos los bienes son suyos. La desapropiación abarca a todo tipo de bienes temporales, muebles e inmuebles. Incluye también la no apropiación de los talentos personales, de las propias cualidades morales y su restitución al Señor, porque Dios es el dador de todo bien y si todo pertenece a Dios se le debe restituir todo lo que de Él hemos recibido. El texto, como veremos, es más que un simple copiar las advertencias de Jesús a los apóstoles en los textos de misión de los sinópticos. La elección y disposición del contenido deriva del modo de ver el tema de la economía que tiene el franciscanismo primitivo.
- Estructura:
1) Comportamiento económico de quien va por el mundo: todo el conjunto da la impresión de un alejamiento explícito de una economía, la gremial, que parece avasallar la minoridad para poner el dinero como centro. Un paleoliberalismo naciente.
- Sin bolsa para guardar dinero.
- Sin alforja (neque peram), es la pera peregrini, el pequeño zurrón distintivo del peregrino que mendiga. Francisco aleja la mendicidad de la misión.
- Ni pan: como símbolo de una mesa bien repleta (era época de pan escaso).
- Ni pecunia: dinero contante, en épocas donde el dinero comienza a sustituir la economía de intercambio.
- Ni bastón (neque virgam), para defenderse, o para medir y hacer operaciones compra y venta.
2) Centro: anuncio de la paz. Este ha sido para Francisco una realidad irrenunciable de modo que se puede decir que es el núcleo de la oferta franciscana (Crónica JG 14). La paz tiene muchos niveles. Pero se puede entender que la paz profunda es imposible en la dura lucha por el acaparamiento de las riquezas. La paz tiene, pues, una dimensión de comportamiento económico.
3) Cimiento: desapropiación. Efectivamente, la desapropiación es el cimiento de una nueva visión de la economía. Cuatro niveles:
- Permanecer en la misma casa: no andar buscando posiciones de privilegio económico. La permanencia en la casa indica que no se anda tras el dinero.
- Talante resistente: ofrecer la otra mejilla. No sucumbir al acoso de la pobreza y echarse en brazos de una ganancia económica que empañaría el evangelio.
- Dar el manto y la túnica: con la certeza de que la generosidad es la mejor manera de acercarse a una vivencia económica distinta.
- No reclamar: por una sencilla razón: porque lo que te quitan pertenece a los empobrecidos.
- Contenido:
- Está en el ambiente de este texto una evidente prevención contra los mecanismos económicos paleoliberales como peligro constante de una opción como la minoridad, algo que Francisco quiere salvar a toda costa.
- La paz es el fruto de otro plan de vida, de otra manera de mirar las relaciones, incluidas las económicas.
- La raíz de la manera de estar en el mundo del menor: creer que el mundo camina en humanidad cuando se va estableciendo la economía del compartir.
- La economía “real” (en oposición a la financiera) es la que mira en la dirección del otro.
- Otra economía es posible. Lo demuestran las empresas con criterios menos especuladores y de ideario más social (la del Bien Común, por ejemplo).
- La tarea de poner un rostro humano a una economía que, si no se la controla, es devoradora.
b) RCl 8,7-11
«7A ninguna hermana le esté permitido enviar cartas ni recibir algo o darlo fuera del monasterio sin permiso de la abadesa. 8Tampoco le esté permitido tener cosa alguna que la abadesa no le haya dado o permitido. 9Y si sus parientes u otras personas le envían algo, la abadesa haga que se lo den. 10Mas ella, si lo necesita, que pueda usarlo; si no, que lo comparta caritativamente con alguna hermana que lo necesite. 11Pero si le enviaran dinero, la abadesa, con el consejo de las discretas, haga que se la provea de lo que necesita» (RCl 8).
- Contexto: Siendo RCl del año 1253 hay que considerar que la economía de componente neoliberal del bajo Medievo estaba más asentada que en tiempos de Francisco. Por otra parte, el texto (inspirado en la Regla de san Benito: el papel de la abadesa) trata de armonizar algo que parece difícil: la fidelidad al antiguo ideal de pobreza y las formas cambiantes de una vida clariana que también se institucionaliza. Quizá se pueda entrever aquella técnica de san Francisco de “ceder sin ceder”, de actualizarse tratando de conservar lo nuclear de la opción primera. En ese sentido habrá que distinguir lo que se escribe en un documento jurídico y lo que se vive realmente en la vida. Difícil de precisar.
- Estructura:
- CRITERIO DE CONTROL: ejercido por la omnipresente abadesa, algo que distorsiona el perfil de la primitiva comunidad clariana y su posterior evolución hacia una comunidad de hermanas para volver de nuevo a formas más rígidas de gobierno
a) Control 1:
- Cartas: la correspondencia personal como elemento de posible perturbación.
- Recibir o dar algo: el descontrol de aquello que no se controla (los monjes no podían dar nada del monasterio bajo penas de excomunión).
b) Control 2:
- Permiso para tener algo: porque en ese tener algo que los demás no tienen se pone en peligro el compartir fraterno, no tanto la uniformidad.
c) Control 3:
- Lo que envían los parientes: termina en manos de la hermana bajo el control de la abadesa que parece justificarlo.
- CRITERIO DE NECESIDAD: Es la forma de armonizar economía y fraternidad. Si el criterio de necesidad está claro, las cosas presentan muchas menos dificultades.
1) Criterio de necesidad y economía del compartir:
- Si lo necesita: puede usarlo, no hay cuestión.
- Si no lo necesita: se comparte para verificar la realidad fraterna.
2) En cuestiones de dinero:
- Abadesa y discretas proveen de lo necesario: sigue primando el criterio de necesidad.
- Contenido:
- Una economía de dependencia difícilmente puede ser fraterna. El elemento de libertad y de responsabilidad como imprescindibles.
- La comunidad amenazada por las prácticas neoliberales. ¿Cómo ceder sin ceder? ¿Cómo mantener lo esencial siendo flexible en lo no esencial?
- El criterio de necesidad está simplemente enunciado (excepto en el caso de las enfermas) (en RCl 8,17-18 aparece con claridad).
- La economía del Bien Común de Ch. Felber es un ejemplo de economía con rostro humano que desplaza al duro neoliberalismo.
