Blogia
FIAIZ

El extranjero en la Biblia

“NO ES LA SANGRE LO QUE HACE AL PRÓJIMO,

SINO LA MISERICORDIA”[1]

La misericordia con el extranjero en la Biblia

 

Introducción

 

            Hemos querido titular nuestra reflexión con un conocido y repetido dicho de San Ambrosio de Milán desvelando así la intención general de la misma: la misericordia es el motor que genera la “proximidad”, más que la sangre que para nosotros es la evidencia indiscutida que hace prójimo nuestro al otro.

            Por eso mismo, lo adelantamos también, la misericordia es la que hace que el extranjero llegue a ser entendido, considerado y amado como alguien de la propia familia. Sin  una tal misericordia, el otro, y más si es lejano en estilos de vida y cultura, sigue siendo otro. Para que sea, de alguna manera, uno como yo ha de activarse la misericordia con el otro e, incluso, con uno mismo[2].

            Nuestra sociedad moderna se mueve en modos de una esquizofrenia múltiple en relación con los extranjeros. El abanico de reacciones es enorme: desde el sadismo de cargarse al diferente[3], hasta la acogida directa y militante[4]; desde el rechazo social sostenido por opciones políticas, hasta el ensalzamiento del extranjero por causa de las mismas opciones políticas[5]; desde el rechazo verbal explícito al extranjero y, a la vez, hasta la contratación de sus servicios para temas altamente sensibles (cuidado de niños, de mayores, etc.); desde el anhelo de nacionalismos excluyentes, hasta la certeza de que la sociedad occidental envejecida necesita mano de obra para los estratos laborales más bajos[6]. Lo dicho: una esquizofrenia múltiple.

            ¿Cómo ir elaborando de una manera aceptable tal situación? ¿Podría una lectura razonable y creyente de la Palabra colaborar a ello? Entendiendo que la Palabra es inspirada e inspiradora, podemos pretender que se convierta en una luz, no tanto en una solución, para nuestras situaciones históricas de dificultad. Al ser “luz para nuestros pasos”[7], estos tales puede que nos lleven más fácilmente a una relación humanizadora. No se trata de invocar las supuestas “raíces cristianas” de nuestra cultura, sino la fe que anida en el subsuelo de la Palabra[8].

            La reflexión es una aventura implicativa. No se puede trabajar un tema reflexivo con el presupuesto de quedarse, existencialmente hablando, en el mismo punto en el que se estaba al comienzo de la reflexión. Con ello estamos queriendo decir que reflexionar conlleva tomar partido. Hablar la misericordia con el extranjero demanda estar predispuesto, desde el inicio, a esa misericordia que dimana de la justicia.

 

I. ITINERARIO BIBLICO

 

A) Antiguo Testamento

 

            Los textos bíblicos que, de una u otra manera, reflejan las diversas actitudes con los extranjeros son innumerables. Ello revela que el asunto ha sido algo vivo, polémico y sugerente a la vez, en la trayectoria histórica de Israel. Por ello mismo, nosotros haremos aquí una pequeña selección para indicar un itinerario, aquel que va desde el problema hasta la posibilidad.

 

1. Una identidad de escasa misericordia: Dt 26,65

 

            Dt 26 “se ha convertido en pieza maestra del Pentateuco, por su presencia en él del llamado Credo”[9]. El núcleo de ese credo es la confesión: “Mi padre era un arameo errante” y describe el movimiento: errante-gran pueblo-oprimido-liberado. Es cierto que Israel en sus textos se ha querido entender, ¡qué remedio le quedaba!, como un pueblo obligado a la emigración. Los textos veterotestamentarios son elocuentes en este sentido[10].

            Pero creemos que esta es una identidad falsa, quizá bienintencionada, pero falsa porque proviene de una visión ideológica, teológica, promovida por una fe religiosa. Pero la realidad es que Canaán era una tierra ocupada y jamás se aposentaron ella como extranjeros, sino como conquistadores[11]. ¡Que se lo digan al libro de Josué! ¡Esa es la cruda realidad!

            El antiguo Israel transformó el concepto de elección en identidad social nacionalista y desde ahí enfocó al extranjero. Siempre fue considerado como una amenaza y como una puerta para la disolución de la identidad y de la misma religión[12]. Faltó misericordia social en los ingredientes de la identidad nacional de Israel. ¿Habría supuesto eso la disolución de tal identidad o su fortalecimiento? ¿Se habría olfateado la nueva ciudadanía a la que estaba llamado Israel a contribuir más que los otros pueblos por su elección?[13].

