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FIAIZ

Juan 24

CVJ

Domingo, 29 de noviembre de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

24. Jn 5,41-46

 

Introducción:

 

                Hay quien dice que todos tenemos diez minutos de gloria en esta vida. Y que esos minutos hay que aprovecharlos. Es que el tema de la "gloria" nos atrae como la miel a las moscas. La "gloria" es la pequeña fama, la posibilidad de ser único, estar alguna vez en el candelero, ser reconcido y apreciado, brillar, sentirse único, estar por encima de la media, salir en la foto, tener más dominio. Cosas de esas son la gloria. Nos trae porque eso nos hace ver que estamos vivos, que somos valiosos, que tenemos algo que decir en esta vida. Es un componente de nuestra estructura. Por eso, renunciar a la gloria es prácticamente imposible. Por eso muchas personas se desmelenan tras el logro de esos minutitos de fama que creen que van a cambiar su vida. Es, ciertamente, un espejismo, pero caminamos tras embobados/as.

                El Evangelio acoge esa tendencia natural y la reorienta, le quiere dar un nuevo sentido, un horizonte distinto. Viene a decir que esta "gloria humana" tendría que ser inaceptable, mientras que hay otra gloria que sí se puede aceptar: la gloria de las "obras" a favor de los demás. Es decir, uno tendría que quedar satisfecho, como quien recibe gloria, cuando ve que el otro/a (sobre todo el débil) crece, madura, prospera, disfruta, se anima, florece. Ya decían los antiguos que la gloria de Dios es que la persona viva. Pues esa misma es la gloria del seguidor/a de Jesús: hacer vivir a las personas, vivir con ellas, comulgar en una vida compartida. ¿Va a darnos esta gloria menos satisfacciones que la otra, la de la fama y los honores? Posiblemente no. Razón de más para hacer caso al Evangelio.

 

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Texto:

 

                        41No recibo gloria de los hombres; 42además os conozco y sé muy bien que el amor de Dios no está en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibís. 44¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? 45No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?

 

Ventana abierta:

 

A este señor lo conocemos todos. Es Josep Guardiola, entrenador del FC. Barcelona, quien, al parecer, ha rechazado el Premio Príncipe de Asturias que le habían ofrecido. Ha argumentado que es muy joven y que su trabajo se basa en un equipo. En estos premios nunca jamás, se reconoce el trabajo anónimo de la gente sino solo a las personas muy reconocidas y que están en ese momento en el candelero, pero jamás se apuesta por estimular el trabajo silencioso ni la solidaridad discreta. Solo los fuegos artificiales, o premiar a los muy consagrados, o a los que están de moda en ese momento. "Que me lo den a los sesenta años, ahora es muy prematuro". Son premios a gloria de quien premia.

Oramos: Gracias, Señor, porque hay quien no se deja avasallar por falsas glorias; gracias por quien se mantiene en la cordura y sencillez; gracias por quien aprecia más las obras colectivas que las individuales.

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Desde la persona de Jesús:

                Jesús dice claramente en este pasaje: "gloria humana no la acepto". Nunca anduvo tras esa gloria de los diez minutos, de la fama, del escaparate, de la fanfarria. Su gloria fue otra: ver que las lágrimas de los desconsolados cesaban, ver que los solos se sentía más acompañados, ver que los oprimidos levantaban la cabeza, ver la justicia podía cumplirse siquiera mínimamente, ver que Dios se hacía cercano a los más sencillos y se revelaba a ellos, ver que nadie quedaba excluidos de un reino de fraternidad. Ésa fue su gloria. Con ella disfrutó, por ella vivió y murió.

                Oramos: Jesús, que disfrutabas cuando veías crecer al débil, te adoramos; Jesús, que gozabas con las alegría de los desfavorecidos, te bendecimos; Jesús, que te estremecías cuando la justicia florecía, te damos gracias

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Ahondamiento personal:

 

                El Evangelio desvela una actitud profunda de nuestro ser: nos gusta recibir gloria unos de otros, nos gusta pasarnos la mano por el lomo, nos agrada que nos halaguen aunque dudemos de que sienten lo que nos dicen, nos hinchamos cuando cantan nuestros valores. Pero todos sabemos que eso es, con frecuencia, una realidad vacía. Por eso, habríamos de huir de tal parafernalia para situarnos en la honradez de lo real, en lo que hay, en lo que somos de verdad. Quizá desde ahí podamos recibir más satisfacciones que desde los halagos vacíos.

                Oramos: Que nos alejemos de los halagos vacíos; que nos agrade ser honrados con lo real; que valoremos a los demás desde su verdad, aunque sea humilde.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Al terminar el texto de hoy se plantea un interrogante peculiar: "¿cómo vais a dar fe a mis palabras?". Dar fe a sus palabras no es un acto religioso, sino creer de verdad que la gloria verdadera es que la persona (sobre todo la más desfavorecida) prospera y crezca. Esa "palabra" es a la que Dios quiere que demos fe. En la comunidad virtual nos ayudamos a ellos. Vemos comportamientos de personas que están directamente orientados a hacer que el débil prosperes. Esa ayuda para creer en la Palabra de Jesús es impagable.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes, de una u otra forma, nos ayuda a dar fe a tu palabra de humanidad; gracias por quienes son generosos con los débiles; gracias por quienes hablan el lenguaje del amor.

 

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Para orar:

Tu mirar es amar.
Tu mirar es hacer el bien.
Tu mirar es alegrar mi vida.
Yo también quiero, Señor, disfrutar de la rosa sin tener que encontrarme sus espinas.
Yo también quiero, Señor, mal que bien

Vivir tu Evangelio
Entra en mi vida como un fuego luminoso.
Abrasa mis horas, mi corazón.
Tú lo das todo y todo lo pides.
Ayúdame a ver las cosas como Tú las ves
Planto mi tienda en tu amor, Jesús.
Delante de tu gloria descalzo mi alma.
Tú siempre me amas el primero.
Donde Tú vayas, quiero ir yo sostenido por tu amor.

 

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