- La economía de sobriedad feliz puede iluminar otros modos de entender el hecho económico.
- La economía circular es otro modo más racional de entender el hecho económico (la economía circular es un concepto económico que se incluye en el marco del desarrollo sostenible y tiene por objeto la producción de bienes, además de reducir el consumo y la explotación masiva de materias primas, agua y fuentes de energía).
3. Colaborar
En esta tela de araña que es la sociedad neoliberal en la que todos nos vemos atrapados con ese canto de sirena del consumo superactivado, el franciscano/a tiene que resistirse con todas sus fuerzas a dejarse llevar por la corriente impetuosa de la irresponsabilidad organizada del neoliberalismo económico que nos paraliza en nuestro tener que decir de cara al otro. El éxito del sistema neoliberal es aislar al individuo y hacerle creer que una “mano invisible” guía la economía haciéndola más productiva cuanto más anárquica es. El franciscano/a se resiste en la moderación de la pasión por el dinero, en la relativización del consumo, dando alternativas de una vida en gozo sin el abundante y exquisito tener y, sobre todo, en la preocupación por el débil en el afán de integrarlo en modos de vida humanizadores que no son los de esta economía que genera, imparable, desechos sociales. Por eso, el franciscano/a tiende a liberar al débil de la tiranía de la socialización de objetivos de la publicidad, haciéndole ver que hay maneras alternativas de vivir con humanidad sin entrar en la rueda del desesperado consumo. Tarea muy difícil en la que aún sigue habiendo personas lúcidas y vigilantes que no se apuntan al río revuelto de una economía deshumanizadora.
Y como el neoliberalismo emplea la vieja técnica del “divide y vencerás”, el franciscano/a trabaja para que los intereses individuales no hagan fracasar la acción común. Es un convencido/a de que cuando la comunidad social crece, todos salen ganando. La secular sensación de que la solución de lo mío es lo importante sin consecuencias para la vida de los otros es algo a quebrar en una sana mentalidad franciscana.
Muchas de estas intuiciones se estrellan ante la elemental objeción de “¿qué puedo hacer yo?”. Los modos de actuación existen. Los más eficaces pasan por lo organizado, ya que las fuerzas se multiplican y tienen más visos de continuidad (verdadero quid del asunto) en la dinámica de un grupo. Por eso, agruparse es la garantía del éxito, y el temor de cualquier explotador. Y, además, la acción personal en el lenguaje elocuente de los gestos siempre será algo valioso, ya que los gestos desvelan debilidad e impotencia, pero hablan también el lenguaje del anhelo y de un imparable deseo de humanidad.
Con una vida modesta, controlada, lúcida y solidaria, el franciscano/a lucha contra el mito de que todo es contabilizable y que lo que no entra en los parámetros de un negocio próspero no sirve para nada. Bien al contrario, porque lo económico no se reduce al mercado marketinizado y a la producción competitiva sino que es un entramado hondísimo de relaciones personales, el franciscano/a cree que los bienes de la paz, del respeto, de la contemplación, de la justicia a los débiles, del recuerdo de los vencidos, de la cercanía al sufriente, de la acogida al improductivo social, etc., son bienes económicos, los que apuntan al verdadero desarrollo humano que postulan ya numerosos organismos internacionales.
Ciertamente, la cartera de los vencedores rebosa de víctimas. Pero su sistema económico no es el único posible. Quizá sin pretenderlo, y como ocurrió en tiempos de Francisco, el franciscano/a de hoy puede colaborar a mantener viva la utopía hermosa de un mundo de iguales, en equilibrio y sin explotación. El escepticismo ante planteamientos así se cuestiona con modos de vida lúcidos y solidarios.
4. Un apunte de Fratelli tutti
«El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. Por una parte, es imperiosa una política económica activa orientada a «promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial», para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos. Por otra parte, «sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado». El fin de la historia no fue tal, y las recetas dogmáticas de la teoría económica imperante mostraron no ser infalibles. La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos (168)».
Como es lógico, pertenece este numeral al cap.V de FT sobre “La mejor política”, aquella que está fundamentada en el amor social. Ya en LS 54 había rechazado el Papa la teoría del “derrame” (que supone que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo) como postulado del neoliberalismo de cara al mercado. Pero el Papa es contundente: esta manera de ver el mercado no resuelve la inequidad que genera violencia en el tejido social. Hay que crear puestos de trabajo. Pero la economía financiera, no la real, sigue causando estragos.
La confianza social es necesaria para la economía. Esta confianza ha fallado y ha sido el neoliberalismo el más interesado en que esto sea así. Las recetas de la economía neoliberal no han resuelto nada dejando el problema económico más complicado.
La situación ante las pandemias mundiales y su enorme sensación de desamparo social y económico muestran que las pretensiones de solución absoluta por parte del mercado liberal son falsas. La solución, dice el documento, es llevar la dignidad humana al centro y construir sobre ese pilar economías alternativas que humanicen.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
1. Distinguir entre economía real y economía financiera (10 líneas)
2. ¿Suena en tu país el tema de la economía del bien común de Ch. Felber? ¿Hay alguna empresa en esa línea? (5 líneas).
9
MIRAR LA PARTICIPACIÓN EN LA VIDA CIUDADANA
(La amistad cívica)
- 1. Lo que vemos
Con demasiada frecuencia el panorama político nos muestra el espectáculo de personas que, perteneciendo al mismo país, a la misma cultura, al mismo pueblo, incluso a veces a la misma familia, no solamente discrepan en ideas y palabras, sino que escenifican una ruptura y un rechazo que nos dejan perplejos. ¿Cómo siendo conciudadanos, vecinos, familiares, parece haber una distancia que lleva al distanciamiento y, a veces, a la condena? ¿Cómo vamos a enseñar a los niños el respeto, los valores de la convivencia, el lenguaje moderado, las actitudes sosegadas si los adultos, incluso los de más prestancia social, van por caminos opuestos?
