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FIAIZ

Juan 83

CVJ

Domingo, 12 de junio de 2011

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

83. Jn 12,20-26

 

Introducción:

 

                Alguna otra vez lo hemos dicho (los temas importantes de la vida son recurrentes; hay que insistir en ellos): la vida se gesta en lo oculto. Acostumbrados a una sociedad de escaparate, de valoración de lo externo, de la buena presencia, de las apariencias, creemos que si algo no se publicita, no se vende, no vale. Por eso, todos los trabajos y vivencias que quedan en lo oscuro las tendemos a considerar prácticamente inútiles. Pero la vida nos sorprende y nos hace ver que eso que se engendra en el escaparate se vuelve inútil en poco tiempo, mientras que lo que se gesta en lo escondido, en lo fiel, en lo tenaz, en la entrega, pasa a ser fundamento y cimiento de nuestro caminar, aliento para muchas de nuestras actuaciones.

                El Evangelio tiene fe “ciega” en el valor de lo oculto. Por eso, cuando aquellos griegos quieren ver con sus ojos la gloria de un Mesías poderoso y brillante, Jesús les sale con algo extrañísimo: el grano de trigo es fecundo cuando case en el surco oscuro y muere. La fecundidad verdadera se halla en las entregas ocultas. No dice el texto cuál fue la reacción de aquellos griegos. Pero el contexto da a entender que se llevarían una fuerte decepción: un Mesías caído en el surco no es capaz de entusiasmar a nadie.

                Sin embargo, es cierto que los valores que nos sostienen, las personas que nos dan luz y ánimo, quienes nos ayudan en los momentos de dificultad son, siempre, personas sencillas y oscuras. Nunca los poderosos han iluminado a nadie (se iluminan a ellos mismos). La vida muestra que el Evangelio tiene razón también en esto.

 

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Texto:

 

20Entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; 21éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

                -Señor, quisiéramos ver a Jesús.

                22Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

                23Jesús les contestó:

                -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. 24Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. 25El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. 26El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.

 

 

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Ventana abierta:

 

Hay gente que recibe premios; son personas notables. Pero hay personas que, en lo oculto, hacen grandes hazañas, pero nadie les premia. Como, por ejemplo, el valiente señor Ma del Heilongjiang es bien conocido en la China. El señor Ma es un leñador que en el trascurso de su vida ha cortado 36.000 árboles. Pero diez años después de jubilarse había plantado ya 46.000 árboles. Todavía a los 80 años sigue plantando diariamente árboles. ¡Diez mil Premios Nobel para el señor Má! Y también para el valioso señor Cheng Ahihou de la zona rural de Beijing que plantó 600.000 árboles en 12 años. No hay ni una foto de ambos en internet (por eso hemos puesto el dibujo de un árbol). Su entrega es el lo oculto, en el surco oscuro de la vida.

Oramos: Gracias, Señor, por quien se entrega en lo oculto; gracias por la generosidad de los sencillos; gracias por las proezas de los constantes.

 

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                A Jesús le gustaba expresarse en modos paradójicos, sorprendentes: tener apego a la propia vida, dice, es arruinarse; entregarla es la mayor ganancia. Puede ser que esta manera de pensar no nos convenza, aunque, como decimos, muchas veces la vida nos hace ver que es así. Pero si no damos crédito a los planteamientos del Evangelio, ¿qué clase de fe es la nuestra? ¿Podemos seguir a Jesús sin dar crédito a su manera de pensar y de vivir?

                Oramos: Que demos crédito a lo que propone el Evangelio; que creamos a un Jesús que vive lo que propone; que creamos en lo que él creyó y vivió.

 

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Ahondamiento personal:

 

                En el anhelo de esos griegos que se acercan a Jesús están resumidos todos nuestros deseos de brillo, de gloria, de aplauso, de felicitación. Es algo que no podemos reprimir. El Evangelio tiene la pretensión de modificar, en lo que se pueda, esos movimientos interiores. Lo hace proponiendo una alternativa: el valor de lo que se gesta en lo oscuro, en la entrega, es superior al aplauso que hoy es y mañana se vuelve censura y abandono. El Evangelio es benéfico para una vida que anhele la verdad.

                Oramos: Que anhelemos la verdad, aunque esté oculta; que no temamos la entrega, aunque cueste; que disfrutemos de las cosas verdaderas, aunque sean sencillas.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                No cabe duda de que nuestra comunidad es una realidad de esas “ocultas”, quizá cada vez más porque es pequeña en número y compuesta por personas normales, sin grandes brillos sociales. Pero es en este camino de lo “oscuro” donde vamos experimentando el gozo de ser grupo. Por eso, creemos que el Evangelio apoya este camino. Y desde ahí lo disfrutamos y vivimos.

                Oramos: Que nos mantengamos fieles a la comunidad aunque tenga poco brillo; que creamos en lo positivo que pueden aportar nuestros amigos/as; que nos tire lo humilde, como diría san Pablo.

 

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Poetización:

 

Habían oído hablar de él,

de sus palabras de luz

y de sus obras sublimes.

Le buscaron

para verle en su esplendor

y, de paso,

para sumarse a su triunfo.

Y he aquí que les habló

de la muerte en lo oscuro,

de la entrega en el surco,

del grano que se pudre

para que la vida brote.

Así era él,

alguien destinado

a un surco oscuro,

a una sombra ignorada,

a un olvido que hace daño.

Pensaba que la vida entregada

es vida salvada,

y que si se la retiene,

se la pierde.

Los ojos de los griegos

se abrieron incrédulos,

su deseo de brillo se vino abajo.

Era un mesías pobre

el que tenían ante sus ojos.

No podían entenderlo.

Los mismos discípulos

que habían hecho de mediadores,

quedaron consternados.

Tampoco ellos entendían

la sabiduría de lo oscuro,

el gozo de lo que se oculta,

el brillo de la entrega humilde.

Sólo más tarde

se acercarían al misterio oculto

del Jesús pobre.

 

***

 

Para la semana:

 

                Tratar de mirar las entregas sencillas con agradecimiento.

 

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