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FIAIZ

Juan 57

CVJ

Domingo, 7 de noviembre de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

57. Jn 8,39-47

Introducción:

 

                Se nos ha inculcado desde niños que no hay que mentir. Hemos hecho de ello un asunto de comportamiento moral, pero de baja intensidad. De hecho, la mentira campea a sus anchas. Pero lo más terrible no es que la mentira sea un fallo moral, sino que es una lacra social. En la sociedad que compartimos, con frecuencia la mentira se vende como verdad. De tal manera que grandes masas de la tierra llegamos a aceptar mentiras como realidades que ha ocurrido: ¿dónde están las armas de destrucción masiva en Irak? ¿Es la de Afganistán una guerra por causas de humanidad? ¿Se quiere liberar a los países de África cuando se interviene en ellos? ¿Lo que llamamos cooperación no es, con frecuencia, un colonialismo? ¿No son los grandes banqueros quienes sostienen las empresas que explotan a los países carentes de recursos? ¿Es todo esto mera demagogia o es una verdad oculta, una mentira en la que nos vemos envueltos?

                Puede parecer irrelevante que Jesús diga que él dice la verdad porque procede de un Padre que dice la verdad. ¿Qué es la verdad para Jesús? ¿Algo filosófico, algo escondido, algo para sabios? No, es una cosa bien sencilla: él dice la verdad de que toda persona es digna, que está destinada a la dicha y que tiene por vocación la fraternidad universal, incluso con la creación. Esa es su verdad, por la que ha vivido y ha muerto. Puede parecer que aceptar esa verdad no tiene consecuencias, pero sí que las tiene: habría que mirar a toda persona con auténtico respeto y de modos positivamente valoradores porque es digna; habría que estar preocupados por la dicha y la felicidad de las personas mucho más que por su pecado o su debilidad; habría que comprender que la fraternidad nos lleva a dar una respuesta al sufrimiento del otro y que, si no lo hacemos, no podemos decirnos seguidores/as de Jesús. Vivir en la verdad es, según Jesús, algo más que no decir mentiras. Es vivir con una luz nueva y en modos de vida hondamente humanos.

 

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Texto:

 

                        39Los judíos replicaron a Jesús::

                -Nuestro padre es Abrahán.

                Jesús les dijo:

                -Si fuerais hijos de Abrahán haríais lo que hizo Abrahán. 40Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. 41Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.

                Le replicaron:

                -Nosotros no somos hijos de prostituta; tenemos un solo padre: Dios.

                        42Jesús les contestó:

                -Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que Él me envió. 43¿Por qué razón no entendéis mi lenguaje? Porque no sois capaces de escuchar este mensaje mío. 44Vosotros procedéis de ese padre que   es el enemigo, y queréis realizar los deseos de vuestro padre. Él ha sido homicida desde el principio y nunca ha estado en la verdad, porque en él no hay verdad; cuando expone la mentira le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira. 45A mí, en cambio, porque digo la verdad, no me creéis. 46¿Quién de vosotros puede echarme en cara pecado alguno? Si digo la verdad, ¿por qué razón vosotros no me creéis? 47El que procede de Dios escucha las exigencias de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no procedéis de Dios.

 

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Ventana abierta:

 

 

                Este libro lo ha escrito el historiador Giles McDonogh y habla de una gran mentira histórica: se nos ha hecho creer que los nazis fueron malos (y lo fueron) y los aliados los buenos de la película. Ahora se destapa lo que hicieron los aliados con el pueblo alemán vencido. Un horror. Más de tres millones de alemanes murieron innecesariamente tras el anuncio oficial del final de la guerra. Un millón de soldados murió antes de poder regresar a las ruinas de lo que fueran sus hogares. Dos millones de civiles alemanes fueron víctimas de enfermedades, frío, hambre, suicidios o asesinatos en masa. En los Sudetes, 250.000 alemanes fueron masacrados por compatriotas checos y hechos similares tuvieron lugar en Polonia, Silesia y el Este de Prusia. 200.000 niños nacieron fruto de las violaciones. Una barbarie. Nunca lo hemos mirado, pero la cosa estaba ahí.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes desvelan la verdad; gracias por quienes miran a la heridas sociales sean de quienes sean; gracias por quienes nos quitan los velos de los ojos.

