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FIAIZ

Juan 107

CVJ

Domingo, 25 de marzo de 2012

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

107. Jn 15,18-25

 

Introducción:

 

                Es muy difícil desprenderse del odio y muy ingenuo creer que no está ahí, que no me afecta, que no resulta una amenaza para nuestras vidas. Es cierto que, la mayor parte de las veces, lo tenemos controlado, que nuestra vida está alejada de los caminos del odio. Pero no somos inmunes a él. En cuanto nos descuidamos, a la menor contrariedad, brota con una pujanza inusitada e irracional. Más aún, el odio se enquista, envejece, se guarda y con ello se aumenta su maléfico poder. Por eso, llevar una vida que excluya totalmente al odio es una maravilla y una honda aspiración de muchas personas buenas. ¿Podríamos ser nosotros/as quienes deseáramos y aspiráramos a una vida así, limpia de odio?

                El Evangelio quiere ayudarnos a ello. Por ello advierte de su presencia e, incluso, da las razones hondas de una actitud que odia: “las obras” que Jesús ha hecho son las razones (verdaderas sinrazones) del odio. ¿De qué obras se trata? De aquellas que hacen más humano el camino de las personas. Por eso, odiar porque uno obra con humanidad es el acabóse del odio. Pero es preciso estar preparado para ello: si por ser buena persona, si por ayudar a que la vida sea más humana, se te odia, no habrías de temer ese odio. A Jesús le han odiado por ello y ha logrado mantenerse en el amor. El odio contra lo humano no triunfa nunca, aunque parezca lo contrario. La única manera de hacer frente al odio insensato es perseverar en una actitud de amor a lo humano, resistir en un camino de amor y de entrega. Puede que esto nos resulte increíble, pero Jesús ha elegido esa senda.

 

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Texto:

 

                18Cuando el mundo os odie, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. 19Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

20Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, a vosotros os perseguirán; si han espiado mi Palabra, también espiarán la vuestra. 21Y todo esto lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

22Si yo no hubiera venido y les hubiera hablado, no habrían mostrado su obstinación en el pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. 23Odiarme a mí es odiar a mi Padre. 24Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no habrían mostrado su obstinación al pecado; pero ahora las han visto personalmente y, sin embargo, nos han tomado odio lo mismo a mí que a mi Padre.

 25Pero así se cumple el dicho que está escrito en su Ley: “Me odiaron sin razón”. 

 

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Ventana abierta:

 

 

Esta es la portada de un libro muy extendido de S. Larsson: un ejemplo de odio irracional por motivos de género en un país desarrollado. Es una evidencia social más de que el odio brota de lugares insensatos y que se mantiene por encima de cualquier bienestar económico. Por eso, siempre será cuestión de vigilarlo, de tenerlo entre ceja y ceja, de lo contrario, saldrá a relucir cuando menos se lo espera.

                Oramos: Que vigilemos nuestro interior para que el odio nunca tenga cabida en él; que controlemos nuestras ansias de venganza, si es que afloran; que seamos benignos con toda persona.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús afirma tajante citando a la Escritura: “Me odiaron sin razón”. Y así fue. Cuando se mira la trayectoria histórica de Jesús, algo que no se entiende es por qué se le odia, siendo así que hacía el bien. Era por motivos espurios: porque peligraba el poder opresor, porque cuestionaba privilegios que explotaban a los pobres, porque descubría las ideologías que se aprovechaban de los débiles, porque censuraba costumbres que quieren anteponerse al valor de la persona. Pero quien le amó, comprendió que no había motivo para el odio: amaba el camino humano como nadie. ¿Cómo odiarlo?

                Oramos: Gracias, Señor, por tu honda humanidad; gracias por tu amor incondicional; gracias por tu perseverancia en hacernos el bien.

 

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Ahondamiento personal:

 

                No pertenecer “al mundo”, andar caminos alternativos, no pensar como todo el mundo, no apoyar al poder que apoya todo el mundo, asumir las causas de los desfavorecidos, sentir amor por quienes andan por caminos poco transitados es causa de que, a veces, uno sea “odiado”, poco comprendido, no acogido, temido. Es preciso perseverar en el bien con benignidad y de forma amigable. Y si eso no es suficiente para evitar el “odio”, habrá que “endurecer el rostro como el pedernal” (así decía el profeta Ezequiel) y seguir adelante en el empeño de ser buenos.

                Oramos: Que no temamos una cierta alternatividad; que hacer el bien sea un anhelo constante; que apoyemos a quien busca caminos nuevos.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Desterrar lo más lejos posible no solamente el odio, sino la mera animadversión, los prejuicios que mantenemos, los estereotipos que no tienen ninguna razón de ser, son condiciones para que la vida relacional, la vida comunitaria pueda surgir. Por eso, cuanto más nos veamos libres de esas trabas, más disfrutaremos con la persona que tenemos al lado. Es un trabajo que es preciso realizar cada día.

                Oramos: Que alejemos los prejuicios de nuestra vida; que superemos los estereotipos; que rasguemos los velos que nos impiden ver la realidad del otro.

 

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Poetización:

 

Le odiaron,

pero aguantó;

le menospreciaron,

pero no le amargaron;

le postergaron,

pero nunca renegó de nadie.

Experimentó la mordedura

del odio insensato;

sufrió el acoso

de la inhumanidad más dura;

encajó las heridas

que produce el menosprecio.

Sabía que sus obras de amor

desbancaban al poder,

cuestionaban la costumbre,

destrozaban el sistema

que ampara al fuerte.

Aun así,

no desistió el camino del bien.

Sabía que Dios mismo era odiado

en quien odia la bondad.

Y por ello

persistió en ese camino de lo humano

para ser solidario

con un Padre odiado

más allá de su amor.

Y también persistió

para que quienes le amaban

no se desmoronaran

cuando el odio arreciaba,

cuando la incomprensión campaba a sus anchas.

La única manera de derrotar al odio era,

lo decía de muchas maneras,

persistir tercamente

en el camino del amor.

 

***

 

Para la semana:

 

                Trata estos días de no odiar y de que si se experimenta la incomprensión se responda con benignidad.

 

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