 

2. La misericordia que se transforma en profecía de humanidad: Gen 18,1-15

 

            El relato yahvista de Gen 18,1-15 es un tema común en la literatura de la antigüedad[14]. Eran épocas de más credulidad y de menos interferencias entre lo humano y lo divino. “Dioses que circulan por el mundo en figura humana para poner a prueba la hospitalidad de los mortales, para castigarlos o premiarlos, son tema literario de la antigüedad y con variantes entre gente sencilla de hoy. También en Canaán podían circular semejantes historias”[15]. Los matices propios de la narración yahvista (tres, cambio del singular al plural, etc.) quieren controlar la excesiva humanización de Dios en la narración.

            La misericordia traducida en hospitalidad pasa a ser[16], en la segunda parte de la narración profecía de aquello que se le prometió a Abrahán como premio a su fe[17]. Es decir, en este relato paradigmático el extranjero se convierte en profeta y, por ello, en vocero de la justicia de Dios cumplida en el embarazo de Sara.

            La misericordia adquiere en el relato una densidad enorme hasta conectar con la promesa de Dios. El extranjero se convierte, de este modo, en profeta y verificador de la justicia de Dios para quien confía en él. El relato es mucho más que un ensalzamiento de proverbial hospitalidad semítica. ¿Cómo le habría ido a Israel si hubiera percibido en la extranjería una profecía, una posibilidad, de humanidad, y no una amenaza constante?

 

3. La misericordia legislada, pero nunca lograda: Dt 10,19

 

            Como nos ocurre a nosotros (esto pertenece a la dinámica estructural de lo humano), Israel se ha debatido entre la certeza de que el Dios de amor empuja a la acogida del extranjero, por su debilidad social, y el rechazo racial al mismo por su diferencia. De ahí las mentes lúcidas han tratado de legislar la misericordia con los extranjeros, creyendo que, por esa vía, se lograría lo que es difícil lograr por la vía del corazón y de la empatía. Hay leyes positivas y negativas que pretenden salir al paso de cualquier práctica discriminatoria[18]. Pero, si se legisla contra la discriminación es que la discriminación está ahí.

            En Dt 10,19 se dice: “Amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto”. Este verso hace parte de la gran segunda parte del libro del Deuteronomio, aquella en que se explica la ley básica de comportamiento que se deriva de la fe yahvista (4,44-28,68) y, más en concreto, donde se propone el decálogo y su parénesis (4,44-11). El texto que nos ocupa se inserta en la sección parenética (5-11) articulada por las fórmulas “escucha, Israel” 85,1; 6,4; 9,1) y “ahora, Israel” (10-12).

            La segunda parte del cap.10 que trata del principal mandamiento de la Ley, el amor a Dios, subraya el tema teológico de la justicia de Dios. “Su justicia es esencialmente defender al indefenso, ayudar al desvalido: huérfano, viuda y forastero como categoría social de los indefensos”[19]. Y ahí es justamente donde se inserta, justamente, el v.19: “La justicia de Dios se impone como modelo que los israelitas deben imitar, pues ellos han experimentado la condición de forasteros y el auxilio del Señor en tal situación. El verso interrumpe la exposición, indicando lo importante que es para el autor”[20].

            Pero precisamente ese afán de legislar un comportamiento generoso con el extranjero es lo que levanta la pregunta: ¿se legisla porque se carece de misericordia? ¿Se quiere impulsar con leyes lo que la vida no da con generosidad? O de otra manera: ¿Fue Israel misericordioso con quienes sufrían lo que él había sufrido? ¿Qué necesidad habría de leyes si esa misericordia fuera patrimonio cultural y real de la vida cotidiana del israelita?[21]. Solamente el visionario Ezequiel anunciará que en la época de la restauración de Israel después del exilio, los inmigrados serán miembros en forma total del pueblo elegido e incluso recibirán una parte de la tierra dada por Dios[22], aunque, en realidad, se le dejó “fuera de juego”[23].

 

4. Una memoria del sufrimiento que no integra la misericordia: Ex 22,20

 

            Resulta cierto que la memoria histórica del sufrimiento de Israel evocado en la emigración y la opresión de Egipto fundamenta la vivencia de su extranjería: Ex 22,20[24]. El sufrimiento se hará proverbial en libros como el de Sabiduría[25]. “Convertir la memoria del sufrimiento y la tradición de los oprimidos en razón y argumento de las leyes que miran por el bien y la liberación de los pobres y de los inmigrantes es encontrar la razón humana más profunda del derecho y la justicia”[26].

