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FIAIZ

La Iglesia después de la pandemia

 

 

LA IGLESIA DESPUÉS DE LA PANDEMIA[1]

 

 

            De una manera u otra, todo el mundo coincide en valorar la pandemia de Covid-19, de la que no acabamos de salir, como un tsunami de tremendas consecuencias[2]. Con él, hemos comprobado que la tierra, la existencia, se nos hacía in-firme y el edificio social, que creíamos seguro se ha venido abajo y nos hemos visto abocados a trabajar por alcanzar «la transitoria tierra firme que es la vida»  (R. Argullol)[3].

            La capacidad humana para la selección y el olvido es inmensa y por ello nos parece que hablar del Covid-19 es hablar del siglo pasado. Aún sin escapar de sus garras, queremos olvidarlo como un mal sueño, sin analizarlo, si distribuir responsabilidades, sin sacar conclusiones operativas. Olvidando, creemos que no ha existido. Pero la “mostrenca realidad” nos lo pone delante cada día y el análisis sereno puede ser beneficioso para nosotros[4].

            ¿Cuál ha sido el papel de la estructura eclesiástica de la Iglesia católica en este asunto? ¿Y el de los cristianos de a pie, el llamado catolicismo sociológico? Y más aún: ¿qué tareas quedan pendientes? ¿Qué futuro próximo le espera a la comunidad de creyentes después de esta convulsión? ¿En qué opciones habrá de implicarse?

            Pocos se han hecho esta clase de preguntas. Por eso es de agradecer que la Sociedad a Debate de La Rioja se haya planteado la cuestión. Es preciso luchar contra la tendencia a pelear únicamente las batallas urgentes de los cotidiano como si lo vivido hubiera perdido en cuatro días su vigencia. Decía P. Tillich que es urgente recuperar la dimensión de profundidad para que no nos engulla la superficialidad, la banalidad, el empobrecimiento[5]. Profundicemos, pues, reflexionemos.

 

  1. 1.     El Papa Francisco ante la pandemia

 

La encíclica Fratelli tutti fue escrita «cuando irrumpió de manera inesperada la pandemia del Covid-19» (FT 7). No es de extrañar que dedique cinco números seguidos a este tema (FT 32-35). Estas son sus  certezas principales:

1)     «Nadie se salva solo»: la pandemia ha puesto de manifiesto una “pertenencia común”, una interdependencia necesaria. La denominación de “trabajos esenciales” durante la pandemia ha dinamitado la estratificación social habitual[6].

2)     «La pandemia nos ha obligado a pensar en los seres humanos, más que en el beneficio de unos pocos». La obligación de humanidad que viene de fuera enseña relativamente, porque si no hay convicciones, pasado el mal momento, volveremos a las mismas[7].

3)     «La vana pretensión de ser señores absolutos de todo lo que existe». Vana e ingenua pretensión porque el señorío de los humanos ha de ser humano, respetuoso, participativo, cuidadoso[8].

4)     «La peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta». Algo que se está dando porque los parámetros de consumo se han disparado. Solamente la guerra de Ucrania ha frenado la deriva consumista[9].

5)     «Hay que lograr recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad». Pertenencia y solidaridad que se han de traducir en una mística de familia humana[10].

 

  1. 2.     La Iglesia católica española y los católicos antes de la pandemia

 

Para entender mejor la actitud de la Iglesia Católica Española (ICE), tanto en sus dirigentes como en la comunidad católica, quizá haya que considerar su situación antes de que la pandemia se abalanzara sobre la sociedad española. Esa situación que viene de décadas anteriores se resume en una palabra: declive. La ICE como las demás iglesias europeas iba cuesta abajo hacía ya mucho tiempo. Aun viniendo de un franquismo nacionalcatólico, los indicadores religiosos (creencia en Dios, asistencia a la misa, vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, bautismos, matrimonios canónicos, etc.) iban en descenso de manera acelerada.

