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FIAIZ

Materiales para Semana Santa 2010

¿QUIÉN NOS PUEDE DAR LO QUE NOS FALTA?

 

Introducción

 

            Nos pasamos la vida rellenando cuestionarios, respondiendo miles de preguntas, casi siempre las mismas. Hay que hacerlo, pero ¿son preguntas sobre lo que de verdad somos? Casi siempre son preguntas de epidermis, de fachada, no son preguntas de vida, sobre el fondo, apuntando al corazón. ¿Y si intentáramos preguntarnos de otro modo, sobre otras cosas. Aunque no hubiere respuesta, el hecho de preguntar sobre lo verdadero, sobre lo profundo, sobre lo hermoso, ya es un paso. Quizá estos días puedan ser un tiempo para preguntarse sobre lo esencial.

            Lee este párrafo de El Principito de Saint Exupéry. Habla de las verdaderas preguntas: "A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: "He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado", jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil francos". Entonces exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!".

 

I

¿Quién se da aún sin pedir nada a cambio?
(Jueves Santo)

 

            Una peregrina del camino de Santiago comentaba una anécdota interesante: en un pueblo de La Rioja (Grañón) hay un albergue de peregrinos. El cura, que es un entusiasta del Camino, lo cuida y acompaña a los peregrinos. Hace de "hospitalero".  Por la noche, cuando los peregrinos están ya descansados y relajados, les ofrece una cena modesta, a la que él mismo asiste, y luego, para quien lo desee, un momento de oración en la iglesia parroquial. Hasta ahí, bien. Pero hay un detalle curioso: en el albergue hay una caja para recabar ayuda económica para sostener el albergue con este rótulo: "Si puedes dar, da; si necesitas, coge". Según parece, la gente que pasa da más que coge, pero se dan los dos casos. Nos sorprende el detalle porque es signo de una persona que cree en la solidaridad y en la generosidad: hay mucha gente que da sin pedir nada a cambio. Y no solamente da, sino que se da, cosa más difícil. Es cierto que las personas tendemos a pasar siempre factura de todo. Pero hay gente que se "olvida" de pasar la factura porque su corazón es ancho y generoso.

            Es que hoy, día del Jueves Santo, vas a asistir a un día de generosidad total con el recuerdo y la presencia de uno, Jesús de Nazaret, que, por raro que parezca, vivió sin pedir nada a cambio. ¿Hay alguna escena evangélica donde Jesús diga cuánto hay que pagar por una curación, por un milagro, por un consuelo, por un abrazo? ¿Llevaba Jesús un cuaderno de contabilidad? ¿Ponía precio a su trabajo, a sus noches de oración, a sus búsquedas, a sus amparos, a sus ayudas, a sus ánimos? Nunca pasó factura, nunca exigió nada. Por eso, no le costó, como verás en la celebración de esta tarde, ponerse a lavar los pies de sus amigos. Lo hacía con naturalidad, como si tal, porque, simplemente, eran sus amigos y hermanos. No lo hace como un Dios que se baja de su pedestal y, por un día, se rebaja a lavar los pies a sus súbditos pero luego vuelve a su trono y a su brillo. No, él lo hacía porque eran sus amigos y es cosa normal "lavarse los pies" entre amigos, ayudarse, ampararse, sostenerse, escucharse. Les lavó los pies y se volvió a poner el manto, como si tal cosa. Posiblemente no fue la única vez.

            Ojalá en este día te maraville, te estremezca y te produzca ternura un Jesús que lava los pies, que se arrodilla, que no le da reparo en coger tus pies, con sus durezas, con sus "callos", con sus uñas torcidas. No le importa meter sus dedos entre tus dedos y acariciar, masajear tus pies, tus pobres pies que a veces se cansan, se desorientan, se pierden. Jesús acaricia tus pies, acaricia tus caminos, acaricia tu vida, por muy humilde que sea todo eso. Y lo hace por una sencilla razón: porque no tiene interés en pedirte nada a cambio. Por pura y elemental generosidad.

            Hoy sería un día bueno para mirar a tus pies y a los de tus amigos/as, cogerlos, acariciarlos, lavarlos, perfumarlos, masajearlos, enternecerse ante ellos. Cuánto valoramos el rostro, lo guapa que es la persona que amamos, su porte, su hermoso cabello, su cuerpo cálido. ¿Y los pobres pies? Generalmente ocultos, poco cuidados a veces, olvidados, pero ¿cómo vivir, andar, aprender, salir, encontrarnos, sin ellos? Jesús lavó los pies no solamente por pura y elemental necesidad de higiene: era un gesto para decirnos: ama tus pies y los de tus amigos/as, cuídalos, aprécialos, como si fueran tuyos. Sé lo más generoso que puedas con sus dueños/as, intenta no pasar siempre factura, quizá tú puedas ser también de esas personas que dan y se dan si pedir nada a cambio.

