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La figura de san Francisco en la Laudato Si'

LA FIGURA DE SAN FRANCISCO EN LA LAUDATO SI’

 

1. Una encíclica

 

Las encíclicas papales son documentos de primer nivel (entre las Constituciones Apostólicas y las Exhortaciones apostólicas). Que el Papa haya querido situar su reflexión sobre la ecología en ese marco está indicando la importancia máxima que quiere atribuirle al texto.

Es un texto relativamente largo (246 números) con sus características peculiares: una dedicatoria poco común, sin especificar los estamentos de la Iglesia como comienzan todas las encíclicas está indicando ya desde el principio su orientación universal por encima del exclusivo ámbito de la Iglesia.

Fuera de texto, al final, se ofrecen dos hermosas oraciones con el tema de la creación, que en otros textos papales iban dirigidas a la figura de María.

La encíclica fue lleva la fecha del 24 de mayo de 2015, fiesta de Pentecostés. La elección creemos que tiene su simbolismo: una Iglesia abierta a la sociedad.

 

2. Alusiones a san Francisco

 

En relación con las fuentes hay que citar de manera especial a la figura de san Francisco de Asís del que habla en diez números, además del título de la encíclica que alude al Cántico de las Creaturas. Digamos algo de cada uno de ellos con brevedad:

  • Nº 1: se abre el texto por el título y alusión a Cánt 9, la tierra, nuestra casa común, como hermana y madre.
  • Nºs 10-12: Hace un bosquejo espiritual de la persona de Francisco como hombre ecológico total. En estos números nos detendremos. 
  • Nº 66: Entiende a Francisco como un restaurador de la “armonía” primitiva rota, la vuelta a la “inocencia primera.
  • Nº 87: Cita el Cántico de las Criaturas como modelo eximio de alabanza al Señor.
  • Nº 91: Alude a Cánt 10a, aunque no pegue mucho con el contexto del número (la defensa de lo humano como realidad primordial).
  • Nº 125: Cita de pasada aludiendo a su “admiración contemplativa”.
  • Nº 218: Cita de pasada dentro del tema de la “conversión ecológica” que demanda una “sana relación con lo creado”.
  • Nº 221: Cita también de pasada y, de nuevo, dentro de la “conversión ecológica” aludiendo a la “sublime fraternidad con todo lo creado” de san Francisco.

Es decir, para el conjunto del texto es evidente que el Papa quiere proponer a Francisco de Asís como modelo para la ecología cristiana. El hecho de que las citas estén sembradas a lo largo de todo el documento así lo indica. Los nºs 10-12 son los más sustanciosos. El resto, son ocasionales.

 

3. La figura de san Francisco en LS’ 10-12

 

         En estos tres números no solamente se alude a Francisco como santo de la ecología, sino que también se hace un bosquejo de los valores franciscanos para la actualidad. En ese sentido tienen estos números un valor especial para quienes aman la figura de Francisco.

 

a) San Francisco, ejemplo de ecología integral:

 

         El Papa habla todo el tiempo de una ecología integral. Es aquella “que incorpora las dimensiones humanas y sociales” (LS’ 137). En ella queda implicado lo ambiental, lo económico y lo social.

         San Francisco es puesto, en primer lugar como “ejemplo por excelencia de lo que es débil y de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad…En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (LS’ 10).

         Es decir, san Francisco es uno que ha entendido bien el moderno concepto de ecología por su honda vivencia de la creación y por su cercanía al mundo de las pobrezas.

 

b) San Francisco, místico y peregrino:

 

         Desvela el Papa algo importante de las raíces espirituales de san Francisco cuando dice que “era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo” (LS’ 10).

         La percepción que san Francisco tiene de la creación nace de una profundidad, de una mística, de una raíz honda: la armonía, el equilibrio interior, la paz que habita el corazón. Eso le hizo ser peregrino pacífico y pacificado por encima de conflictos personales y de duras situaciones externas. 

 

c) San Francisco, conectado con la esencia de lo humano

 

         El amor de san Francisco por las criaturas no es mera superficialidad, poesía barata, ecología de dibujo. Es una profunda conexión con el fondo de la vida, con la esencia de lo humano: “El testimonio de san Francisco nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano” (LS’ 11).

         San Francisco es una persona conectada con la esencia de lo humano que no es sino el anhelo que toda persona, toda criatura, tiene de ser feliz, de llegar a poder tocar con sus manos la dicha que busca su corazón. San Francisco ha querido contribuir al logro de esa dicha que el programa de Jesús promete. Eso le ha hecho conectar y comprender el fondo de la persona, más allá de sus limitaciones y fallos. Eso le ha llevado a no juzgar a nadie y a envolver de compasión a toda persona y a toda criatura, singularmente a las más frágiles.

 

d) San Francisco, persona de mirada distinta

 

         Porque mucho está en el mirar, en la manera de percibir la realidad, en la cercanía que envuelve la mirada amable y en la lejanía que desvela la mirada hosca.

         San Francisco ha logrado mirar la realidad de una manera distinta, esa manera que tiene quien ama: “Cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando su alabanza a las demás criaturas…Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño” (LS’ 11).

         Él ha conseguido ver el mundo con otros ojos, los ojos de quien se ha hecho hermano de ese mundo y ya no lo ve como valle de lágrimas, ni como lugar de explotación, ni como camino que obligadamente hay que transitar. Francisco entiende, mirando de manera distinta, que vivir es un gozo, una suerte, un don.

