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FIAIZ

Juan 39

CVJ

Domingo, 28 de marzo de 2010

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

39. Jn 7,1-10

 

 

Introducción:

 

                Hemos hablado alguna otra vez de ello: de la significatividad y de la relevancia. Ésta, la relevancia, es lo de siempre: salir en la foto, brillar, estar en el escaparate, hacerse notar, etc., creyendo que así se es alguien, que de ese modo se puede influir, que uno va a sacar provecho de su propio brillo. Luego está la significatividad que es lo contrario: hacer bien lo que uno tiene que hacer, aunque sea algo oculto, modesto, desconocido, no aplaudido. Hay quien piensa que este camino no es "productivo" porque no influye ni se saca nada en limpio de él. Pero no es así: se saca dicha, coherencia, disfrute, cercanía al otro, gozo por verle crecer, etc. Los valores de la significatividad son valores ocultos, pero son los verdaderos.

                Jesús en este relato de comienzos del capítulo 7 (Jn 7 y 8 son los capítulos más duros del Evangelio por el enfrentamiento de Jesús con las fuerzas del sistema), aparece como una persona que resiste la tentación de ser relevante, de subir a la fiesta en la pompa y el brillo de un "dios". Él es significativo: va en lo oculto, en la modestia del anonimato, en la forma de quien cree que lo que uno hace no necesita la fanfarria del bombo y platillo para anunciarse, para subrayar el valor de lo que propone. Este Jesús significativo es el que perderá la partida ante la fuerza opresora del sistema. Pero eso no indica que haya fracaso, sino que deja ver a la vista que lo significativo tiene futuro. Y se demuestra por el simple hecho de que hoy Jesús sigue siendo para nosotros/as un punto de referencia vital, una luz que ilumina nuestras sendas. Si hubiera cedido a la relevancia, quizá no estaríamos hoy hablando de él, orando con él.

 

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Texto:

                7,1Inmediatamente después de esto, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos buscaban matarlo. 2Se acercaba la gran fiesta judía de las tiendas.

                        3De modo que su gente le dijo:

                -Trasládate de aquí y márchate a Judea, así tus discípulos presenciarán esas obras que haces, 4pues nadie hace las cosas clandestinamente si busca ser conocido. Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo. 5De hecho, tampoco su gente creía en él.

                        6Jesús les contestó:

                -Para mí, todavía no es el momento; para vosotros, en cambio, cualquier momento es bueno. 7El mundo no tiene motivo para odiaros; a mí, en cambio, me odia, porque de él yo denuncio que su modo de obrar es perverso. 8Subid vosotros a la fiesta, yo no subo a esta fiesta, porque para mí el momento no ha llegado aún.

                        9Dicho esto, él se quedó en Galilea; 10 sin embargo, cuando sus parientes habían subido a la fiesta subió él también; no abiertamente, sino clandestinamente.

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Ventana abierta:

 

                Esta foto pertenece a esa lucha tenaz por la libertad que están haciendo las llamadas "Damas de blanco" en Cuba. Un régimen duro como el de los Castro encuentra oposición en un grupo de mujeres sin más armas que su palabra y su denuncia. ¿Dónde radica su fuerza? En su propia convicción que les lleva a superar cualquier miedo. Más allá de posiciones políticas, hay que reconocer que son personas "significativas", creen en el valor de lo que hacen y se lanzan a hacerlo. En ese sentido son envidiables.

                Oramos: Gracias, Señor, por quienes creen en lo que hacen; gracias por quienes viven de manera sencilla pero militante; gracias por quienes dan valor a las cosas humildes.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Jesús sube clandestinamente a Jerusalén. Esa clandestinidad no encierra ninguna segunda intención. Simplemente indica que el camino del Evangelio y el ruido, el aplauso, el alboroto no se llevan bien. A los trabajos de Evangelio, sean cuales sean, les van bien el silencio, lo sencillo, lo oculto incluso. Necesitamos unas fuertes dosis de modestia para que nos resulte significativo, valioso el seguimiento a Jesús. Tendríamos que huir de folclores que, en el fondo, encierran una dosis imparable de supremacía y superioridad.

                Oramos: Gracias, Señor, por encontrar sentido a vivir en lo oculto; gracias por creer en tus caminos aunque fueren modestos; gracias por encontrarle sentido a la vida moderada y austera.

 

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Ahondamiento personal:

 

                A Jesús se le tienta con ser "una figura pública". Eso supone dominio, influencia, supremacía. Es muy difícil ser persona con humanidad (y con fe) si no se tiene bien controlado el ansia de poder, mecanismo metido muy en el fondo de toda persona. Renunciar al poder no quiere decir ser un don nadie. Quiere decir que se toma el camino de la libertad, de la fraternidad, del disfrute común como una senda más válida que ninguna opresión. Quiere decir que uno ha llegado a la conclusión de que no quiere apropiarse de nada ni de nadie. Quien vive en esa dirección hace suyo aquel dicho atribuido a san Francisco de Asís: "Tengo pocas cosas; y lo poco que tengo lo deseo poco".   

                Oramos: Que no nos pueda nunca el ansia de poder; que no nos perturbe el deseo de dominar al otro; que no nos apropiemos de nada ni de nadie.

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Los pequeños trabajos de la comunidad virtual son trabajos en lo oculto, sencillos, de poca relevancia. A veces, cuando se quiere explicar todo esto a los demás, no sabemos hacerlo bien porque, en el fondo, todo esto es muy sencillo, muy poco relevante. Pero ¿es significativo? ¿No vale nada este tenaz camino de oración? ¿No significa nada el fiel deseo de querer vivir en la cercanía de Jesús? ¿No tiene ningún sentido el hacer más persona y más creyente a la vera del Mensaje? Estos valores ocultos son nuestros valores.

                Oramos: Que creamos en el valor de lo oculto; que seamos tenaces en nuestro deseo de Jesús; que nos demos cosas sencillas como signo de un amor profundo.

 

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Para orar:

Padre nuestro,
Padre de todos,
Líbrame del orgullo
De estar solo.
No vengo a la soledad
Cuando vengo a la oración,
Pues sé, que estando contigo,
Con mis hermanos estoy;
Y sé que estando con ellos,
Tú estás en medio, Señor.

No he venido a refugiarme
Dentro de tu torreón,
Como quien huye a un exilio
De aristocracia interior.
Pues vine huyendo del ruido,
Pero de los hombres no.

Allí donde va un cristiano
No hay soledad, sino amor,
Pues lleva toda la iglesia
Dentro de su corazón,
Y dice siempre "nosotros",
Incluso si dice "yo".

 

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