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FIAIZ

Juan 52

CVJ

Domingo, 3 de octubre de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

52. Jn 8,21-24

 

Introducción:

 

                Hay palabras que vuelven a nuestra boca en circunstancias diversas. Una de ellas es sistema. El sistema es esa serie de normas que nos damos los humanos para poder convivir. En teoría son normas al servicio de la persona.  Pero en la práctica, las normas, el sistema, consiguen fácilmente ponerse por encima de la persona, dominarla, sojuzgarla. Es la vieja dialéctica evangélica de la persona para el sábado y viceversa. Pero hay gente que consigue zafarse en parte de ese sistema. Son personas que eligen la libertad, la honradez, la dignidad. No es nada fácil porque fuera del sistema hace frío y la intemperie es dura. Pero ellas arrostran toda dificultad para tratar de conservar una mínima integridad y dignidad. Les debemos mucho, aunque no tengamos vigor para imitarles.

                Jesús habla de un orden (el orden éste) que, según él, lleva a la muerte. Está hablando del sistema. Él fue llevado a la muerte por ese orden. Pero, en realidad, su muerte en libertad fue un triunfo sobre el sistema, por mucho que éste se frotara las manos pensando que había logrado derribar a un enemigo más. Le salió el tiro por la culata, ya que su muerte oscura no fue sino el comienzo de una eclosión imparable. Con Jesús, el sistema no salio triunfante por mucho que así lo creyera. Por eso mismo, quien quiere escapar, en la medida que pueda, de las garras sofocantes de los sistemas, encuentra en Jesús, en su palabra, un apoyo para resistir, para saber que siempre hay posibilidad de tirar hacia arriba y no hundirse en el fango tóxico, pesado, narcotizante que es todo sistema. No estamos haciendo filosofía, sino que estamos apuntando a situaciones de cada día.

 

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Texto:

 

                21Entonces les dijo de nuevo:

                -Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.

                        22Y los judíos comentaban:

                -¿Será que va a suicidarse, y por eso dice "donde yo voy no podéis venir vosotros"?

                        23Y él continuaba:

                -Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois del orden éste, yo no soy de este orden. 24Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados; pues si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.

 

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Ventana abierta:

 

                Este es José Arregui, franciscano que ha abandonado su Orden por las duras presiones a que lo ha sometido la autoridad eclesiástica de su Diócesis. Él dice que, sintiéndolo mucho, ha optado por la libertad por encima del sistema eclesiástico tan maleado. Dice que lo hace sin acritud, pero movido por un espíritu de libertad y dignidad. No es el primero. Pero, por eso, su caso no deja de ser estremecedor. El sistema lo considerará como un triunfo: ha logrado dejar fuera a un elemento molesto. Pero, en realidad, el Evangelio sale con más brillo. Estémosle agradecidos.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes sienten y siguen la llamada de la libertad; gracias por quienes mantienen vivo  el sentido de la dignidad; gracias por quienes no sucumben a los embates del sistema.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús no es del “orden este”, no le ha hecho el juego al sistema, no ha cedido a los encantos del poder, no ha dado el brazo a torcer cuando el sistema se ha cebado en él. ¿Dónde pudo encontrar la fuerza, quién le enseñó? Muchas noches de oración, tal vez, sirvieron para proporcionarle la fuerza necesaria para aguantar en los momentos de la prueba. Precisamente por ser incombustible ante el sistema Jesús se ha hecho bandera y aliento para todas las personas que no se conforman con el estado de cosas de nuestro tiempo y creen firmemente que otro mundo es posible, que otra humanidad puede nacer cada día. Son los utópicos necesarios porque son los verdaderos triunfadores en contra del sistema.

                Oramos: Gracias por Jesús, que no se doblegó ante el sistema; gracias por Jesús, que cuestionó lo incuestionable; gracias por Jesús, que vivió en profunda libertad.

 

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Ahondamiento personal:

 

                A veces andamos en la vida por caminos equivocados. Lo sabemos, pero, tercamente, seguimos por ellos. Uno de esos caminos es el que nos proporciona nuestro sistema de vida social: una economía de consumo, una relación superficial, una política interesada, una vida familiar individualista, un afán por brillar ante los demás….Caminos equivocados. El sistema se frota las manos de gusto porque esos son sus caminos. Nos tiene atrapados. ¿Cómo irse liberando? Proponiendo caminos alternativos de humanidad, poniendo el corazón de la persona como valor mayor, disfrutando con lo sencillo, sabiendo que tras las apariencias anida la verdad. Son caminos comunes, pero muy liberadores.

                Oramos: Que seamos crecientemente humanos/as para huir del sistema; que valoremos a la persona por su corazón, para no caer en garras del sistema; que disfrutemos de lo sencillo, para huir de los disfrutes deshumanizadores del sistema.

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Desde la comunidad virtual:

 

                Cuando el Evangelio habla del “adonde yo voy” de Jesús se está refiriendo a su entrega. Cree Jesús que la entrega de la persona al hermano es la mejor manera de hacerse fuerte ante los embates del sistema. El Evangelio no nos demanda una fe ideológica, de dogmas y creencias. Nos pide que demos adhesión a uno (Jesús) que dice que si te entregas, te haces fuerte ante el sistema. ¿Es esto creíble? Pero quien lo experimenta en su vida ¿no comprueba que esto es así?

                Oramos: Que creamos en el valor de la entrega como lo creyó Jesús; que valoremos a quien se da al otro porque es como Jesús; que nos animemos a entregarnos en lo cotidiano porque eso nos hace fuertes. 

 

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Poetización:

 

Fue un alternativo

y un osado.

Nunca temió al sistema,

Ni cuando este le acosaba

ni siquiera cuando lo derrotó.

Supo endurecer su rostro

ante el poder avasallador,

ante la tradición desalmada,

ante la doctrina injusta,

ante la sociedad hipócrita.

¿Dónde encontró fuerza para ello?

En las largas noches de oración,

en los descampados de Galilea,

se escuchaba, queda, su plegaria:

“Padre, hazme fuerte,

hazme justo,

hazme humano”.

El Padre le enseñó

a no ser del “orden este”,

a ser de un orden nuevo,

aquel que tiene a la persona

y al corazón

por centro de todo

y se aleja de los caminos

inicuos de todo sistema.

Su vigor nos sigue animando;

su utopía nos sigue iluminando;

su sueño alternativo nos ayuda,

aún hoy,

 a caminar.

 

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Para la semana:

 

         Trata de controlar tu consumo y sé humano en la relaciones con tu familia.

 

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