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Retiro Adviento 2012

Retiro de Adviento 2012

 

SOMOS LO QUE SOÑAMOS SER

Esperar al Jesús que alimenta sueños

 

Introducción

 

            Como dice M. Vicent, un gran fantasma recorre hoy nuestra sociedad global.. Es el fantasma de la desilusión, del desencanto. Una parálisis que nos agarrota y que nos hace ver como normal todo lo anormal que nos está ocurriendo en la sociedad, todo el desbaratamiento del estado de bienestar. En algunos el desencanto ha dado pie a la indignación, el desaliento se ha transformado en fuerza para una honda protesta que conecta con amplias capas sociales. Pero la mayoría seguimos acoquinados, con el alma encogida y con los sueños malheridos, por no decir muertos. ¿Podrán revivir nuestros sueños? ¿Podremos mantenerlos vivos, aunque, hoy por hoy, no puedan cumplirse? ¿Alimentar sueños es alimentar fantasías?

            Por otra parte, acogotados por el sentimiento de utilidad, el “para qué”, nos preguntamos en directo: ¿Para qué sirven los sueños? Y no sabemos qué responder, aunque, siguiendo a E. Galeano cuando habla de las utopías, nos digamos que sirven “para andar”. Pero no nos termina esto de parecer “útil”. Se debe, en parte, a un arrinconamiento de los dinamismos, las fuerzas que nos mueven dentro. Llegamos a creer que lo que nos mueven son las ideas y su derivada planificación. Pero, en realidad, lo que más nos mueve, las fuerzas que obran en los trasfondos, son dinamismos que es bueno tener en cuenta. ¿De dónde brota el anhelo, los sueños, la utopía, la pregunta, la intuición, etc.? No lo sabemos, pero son fuerzas que nos “mueven”. De ahí la contradicción, renegamos de los sueños pero, en el fondo, nos movemos por ellos. ¿Por qué no acogerlos, hacerles un sitio, “hablar” con ellos, valorarlos, tomarlos como compañeros de camino?  

            Algo nos consuela: persisten los sueños, tan social como personalmente. No mueren, aunque, quizá como ahora, estén algo apagados. De repente rebrotan, surgen potentes. Suenan todas las alarmas en el sistema y despliega todos sus medios para apagar cualquier atisbo de fuego. Pero el sistema sabe que están ahí, que arden debajo, que son fuegos ocultos que pueden prender a cualquier brisa que sople. Tiene razón Rivas cuando dice que “somos lo que soñamos ser”. Somos lo que soñamos, eso hace parte de lo que realmente somos y no habrá imperio capaz de arrancar el dinamismo de los sueños y su oculta fuente.

            ¿No podría ser esta una orientación para un retiro en Adviento, para una visión alimentada de este tiempo de catequesis cristiana que precede a la Navidad, para estas semanas engullidas por la sociedad de consumo entre la fiesta de Halloween y la de Papá Noel-Año nuevo-Reyes? ¿Qué sería esperar a un Jesús (lleno él de sueños) que puede alimentar nuestro sueños de ahora? ¿Qué tipo de sueños puede alimentar Jesús deduciéndolos de su Mensaje? El fruto de un retiro así sería levantar los hombros, respirar, mirar al horizonte, seguir soñando más allá cualquier nubarrón, de la propia oscuridad, de los días teñidos de gris. Por esas grietas puede entrar el rayo de luz luminosa de un Jesús que hace parte de nuestra existencia.

 

1. Somos lo que soñamos ser

 

            Queremos comenzar haciendo una lectura reflexiva del poema de Manuel Rivas que da título a nuestro retiro:

 

Somos lo que soñamos ser
Y ese sueño, no es tanto una meta
Como una energía
Cada día es una crisálida
Cada día alumbra una metamorfosis
Caemos, nos levantamos
Cada día la vida empieza de nuevo
La vida es un acto de resistencia y de reexistencia
Vivimos, revivimos
Pero todos esos tienen la memoria
Somos lo que recordamos
La memoria es nuestro hogar nómada
Como las plantas o las aves emigrantes
Los recuerdos tienen la estrategia de la luz
Van hacia delante
A la manera del remero que se desplaza de espaldas para ver mejor
Hay un dolor parecido al dolor de muelas
A la pérdida física
Y es perder algún recuerdo que queremos
Esas fotos imprescindibles en el álbum de la vida
Por eso hay una clase de melancolía que no atrapa
Sino que nutre la libertad
En esa melancolía como espuma en las olas
Se alzan los sueños.

