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FIAIZ

Juan 25

CVJ

Domingo, 6 de diciembre de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

25. Jn 6,1-13

 

Introducción:

 

                No resulta fácil al ciudadano/a de hoy  creer en el funcionamiento de los que podríamos llamar "mecanismos simples" como por ejemplo: el acompañamiento como remedio a la honda soledad, la alegría común como gozo potenciado, la generosidad como grasilla que engrasa el chirriante carro de la relación, el compartir como remedio al más primigenio egoísmo. Son, como decimos, humildes mecanismos que no gozan de prestigio ni se cree en ellos. Pero, ¿funcionan o no funcionan? Cuando se analiza el comportamiento de cualquiera de ellos se conviene en decir que funcionan, o mejor, que funcionarían si se los pusiera en práctica. Su pobreza, su menosprecio no puede ocultar su indudable eficacia. No estamos hablando de "filosofías", sino de maneras de funcionar en lo más cotidiano de la vida.

                El texto que proponemos para la oración en esta semana tiene que ver con uno de esos mecanismos simples: el compartir como remedio al egoísmo primigenio. El signo de la llamada "multiplicación de los panes" tiene en el fondo sembrado este planteamiento: compartiendo sobre la base del todo, llega, no siendo obstáculo la pobreza. No hay economista sensato que proponga una cosa así (aunque, en realidad, en esta hora de la crisis, hay gente que habla de tales planteamientos). Pero la cosa es si el mecanismo funciona o no: ¿cómo, si no, controlar ese egoísmo íntimo que anida en la estructura del ser humano? ¿Cómo intentar modificar, si se pretende, esa imparable tendencia a creer que si procuro mi bien exclusivo ahí se acaba el problema? ¿Cómo hacer nuestro el sufrimiento del otro como requisito para una relación nueva? Y, finalmente, podría preguntarse: ¿hay gente que funciona con ese mecanismo simple del compartir? La hay; siempre la ha habido. Y no son gente infeliz; más bien, lo contrario.

 

***

 

Texto:

                        1Algún tiempo después, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). 2Lo seguía una multitud, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. 3Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. 4Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

                        5Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

                -¿Con qué compraremos pan para que coman estos? 6(lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer).

                        7Felipe le contestó:

                -Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.

                        8Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

                        9-Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces pero ¿qué es eso para tantos?

                        10Jesús dijo:

                -Decid a la gente que se recueste en el suelo.

                Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron: sólo hombres eran unos cinco mil.

                        11Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron de pescado.

                        12Cuando se saciaron dijo a sus discípulos:

                -Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.

                        13Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.

 

***

 

Ventana abierta:

 

 

                He aquí una pintada cualquiera en una pared de nuestras calles. En realidad canta una verdad cuya melodía no queremos escuchar: el consumo desenfrenado, rostro común del egoísmo personal y social, termina devorándonos. No solamente es un alegato contra el consumo, es, además, una profecía contra un tipo de vivencia de la economía desde el ángulo exclusivo del crecimiento y del consumo privado. Crecer es la palabra talismán; consumir es la clave de una economía activa. Pero ni el crecimiento desaforado, ni el consumo refinado terminan haciéndonos más felices. Todo lo que constituye el gozo humano tiene que ver con el compartir (tiempo, bienes, cariño, apoyo, etc.).

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes resisten al consumo con humanidad; gracias por quienes miran la vida desde el gozo del compartir; gracias por quienes quieren crecer menos para vivir mejor.

 

***

Desde la persona de Jesús:

 

                Cuando Jesús dice "haced que esos hombres se recuesten" se está empujando a una postura de libertad como fundamento del compartir. Efectivamente, "recostarse" era postura en la que comían los hombres libres en la época de Jesús. Para entender y vivir la teoría del compartir es preciso sentirse en libertad. Precisamente el truco del consumo egoísta y del no compartir con nadie está en la esclavitud a que nos somete el sistema. Por eso, cuanto más libres, más capaces de generosidad; cuanto más autónomos, más capaces de mirar en la dirección del otro, sobre todo en la del débil.

                Oramos: Gracias por Jesús, hombre libre y generoso; gracias por Jesús, hombre fuerte ante cualquier sistema dominador; gracias por Jesús, persona de gran autonomía para beneficio nuestro.

 

***

Ahondamiento personal:

 

                Cuando el texto dice que "hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces" se está escenificando dos cosas: la evidente pobreza que acompaña a la vida humana y la generosidad de quien está dispuesto a compartir desde su pobreza. Todos los planteamientos de fuga del compartir tienen como excusa (evidente) la pobreza. Pero el Evangelio viene a decir que la cuestión no es la cuantía de tus bienes, sino la disposición a compartir lo que tienes. Sobre esto segundo quiere poner el acento el Evangelio. Por eso, el verdadero milagro es que cada uno abramos realmente nuestra "bolsa" y pongamos sobre la mesa lo que poseemos. Será valioso, por humilde que sea.

                Oramos. Gracias, Señor, por los pobres que comparten; gracias por quienes abren su bolso para ofrecer lo que tienen; gracias por quienes van más allá de su pobreza y saben ser generosos.

 

***

Desde la comunidad virtual

 

                Dice el texto que "había mucha hierba en aquel lugar". La hierba es símbolo de fecundidad. Cuando se comparte, hay fecundidad. La comunidad virtual es, en realidad, una cosa muy humilde. Pero puede ser un lugar "con hierba" en la medida en que se comparta. Si no se comparte nada, la comunidad se empobrece. Si hay algún pequeño compartir (oración, recuerdo, compañía, noticias, etc.) se va tejiendo el hermoso vestido del amparo y del gozo común. Habríamos de animarnos, cada vez más, en la dirección del compartir común.

                Oramos: Que nos parezca interesante compartir lo sencillo con generosidad; que nos parezca útil saber que compartiendo llega y se multiplica lo compartido; que nos alegremos de saber que lo compartido es lo más productivo y causa de gozo para todos/as.

 

***

Para orar:

 

No dejes que termine el día
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite
el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer
de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y
las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está
intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.

No permitas que la vida
te pase a ti sin que la vivas...

Walt Whitman

 

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