La catedrática de ética de la Universidad de Valencia Adela Cortina ha acuñado el concepto de “amistad cívica”. La define así: “La amistad cívica sería más bien la de los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a él, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe ya un vínculo que les une y les lleva a intentar alcanzar esos objetivos, siempre que se respeten las diferencias legítimas y no haya agravios comparativos.” La evidencia de la mera convivencia habría de llevar a un vínculo de unidad y, por lo mismo, de respeto y de una cierta amistad que excluyera la deslegitimación, el menosprecio y el rechazo.
La amistad cívica es un valor que puede ser plataforma común de encuentro incluso con personas de experiencia religiosa. Una sociedad como la nuestra necesita una cierta amistad cívica; la gente debe darse cuenta de que para llegar a metas comunes han de respetarse las diferencias legítimas. Es importante cultivar una amistad cívica. Puedes tener leyes, pero no son suficientes. La amistad cívica, decían los clásicos, es importante para que la gente se dé cuenta de que están construyendo juntos una sociedad. Que los derechos de todos los ciudadanos se vean respetados. En el trabajo por lograr este tipo de amistad, el papel de la laicidad es decisivo porque, al no tener preocupaciones religiosas, centra su ideal de vida en el marco elemental de la sociedad y, si la mira con interés humano, puede brotar con facilidad el amor cívico que surge del aprecio a la aportación que todo ciudadano hace al hecho social. Son ideales de espiritualidad laica que el Evangelio apoya con toda decisión.
Parece obvio, pero construir la comunidad social demanda, más allá de la “amistad cívica” (algo de por sí muy valioso) un verdadero afecto hacia la sociedad. Querer a la sociedad no es un sentimentalismo barato sino haber llegado a la convicción profunda de su necesidad para el más personal de los desarrollos. Esta convicción toma el rostro del verdadero afecto, de la adhesión cordial e, incluso, de la ternura. ¿Es posible construir la sociedad humana sin realmente amarla? Posiblemente no. Pero para amar la sociedad quizá haya que comenzar a amarse a sí mismo, por obvio que parezca. ¿Cómo puede una persona sentir ternura por otra, por todas las criaturas, por la naturaleza de la tierra y de los cielos, si no consigue sentirse tierno con respecto a sí mismo? De ahí podrá derivar y dar contenido a esa “caridad política”, esa colaboración al bienestar del otro a través de estructuras sociales, que el cristianismo ha invocado y que aún se halla en la zona de las sombras. Todo esto no es posible sin amar la sociedad, sin hacerla objeto del amor más personal. No se trata de amar una entelequia, sino una realidad vida que está ahí y que interpela.
A los franciscanos se les ha identificado muchas veces como “gente del pueblo” por su cercanía a los estratos populares. No estaría mal que, en esta época, se les calificara como buenos ciudadanos, personas que están interesadas en que la convivencia ciudadana marche por sendas de respeto y aprecio, ya que todos estamos en la misma barca. Hay en París un movimiento contemplativo de reciente fundación que se llama “Monjes ciudadanos”. Definen su carisma como “monjes en el corazón de la ciudad”. La vida franciscana, sin ser monástica, también quiere estar en el corazón de la ciudad para generar ciudadanía, que es un rostro actual de la fraternidad.
- 2. La ciudadanía en Francisco y Clara
a) 2Cel 108
«Las palabras de Francisco no sólo tenían eficacia cuando las decía, que a veces, aun transmitidas por otros, no volvían vacías.
Así sucedió una vez cuando llegó a la ciudad de Arezzo al tiempo en que toda la población, revuelta en guerra civil, estaba en trance de exterminio total. Con tal suerte, que el varón de Dios, huésped en un burgo fuera de la ciudad, ve que los demonios se alborozan por aquella tierra y excitan ciudadanos contra ciudadanos con el fin de que se maten. Llamó, pues, a un hermano llamado Silvestre, varón de Dios y de sencillez recomendable, y le mandó, diciendo: «Vete a la puerta de la ciudad y, de parte de Dios todopoderoso, intima a los demonios que salgan cuanto antes de ella». La sencillez piadosa se encamina pronta a cumplir la obediencia, y, dedicándose primero al Señor en alabanzas (Sal 94,2), grita con fuerza ante la puerta: «De parte de Dios y por mandato de nuestro padre Francisco, salíos, demonios todos, de aquí a muy lejos». Poco después, la ciudad vuelve a la paz, y sus moradores observan con gran calma el código de ciudadanía.
Por eso, el bienaventurado Francisco, predicándoles después un día, comenzó el sermón con estas palabras: «Hablo a vosotros como a quienes estuvisteis en una ocasión bajo el yugo y cadenas de los demonios, pero sé que al fin fuisteis liberados gracias a las plegarias de un pobre».
- Contexto: Dentro del cajón de sastre que es 2 Cel, el pasaje va en el apartado relativo a la honda comprensión de las Escrituras y a la eficacia de las palabras de Francisco. Muchas son las variables de lectura que posibilita el texto: el tema de la paz, de la obediencia, de las palabras constructivas. Nosotros lo leeremos bajo el prisma de la construcción de la ciudadanía ya que el texto, hasta en su vocabulario, se aproxima a ello. El nacimiento de lo urbano como movimiento social ineludible es el marco histórico de un relato como este. La preocupación por la ciudad es un elemento del franciscanismo primitivo.
- Estructura:
1) Principio general: palabras eficaces. Se cree en la fuerza de la palabra porque tiende al bien, a la paz, a la ciudadanía. Son palabras eficaces porque son palabras buenas (Rnb 11,7).
2) Arezzo:
a) La ciudadanía rota:
v Escenario de extrema violencia; entender la gravedad de una situación de no-ciudadanía es el primer paso.
- Guerra civil: guerra ciudadana, más devastadora que la guerra convencional contra un enemigo ajeno a la ciudad.
- Trance de exterminio total: la ciudadanía rota pone en peligro el inmediato presente de la ciudad.
v Interpretación mítica: los demonios son los causantes. Pero hay que ver que son los ciudadanos quienes se han convertido en demonios.
- Alborozo: que es correlativo al caos ciudadano.