El sector más conservador del episcopado y muchos creyentes ultras achacan este descalabro al Vaticano II. Pero, en realidad, esto venía de antes. Ya en un lejano 1947, el cardenal Suhard, arzobispo de París, escribió aquella famosa carta donde aparece la palabra maldita: Essor ou déclin de l’Église?[11]. Tras la segunda guerra mundial la Iglesia católica inició un descenso que continúa a niveles de desaparición. De manera cruda lo dijo el profético cura Don Lorenzo Milani: «No hemos odiado a los pobres, como la historia dirá de nosotros. Solo hemos dormido. En el duermevela hemos fornicado con el liberalismo de DeGasperi, con los congresos eucarísticos de Franco. Nos parecía que su prudencia nos podría salvar…Cuando despertamos, ya era tarde; los pobres se había ido sin nosotros»[12]. De ahí venimos. La Iglesia franquista aguantó hasta que pudo. Pero llegó el Concilio, la democracia y reventó. El descenso al abismo fue imparable.

Y llegamos al momento de la pandemia con una ICE dividida entre conservadores procedentes del invierno eclesial de Juan Pablo II y defensores del Vat.II a los que obispos jóvenes, que no vivieron la mística conciliar, como el de Vitoria, califican de anacrónicos (detenidos en los años 70), ideologizados y encharcados en la secularidad[13].

 

  1. 3.     La Iglesia católica española y los católicos durante la pandemia

 

¿Cómo ha sido el comportamiento de la ICE y de los católicos durante la pandemia? Ha estado envuelto en una cierta irrelevancia. Se aceptó el confinamiento sin dificultad[14], aparte de las discrepancias de algunos jerarcas sobre el modus operandi de los comités científicos[15]; hubo una cierta colaboración a nivel de voluntariado muy mediatizado por la relación no presencial[16]; los católicos, mayoritariamente jubilados, no sintieron para nada dejar las celebraciones de culto y sustituirlas por la misa en tv o en youtube o, simplemente, por quedarse en casa sin ninguna actividad religiosa[17]. El temor era tan denso que todas las energías eran necesarias para asumir aquella monumental soledad y para torear el embate de la muerte que fue dantesco[18].

La irrelevancia quedo de manifiesto en la ausencia de orientaciones ideológicas por parte de la CEE[19]. Los católicos llegaban a la misma conclusión que los no practicantes: se puede vivir sin violencia una vida donde lo religioso y la misma sacramentalidad no estén explícitamente ausentes. El confinamiento fue una época sin dioses, donde estuvo solo el hombre[20]. Algunos han puesto en conexión esta crisis con una época de catacumbas (X. Pikaza). Pero, en realidad, no es lo mismo: en las catacumbas de ahora no había actividad religiosa clandestina, sino simple ausencia de tal actividad. Era el rostro más palpable de la secularidad.

Por eso mismo, cuando se levantó el confinamiento, a los noventa y nueve días, los templos no se llenaron de actividad, sino que fue un lento fluir al filo de las disposiciones sanitarias que caminaban paso a paso, poco a poco[21], a medida en que el temor social iba remitiendo. No se veía como una necesidad perentoria de espiritualidad sino como un lento volver a la normalidad de la práctica religiosa: la recuperación de las rutinas como algo social y personalmente beneficioso.

En todo este panorama, como algo recurrente y cada vez más residual, vuelve el tema del papel de Dios. Colea todavía la supuesta creencia de que está en sus manos  acabar con esta plaga[22].  Se sigue siendo deudor de un paradigma antiguo con la certeza inamovible de un Dios intervencionista[23].