            Pero eso no ha ocurrido en Israel: él se ha tragado su sufrimiento sin convertirlo en base para una antropología de compasión y misericordia con todo aquel que sufre por causa de su extranjería. Hechos antiguos y recientes muestra que ese dolor se ha transformado en odio y, cuando se ha podido, en instancia de nueva opresión, a veces más dura que la sufrida[27].

            ¿Qué papel podría haber tenido la misericordia social en la configuración del imaginario político de Israel? Es una pregunta que queda en el aire, pero por esa senda se podría haber elaborado otra espiritualidad del sufrimiento y con ella otro camino de convivencia.

 

5. La misericordia de Dios como motor de misericordia con el extranjero: Sab 11,24-12,1

 

            No cabe duda de que el libro de la Sabiduría, prácticamente contemporáneo de la época de Jesús, es un libro singular en el abanico que se abre entre el rechazo al extranjero y la apertura a él. La tercera parte del libro (caps. 11-12) contiene una serie de juicios históricos sobre los enemigos prototípicos de Israel, los egipcios y los cananeos, aunque ambas etnias había desaparecido históricamente en el momento en el que se escribe[28].

            La tesis general de esta parte es clara: si el Dios de Israel, Yahvéh, hubiera obra como suele un Dios tendría que haber aniquilado a ambos pueblos, enemigos encarnizados de los israelitas. Porque ¿para qué sirve un Dios que no defiende a sus fieles? Por eso, tendría que haberlos aniquilado dándoles la peor de las muertes. Pero no fue así: Dios no castigó a tales enemigos. Así podrían arrepentirse.

            Pero más allá de esta motivación religiosa, Sabiduría elabora una espiritualidad de la misericordia con el extranjero (y el extranjero que hace daño) muy hermosa: Dios ama a todos los seres, no aborrece ningún ser, acoge a todos porque es amigo de la vida y porque ha dado a todos los seres, incluidos esos malditos extranjeros, el “soplo incorruptible” que los mantiene vivos. De modo y manera que hasta los extranjeros que nos han perseguido tienen un puesto en el concierto de lo creado. Y ello se demuestra por “la humanidad” con que Dios ha obrado[29].

¿Hasta qué punto esta doctrina se ha abierto paso en el discurso y, más todavía, en el imaginario religioso de Israel? ¿Hasta dónde se ha llegado a creer que es posible que los extranjeros “se arrepientan” y encuentren un sitio en el plan creador de Dios? Vistos la ideología y el comportamiento del bajo judaísmo, creemos que Sabiduría ha sido una voz en el desierto.

 

B) Nuevo Testamento

 

            De salida, constatamos la práctica ausencia del tema de la extranjería en la espiritualidad del bajo judaísmo: La Misná ni lo menta, ni siquiera en el tratado Peá (La esquina de tu campo) que habla de “pobres” dentro del judaísmo. Los textos contemporáneos de Jesús hablan poco de tal fenómeno, aunque la relación con ellos era inevitable. Pero no hacen parte del imaginario[30]. Hay como una cerrazón ante el tema, como si se hubiera llegado a la conclusión de que ese es un tema cerrado que no lleva a nada volver a abrirlo. Los evangelios, en ese sentido, constituyen una cierta novedad.

 

1. La misericordia con el extranjero ofrecida de mala gana: Mc 7,24-30

 

            Por muchas vueltas que se le dé y con todos los matices que se quiera hacer[31], Mc 7,27 muestra que “el reproche de Jesús expresa el sentido de superioridad propio de los judíos y el desprecio que estos sentían hacia los paganos”[32]. Es decir, Jesús ha ido a la comarca pagana de Tiro de mala gana, forzado por “alguien” o movido por “algo”: eso pertenece al secreto de Jesús, pero lo cierto es que el personaje no está a sus anchas en ese territorio. ¿Qué se le había perdido a un judío en la región de Tiro, de no ser por cuestiones de comercio[33]? Y nada digamos si lo planteamos desde el punto de vista del mesianismo: ¿Qué hace un Mesías de los judíos en una tierra de paganos? ¿Por qué fue?