 

 

Manuel Rivas

 

  • Somos lo que soñamos ser: Una verdad contundente y reconfortante. El “material” de los sueños nos compone. Sin ellos habríamos desaparecido de la tierra como humanos. Por eso nos conviene alimentar, cuidar, sostener sueños: por razones de humanidad.
  • Y ese sueño es una energía: Un dinamismo, una fuerza, algo que sale de dentro, algo que nos sostiene e impide que se quiebre el alma. Los sueños son una energía que nos mantiene erguidos y en pie.
  • Un acto de resistencia y de reexistencia: Porque en la resistencia habita la esperanza, como dice Sábato. Y en la reexistencia habita la posibilidad de vida de cada día. Los sueños nos hacen resistentes y reexistentes.
  • Somos lo que recordamos: No para ahogarnos en la añoranza, en la melancolía, sino para que, una vez cogido el impulso de lo soñado, nos lacemos con ánimo bueno a la arena de batalla de cada día, para que no nos derroten ni las horas amargas ni las propias debilidades.   
  • Sobre la melancolía se alzan los sueños: Porque soñar no es “ensoñar”, sino salir a flote del marasmo, de la convulsión, del follón diario.

 

2. Reflexión básica

 

            Para dar un poco más de densidad a nuestra reflexión, vamos a desgranar una serie de ideas en torno a los sueños:

  • Un dinamismo: ya lo hemos dicho, algo que nos mueve por dentro. Verse movido por sueños es uno de los gozos de lo humano.
  • Diferente de ensoñaciones: También lo hemos indicado: un sueño es un dinamismo que lleva a poner a funcionar algún mecanismo nuevo; una ensoñación es un anhelo que, al no poner en marcha ningún mecanismo de vida, se queda vacío.
  • No hay que empeñarse en saber su origen: están ahí y punto. A veces brotan y a veces no. En unos brotan y en otros no. También es cierto que se puede ayudar a suscitar sueños (personas, ambientes, planes de vida que los favorezcan).
  • El sueño va unido a una cierta responsabilidad: no es de recibo tener sueños y abandonarlos sin más; quien tiene sueños adquiere responsabilidad.
  • Contra la tendencia a que los sueños se caigan: lo poco que duran las utopías. Hay que luchar contra esa tendencia y contra los derribadores de sueños (personas o sistemas).
  • Los sueños se pueden alimentar: como toda realidad viva. Un sueño alimentado (aunque sea poco) tiene futuro; un sueño no alimentado se esfuma.
  • Los sueños y los deseos: tienen mucho que ver ambas realidades. Tener deseos, sobre todo si están centrados en el valor de lo humano, puede ser un impulso decisivo para los sueños y estos para el logro de realidades.

 

3. Los viejos tendrán sueños: Joel 2,28:

Y sucederá que después de esto,
derramaré mi Espíritu sobre toda carne;
y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán,
vuestros ancianos soñarán sueños,
vuestros jóvenes verán visiones.

  • Derramaré mi espíritu sobre toda carne: La vieja profecía piensa que toda carne, toda la realidad histórica, puede ser sujeto del Espíritu. Es decir, se ha roto la barrera entre la historia y lo santo, entre lo divino y lo humano. No hay más que lo humano con Dios dentro. Esta seriedad histórica es imprescindible para creer en sueños que se pueden realizar ya aquí y que es aquí donde habrá que construirlos.
  • Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán: Como lo constata el mismo evangelio. Hay en la historia una capacidad sembrada por Dios para la profecía, para el sueño, para el anhelo. Matar esa capacidad es empobrecer lo humano e imposibilitarse para una acción espiritual.
  • Vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes tendrán visiones: Es una fórmula de totalidad: todos, viejos y jóvenes, vivirán anhelando sueños y visiones, maneras distintas de entender la realidad, formas más humanas de pertenecer a la historia, el gran anhelo de formar una fraternidad cósmica. Estas son las grandes visiones, los sueños enormes a los que Dios llama a la historia, a nosotros.