 

  1. 4.     La Iglesia católica española y los católicos después la pandemia

 

Aunque temiendo una nueva ola y sabiendo de la capacidad mutante del virus, consideramos que ya estamos saliendo de la pandemia de Covid-19, enfermedad a la que se le augura una “gripalización”, una cronicidad parecida a la de una gripe. Pues bien, en esta nueva situación, y después de lo pasado, ¿qué tienen por delante la ICE y los católicos). Sin ánimos de decir a nadie lo que tiene que hacer, sugerimos a modo de reflexión:

 

  1. 1.      El panorama para la ICE

 

a)     Tareas concomitantes

 

Son tareas que vienen de antes de la pandemia. Durante ella se han agravado y permanecen activas con todo su vigor:

  • Los abusos sexuales de alguno eclesiásticos: continúa en plena expansión la hecatombe que en España comenzó en los años setenta[24]. Por una parte, la jerarquía eclesiástica navega en aguas turbias entre la negación solapada, la creencia de que solo se investiga a la Iglesia, la idea oculta de que las víctimas engañan y se aprovechan, de que incluso la cosa no es tan grave y la excusa de que eran otros tiempos de diferente sensibilidad, etc.[25]. Una continuada renuencia[26]

Por otra parte, a una especie de cerrazón, opuesta incluso al deseo del Papa, ha seguido a regañadientes una cierta posibilidad de colaboración con una Comisión por parte del Parlamento de manos del Defensor del Pueblo. Colaborará pero no formará parte de ella. Junto a ello, se desautoriza lo realizado en países vecinos[27]. A la vez, en un golpe de timón lleno de interrogantes, se encomienda el trabajo de investigación a un bufete de abogados cuyo responsable se declara públicamente miembro activo del Opus Dei, con el consiguiente y lógico rechazo de las víctimas[28]. En este momento no se sabe cuál es exactamente la deriva de la ICE en el tema y qué es lo que de verdad pretende, por más que hable de llegar hasta el final.

La perplejidad se apodera de la ciudadanía y de los católicos. En este momento todo está abierto, mientras los casos siguen saliendo, uno tras otro, imparables[29].

  • Las inmatriculaciones de la ICE: es el cuento de nunca acabar. El listado publicado ya de más de 34.000 bienes inmatriculados por la Iglesia, tanto al amparo de la ley de 1946 como la corrección de 1998 que permitía inmatricular también templos, aunque frenadas por la modificación de 2015 que obligaba a la Iglesia a inmatricular con el procedimiento común, sigue dejando las cuestiones de fondo sin solucionar. Es una tarea que la ICE y la sociedad tienen por delante[30]. ¿Cuáles son esas cuestiones?

Aun suponiendo, mal que bien, que sean legales, ¿son justas? Esto es difícil determinarlo. El que sean legales no quiere decir, sin más, que sean justas. Numerosos bienes eclesiásticos han sido construidos, cuidados, restaurados con esfuerzo y dinero público, bien de entidades oficiales (Diputaciones, por ejemplo) o populares (hermandades, cofradías, pueblos, etc.).Parece que no es de recibo que, aduciendo el uso religioso, se quiera tener en exclusiva la propiedad y el rendimiento económico de un bien restaurado con dinero público. Será preciso llegar a algún tipo de acuerdo, tanto en lo que se refiere al uso religioso como, sobre todo, al reparto de beneficios. El tema de la propiedad se clarificará mucho si se aclaran los dos supuestos anteriores.

¿Son éticas? Cuando la propiedad y el dinero están por medio resulta, a veces, difícil compaginarlos con la ética. Muchos bienes eclesiásticos se han construido por suscripción popular. ¿Es ético, llegado el caso de su venta, no contar para nada con el pueblo que alumbró el bien e, incluso, hacerlo en prejuicio del mismo pueblo que, para disfrutar de ese bien, tiene que comprar de nuevo lo que él mismo pagó? Cuando los equipos diocesanos de economía funcionan con meros planteamientos económicos pueden llegar a ser tan “despiadados” como cualquier grupo financiero. ¿Es ético poner en la calle a una viuda que vive de alquiler en una casa parroquial desde hace muchos años, simplemente porque esa casa ha encontrado un comprador que paga un precio suculento?[31].

¿Son evangélicas? Esto ya es más difícil saberlo. Pero la Iglesia confronta sus caminos con el Evangelio. Y si economía y Evangelio van por caminos paralelos que no se tocan, creemos que algo no va bien. Dice el Evangelio: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13). Esta clase de máximas no pueden ser aparcadas cuando se trata de algo de tanta envergadura como las inmatriculaciones.