- Ciudadanos contra ciudadanos: la evidencia total del triunfo de los demonios.
b) Mediación fraterna: Silvestre y su conexión honda con Francisco que se manifiesta en la “sencillez” del hermano que cree en el valor de las palabras buenas para la construcción de la ciudadanía.
v Intima a los demonios: confrontación crítica con la ruptura ciudadana y sus causas.
v En las puertas de la ciudad: en los lugares donde se manifiesta la no-ciudadanía en modos más crudos.
v Exorcismo ciudadano: “salid lejos”. El alejamiento de la violencia como imprescindible para la restauración de la ciudadanía rota.
c) Consecuencias benéficas de la palabra ciudadana:
v Vuelta a la paz social: se retoma el cauce abandonado porque la paz es el medio natural de la buena ciudadanía.
v Recuperación del código de la ciudadanía (iura civilitatis) que son los elementos de posibilidad ciudadana: dignidad, respeto, tolerancia, convivencia, perdón.
d) Conclusión:
v Liberación del yugo y de las cadenas de una violencia que hace imposible la ciudadanía.
v Certeza de que la plegaria de un pobre puede cumplir una función social en beneficio de la ciudadanía.
- La preocupación social como uno de los elementos de la espiritualidad franciscana. La opción por el evangelio no desvincula del camino histórico sino que lo ahonda.
- El creyente está llamado por ello a un incremento del componente político del seguimiento.
- La plegaria puede cumplir una función social que le dará una dimensión nueva.
- Habrá que controlar la génesis de los extremismos ciudadanos que llevan a una siembra de odio de consecuencias imprevisibles para la ciudadanía. Apoyar esos movimientos desde el franciscanismo es una contradicción inaceptable (o una formidable inconsciencia).
- La construcción del código de la ciudadanía se hace día a día en itinerarios de corto alcance.
- Es necesario también un sentido crítico para no caer en bulos que corroen el sentido ciudadano.
b) PCl X,2
«Preguntada sobre qué había visto ella, respondió que una vez entraron los sarracenos en el claustro del monasterio, y madonna Clara se hizo conducir hasta la puerta del refectorio y mandó que trajesen ante ella un cofrecito donde se guardaba el santísimo Sacramento del Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Y, postrándose en tierra en oración, rogó con lágrimas diciendo, entre otras, estas palabras: «Señor, guarda Tú a estas siervas tuyas, pues yo no las puedo guardar». Entonces la testigo oyó una voz de maravillosa suavidad, que decía: «¡Yo te defenderé siempre!» Entonces la dicha madonna rogó también por la ciudad, diciendo: «Señor, plázcate defender también a esta ciudad». Y aquella misma voz sonó y dijo: «La ciudad sufrirá muchos peligros, pero será protegida». Y entonces la dicha madonna se volvió a las hermanas y les dijo: «No temáis, porque yo soy fiadora de que no sufriréis mal alguno, ni ahora ni en el futuro, mientras obedezcáis los mandamientos de Dios». Y entonces los sarracenos se marcharon sin causar mal ni daño alguno».
- Contexto: Este episodio de la vida de Clara lo cuentan casi todas las testigos de PCl (documento de primera magnitud para conocer la primera historia de la vida clariana), se ha popularizado y ha pasado a los grabados que pintan a Clara con la custodia y cosas así (aunque los ostensorios vendrán dos siglos después). Pero más allá de lo anecdótico, se puede desvelar la presencia del componente ciudadano de Clara cuya opción de vida fraterna ha estado muy ligada a la ciudad de Asís. El episodio hace relación al cerco de Asís por las tropas de Federico II al mando de Vital de Aversa que, incluso con soldados musulmanes, quiso recuperar el dudado de Espoleto del que Asís hacía parte.
- Estructura:
1) Escenario: Clara enferma (“se hizo conducir”) se planta con el “cofrecito” (una casetta) de la eucaristía (no con el ostensorio que es útil de siglos posteriores). Debilidad y eucaristía como oposición a la violencia. Defensa de valores desde lo frágil.
2) Oración 1: por las hermanas como peligro más inmediato. La ciudadanía incluye a la propia familia en primera instancia. Familia y ciudad no tienen por qué ser realidades opuestas.
- Plegaria 1: “guarda a tus siervas”. Para Clara, creyente, Dios es garante de los procesos de ciudadanía.
- Respuesta 1: “te defenderé siempre”. Dios no se inhibe en los procesos sociales.
3) Oración 2: por la ciudad. Clara ha sido siempre sensible a la pertenencia ciudadana de Asís (en PCl I,3 se dice que “todos los ciudadanos” veneraban a Clara). La convicción de Clara que manifiesta esta mismo testigo en IX,3 no deja lugar a dudas: «Muchos bienes hemos recibido de esta ciudad, y por ello debemos rogar a Dios que la guarde».
- Plegaria 2: “plázcate defender la ciudad”: la ciudad es el continente de la comunidad. Ambas realidades van unidas. La preservación de una es preservación de la otra.
- Respuesta 2: “la ciudad será protegida”. Clara se convierte defensor civitatis, protectora de la ciudad, defensora del pueblo.
4) Profecía: “no sufriréis mal alguno”. Los “mandamientos”, la vida evangélica como garantía de una ciudadanía humanizadora.
5) Conclusión narrativa: los sarracenos se retiran.
- La desproporción de fuerzas entre plegaria y violencia no es tal: la plegaria puede ser antídoto de la violencia.
- Entender la oración como colaboración a la ciudadanía, al nivel espiritual de la sociedad.
- La profecía aleja de una concepción de la ciudadanía desde el lado del temor.
- Las diversas opciones personales (la contemplación, por ejemplo) puede ser integradas en la ciudadanía y su especificidad no exime de la colaboración y de la participación.
- La conciencia ciudadanía puede ser impulsora de la oración dándole más contenido y ahondando en sus raíces.
- Defender la ciudad o defender la ciudadanía. Esta segunda opción es más amplia y profunda.