 

4. Los “grandes sueños”

 

            Aunque ya los conocemos, no esta mal que los grandes sueños estén como telón de fondo de nuestros humildes y concretos sueños cotidianos. Son sueños que no han sido únicamente anhelos, sino que hay detrás personas que se han empeñado y se empeñan en por los en clave de vida. Los ponemos delante:

1) El sueño de Dios: Porque por increíble que nos parezca, conocemos el sueño de Dios a través de la Biblia. Y es éste: que los humanos vivamos en el mundo nuevo de las relaciones nuevas, de la igualdad, de la justicia, de la fraternidad. Ése es su gran sueño.

2) El sueño de Jesús: Es el mismo, el que ha denominado “el reinado de Dios”, la nueva sociedad, la fraternidad vivida en las relaciones con las personas, con las cosas y con el mismo Dios.

3) El sueño de Francisco de Asís: Idéntico, la fraternidad universal desde la certeza de que en lo humilde se esconde una esperanza, de que son los débiles quienes pueden abrirnos al misterio de lo humano.

4) El sueño de quienes piensan en la posibilidad de otro mundo: Como por ejemplo S. Latouche, defensor del “decrecimiento” de que es posible vivir mejor si se vive con menos.

5) El sueño de quienes piensan la vida cristiana en modos sostenibles: Como J. Eizaguirre que piensa que es posible vivir una vida “sobria, honrada y religiosa” en maneras ecológicas y respetuosas con todos y con todo.

 

5. Sueños que persisten

 

            ¿Se han acabado los sueños? ¿Se han hundido como dicen los profetas de la caída de las utopías? ¿Es tan sofocante y abrasivo el día a día la cruda realidad como para decir que ya no hay sueños en las personas y en nuestra sociedad? Creemos que no. Enumeramos algunos

 

a) A nivel personal:

 

  • El sueño de dar salida a la bondad que hay dentro de toda persona: Porque la hay, lo que pasa es que muchas veces no sale. ¿Cómo darle salida? En la simple práctica de la bondad y la sencillez.
  • El sueño de una vida personal en pie, sin quebrarse ante las presiones del sistema: Por eso habrá que alejarse lo más posible de los ámbitos sistémicos (sociales, religiosos) si no queremos que el sistema nos fagocite y apague para siempre nuestra capacidad de soñar.
  • El sueño de una vida que integra presencias que ya no se ven: La presencia de quienes se han ido, se han muerto, se han alejado de nosotros (o nosotros de ellos), de quienes “amamos sin ver” (al mismo Jesús). Una vida con presencias integradas no solamente para sufrir menos, sino para disfrutar más.
  • El sueño de una vida lejos de la culpa: Libre de presiones hondas, cada vez más confiada (en las personas sobre todo, e incluso en Dios). Una vida lejos de los infiernos y de las retribuciones, una vida apoyada en el corazón hondo de la vida, de las personas, de Dios.
  • El sueño de poder dialogar con la persona de entro: Que es lo mismo que el sueño de una persona que se sitúa cada vez más en el lado de la profundidad, en el terreno de la verdad, que es terreno que abraza la debilidad en modos compasivos.