¿Para qué se inmatricula? Es la pregunta del millón. ¿Qué pretende la Iglesia con toda esta actividad económica? ¿Preservar la propiedad? Si el sentirse “propietarios” afianza la identidad de la Iglesia, su papel social, su presencia en la economía, etc., ¿no nos estamos alejando de la Iglesia pobre y para los pobres de la que habla tantas veces el papa Francisco? Si se inmatricula simple y llanamente para sacar el mayor rendimiento económico, ¿necesita realmente la Iglesia tener más dinero? ¿Están bien pensados sus gastos? ¿Con qué criterios de gasta? ¿Con qué criterios se acumula? ¿Se ha medido razonablemente la posibilidad de mantener un patrimonio tan grande? Tarea por delante.

  • El clericalismo, la democratización de la Iglesia y el tema de la mujer: temas que no tienen, hoy por hoy, atisbos de solución. Por más que el Papa diga que es el peor mal de la Iglesia, el clericalismo sigue verdeante[32]. Cuando decimos Iglesia, realmente no estamos diciendo “pueblo de Dios”, seguimos diciendo “clero” y, si me apuran, “clero dirigente”. Puede recurrirse a todo tipo de argumentos, bíblicos, espirituales, eclesiales, para hacer ver que Iglesia somos todos. Pero al final, el clero es la voz, la dirección, el poseedor de la Iglesia real. Tal vez nunca había sido tan cuestionado como ahora a causa del crecimiento de la conciencia democrática[33]. Pero el clericalismo, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí. No sabemos cómo va a evolucionar esto y, menos todavía, con el renacer del neo-tradicionalismo que nos aflige como «compensación a los impulsos modernizadores y funcionales del período posconciliar»[34].

Por su parte, la democratización de la Iglesia es asignatura tan pendiente que ni siquiera se plantea de manera oficial[35]. Un rictus asoma en los labios de creyentes y no creyentes cuando se les propone el recurrente aserto de que la Iglesia es más que una democracia. O cuando se les asegura que, en la Iglesia, la democracia es la sinodalidad[36]. A estas alturas, todos conocemos los mecanismos “democráticos” de la Iglesia oficial y en concreto de la Curia Vaticana[37].  Es un problema de una enorme envergadura que abarca desde el papado hasta la pequeña comunidad parroquial. Una legislación jerarquicista lo bloquea todo. Y, por eso, todo está por hacer.

El problema de la incorporación de la mujer “a pari” en la gestión eclesial cada día se tensa más. El secular “pecado antropológico” de la Iglesia en la relación con la mujer que denunciaran hace ya mucho las teólogas sigue sin atisbos de solución[38]. Es cierto que las mujeres se van asomando al organigrama de la Iglesia. Pero los resultados son tímidos[39]. El acceso a los ministerios sigue vedado[40].

 

b)     Tareas de futuro

 

Son tareas nuevas que, tal vez, vienen dadas no tanto por la pandemia cuanto por evolución de la sociedad moderna:

  • Pensar el futuro de la Iglesia: quizá esto no era antes algo necesario basados en la certeza de que la Iglesia estaba asentada “sobre le roca de Pedro”, siendo inconmovible de acuerdo con la profecía evangélica (Mc 16,18). No tanto la pandemia puntual, cuanto la imparable secularidad ha dado al traste con la profecía y pensar el futuro de la Iglesia es una innegable necesidad[41]. «Los tiempos actuales son los de una profunda crisis cultural del mundo en la que hay que aprender a identificar los cambios tecnológicos, económicos y sociales actuales, las llamadas a nuevas estructuras de autoridad y de participación en las decisiones, los movimientos relacionados con las globalización, la distribución de recursos y el medio ambiente, etc. La Iglesia no puede contentarse con perpetuarse como un sistema rígido, fijado de una manera definitiva»[42]. Es en este escenario en el que la Iglesia ha de repensar su futuro. Cada día que pasa sin decidirse es un día perdido. Esto le tiene que llevar a revisar sus esclerotizados planteamientos dogmáticos, jurídicos y litúrgicos. Es más: habría de activar los sueños de Jesús, los anhelos del Reino que no tendría que confundirse con los propios de una organización religiosa. 
  • Buscar el lugar social de la Iglesia: es la consecuencia de lo anterior. Hasta ahora no había sido necesario pensar en el lugar social de la Iglesia porque lo tenía reconocido: su lugar era el relativo a Dios, al componente religioso[43]. Pero como el componente religioso resulta socialmente cada vez más residual en las modernas sociedades tecnológicas (incluidas las no católicas), la pregunta por el nicho que se ocupa resulta perentoria. Descubrir que, forzosamente, ha de ser un ámbito compartido no solo por otras religiones sino también por movimientos sociales de humanización no habría de llevar al desaliento, sino al gozo de la fraternidad y a la posibilidad evangélica de poder ser levadura en la masa[44].

 

  1. 2.      Tareas para los católicos

 

Al parecer los católicos no reaccionaron colectivamente durante la pandemia. Con el miedo metido en el cuerpo se quedaron en casa. Quizá la alta edad de los usuarios de los servicios religiosos peso mucho, dado que el virus atacaba con virulencia especial a los mayores. Pero tampoco los demás grupos se significaron por planteamientos diversos a los de la población en general. Sin embargo, los tiempos postpandémicos plantean algunas cuestiones al laicado católico:

a)     ¿Se va a seguir como antes? Es decir, sin levantar la voz más allá de lo permitido. Hay síntomas de que no. Los grupos de católicos y católicas que alzan la voz en diversos foros se multiplican cada vez más[45]. Exigen fundamentalmente diálogo y un lugar en la gestión eclesial. Hoy por hoy el establishment religioso católico les hace frente. Pero posiblemente las cosas cambien en un futuro inmediato. La jerarquicracia tiene los años contados.

b)     ¿Pueden crear estructuras no canónicas? Porque la transformación y flexibilización de las leyes canónicas es algo que va para muy largo. En ellas reside e poder acumulado y no será nada fácil desposeer de él a sus detentadores. Pero ¿puede pensarse en estructuras eclesiales no canónicas gestionadas por entidades laicales en convivencia respetuosa con las estructuras canónicas? ¿No puede pensarse en una diócesis, una parroquia, gestionada por un equipo laical y con un sitio dentro de tal estructura para el ministerio ordenado? El futuro está condicionado a pensar lo distinto.

c)      ¿Se pueden encajar en la estructura eclesial a los grupos marginales? Hay un buen números de grupos cristianos que viven en los márgenes de la Iglesia: comunidades de base, grupos de oración en las casas, movimientos reivindicativos, grupos de mujeres cristianas, etc. Se agrupan en redes que, con frecuencia, dejan oír su voz. La estructura eclesiástica, que apela a veces a las nuevas sensibilidades, ignora estos grupos o los ningunea. ¿No habría manera de entablar algún tipo de diálogo en una convivencia plural de la fe? ¿Todo pasa por la distancia, el enfrentamiento y la desautorización? ¿En qué parámetro habría que integrar tal diversidad?

 

Conclusión

 

            Este recorrido reflexivo nos ha llevado a la sospecha de que, como ha ocurrido en el ámbito civil, la pandemia como tal no ha producido a ningún cambio sustancial en la Iglesia. Ha sido un parón, de alto precio, pero, pasado el temporal, los problemas eclesiales siguen ahí con toda su crudeza. Es cierto que situaciones de vida tan dramáticas como la pandemia no pasan en balde. Pero de ahí a que motiven planteamientos nuevos de vida en la Iglesia hay mucho trecho por recorrer.  Tal vez la indudable solidaridad vertida en las situaciones de pandemia sea lo mejor de este episodio duro. Ese camino de amparo podría ser marco para ayudar a resolver las aporías que, hoy por hoy, tiene el cuerpo eclesial.