- 3. Actitudes ciudadanas personales:
El logro de la ciudadanía será imposible si no se van cultivando algunos valores personales que deriven en actuaciones sociales. Enumeramos algunos de ellos:
a) De lado de los débiles: Ese ha de ser un criterio social indudable para franciscanos. Es preciso aprender a ponerse en el lugar de los otros, sobre todo de los más débiles para conocer qué derechos reclaman o qué razones aducen, si no ha lugar a derechos.
b) Diálogo con la laicidad: Porque tiene sus peligros, pero, en el fondo, no impide la práctica de los valores evangélicos (todo lo contrario) y apoya el pluralismo legítimo sin el cual es imposible la construcción de la sociedad (nada tiene esto que ver con el relativismo general, en la medida en que se da).
c) Talante crítico: Tanto para superar los procesos de descrédito de lo religioso como para analizar las propuestas sociales en orden a la humanización, que es lo que interesa más al creyente en Jesús.
d) Demócratas vigilantes: Para que la democracia no sea un mero mecanismo de procedimiento social sino que sea una democracia humanizada, interesada por los lados más débiles de la sociedad. Hay que saber ser demócrata, obrar en consecuencia, y sin embargo poder decir cuando se crea necesario que la democracia se queda, a veces, corta en sus leyes respecto a los derechos de los débiles.
e) Una conciencia que colabora: No solamente una conciencia que objeta. La objeción solamente puede tener fuerza en la medida en que se colabora, se proponen alternativas, se construye la ciudadanía. Acogerse a Objeciones sin colaborar, no es honesto.
f) Pluralismos inconfortables: No podemos estar todos de acuerdo, ni en la iglesia ni en la sociedad. Hemos de aprender con paz la lección del pluralismo social y religioso, hemos de intentar entendernos en lo básico, respetarnos en lo fundamental, arbitrar conductas que puedan llagar a entenderse manteniendo las diferencias. Este ejercicio de flexibilidad es difícil, pero necesario.
g) Sensibles a los derechos humanos: Porque ese es cauce común de fraternidad y, por lo mismo, va en derechura al logro del reino de Dios. Un creyente a quien esto le trae al pairo efectivamente, nada tiene que ver con el perfil del seguidor/a de Jesús. Esto vale para la sociedad y, cómo no, para la misma Iglesia.
h) Atentos a las demandas de la sociedad: Porque no podemos construir la ciudadanía, aportar algo al caudal de humanización de la vida, si no acogemos seriamente las demandas de la sociedad, aunque, como creyentes, no terminen de gustarnos.
i) Situarse en lados humanizadores: Dentro del espectro social y político el creyente no habría de funcionar tanto por la ley de mayorías que es la impera en casi todas las democracias occidentales. A nosotros nos interesa la carga humana de las propuestas. Esto nos llevará, a veces, a planteamientos de menor eco político o mediático, a grupos que no tienen poder de presión o negociación pero que vehiculan mejor nuestros anhelos cristianos.
Quienes quieren vivir en modos franciscanos esta existencia, don de Dios, que les ha sido regalada no pueden menos de intentar repetir en nuestro hoy los valores hondos de aquella utopía que soñaba la hermosa realidad de una fraternidad universal ajena a cualquier sufrimiento. Desde ahí habrán de interrogarse sobre las situaciones de violencia que les rodea y sobre su propia violencia. Quizá puedan contribuir no solamente a hacer que disminuya el caudal de sufrimiento que hoy anega la tierra, sino también a ofrecer una alternativa de paz y de no violencia que vaya secando las marismas del mal hasta hacer que brote la tierra firme, el jardín hermoso a que están llamadas a ser esta pobre tierra, nuestra hermana, y esta familia única que es la familia humana, aunque ambas estén hoy tan heridas.
- 4. Un apunte de Fratelli tutti
«Para quienes ya hace tiempo que han llegado y participan del tejido social, es importante aplicar el concepto de “ciudadanía”, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos» (131).
El numeral hace parte del cap.IV de FT (“Un corazón abierto al mundo entero”). En esa apertura se incluye la ciudadanía más allá del límite de cualquier frontera. Dice el Papa que el concepto de ciudadanía ha de ser aplicado a quienes llegan a un nuevo país. No es privilegio de los nacidos sino de toda persona que vive en el mismo ámbito social.
De ahí surge otro concepto más matizado: el de plena ciudadanía. Esto, dice el documento, hará de contrapeso al peligro de entender las minorías en modos excluyentes con todas sus peligrosas secuelas (inferioridad, hostilidad, discordia), sobre todo, el despojamiento de los derechos civiles y religiosos de la persona.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
- 1. ¿Crees que la vida franciscana está bien integrada en la ciudadanía? (10 líneas máximo).
- 2. Dar algún ejemplo de integración ciudadana de la comunidad de la que haces parte (5 líneas máximo)
10
MIRAR LA NUEVA VISIÓN DEL COSMOS
1. Lo que vemos
La mayoría aprendimos en la escuela en base a la física convencional, euclidiana. Nuestro paradigma mental está organizado desde ahí. Y, en consecuencia, el espiritual. Pero siempre se puede aprender e interrogarse puede ser muy saludable.
Hay que tener en cuenta que la física cuántica, vieja de más de un siglo, es una ciencia admitida por la comunidad científica. Y hay que ver que muchas de sus aplicaciones (en medicina, electrónica, etc.) están cada día más presentes en la vida de los ciudadanos.
No es algo fácil de comprender pero podemos hacer acercamientos que nos lleven a una mayor sensibilidad y apertura. Desde ahí se podría pensar las implicaciones de esta nueva física en la espiritualidad. Hay que tener presente que el tratamiento que tal física da al universo ha creado conceptos espirituales que revolucionan el paradigma teológico y espiritual.
Por otra parte, uno puede preguntarse cómo conectar con tal física mentalidades (la del cristianismo, la del franciscanismo) y textos (los Evangelios, los escritos de san Francisco) que han sido elaborados desde presupuestos euclidianos. Quizá haya que ahondar, bajar al nivel de lo elemental para encontrar caminos de conexión.
Veamos algunas nociones aproximativas:
- 1. A gran escala
- Solos y aislados: Puede ser que nos creamos el centro del Universo. Pero, en realidad, estamos solos y aislados en un pequeño sistema solar como los hay millones, de una galaxia (la vía láctea) que también como ella hay millones (100.000). La estrella más próxima a nuestro sistema solar es Alfa de Centauro que está a 4 millones años luz (la Voyager 2, la nave más rápida, tomaría 70.000 años para llegar hasta ella).