            Vamos a terminar con una frase de Kalil Gibrán. Son frases recurrentes, las cita todo el mundo, pero son hermosas, y sirven para animarnos. Porque en estas cosas de la generosidad es cuestión de ánimo. La frase dice: "Es bueno dar cuando alguien pide, pero es mejor todavía poder dárselo todo al que nada pidió. Y el mayor mérito no es el del que ofrece, sino el del que recibe sin sentirse deudor. El hombre da poco cuando sólo dispone de los bienes materiales que posee; pero da mucho cuando se entrega a sí mismo". Anímate en este Jueves Santo. Haz una "meditación" ante los pies, los tuyos, los de tus amigos/as, los de Jesús. Y piensa que darse sin pasar siempre factura es una suerte, una alegría y un enriquecimiento personal.

 

•1.      ¿Te vuelve a enternecer un Jesús que lava los pies a sus amigos únicamente porque los quiere?

•2.      ¿Pasas siempre factura por lo que das a los demás?

 

II

¿Quién puede mantener entregas sin límites?

(Viernes Sant0)

 

         La reciente película Invictus ha emocionado a muchas personas porque habla de una entrega al límite que llegó a tener recompensa. Sus frases se clavan como dardos: "Doy gracias al Dios que fuere por mi invicta alma...cómo hacer soñar a todos cuando no tenemos nada en que soñar...soy el capitán de mi alma". La epopeya de Mandela desvela la realidad de que las grandes entregas (32 años en la cárcel) pueden tener un enorme sentido.

            Jesús también es un Invictus aunque todos lo vieran como vencido, aunque nadie le reconoció nunca el valor de su entrega, aunque la suya fue una muerte sin gloria rodeada de menosprecio y de silencio. Pero él también tuvo un alma invicta porque, más allá de tentaciones y de crisis internas, no abandonó la senda del amor y de la entrega que el padre le mostraba. Hizo soñar a muchos pobres que no tenían nada que soñar. Y aunque ese sueño parece que se perdió y que, a veces, se marcha en otra dirección, las semillas de tal sueño han producido muchos frutos de vida. Fue el capitán de su alma porque, más allá de todo menosprecio y sufrimiento, la mantuvo viva, sensible, amante. En verdad, Jesús fue un gran Invictus.

            Es que este día de Jueves Santo vas a leer en la oración y en la celebración el relato de la pasión que no es, más que en la forma, el relato de un fracasado. En realidad es la epopeya de un Invictus. Tienes que lograr leerla este año como el triunfo de un pobre, como el éxito de un vencido, como el sueño logrado de uno que fue tomado y tratado como miserable. Necesitas otros ojos, de fe y de amor, para leer en ese duro relato la narración del camino de nuestro Invictus Jesús. Envuelto en el polvo de lo religioso que los siglos han echado sobre él parece que lo suyo fue nada en comparación de otras epopeyas humanas, hermosas ciertamente. Pero nosotros seguimos diciendo que gracias a su entrega sin límites no solamente él fue un Invictus, un capitán de su alma, sino que nos hizo, nos hace, soñar, vivir y amar.

            No te asustes cuando se plantea eso de las "entregas sin límites". Eso hay que ponerlo en el horizonte, que nunca quizá logremos. Pero puedes ir en esa dirección, hacer hoy un pequeño gesto de amor y de entrega, creerte dichoso/a y con sentido cuando te das a los demás en lo concreto de cada jornada. Recuerda aquel poemilla de Helder Cámara: "No, no te detengas. Comenzar bien es una gracia de Dios. Continuar por buen camino y no perder el ritmo...,es una gracia todavía mayor. Pero la gracia de las gracias, está en no desfallecer, con fuerzas todavía o ya no pudiendo más, hecho trizas o añicos, seguir avanzando hasta el fin".

 

•1.      ¿Te ilusiona entender a Jesús como un Invictus?

•2.      ¿Cómo nos podemos ayudar para no desfallecer en la entrega?

 

III

¿Quién puede esperar nuevos amaneceres?

(Sábado Santo)

 

         Hay agencias de viajes que programan, como un plato fuerte de su "paquete turístico" ver un amanecer: amanecer en Machu Pichu, amanecer llanero en Colombia, amanecer en Abu Sintel, amanecer en el Sinaí. Algo tiene el amanecer cuando hasta se comercializa. En el fondo, el amanecer habla de una nueva posibilidad, de la suerte que es tener un día más en las manos, del señorío de disponer de un trozo más de vida, del gozo de poder disfrutar de lo creado veinticuatro horas más. Cuando nos levantamos de la cama somnolientos y arrastrando el cuerpo no valoramos el regalo de un nuevo día en las manos. Pero, ¡qué no darían muchos por un nuevo amanecer!