 

 



[1] Conferencia dictada en La Sociedad a Debate de Santo Domingo (La Rioja) el 22 de abril de 2022.

[2] Así ha sido calificado en algún artículo: L. STEEGMANN,  “Tsunami y esperanza en las residencias”, en Sal Terrae, abril 2021, 307-319.

[3]https://www.larazon.es/internacional/20200405/b3hoxmwgyza6jmrsymzmzeieqq.html.

[4]Algunas revistas han dedicado al tema números monográficos: Iglesia viva, nº 283 (3º trimestre 2020); Sal Terrae, abril 2021.

[5]Cf P. TILLICH, La dimensión perdida, DDB, Bilbao 1970.

[6]Los servicios religiosos no están incluidos en la lista de trabajos esenciales del Ministerio de Trabajo.

[7]Hay una sensación entre muchos analistas de que, en el fondo, no hemos aprendido nada de esta dura pandemia: «Si hay algo peor que las cosas malas que nos han ocurrido durante el último año, sería el no haber aprendido nada de la experiencia vivida»: p.333. L.GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, Algunas reflexiones teológicas sobre la pandemia, en Sal Terrae, abril 2021, p.333.

[8]Es preciso reinterpretar el “dominad la tierra” de Gen 2,15. LS’ 67 hace un trabajo reinterpretativo de ese texto.

[9]La guerra de Ucrania es la que ha frenado el consumo en más de un 25%: https://www.abc.es/economia/abci-frenazo-consumo-y-inversion-guerra-ucrania-y-crisis-energetica-202203260056_noticia.html.

[10]Cf FT 26.100.141.

[11]E. SUHARD, Essor ou déclin de l’Église? Lettre pastoral, Les Editions du Vitrail, Paris 1947. «A través de miles de grietas, la Iglesia se desmorona y ve cómo, uno tras otro, pueblos enteros se separan de ella».

[12]L. MILANI, Experiencias pastorales, BAC 2004, p.294.

[13]https://www.religiondigital.org/diocesis/cristianos-Vitoria-tergiversa-afirmaciones-expresamente-Iglesia-religion_0_2431556822.html.

[14]No ha ocurrido lo que parece que sucedió en Italia donde la Iglesia se consideró postergada e interpretó el confinamiento como un interdicto y un menosprecio. De ahí las protestas de los obispos. Su argumento es que la espiritualidad cristiana es útil para la resistencia en situaciones de crisis, aunque se adivina que, en el fondo, está la sempiterna cuestión del poder. Ver: A. RICCARDI, La Iglesia arde, Ed. Arpa, Barcelona 2022, pp.179-200.

[15]Entre ellos el cardenal Cañizares (https://www.elindependiente.com/sociedad/2020/08/15/el-cardenal-canizares-la-ciencia-no-es-suficiente-ante-el-covid-debe-confiarse-en-dios/) o el arzobispo Jesús Sanz que criticó la “intencionalidad ideológica” de algunas medidas (https://www.elcomercio.es/oviedo/arzobispo-critica-intencionalidad-ideologica-medidas-coronavirus-20210329000538-ntvo.html).

[16]La reducida actividad de Cáritas durante el confinamiento fue por vía telefónica.

[17]Hubo sacerdotes que, contra el decreto del confinamiento, mantuvieron las iglesias abiertas diciendo la misa solos y poniendo esto en su haber ministerial. Algún cura, más pintoresco, bendecía con la custodia al pueblo desde el tejado de la iglesia: https://www.burgosconecta.es/sociedad/cura-sube-tejado-20200406163420-ntrc.html.

[18]A 29 de marzo de 2022 se han contabilizado 11,5 millones de contagiados en España y 102.218 muertes.