- Viajando a velocidades increíbles: Puede parecer que la tierra está quieta, que nada se mueve, pero, en realidad, a causa del big bang estamos viajando a velocidades de vértigo: nuestra galaxia y nosotros dentro de ella viaja a razón de dos millones de km por hora. Un universo que se expande.
- Muchos universos: La cifras que maneja la física cuántica le hace suponer que no solamente hay millones de galaxias, de constelaciones, de estrellas, etc. Sino que probablemente hay muchos universos antes del “muro” sin saber lo que hay detrás de ese “muro”. La medida humana no significa casi nada en comparación con esta medida inmedible.
- 2. A pequeña escala
- La danza de los elementos: Los cuánticos usan el término “danza” porque los elementos (átomos) y sus partículas (neutrones, protones, neutrinos) y otros componente subatómicos están en una frenética danza que, gracias a la gravedad, compone cuerpos con una enorme vida dentro. La idea de quietud no se corresponde con lo que ocurre en el más allá de lo que ven nuestros ojos.
- Somos vacío: Más que materia, somos vacío, lo que da una idea de otra realidad. Si se eliminara el vacío volveríamos a medidas de insignificancia. Ese vacío, a gran escala, es lo que llamamos agujeros negros: vacíos de materia desconocida donde se organizan las relaciones de los elementos que danzan atómicamente.
- El caos se organiza: Porque además de vacío, somos caos, lo que no es sinónimo de negatividad porque el caos se organiza caóticamente. La idea de orden, tan querida de la espiritualidad, queda cuestionada por una realidad física distinta.
- 3. Cambio de paradigma
- No somos el centro, sino una especie más: Hemos venido a esta “casa común” cuando llevaba millones de años ocupada. Y quizá nos vayamos, y este planeta siga dando vueltas. El no ser el centro no lleva a desimplicación, sino a la moderación de un antropocentrismo que siempre es una amenaza para el planeta.
- Somos interdependientes: El papa Francisco no se cansa de decirlo en la LS’: todo está conectado, dependemos unos de otros (la polinización es la fuente vida para el planeta; los verdaderos “labradores” de la tierra son los insectos que pueblan el humus, etc.). De modo que se puede hablar de una especie de “familia universal” dice LS’ 89.
- El mundo sin nosotros: Del mismo modo que antes estuvo sin nosotros, quizá pueda estarlo. El daño que hacemos al mundo, en realidad nos lo hacemos a nosotros. Tal vez el mundo pueda funcionar sin nosotros, pero la acción humana puede ser muy útil para que, mientras poblemos este planeta, funcione mejor.
- 4. Cambiar la espiritualidad
- Un Dios dentro: No tanto un Dios, un cielo, una realidad divina externa, sino un Dios en el fondo de lo que existe: “vendremos a él y pondremos nuestra morada en él” (Jn 14,23). La tarea de ahondar en la realidad, en la historia, en el camino cósmico.
- Nuevas maneras de entender y designar a Dios: Ir dejando las exclusivas maneras teístas para nombra la realidad de Dios de otros modos: fuente del amor, principio de vida, base del ser, origen de la bondad, etc. Ir llenado de “carne” estas expresiones que nos suenan poco.
- Somos tierra: De ella venimos y a ella volvemos. Imaginar modos de vida eterna menos localistas, menos geográficos y desplazarse a maneras más espirituales que no entren en litigio con lo que nos muestra la física cuántica y las nuevas cosmologías.
La tenaz, amplia, militante pregunta que la persona de hoy hace al cosmos es, sin duda, uno de los principales ámbitos de mística social. No solamente se quiere saber qué hay ahí sino qué es la persona en ese inmenso conjunto. Ya no se valora solamente la pequeñez del ser humano en la inmensidad cósmica, sino también la hermosura de hacer parte de ello y la posibilidad de conocer los procesos cósmicos como manera primordial de ser dentro del mundo. Del éxtasis ante el cosmos se pasa a la comprensión del mismo mediante planteamientos de física cuántica que hasta ahora estaban reservados a pocos. La mística cósmica, por la divulgación científica, empieza a ser patrimonio de todos.
2. Visión cósmica de Francisco y Clara
a) 1Cel 165a
«Este feliz viador, que anhelaba salir de este mundo, como lugar de destierro y peregrinación, se servía, y no poco por cierto, de las cosas que hay en él. En cuanto a los príncipes de las tinieblas, se valía, en efecto, del mundo como de campo de batalla; y en cuanto a Dios, como de espejo lucidísimo de su bondad. En una obra cualquiera canta al Artífice de todas; cuanto descubre en las hechuras, lo refiere al Hacedor. Se goza en todas las obras de las manos del Señor (Sal 91,5), y a través de tantos espectáculos de encanto intuye la razón y la causa que les da vida. En las hermosas reconoce al Hermosísimo; cuanto hay de bueno le grita «El que nos ha hecho es el mejor» (7). Por las huellas impresas en las cosas sigue dondequiera al Amado (8), hace con todas una escala por la que sube hasta el trono».
- Contexto: Dentro del intento de poner orden que tuvo Celano en su segunda vida, un rasgo prototípico de la espiritualidad franciscana es la contemplación de Dios en las creaturas que siempre estuvo viva en Francisco. Se puede decir que las creaturas solamente dieron consuelo y ánimo a Francisco, cuando, a veces, la misma vida fraterna fue una fuente de sufrimientos. Este rasgo del franciscanismo ha pasado al imaginario popular y se mantiene vivo (como se demuestra de LS’ 11).
- Estructura:
1) Punto de partida: conexión cósmica. Francisco no es un desconectado de las criaturas:
- Está en un “destierro”: visión medieval común de la realidad.
- Pero se sirve de las cosas “y no poco”: hay un cierto énfasis en la conexión de Francisco con las cosas (algo que se sale del patrón hagiográfico de la época).