            No es posible una respuesta fiable. Pero también pueden leerse los textos con suposiciones, siempre que estas encajen en el conjunto del Evangelio. En el episodio de la transfiguración (Mc 9,28-36) se percibe que Jesús sube al monte en busca de sentido. Lc 9,31 dice que conversaba con Moisés y Elías sobre “su éxodo, que iba a completar en Jerusalén”. Es decir, sobre el sentido de su entrega, de su posible desgracia, como así fue.. Por otra parte en Mc 1,35 se consigna la costumbre de Jesús de retirarse en “despoblados” para orar. ¿No será en esta oración de busca de sentido donde Jesús ha logrado entender, aunque fuera de mala gana, que también los paganos tenían un puesto en el banquete del reino? ¿No se podrá decir que va “forzado”, porque forzado va, por el Padre y su designio que le “forzará” a entregas mayores que Jesús aceptará “à contrecoeur”, permítasenos la gráfica expresión francesa?[34]

            De cualquier manera, a pesar del principio discriminatorio que los judíos aplicaban a los paganos, Jesús obra con misericordia con la mujer que reconoce el derecho de todos a la dicha (meta del Reino) rompiendo así cualquier discriminación social. Se abre una puerta que a nosotros se nos antoja estrecha, pero que en el contexto de la época supone un avance notable en el tema de la relación misericordiosa con los extranjeros: porque ellos también tiene derecho al reino han de ser tratados con misericordia en sus situaciones carenciales. Es un deber de justicia, no de mera generosidad.

 

2. El prototipo del ciudadano del Reino: un extranjero misericordioso: Lc 10,25-37

 

            El estereotipo cristiano sobre el fariseo nos puede hacer creer que los fariseos eran gente desalmada y sin entrañas. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que, para elaborar su identidad al estilo de una hermandad de fines religiosos y caritativos hicieron excesivo hincapié en las normas. Los mismos escribas, grupo diferenciado y menos numeroso, trabajaron desde ese modo para marcar distancias con los saduceos, menos estrictos. Pero no cabe duda de que el fariseísmo tiene un notable contenido espiritual[35]. Por otra parte, el fariseísmo de después de Yamnia que reflejan Mateo y el resto de los evangelistas con mayor o menor fuerza es un fariseísmo militante, para tiempos de diáspora y, por lo mismo, de un componente extremo.

            Con esto se quiere decir que proponer a un samaritano, extranjero rechazado, como ejemplo de misericordia y, por ello, como prototipo de ciudadano del reino es una extralimitación del paradigma. El menosprecio del bajo judaísmo a los samaritanos era manifiesto[36]. ¿Cómo un maldito podía ser puesto como ejemplo a seguir: “Vete y haz tú lo mismo”? ¿Cómo uno que se ha saltado las leyes de la pureza, tan sacrosantas para el fariseo, puede ser ejemplo de nada?[37] ¿Cómo uno que tiene el sambenito social de ladrón va a quedar como espejo de generosidad? Por eso, decimos, hay una extralimitación que lleva a preguntar si, en realidad, esto fue realmente considerado por las comunidades cristianas primitivas.

            A pesar de que Pablo diga que algunas veces fue socorrido por extranjeros[38], a pesar de que él mismo organizara una gran colecta entre paganos para los pobres de Jerusalén[39], no se ve con claridad que el NT proponga ejemplos morales de extranjeros que los cristianos deban imitar. El mismo texto de Rom 16, quizá por su carácter escueto de billete de saludos, aunque valora positivamente personas que son paganas de origen, no quedan propuestas como paradigma de actuación moral.

Tendemos a concluir que, quizá por su extralimitación, el paradigma del extranjero misericordioso como modelo a seguir no tuvo excesivo eco en el imaginario creyente de los primeros cristianos. Siendo, como era, un texto hermoso, no tuvo fuerza para contribuir a elaborar una mística de aprecio al extranjero por su encomiable generosidad. ¡Generosos los samaritanos, siendo como eran unos ladrones! ¡Generosos los paganos, siendo como eran gente marcada por la exclusión religiosa! Hubiera hecho falta otro elemento que el mismo texto evangélico, al ser incardinado en un movimiento religioso, no supo dar.

 

3. La misericordia de los extranjeros que hace posible la misión cristiana: Filp 2,19-3,1a

 

            Lo de Pablo con la comunidad de Filipos fue un flechazo. Si damos crédito a la visión del macedonio que llama a Pablo para que pase a su tierra según Hech 16,5-10, Pablo se encontró en Filipos con una comunidad pobre, sin lugar de oración, constituida mayoritariamente por mujeres y que no tuvo empacho en “obligar” a que un judío pudiera recibir hospedaje en sus casas[40]. De ahí arranca un idilio que Pablo no tuvo con ninguna de las otras comunidades, ni siquiera con las de Corinto.

            Por eso, cuando estuvo en extrema necesidad[41], no temió recurrir a la ayuda de los filipenses, en contra de su sacrosanto principio de haber trabajado para subvenir a sus necesidades sin tener que pedir nada a nadie[42]. Y los extranjeros filipenses ayudaron con gran generosidad al judío Pablo.

