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FIAIZ

Juan 23

CVJ

Domingo, 22 de noviembre de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

23. Jn 5, 31-40

 

Introducción:

 

                Los institutos de estadística e incluso algunos bancos hacen, con alguna frecuencia, encuestas sobre los valores de la sociedad actual. La parte alta del ranking la ocupan valores que afectan a uno mismo: "mi" familia, "mi" trabajo, "mi" bienestar...Los valores de la solidaridad ocupan los puestos bajos de la tabla. Resulta difícil entender que mis valores principales puedan ser los valores, las preocupaciones, las inquietudes de los demás. Orientar lo mejor de la vida al bien del otro parece una especie de inutilidad. Y, sin embargo, hay quien va descubriendo que uno/a es más persona cuando sus valores personales son la dicha y la felicidad de los demás. Dice Reyes Mate: "Nunca uno mismo, desde sí mismo, alcanza al otro. Pero ese otro nos es vital porque es como si tuviera el secreto de nuestra realidad...Es el otro, la memoria del otro, la pregunta del otro la que nos despierta a la vida, a la subjetividad moral, al conocimiento puro y simple. Verse con la mirada del otro" (La herencia del olvido,  p.83).

                El texto de esta semana habla de los avales que sostienen la vida de Jesús: el "innecesario" aval del Bautista que ha testimoniado en su favor, el aval del Padre que lo sostiene, el de la Escritura que habla de él, pero, sobre todo, el aval de las obras hechas a favor de la persona. Ése es el gran apoyo y el sentido de la vida de Jesús. Lo suyo valió porque se orientó hacia el otro, porque se vio a sí mismo con la mirada de los otros, de los débiles. No le importó hacer del otro su gran valor, su sentido, su porqué vital. Sus afanes personales pasaron a un segundo plano. Descubrió que la vida de los demás daba sentido a la propia. Y se lanzó por ese camino a tumba abierta.

 

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Texto:

 

                        31-Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es veraz. 32Hay otro que da testimonio de mí y sé con seguridad que es válido el testimonio que da de mí.

                        33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan y él ha dado testimonio de la verdad. 34No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto lo es para que vosotros os salvéis. 35Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

                        36Pero el testimonio que yo tengo a mi favor es de más calidad que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a término; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre que me envió, él mismo va dando testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni habéis visto su semblante, 38y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

                        39Escudriñáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna: pero ellas han dado testimonio de mí, 40¡y, sin embargo, no queréis venir a mí para tener vida.

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Ventana abierta:

 

                Esta mujer es la religiosa Mª Presentación López. Su figura pasó rápidamente en los medios de comunicación porque perdió las dos piernas en un ataque sufrido en su misión del Congo. Incluso hubo asociaciones que le otorgaron un premio de valores humanos. Ahora, el silencio. Pero su entrega al pueblo africano sigue siendo válida y los valores que han acompañado su vida permanecen vigentes. Son gente cuyo valor principal es el bien del otro, del débil. Son como Jesús.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes hacen de la suerte de los débiles sus mejores valores; gracias por quienes no buscan siempre su beneficio personal; gracias por quienes recogen las lágrimas de quienes más sienten el desamparo.

 

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Desde la persona de Jesús: 

 

Bien claramente dice Jesús cuando habla de sus avales, de los verdaderos apoyos de su vida, del cimiento hondo que lo sostiene: "esas obras que hago, me acreditan". Las obras de humanidad que está haciendo por los débiles (los de Caná, el hijo del funcionario, el paralítico de la piscina...) son su verdadero crédito. Entender a Jesús en otro lado que en sus obras de humanidad (por ejemplo en lados dogmáticos) es empobrecerlo. Si se quiere hablar de Jesús, será preciso hablar, ante todo, de humanidad y misericordia. Es lo suyo.

Oramos: Que nos encandile la humanidad de Jesús; que nos encandile su misericordia; que nos encandile su corazón entregado.

 

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Ahondamiento personal:

 

Quien entiende a Jesús como uno con sentido cuando se entrega al otro, entiende también su propuesta humilde: "acercaos a mí para tener vida". Intentar caminar por la misma senda de Jesús, adquirir sus maneras de vivir y comportarse, contagiarse de sus sentimientos, "contaminarse" de su honda humanidad, es la manera de ir "teniendo vida". Esto se da de frente contra el planteamiento egoísta de lo "mío" como cimiento de la propia existencia. El Evangelio sostiene que un estilo de vida distinto es posible, el estilo de vida evangélico que mira a uno mismo de la mirada y la realidad del otro.

Oramos: Que nos acerquemos fielmente al Jesús que nos da vida; que nos acerquemos al corazón de la persona; que nos acerquemos a la realidad con actitudes de fraternidad.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                No cabe duda que los planteamientos evangélicos son hermosos y nos atraen, pero necesitamos apoyo, ayuda continua para ir entrando de forma humana y gozosa por esta nueva senda de vida. La comunidad virtual puede ser una ayuda para ello. Saber que hay un buen grupo de personas interesado en esta clase de planteamientos ha de romper en nosotros/as la sensación de soledad y, con ella, la de imposibilidad. Que el ánimo contagiado sea un apoyo real para ir entrando, poco a poco, en la senda del Evangelio.

                Oramos: Que nos ayudemos a caminar en el Evangelio; que nos animemos al aprecio hondo de Jesús; que creamos en el valor básico de la entrega al otro.

 

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Para orar:

 

Mis manos tan vacías, tan dolientes,
de tanto asir las horas de recuerdo
que se escurren sigilosas en las noches
cuando mis ojos y mi alma buscan esconderse en el sueño.
¿No ves? Ya no hay nada más entre mis dedos;
mis manos solo sangran desilusión y miedo.
Te lo has llevado todo, todo te lo has llevado.
Cómo se aferran ellas por las noches a veces a mi pecho
tratando de arrancar este dolor que me consume el cielo;
a veces a mi garganta, como buscando el aire
ese que ya no tengo; se fue extinguiendo lento.
Como lento se extinguió la ilusión de saberte cierto,
de creer a ojos cerrados que eras la continuidad de mis versos.
Mira mis manos... ¿que puedes ver sino más que un hueco?
Ahora espacio vacío donde una vez abrigué un sueño.

¿Que más puedo ofrecerte?

Llena, Señor, el hueco que dejaste.

 

 

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