2) Ambivalencia de lo creado: es una declaración de principios que se salta el estrecho margen de comprensión negativa de lo creado que era muy común en la época. Para los cátaros, por ejemplo, hay dos Principios Supremos: el del Bien, creador de los espíritus, y el del Mal, creador de la materia. Jesús mismo no podía ser contaminado por la materia: su cuerpo era aparente o fantasmal y por tanto no había sufrido ni muerto realmente en la Cruz -sino sólo simbólicamente- ni resucitado corporalmente. Midamos la diferencia con Francisco.
- Campo de batalla contra el príncipe de las tinieblas; esto sigue pesando en el Celano medieval y quizá en el mismo Francisco.
- “Espejo lucidísimo de su bondad”: el mismo Celano pone el énfasis en este segundo campo.
3) CENTRO: Dios en las creaturas. No al modo de un tosco inmanentismo (no hay confusión entre Creador y creatura) sino de una fuerte presencia de lo divino en el seno de lo creado:
- Artífice: cosa que se descubre “en una obra cualquiera”, es decir en todas.
- Hacedor: cosa que se ve al reconocer “las hechuras” de las creaturas, cuando se las valora positivamente y con detalle en modos agradecidos.
- Hermosísimo: un componente de fascinación envuelve la creación mirada por Francisco. Es la espiritualidad de la belleza en toda su pureza.
- Amado: las creaturas como vía de acceso al Amado; seguir a Jesús por la senda hermosa de las creaturas.
4) Gozo creacional: múltiples veces experimentado en un contacto constante con las criaturas:
- Intuición 1: la razón de la vida, del sentido de lo creado.
- Intuición 2: la causa de la vida: Dios, según la teología de la época (recordar a santo Tomás) como causa de lo creado.
5) Confesión de fe: “El que nos ha hecho es el mejor” (Qui nos fecit est optimus): no se subraya la grandeza, sino la bondad.
- Francisco ha logrado esa otra mirada de la que habla LS’ 36,110-112,135, 141, etc. Una manera que mira desde dentro, desde el gozo y agradecimiento.
- Para ello es necesario amar lo creado, haber hecho y superado el curso de amor a la vida que lleva a una correcta visión del hecho creacional y del sentido de la vida de la persona.
- Es lógico que Francisco tenga una lectura creyente del hecho creacional. Siempre se podrá compatibilizar con la visión laica moderna en aspectos decisivos de valoración y cuidado.
- No solo estamos en el cosmos, sino que somos tierra (“polvo enamorado” que cantaba Quevedo).
- Una lectura distinta del hecho creacional demanda salir y superar el antropoceno que es el antropocentrismo despótico que se desentiende y explota a las demás creaturas.
- Es evidente que, en la parte que nos toca, estamos llamados al cuidado cósmico no solamente para no perjudicar al planeta, sino para no perjudicarnos a nosotros mismos.
b) 3CtaCl 20-23
«20¿Quién no aborrecerá las insidias del enemigo del género humano, el cual, mediante el fausto de glorias momentáneas y falaces, trata de reducir a la nada lo que es mayor que el cielo? 21En efecto, resulta evidente que, por la gracia de Dios, la más digna de las criaturas, el alma del hombre fiel, es mayor que el cielo, 22ya que los cielos y las demás criaturas no pueden contener al Creador (cf. 1 Re 8,27; 2 Cr 2,5), y sola el alma fiel es su morada y su sede (cf. Jn 14,23), y esto solamente por la caridad, de la que carecen los impíos, 23como dice la Verdad: El que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y vendremos a él, y moraremos en él (Jn 14,21.23)».
- Contexto: ya dijimos que en la 3CtaCl Clara de Asís se revela como una de las cimas de la mística cristiana. Son puntos dignos de atención el seguimiento del Jesús pobre y humilde, la vocación eclesial de sostenimiento de los miembros vacilantes, la relación entre la vocación contemplativa y la tipología mariana. Como es lógico, también deja entrever su idea del cosmos en relación con su propia espiritualidad que se ajusta a la de la época pero deja también resquicios más personales.
- Estructura:
1) Certeza básica: la interioridad de la persona, el alma, está habitada por el que es mayor, por Dios. Lo mayor está en lo pequeño: misterio de generosidad de Dios.
- Oscurecimiento de la interioridad que trata de “reducir a la nada” lo más valioso de la realidad humana:
- Insidias del enemigo con promesas de glorias momentáneas que no dejan poso vital.
- Insidias falaces porque no encierran en ellas una verdad que sustente a la persona.
- El alma como la más digna creatura: no tanto un antropocentrismo como una certeza del lugar de la presencia viva del Dios que habita lo creado.
- “Por la gracia de Dios”: la realidad única de la interioridad es don de Dios, no fruto del trabajo humano. Visión teológica de lo creado.
- “Mayor que el cielo”: visión cósmica y antropológica del momento: la presencia de Dios se adensa en el alma humana.
2) Prueba bíblica: Jn 14,23: hay una intuición mística en esta valoración del versículo joánico, cumbre de la espiritualidad del cuarto evangelio: Dios y Jesús han abandonado su cielo para venir a poner la morada en la historia con intención de quedarse allí para siempre (matiz incoativo del verbo menein).
- El alma fiel es:
- Morada: a perpetuidad
- Sede: lugar de encuentro: el cielo está en lo profundo de la historia, en el subsuelo del cosmos.
- La caridad como lenguaje creacional:
- Por la caridad: la permanencia de Dios en el fondo de la historia es el gran lenguaje de la caridad.
- De la que carecen los impíos: valoración restrictiva propia de la época, pero inaceptable hoy.
- La historia, lugar de Dios. Aunque no esté dicho de esta manera, el fondo de Clara es compatible con las actual teología (P. Tillich, por ejemplo)
- El concepto de Dios dentro de lo creado es muy fecundo y todavía no está implantado en el imaginario cristiano.
- La fraternidad, rostro de la presencia de Dios. Algo que el texto insinúa y que, conociendo la espiritualidad clariana, sabemos que la cosa va por ahí.
- Valor de la interioridad, un valor en alza con múltiples manifestaciones sociales (a veces menospreciadas por los cristianos): espiritualidad oriental, mindfulness, oración laica, meditación social, etc.
- Sin dominio de lo creado ya que la certeza de que el interior humano está habitado no debe llevar a la apropiación sino a la donación.