            Sábado Santo es el atisbo y la espera del gran amanecer de Jesús que llamamos la resurrección. Quizá hayas entendido esto de la resurrección como una "verdad religiosa". Pero intenta imaginarla como un amanecer: con toda su luz, su brillo, sus posibilidades, su amor. En el fondo, un amanecer es la metáfora de una vida luminosa, distinta, con posibilidades. Por eso, creer en la resurrección es creer que tu vida, como sea, tiene una interesante salida, un horizonte hermoso.

El Sábado Santo es un día de silencio lleno, de espera anhelante, de amor contenido. Por la noche, en la celebración te leerán un texto en que se relata la resurrección. Lo de menos son las formas, las maneras que tiene el evangelista de contarlo. Pero qué rebote en tu corazón esa pregunta dicha a las mujeres: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?". Ya lo decía Miguel Hernández: "No te asomes  al cementerio, que no hay nada en estos huesos. Asómate a mi cuerpo". Asómate hoy al cuerpo de Jesús, a todos los cuerpos, a todas las personas, a toda la realidad. Mira dentro de las cosas y percibe el gran amor que anida en ellas. Míralas como hermanas queridas. Que descubras en ellas la presencia viva del Resucitado vivo.

Francisco de Asís se quedaba anonadado cuando oraba y profundizaba en la resurrección. En realidad, para él era algo vivo, aunque, como él decía, fuera algo "indecible e incomprensible". Que no se pueda decir bien no quiere decir que no llegue dentro; que no se entienda del todo no quiere decir que no haga vibrar el corazón.

San Pablo dice en Hech 26,23 que fue elegido para anunciar "un nuevo amanecer". No una religión, ni una Iglesia, ni una fe, sino un simple nuevo y hermoso amanecer, la posibilidad que toda persona tiene de ser dichosa. Ese es el gran anuncio de la resurrección: el de un amanecer nuevo. Y es preciso anunciarlo con maneras de vivir, con tus maneras de vivir: que sean luminosas, afables, claras, llenas de luz. Echa fuera la tiniebla, el mal talante, el gesto hosco, la palabra hiriente. Apóstoles de un nuevo amanecer: ése habría de ser el propósito de quien celebra la Pascua este año.

 

  1. ¿Te parece interesante entender la resurrección como un nuevo amanecer?
  2. ¿Cómo puede felicitar la Pascua a las personas que amo?

  

Preguntas en el desierto

 

         Se trata de ir cogiendo algunas preguntas de la canción ¿Quién? de L. Guitarra e ir aplicándolas al Viernes Santo desde la realidad del desierto:

 

•1.      ¿Quién escucha a quién cuando hay silencio?: Estás en el silencio. Haz silencio por fuera y por dentro. No te asuste. El silencio voluntario es bueno, nos sosiega, nos pone en lo que somos. No temas al silencio. Ahí puedes escuchar hoy la humilde voz de Jesús que te dice: te amé y me entregué por ti.

•2.      ¿Quién acoge a quién en esta casa?: La casa es esta tierra nuestra, estas calles, estos edificios, estos campos, estos ríos, este mundo. Habríamos de hacer de este mundo una casa acogedora, no un lugar de confrontación. Escucha l humilde voz de Jesús que te dice: he muerto para que esta casa sea una casa de todos; no la privatices.

•3.      ¿Quién pinta de azul el Universo?: Levanta tus ojos al cielo. Míralo, tanto si está azul como si está gris. Lo ha "pintado" el amor del amor del padre para disfrute de todos los ojos, de todas las almas. Escucha la callada voz de Jesús que te dice en este Viernes Santo: yo he mirado con ojos limpios al cielo. Si he muerto ha sido para no desaparezcan las miradas limpias de la tierra.

•4.      ¿Quién no necesita unas alas?: Mira los pájaros. Ellos van a su aire, en su libertad loca. Nos alegran con sus trinos, con su vivacidad. Jesús te dice: he muerto para que tengas alas, para que seas águila, no gallina de corral. Vuela hacia ideales hermosos. No te canses.

•5.      ¿Quién quiere sumarse a lo pequeño?: Fíjate un rato en los pequeños bichos que seguramente te rodean: hormigas, moscas, otros animales. A veces los despreciamos, aunque sin ellos no podríamos vivir porque "labran" la tierra y la hacen fecunda. Francisco de Asís se enternecía cuando se acordaba de que Jesús fue "un gusano", uno hecho gusano por nosotros. Que recordar al Jesús de la pasión suscite en ti humildad y cuidado por lo pequeño, pasión por lo humilde.

 

 

 

 

1 comentario

Bárbara -

Fidel, ¿tienes algún inconveniente en que se lo haga llegar a Luis Guitarra? Estoy segura que le agradará ver las posibilidades de su canción para esta Semana Santa y también podrá él orar de otro modo.
Por mi parte, muchísimas gracias por ayudarme con estos materiales que tan valiosos son en mi oración aquí en Bolivia.
Paz y Bien,
Bárbara