            No sabemos si Pablo habló de sus benefactores (quizá más benefactoras) como modelo de misericordia  a seguir, entre otras cosas porque la carta a los Filipenses puede que sea la última de las cartas auténticas, después de Romanos.  Pero en sus otras cartas no se hace mención de la generosidad de esta comunidad primitiva.

            Lo cierto es que esa misericordia pagana colaboró al éxito de la misión cristiana ayudando a los misioneros itinerantes que, como Pablo, pasaban, a veces, por grandes penurias[43]. Es el mundo al revés: los portadores del mensaje habrían de ser agentes de misericordia, pero se encuentran con que los receptores del mismo son quienes ejercen la misericordia con ellos.

 

4. La benignidad crítica en  un medio extranjero: 1 Pe 3,13-17

 

            No cabe duda que la perspectiva de lectura de 1 Pedro ha dado un vuelco en los últimos años. Una lectura de componente escatológico ha dado paso a una lectura de componente más histórico: la patria de que se habla a estos emigrantes dispersos y  cuyo anhelo se quiere orientar no es tanto el cielo cuanto la comunidad cristiana. Efectivamente, el migrante cristiano, perdido en el mar del paganismo, tiene en la comunidad una patria que le acoge, le ampara y le consuela[44].

            Pero, como ocurre en la génesis de todos los procesos migratorios, la comunidad minoritaria puede estar tentada de cerrarse en el pequeño límite de sus fronteras alimentando con ello la endogamia y, quizá, la nostalgia y el resquemor. Nada de eso ocurre en 1 Pedro. En ese sentido es una carta de talante moderno.

            Ella sostiene que la comunidad ha de abrirse a la sociedad en la que vive, aunque sea pagana. Ha de mantener principio éticos de bondad y de compasión. Y ha de tener temple para arrostrar la incomprensión y aun la persecución si llega el caso.

Por ello ha de leer la realidad con benignidad crítica. Benignidad para no cerrarse y seguir considerando la relación como cauce de humanidad. Y sentido crítico para saber quién es uno, quién es el otro y como situarse correctamente entre ambos polos.  

Traducir la misericordia en benignidad crítica quizá sea una manera óptima de entender el tema de la misericordia en situaciones de dificultad[45]. Cuando es el extranjero quien pone en práctica tal planteamiento, la misericordia social brota pujante.

 

II. LA ELABORACIÓN DE UNA MÍSTICA DEL OTRO

 

            En esto estriba gran parte del éxito de la misericordia, algo que supere el mero sentimentalismo y se anime a una comprensión distinta de la realidad que incluya un valor, de la misericordia, con frecuencia relegado al ámbito de lo religioso o del círculo del mero individuo[46].

            Por eso, tras haber hecho un recorrido bíblico, siquiera a zancadas, y, percibiendo inicialmente que, más allá de la buena voluntad de una ética de máximos, como es la ética bíblica, cuando apunta a la relación con el extranjero, creemos necesaria una reflexión antropológica sobre la posibilidad de ir elaborando una mística del otro que sea cimiento de una ética en relación con el extranjero.

 

1. De la autorreferencialidad a la alterorrefencialidad

 

            El papa Francisco habla  sobre los daños de la autorreferencialidad que lleva a la conciencia aislada, a crear ese caparazón aislante donde lo único que importa es lo propio y donde lo extraño se ignora, se concibe como una amenaza y se intenta destruir[47]. Dentro de esa coraza no cabe el otro.

            ¿Cómo generar, en otra dirección, un movimiento de alterreferencialidad? ¿Cómo hacer ver que cuando lo del otro entra en el horizonte vital de lo mío, mis intereses más profundos no desaparecen sino que salen potenciados? ¿Cómo dar crédito a la certeza evangélico de que “sirviendo se es primero”?[48]

            Como ocurre con los grupos sociales que se quieren alternativos y que se denominan “altersistemas”, el estatus los considerar “antisistema”, ya que ven en ellos una amenaza real para su posición social e ideológica[49]. Lo mismo ocurre a nivel personal: la persona cerrada en sí misma y en su propio beneficio considera la salida hacia lo alter como un auténtico suicidio. “El espacio que habitamos acostumbra a ser el lugar extraño para los extraños. Cuando éstos pretenden entrar lo vivimos desde dinámicas de intrusión. Una amenaza de este tipo induce a medidas defensivas que transforman el espacio propio en una fortaleza. Pero los mecanismos defensivos no impiden que estemos expuestos unos a otros, lo queramos o no. El tránsito entre el espacio de dentro y el de fuera sucede por encima de un umbral difuso. La extrañeza, ante la que no tenemos elección, nos viene a buscar en lo más propio”[50]. Es necesario desvelar que el movimiento hacia lo otro constituye un beneficio personal ya que, al ampliar los horizontes, se amplía la posibilidad de humanización.