- Una comprensión más unitaria de la realidad humana sin la división cuerpo -alma.
- 3. Fraternidad cósmica
Puede ser que haya a quien esto de la “fraternidad cósmica” le suene a una especie de secta. Y no andará equivocado. Eugenio Siracusa fue un siciliano que fundó la “Fratellanza Cosmica”, un movimiento cuyo lema era “non siamo soli” (no estamos solos), haciendo alusión a la relación de la persona con todo el universo. Pero nosotros queremos hablar de la espiritualidad franciscana. Efectivamente, se podría sintetizar el pensamiento de san Francisco diciendo que él pretendía construir la fraternidad cósmica, la integración de todos los elementos del coro de lo creado. El franciscano E. Leclerc ha escrito un comentario al Cántico de las Criaturas donde dice: “Rehusar la fraternidad con la naturaleza es también, en definitiva, hacernos incapaces de fraternizar entre humanos” (El cántico de las fuentes, p.15). Así, una persona capaz de experimentar vitalmente esa fraternidad cósmica es un ser reconciliado, consigo mismo, con sus raíces y con los demás hombres: ¿Acaso fraternizar con todas las criaturas no es optar por una visión del mundo en la cual la conciliación triunfe sobre el enfrentamiento? ¿No es abrirse por encima de todas las separaciones y las soledades, a un universo de comunión, en un gran hálito de perdón y paz? El mundo pasa, de este modo, de ser un objeto a dominar y poseer, a conformarse como una realidad maravillosa en la que el hombre es admitido para vivir y cooperar en la creación con todo lo que vive. Cuando al depuesto y carismático obispo J.Gaillot le preguntaban cuáles eran sus sueños, respondía: “Sueño con ver a la fraternidad abarcando a todos los vivientes de la naturaleza. Porque somos habitantes de la tierra. Pertenecemos al cosmos. Fraternidad humana y fraternidad cósmica están ligadas”.
L. Boff ha escrito profundas reflexiones sobre la evidencia de nuestro ser tierra, una nueva manera de enfocar nuestra pertenencia a la tierra. Él dice que esa nueva manera no podrá surgir sin tener una experiencia eco-espiritual: “Vivir en la globalidad del ser, en el sentimiento que se estremece, en la inteligencia que se ensancha infinitamente, en el corazón que queda inundado de conmoción y ternura: eso es hacer una experiencia eco-espiritual” (Ecología, p.251). No se trata de sentimentalismos superficiales. Esta actitud lleva implícita un gran cambio: “Durante siglos hemos pensado acerca de la Tierra. Nosotros éramos el sujeto de pensamiento y la Tierra su objeto y contenido. Después de todo cuanto hemos aprendido de la nueva cosmología, es importante que pensemos en cuanto Tierra, que sintamos como Tierra y que amemos como Tierra. La Tierra es el gran sujeto vivo que siente, que ama, que piensa y que sabe que piensa, que ama y siente por nosotros y a través de nosotros” (p.252). Esta honda experiencia espiritual es necesaria para avanzar en el camino de fraternidad cósmica.
Cuentan que un monje santo oraba todos los días pidiendo a Jesús que viniese definitivamente a la historia tal como lo había prometido en los mismos evangelios. Toda su oración estaba siempre impregnada de ese anhelo. Una noche, agotado del trabajo y la plegaria, descansaba el monje en su lecho. Y en sueños se le apareció Jesús para decirle: Buen hermano, tu deseo de mi venida es grande, pero has de saber que yo estoy viniendo todos los días a tu vida, en la flor sencilla del camino, en los frutos sabrosos de tu huerto, en la inmovilidad respetuosa de la roca, en la música de las ramas de los árboles, en los silencios de los valles, en las nieblas perezosas, en los días luminosos y brillantes, en las noches de paz y sosiego. Ése es el lenguaje de mi venida. Al despertar, el buen monje miró por la ventana de su cuarto y, aunque el paisaje era el mismo de todos los días, realmente le pareció otro, mucho más hermoso. Bajó a desayunar con sus hermanos y les daba la buena noticia: Jesús ha venido ya. Creían que, por su edad, su mente empezaba a flaquear, pero era el gran anuncio, el que la tierra llevaba dando tantos años.
Sabemos que el paso de la especie humana por la tierra tuvo un comienzo y que, con toda probabilidad, tendrá un fin. La creación estaba ya antes y quizá se quede sin nosotros en el futuro cuando nuestro ciclo vital se acabe. Pero lo cierto es que la orientación de la creación hacia su plenitud depende en gran parte de nuestras buenas relaciones con ella. Ojalá podamos vivir lo que Francisco nos enseña: que la tierra es nuestra casa, que ha puesto a nuestro servicio todo su potencial para que vivamos con ella en modos fraternos y respetuosos. Más aún, tal vez comprendamos un día que, junto con Jesús, la tierra ha sido la gran pedagoga de nuestra fe: nos ha enseñado que el amor del Padre se derramaba día a día, minuto a minuto, sobre nuestra vida.
- 4. Una apunte de Fratelli tutti
«Dios nos promueve, espera que desarrollemos las capacidades que nos dio y llenó el universo de potencialidades» (123).
Es una frase suelta y descontextualizada. Pertenece al cap. II de FT (Pensar y gestar un mundo abierto) y se dirige a los empresarios que están llamados a producir riqueza como mejora para todos.
Pero dice dos cosas interesantes: la primera, que Dios quiere desarrollemos nuestras capacidades (Jn 1,12). Dios ha hecho su parte con la creación; el desarrollo de la misma incumbe, siquiera en pequeña parte, a la persona. Llamada ante la responsabilidad histórica.
Y una segunda: el universo está lleno de potencialidades por lo que será preciso abrirse a tal universo superando una mentalidad terrícola como si la maravilla de lo cósmico terminara en nuestro pequeño planeta azul. Lo cósmico como tarea pendiente incluso para incorporarlo al imaginario creyente.
Para el trabajo del alumno/a (1 hora)
- 1. Ver el video “El Universo big bang la gran explosión 1 5” y dar una breve apreciación (5 líneas).
- 2. Da una opinión personal sobre LS’ 11 (máximo 10 líneas)