[19]Todas sus notas fueron de “gestión” y no de reflexión o pensamiento.  El único texto reflexivo es el Informe de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española presentado 17 de noviembre de 2021 que quiere hacer ver que la Iglesia oficial está en las trincheras de la pandemia. Pero todo suena a teoría inflada. Por eso hay quienes afirman que el documento “vende humo” . En parecida línea se sitúan las reflexiones que parten del hecho de querer complacer al auditorio eclesiástico: Cf J. L. MARTÍNEZ, “Tiempos recios, tiempos de gracia: La Iglesia ante la pandemia”, en Estudios Eclesiásticos, 96 (2921) 193-220.

[20]Como diría M. Yourcenar en Memorias de Adriano.

[21]Las normas sobre el aforo fueron inicialmente muy restrictivas.

[22]El mismo Papa Francisco comparte esta certeza (Ángelus, 22-3-2020) aunque los teólogos reflexivos han abandonado ya este campo: Cf M. MOORE, “¿Un Dios ‘anti-pandemia’, un Dios ‘post-pandemia’ o un Dios ‘en-pandemia’”?: https://www.religiondigital.org/opinion/Michael-Moore-Dios-anti-pandemia-post-pandemia- teologia-coronavirus-jesus-salvacion-hombres_0_2216178370.html. Ver también: L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, art.cit.

[23]Algunos gestos religiosos siguen esa pauta (procesión del Nazarenos de Cáceres, la Fuensanta de Murcia, el “Negret” del Grao, etc.). la famosa bendición del Papa Francisco a la plaza de san Pedro vacía parece ser más gesto que bendición y de acompañamiento que de rogativa.

[24]El caso que en España abrió la espita es el del fraile de Monserrat Andreu Soler: https://elpais.com/sociedad/2019/02/18/actualidad/1550506202_965066.html.

[25]“El portavoz de los obispos, sobre la pederastia clerical: ‘Solo son pequeños casos’”: https://elpais.com/sociedad/2021-11-19/el-portavoz-de-los-obispos-sobre-la-pederastia-clerical-solo-son-pequenos-casos.html. “Hace veinte años la realidad se miraba de otra manera”, entrevista en El País, 13-3-2022, p.38.

[26]En esta actitud va de la mano con Italia. Ver: “La lucha de víctimas de abusos en Italia empieza a escucharse al fin”, en El País, 27-2-2022, p.39.

[27]Al demoledor informe de la Iglesia francesa se le acusa de extrapolar los datos y, por ello, de no ser real: https://infovaticana.com/2021/11/30/un-contrainforme-reduce-espectacularmente-el-numero-de-victimas-de-abusos-en-francia/.

[28]Es también presidente de la Fundación Madrid Viva creada en 2011 por Rouco Varela y el Patronato de la Fundación Tajamar. Ver: J. J. TAMAYO, “¿Una comisión independiente de investigación?”, en El País, 28-2-22, p.28. También: J. CREMADES, “No me imagino presentando una chapuza o una cosa ridícula”, en El País, 1-3-22, p.28.

[29] Como modelo de informe, ver: Informe sobre la estructura y dimensión de los abusos sexuales cometidos en el seno de la iglesia católica en navarra: https://www.noticiasdenavarra.com/elementosWeb/gestionCajas/NAV/File/2022//110222PM202022informe_ABUSOS_UPNA.pdf.

[30]Ver: “El Gobierno abre la vía a reclamar los bienes inmatriculados de la Iglesia”: https://www.elconfidencial.com/espana/2021-02-16/siete-decadas-inmatriculaciones-aceleradas-iglesia-cambio-legal-1998_2954319/.

 

[31]“Suspendido en Lizoáin el desalojo de una familia en una casa parroquial”: https://www.diariodenavarra.es/noticias/navarra/pamplona-comarca/2017/10/24/suspendido-lizoain-desalojo-una-familia-una-casa-parroquial-558190-1002.html.

[32]Así lo afirma en la entrevista a El País en enero de 2017.

[33]La hermosa utopía evangélica de “uno es vuestro Padre y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8) no ha tenido efectos reales en la constitución fraterna de la Iglesia ante el peso de la constitución jerárquica de la Iglesia (LG III).