            Es ahí donde está el quid de la cuestión: en la humanización, en el concepto de persona, en la claridad de la certeza de los valores que componen realmente el existir de la persona. Eso es, justamente, lo que les falla a las éticas de máximos, como la bíblica. Creen que el quid está en la “divinización” de la persona, en su espiritualización por vía de grandes principios religiosos o morales. Al dejar de lado la humanización, el fracaso es estrepitoso.

 

2. La mística del nosotros: la familia humana

 

            Debido a múltiples variables biológicas y culturales, la evidencia de que la familia es la biológica resulta incuestionable para muchos. Y más allá de la extensión del término familia a otras realidades sociales, religiosas, culturales y hasta políticas, la preponderancia de lo biológico sigue viva[51]. Mi familia es mi familia biológica.

            Pero a nada que se mire con una perspectiva un poco más amplia, fácilmente se deducirá que si tengo una familia biológica es porque ha habido una familia histórica, una trayectoria de gran familia a lo largo de los 35.000 años desde que apareció el homo sapiens sobre la tierra. De modo que es la familia humana la verdadera familia sobre la que se asienta cualquier otro tipo de familia, incluida la biológica.

            La reflexión social, y aun la religiosa, sobre la familia humana es todavía escasa[52]. Las alusiones a este tema no son frecuentes[53]. Da la impresión que es un campo de la reflexión filosófica, ética, religiosa y quizá antropológica aún por descubrir.

            Y, sin embargo, intuimos que sería algo fecundo y altamente provechoso para el descubrimiento real de lo otro y de los otros como familia. Mientras este descubrimiento no se dé, hablar de una relación correcta con el extranjero, que es el otro, se nos antoja harto difícil.

            La solidaridad con la familia humana obliga a salir del estrecho círculo de lo cultural y demanda como requisito la elemental apertura a lo humano. Además la pertenencia a lo humano es la base real de la compasión; sin aquella, esta es imposible. Incluso más, anhelar la ciudadanía en base a lo individual es meterse en un callejón sin salida. Dígase lo que se diga, los amores universales son los que constituyen el núcleo de la historia humana.

            ¿Qué argumentos habría que manejar para ir introduciendo tal tipo de reflexión? Biológicos, porque las diferencias que nos afectan son, básicamente, si no superficiales, cuando menos relativas[54]. Culturales, los más duros de pelar, porque las culturas asentadas sobre la familia entendida clanísticamente terminan por ser, irremediablemente, familias cerradas y excluyentes[55]. Religiosos, porque las teorías como elección y similares generan una inevitable sectarización que bloquea cualquier paso en el entendimiento y relación humanos[56].

            El logro de la difícil mística del nosotros es el mayor reto antropológico que tiene la humanidad delante desde que comenzó su recorrido por el planeta. El clásico lema de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) puede decirse que ha avanzado notablemente en temas de libertad e incluso, a pesar de las enormes diferencias sociales, en la igualdad. Pero la fraternidad, y ahí está el tema de la acogida al distinto, al extranjero, está todavía en mantillas.

            Bien dice L. Boff en sus “Bienaventuranzas de las virtudes”: “Dichosos quienes manifiestan tolerancia para con los diferentes, renuncien por amor a convencerlos, no intenten siquiera hacerles mejores personas y, además, acojan generosamente cuanto no comprendan de sus respectivas culturas: ellos serán llamados hijos e hijas de Dios, porque Dios manifiesta la misma actitud de tolerancia para con todos, buenos y malos, justos e injustos”[57]

 

3. Transformar la masa en sujetos

 

            Es un recurso social fácil señalar al diferente y extranjero y hacerlo chivo expiatorio de todas las carencias sociales de un mundo en crisis. Esto cala hasta en las clases desfavorecidas que reaccionan en modos xenófobos[58]. La solución ideológica podría ser transformar la masa en sujetos, poner rostro al anonimato de la multitud. Posicionarse ante el extranjero sin rostro es fácil; tomar una decisión cuando se le tiene delante, es otra cosa.

            ¿Cómo transformar el ellos de una masa informe en sujetos con rostros que nos interpelan? “La llamada del papa Francisco a construir un mundo más solidario es una llamada a reconstruir el valor del reconocimiento; a construir sobre la base de un conocimiento real de las particularidades que configuran lo extraño que nos lleve a un reconocimiento que permita entablar un diálogo con el vosotros y, en última instancia, nos conduzca a centrarnos en los intereses comunes a el nosotros y el vosotros. Los europeos y los asiáticos, pueden ser tan diferentes como se quiera, tan extraños entre sí como pueda imaginarse, pero son siempre seres humanos, con capacidad para conocerse, comprenderse e invitarse a formar parte de un aquí mayor”[59].