 

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Cuando Jesús dice que no hay nadie que le pueda echar en cara un solo pecado no está diciendo que a él nadie le pilla en falta, en debilidad, en fallo. Quizá los tuviera. Probablemente. Pero él ha vivido en esa verdad de la dignidad, de la preocupación por la dicha ajena, de la fraternidad total. Ahí sí que no hay quien le coja en falta porque sería lo mismo que negarse a sí mismo. Esa “verdad” profunda en la que ha enmarcado su vida es la que nos puede sostener si nos animamos a ir entrando, poco a poco, por esa misma senda.

                Oramos: Te alabamos, Señor, por haber vivido en una verdad de profunda humanidad; te bendecimos por haber vivido una verdad de profundo amor; te damos gracias por haber vivido en una verdad de total fraternidad.

 

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Ahondamiento personal:

 

                Posiblemente nosotros no seamos personas tremendamente mentirosas, sino que aunque, como todo el mundo digamos a veces alguna mentira, básicamente somos sinceros. Pero el Evangelio quiere empujar a otra dimensión cuando nos alienta a la misma verdad que Jesús: quiere que nos interese cada día más la dignidad de toda persona, que nos preocupe con intensidad colaborar como sea a la felicidad del otro, que nos ilusiones creer y vivir la simple fraternidad entre las personas. A esa verdad nos empuja el Evangelio.

                Oramos: Que nos animemos a vivir en la verdad del respeto al otro; que nos animemos a vivir en la verdad del gozo con el otro; que nos animemos a vivir en la verdad del compartir con el otro.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Nuestra relación comunitaria nos puede ayudar un poco a vivir en esa verdad profunda de la que venimos hablando. Nos puede ayudar por la senda del animo, del compartir peuqeños grozo y preocupaciones, de vivir en similar sintonía creyente, de disfrutar de la convivencia y de la cercanía aunque estemos físicamente lejos. En realidad, uno de los beneficios mejores del trabajo orante es ayudarnos a caminar en esa senda de la verdad que nos va haciendo fuertes ante el embate de toda mentira, incluso de la nuestra. Es de agradecer.

                Oramos: Que nos ayudemos a la verdad respetándonos; que nos ayudemos a la verdad alegrándonos juntos; que nos ayudemos a la verdad orando con gozo la Palabra del Evangelio.

 

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Poetización:

 

Podía tener fallos,

debilidades,

fisuras.

Quizá las tuvo.

Por ello, tal vez,

no era un ejemplo

de persona intachable,

si es que tal clase de personas

puede existir entre los humanos,

tan frágiles.

Pero era verdadero.

Se entusiasmaba con la verdad básica,

Inalienable,

de que toda persona es digna

más allá de sus actos morales.

Se ilusionaba con aquella verdad

de que cuanto más feliz es una persona

más se acerca al Dios del gozo.

Vibraba con la verdad,

oculta perro cierta,

de que el horizonte de lo humano,

del cosmos incluso,

era la fraternidad.

Nadie le podría echar en cara

que se hubiera apeado

de esta clase de verdades profundas.

Por eso era un ánimo

para sus seguidores,

no tanto por su inusitada bondad moral,

sino por su afán de vivir

en las verdades profundas

del corazón y de la vida.

Por eso interesaba a muchos.

Por eso mismo

puede interesarnos a nosotros/as.

 

***

 

Para la semana:

 

                Que esta semana no solamente la mentira esté lo más lejos posible, sino que también estén cerca el respeto, el gozo compartido y la vida ofrecida en formas sencillas.

 

 

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