 

b) A nivel social:

 

  • El sueño de una sociedad donde los débiles realmente cuenten: La cosa está aún muy lejos. Pero la lucha denodada de muchas personas por hacer a los débiles un sitio en la mesa común de la historia está ahí y se va cumpliendo. Díganselo si no a quienes han orientado su vida o parte ella a ese lado de la realidad.
  • El sueño de un mercado que pone el lucro en segundo plano: Sueño que nos parece realmente imposible hoy. Pero, apoyándonos en atisbos (trueque, consumo sostenible, prácticas ecológicas,  bancas alternativas, etc.), se puede soñar otro tipo radicalmente distintote relación económica y de mercado.
  • El sueño de una cultura abierta que no teme: Que ha superado el ancestral miedo al distinto; que mira con embeleso los valores de quien no es de su “tribu”; que logra ver en el rostro ajeno el propio corazón que late al unísono.
  • El sueño de un mundo con la violencia controlada: Sueño todavía lejano (más de 50 conflictos armados en el mundo y un sin fin de violencias en todos los pueblos). Pero los brotes de los innumerables movimientos por la paz, las vidas de los pacificadores segadas y suprimidas pero hermosas, la creciente conciencia de que la paz social es un bien mayor, nos hace abrigar la esperanza de otro mundo hermano y por lo tanto el sueño es lícito.
  • El sueño de una sociedad entregada al cuidado esencial: Ese cuidado que es preocupación por la casa común de la tierra, generosidad para construir una vida verdaderamente humana, interés por dejar a las generaciones futuras un mundo mejor que el que nosotros encontramos.

6. Los sueños de la comunidad cristiana

 

            Muchos han soñado la comunidad cristiana del futuro. Da la impresión de que su sueño no se ha cumplido porque los derroteros de la Iglesia oficial van por otro lado. Pero nadie puede impedirnos soñar, anhelar. ¿Qué comunidad cristiana podemos soñar?

  • Una comunidad compasiva/samaritana: Donde la comprensión y la compasión tengan el primado, no la estructura y sus intereses.
  • Una comunidad con creciente sensibilidad social: Más centrada en la justicia que en el culto, con un tipo de experiencias espirituales crecientemente insertas en la realidad social.
  • Una comunidad que sabe quienes son sus miembros: No un conglomerado religioso sin nombres, sin perfil concreto, sin relación cultivada. Una experiencia sacramental vivida desde ese planteamiento.
  • Una comunidad que se anima a afrontar el posteísmo: Cambiando sus esquemas ideológicos, historizando la fe, modificando prácticas que han tenido vigencia hasta hoy pero que ha caído sobre ellas un pesado interrogante.
  • Una comunidad del lado de la esperanza: No del lado de la tristeza, de la desesperanza, del negativismo, de la visión gris de la realidad cotidiana, del lenguaje desilusionante.
  • Una comunidad que evangeliza en los márgenes: Y por ello no le importa mucho el número, ni el liderazgo, ni que los pueblos sean cristianos, ni la primacía religiosa. Le interesa el bien del marginado y su duro destino. Y ahí cree que se puede hablar de la fe que uno considera buena.

 

7. Itinerario de Adviento

 

            Podríamos sugerir un pequeño itinerario espiritual para las cuatro semanas del Adviento:

 

  • Primera semana: creer en la capacidad de soñar: Hacer en la oración personal o comunitaria una alusión a la importancia de soñar desde la fe otro mundo posible.
  • Segunda semana: amar nuestros pobres sueños: Anotar en el cuaderno personal los pobres sueños que uno tiene y a los que no ha renunciado. Tomar cada día uno de ellos para un momento de reflexión personal. 
  • Tercera semana: renovar la fidelidad a los sueños: Escribir una pequeña oración personal renovando la fidelidad a los sueños no cumplidos. Leerla toda la semana.
  • Cuarta semana: compartir sueños sin vergüenza: Hablar en alguna reunión comunitaria sobre este tema de los sueños y cómo la Navidad los apoya y sostiene.

 

8. Conclusión

 

            ¿Se nos va esta espiritualidad por entre los dedos como quien quiere coger agua en sus manos? ¿No tiene esto cuerpo ni sentido? O, por el contrario, ¿salimos más animados de una reflexión así? Ese sería un buen síntoma. De todos modos, por estas “grietas” entra la luz, eso que llamamos misterio de la encarnación.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

Logroño, noviembre de 2012

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