            Ese aquí mayor no lo es por la cantidad (en eso la masa es maestra), sino en la mirada profunda como enfocar el lado humano de la persona. Y en ello el reconocimiento de la dignidad tiene un papel preponderante. Si no se elabora una espiritualidad de la dignidad, hablar de sujetos es hablar de lo imposible.

            Además, esto demanda que el valor de cada sujeto sea un tema de ámbito político: “La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen sólo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral”[60]. Cuando esto es así, se entiende a los extranjeros como masa, sin individualizar cada problema, cada vida, cada situación, que es la manera de caer en la cuenta de la común dignidad de toda persona.

 

4. Cuando se participa en la alegría del extranjero

 

            Hay un remedio que ayudaría mucho a una nueva visión del fenómeno social de la extranjería: participar cordialmente en la alegría del extranjero; el propio participando en la alegría del extraño. La celebración de la alegría es el anticipo de la dicha a la que está destinada la persona. Participar en ella es participar en el futuro del otro.

La misma Biblia había intuido algo de esto, pero en el AT se queda corta: “Celebrarás la fiesta de los tabernáculos…te regocijarás en tu fiesta, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el extranjero”[61]. Es el extranjero quien participa en el gozo de Israel. No es poco admitir a un extraño al gozo propio, pero hacerlo a la inversa es un paso decisivo.

Los fenómenos migratorios raramente comprenden este aspecto antropológico tan profundo. Se quedan en la piel de lo administrativo o en la paciencia social para tolerar la presencia de extranjeros en el propio país. Pero de ahí a desear participar en la alegría del extraño hay un paso enorme[62].

Las actitudes personales de Jesús parece que difieren en este sentido ya que él no ve obstáculo en participar de los sectores sociales censurables de la época, fariseos y publicanos, ganándose el motejo de “comilón y borracho, amigo de pecadores”[63].

Y, sin embargo, ese paso abriría las puertas del corazón, vería como mucho más posible la integración e, incluso, se apuntarían posibilidades de inserción laboral y social, ya que en la celebración festiva se fraguan muchos proyectos de vida[64]. Bien dice L. Boff en sus citadas “Bienaventuranzas de las virtudes”: “Dichosos los que disfrutan tanto con los semejantes como con los diferentes, porque se verán enriquecidos en su humanidad”[65]. Ese será el fruto mayor: verse enriquecido en humanidad. Solo por ese camino se puede aspirar a un mundo del nosotros, lejos de la dialéctica de lo propio  y lo extraño.

 

5. Frente a la desolación: lo común

 

            El torrente de la exclusión es inmenso. La cerrazón frente al extranjero muy dura en estos tiempos. El resurgimiento de vallas, muros, fosos, en pleno auge[66]. Un panorama desolador que echaría por tierra cualquier espiritualidad que pretenda la fraternidad y la acogida[67].

            Pero junto a ello, como una profecía, muchos ciudadanos individuales, incluso algunas entidades oficiales, abren el camino a la esperanza cuando abren sus medios y sus países, sus casas incluso al extranjero en necesidad[68]. Estos gestos pueden hacer que no llegue a anegarnos el torrente de la exclusión.

            La categoría de lo común puede ser una solución, un terreno de todos donde todos salgan beneficiados: “Introducimos aquí una nueva categoría; lo común. Si efectivamente no somos capaces de ascender al nivel de reconocimiento y posterior acogida de lo extraño en lo propio, enfoquemos nuestra reflexión hacia el lugar común que habita tanto lo uno como lo otro; dicho de otra forma, hacia aquello que pertenece, no desde un punto de vista ontológico sino material, tanto a lo propio como a lo extraño. Aquello que, por su naturaleza, no puede ser asignado a ninguna de las dos categorías anteriores”[69].

            La naturaleza, la fiesta, el trabajo, la familia, etc., puede ser elementos de un terreno común, lejos del terreno de lo privado (la patria, la lengua, la religión, las costumbres, etc.). Situarse en el terreno de lo común puede ser algo que potencie la vida de  quien acoge y de quien es acogido, de quien viene y de quien ya está, de quien no ha salido y de quien está en éxodo. “La creación y gestión de espacios comunes puede permitir la consecución de un doble objetivo: la preservación de la biodiversidad y la existencia de lugares que superen las dinámicas de exclusión”[70].