 

e) San Francisco, la persona que ha entendido que todos somos familia:

 

         Lo que hoy nos dice la ciencia (la semejanza de los diversos genomas de las personas, animales y cosas) san Francisco lo ha entendido por vía espiritual. Su argumento ha sido sencillo: si todos tenemos el mismo Padre, Dios, somos familia.

         Por eso cita la LS’ 11 aquella hermosa frase de la LM 8,6 de san Buenaventura: “Lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas”.

         Puede parecer que esto es mera lírica, un romanticismo irracional. Pero no. Entender la creación como una familia llevará a comportamientos familiares.

 

f) San Francisco, el hombre que no domina

 

         Toda esta manera de ver la creación brota en san Francisco de una fuente: ha renunciado al poder, al dominio, a la explotación. Quien no se apropia del otro lo ama y lo respeta.

         Dice LS’ 11: “La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio”.

         Aquí se halla la clave de todo: san Francisco ha alejado de su vida este dinamismo innato: el poder. Al decidirse a ser hermano en radicalidad ha podido amar a todos sin ningún afán ni pretensión sobre nadie.

 

g) San Francisco, buen lector del libro de la creación:

 

         Porque Dios nos habla por la Palabra, pero también, así lo reconoce la Biblia desde antiguo (Sab 13,5), por el libro de la creación.

         Así lo expresa la LS’ 11: “San Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad”.

         La creación no le dio a san Francisco más que satisfacciones, sosiego, paz, comunión con Dios y con las personas. El libro de la creación fue, ciertamente, uno de sus mayores consuelos y alegrías de su vida.

 

3. Y nosotros que amamos a san Francisco…

         Nosotros que amamos a san Francisco hemos de vernos cada vez más envueltos en esta espiritualidad, más amantes del hecho creacional, humildes defensores de los valores de la naturaleza y crecientemente responsables de su cuidado. Y, sobre todo, personas que apuestan por echar su suerte en el lado de los pobres.

 

1)    Ecologistas por franciscanos: No por habernos adherido a alguna tendencia social, que son muy buenas. Un franciscano, por tal, ha de ser ecologista integral, interesado por la creación y por la suerte de los pobres. No hacemos esto porque esté de moda, sino porque pertenece a nuestra vocación franciscana. No hacerlo, sería alejarnos de tal vocación.

2)    Necesitados de una mística: Porque no venimos de esta espiritualidad, porque se ha valorado poco, porque algunos todavía la menosprecian. Nosotros los que amamos a san Francisco creemos que el mundo es cuerpo de Dios y que sus criaturas son su familia. Por eso apreciamos la creación con cordialidad, nos interesan sus sufrimientos y nos admiramos incansablemente de su belleza.  Esta es nuestra mística.

3)    Ecologías y humanos: Porque no se puede ser amante de la naturaleza y de san Francisco, del Evangelio mismo, sin ser humano. Humanizar es la gran tarea del franciscano, su trabajo primordial. Humanizando entenderemos lo humano y lo que no lo es, la naturaleza que convive con los humanos. Sin humanidad es imposible hablar de ecología.

4)    Mirar con otros ojos: Con los ojos de la apertura, del amor a lo creado para expulsar de nosotros al dominador, al mero explotador de recursos, a aquel que no ve en las criaturas más que beneficios a costa de lo que sea. Mirar con los ojos de quien descubre en lo creado una compañía necesaria para andar este, a veces, duro camino de la vida.

5)    Una familia que cuidar: Si consideramos familiares a toda persona y a las mismas criaturas hemos de avanzar en la ética del cuidado. Cuidarnos es nuestra obligación primordial. Cuidar no son solo momentos puntuales sino también una actitud, una manera de ponerse ante el otro. Quien no cuida no podrá amar a la persona y las criaturas. Y, por supuesto, si somos familia, está prohibido el daño entre familiares, la herida o el abandono.

6)    Alejados del poder: Para que esto sea posible es necesario alejarse cada vez más del poder, dejar de ser presa del ansia de domino, intentar abandonar esa actitud innata de querer ser apreciado porque mando, porque decido, porque ordeno. El poder bloque toda actitud de benignidad con la creación y con las personas. Quien ama a san Francisco ha de alejarse paulatinamente de toda actitud de poder.

7)    Volvamos al libro, a la casa de la creación: Porque los humanos nos hemos alejado de ese libro, nos hemos ido de esa casa. Nuestros caminos no se tocan. Volvamos como san Francisco, a leer en el libro de la creación. Entremos de nuevo en esa casa que antaño abandonamos. Hemos de vernos gratamente recompensados en alegría, en gozo y en paz interior.

 

 

CÁNTICO DEL HERMANO FRANCISCO

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

ecologista integral,

porque amó lo creado y amó a los pobres.

Siempre se hermanaron en su corazón

estos dos amores.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

místico y peregrino,

de hondas raíces,

de armonía y equilibrio interior,

pacífico y pacificado.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

hondamente humano,

propagador de la dicha que Jesús promete,

incapaz de juzgar a nadie.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

y por su bella mirada,

capaz de invitar con simplicidad a la alabanza

a todas las criaturas.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

que nos hace todos familia,

que ha querido cuidar con amor de madre

a los seres humildes y a las personas que sufren.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

que no ha tenido tratos

con el poder y el dominio,

que jamás ha explotado a nadie

que nunca se ha aprovechado de nadie.

 

Loado, seas, mi Señor,

por nuestro hermano Francisco,

que ha leído con gozo

el libro hermoso de la creación

y que se ha aposentado en la casa de las criaturas

como casa desde siempre.

 

Loados seas, por Él,

nuestro hermano y padre san Francisco,

a quien amamos.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

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