[34]Cf M. FAGGIOLI, “La Iglesia del futuro: perspectivas históricas y sociológicas”, en Concilium377 (2918) 474ss.

[35]Cf Vida Nueva, 3.089 (30 junio-6 julio 2018).

[36]https://www.abc.es/sociedad/abci-iglesia-democratiza-202110170126_noticia.html.

[37]Que se lo digan a H. Küng, a B. Häring, a C. Macisse, a L. Boff, a G. Gutiérrez y tantos otros teólogos y teólogas represaliados.

[38]Cf M. P. AQUINO-E. TÁMEZ, Teología feminista latinoamericana, AbyaYala, Quito 1998, p.42. Para el mes de octubre de 2022 la Catholic Women’s Council ha convocado un sínodo en Roma.

[39]Por ejemplo: en la Comisión Teológica Internacional sobre 30 miembros solo 7 son mujeres.

[40]Resulta pintoresco que el Papa se decida a conferir los ministerios laicales de lector, acólito y catequista a las mujeres el 22 de enero 2022 cuando resulta que llevan décadas haciendo esos ministerios y otros de más amplitud como las celebraciones dominicales sin sacerdote.

[41]Es lo que están intentando hacer, no sin controversia, algunas iglesias locales como la alemana con su sínodo: https://www.lavanguardia.com/vida/20200207/473333880602/arzobispo-aleman-sobre-el-camino-sinodal-no-somos-revolucionarios-buscamos-un-camino-para-la-iglesia-del-futuro.html.

[42]“La Iglesia del futuro”, Concilium(Editorial), 377 (2018) 455.

[43]Según la clásica interpretación de Mc 12,13-17 de donde se derivan dos autoridades: la civil (del César) y la religiosa (de Dios).

[44]Cf Lc 13,20-21.

[45]Uno de los más recientes es el citado de los 700 representantes de Vitoria. Conseguir ese número de apoyos para una cosa así en estos tiempos llama la atención.

1 comentario

Teresa -

“La capacidad humana para la selección y el olvido es inmensa… Aún sin escapar de sus garras (del Covid-19), queremos olvidarlo como un mal sueño, sin analizarlo, sin distribuir responsabilidades, sin sacar conclusiones operativas. Olvidando, creemos que no ha existido”. Así es. Supongo que, en realidad, se trata de un simple, muy simple, mecanismo de defensa, muy infantil incluso. ¿Pero, quién no ha sentido, ante el dolor, la tentación de cerrar los ojos o dormirse profundamente para hacerse la ilusión de que aquello que lo provoca no existe?

La verdad es que ha sido muy curioso ver cómo, durante la pandemia, cristianos muy piadosos han aceptado y acogido, sin más reflexión, la televisión en sus vidas, como único modo de vivir la Eucaristía, por ejemplo, y Radio María, como alimento de su fe y espiritualidad. Y han incorporado ambos medios con total naturalidad, sin sensación de ruptura ni discernimiento alguno.

El papel de la jerarquía española en los casos de los abusos sexuales y las inmatriculaciones es del todo ininteligible. Y, se mire por donde se mire, totalmente alejado, en ambos casos, del Evangelio. Así que el testimonio que se da de él a propios y ajenos es, sencillamente, lamentable.

¿De verdad alguien de a pie se cree que la Iglesia observa el “No podéis servir a Dios y al dinero”? ¿Se ha dado en alguna época?

Totalmente de acuerdo en lo expuesto sobre el clericalismo, la democratización de la Iglesia y el tema de la mujer.

“Pensar el futuro de la Iglesia: cada día que pasa sin decidirse es un día perdido. Esto le tiene que llevar a revisar sus esclerotizados planteamientos dogmáticos, jurídicos y litúrgicos. Habría que activar los sueños de Jesús, los anhelos del Reino, que no tendrían que confundirse con los propios de una organización religiosa”. Muy bueno.

Bien también por las “tareas para los católicos”. Lúcidas, como siempre.