            Muchas veces se ha clamado por un nuevo orden mundial, vista la ineficacia de los organismos internacionales que ahora tenemos. Pues bien, si estos surgen habrían de incorporar de manera decidida el concepto de lo común saltando por encima de la estrechas vallas de lo propio. Estamos lejos de ello, pero nunca como ahora se percibe tal necesidad[71].

 

CONCLUSIÓN

 

            Hemos querido en esta reflexión valorar, a la vez, el legado bíblico sobre la espiritualidad relativa al extranjero y también hemos mirado a la realidad. Ambas elementos no son confluyentes. Así de claro.

  • Por eso, hemos visto con claridad que no es suficiente el mensaje humanizador de una religión, en este caso la bíblica, para que demos por resuelto el problema del pensamiento y de la práctica sobre la extranjería. Si añadimos a ello que los países de raigambre cristiana, el mundo occidental, siguen siendo aún los más refractarios a la acogida a extranjeros, la intuición se confirma, mientras que países de la órbita musulmana acogen a cientos de miles de refugiados extranjeros[72]. De aquí se deduce que es necesaria la suma de la espiritualidad con el aprendizaje social de la extranjería. Y este segundo elemento social es imprescindible para que la espiritualidad tenga visos de realidad.
  • Una segunda conclusión es que las religiones habrían de colaborar con decisión a la elaboración de una mística del “nosotros”, de la no homogeneidad, de la no sectarización. Y ello no solamente con textos y discursos, que bienvenidos sean, sino, sobre todo, con cambios que afectan a la estructura misma del hecho religioso: abandono de la pretensión de superioridad religiosa; alejamiento, en el caso de la religión católica, de su secular europeización; rechazo explícito de una jerarquización cuasi militar y aceptación de modos democráticos de funcionamiento que faciliten el acceso de todos, incluidos los no creyentes, a un tipo de comunidad de corte realmente universal; conjunción con todas las instancias de humanización que busquen un estilo de vida mezclado, no homogéneo, renunciando por ello a cualquier pretensión de proselitismo religioso. Sin este tipo de “renuncias” la utopía de una sociedad donde los frágiles, los extranjeros, puedan encontrar una patria, se aleja del horizonte.
  • Por eso, finalmente, nos es necesario un pacto ético mínimo: “Un pacto basado en la defensa intransigente de la vida, en la preservación de la integridad del planeta Tierra, en la garantía de condiciones indispensables para la conservación de la vida de todos y en la decisión de exorcizar definitivamente la violencia como medio de resolución de conflictos entre los pueblos. Esta ética mínima presupone la aceptación del otro como otro, el respeto por su singularidad y la disposición a una alianza duradera con él”[73].

Terminamos nuestra reflexión poniendo de nuevo sobre la mesa la frase luminosa de san Ambrosio de Milán: “no es la sangre lo que hace al prójimo, sino la misericordia”. Que la misericordia y la justicia corran cada vez más por las venas de nuestra vida.

 

 

Fidel Aizpurúa Donazar

Logroño

 



[1] SAN AMBROSIO DE MILÁN, Exposición del evangelio de Lucas,  7,84.

[2] Cf O. BARTOLOMÉ; “Lo propio y lo extraño. Solidaridad con el género humano” (pro manuscripto), Vitoria 2016.

[3] La razón “por ideología” ha causado en el siglo XX más muertes (144 millones) que la guerra (130 millones): Cf  H.G.BARNÉS, “Cómo murieron los 6.000 millones de personas que vivieron durante el siglo XX”, en El Confidencial (viernes 19 de julio de 2013): en: http://www.elconfencial.com/alma-corazon-vida(2013/03/20/como-murieron-los-6000-millones-de-personas-que-vivieron-durante-el-siglo-xx-117181#.

[4] Cf P. ORDAZ, “El Papa vuelve de Lesbos con 12 refugiados que acogerá en El Vaticano”, en:

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/16/actualidad/1460794965_677898.html

[5] Cf C. NEVOT, “La política de la UE con los refugiados es terrible, inhumana y antisolidaria”, en La Rioja, 14-10-2014, p.7.L. DONCEL “Los héroes que asombran a Alemania”, en: El País, 12-10-2016, pp.1.6.

[6] Cf H. CAPEL, “Los inmigrantes en la ciudad. Crecimiento económico, innovación y conflicto social”: en: http://www.ub.edu/geocrit/sn-3.htm.

[7] Cf Sal 118,105.

[8] Es lo que pretende defender Víktor Orbán, presidente de Hungría, para tratar de fundamentar su rechazo a los extranjeros: Cf  S. BLANCO, “Víctor Orbán: ‘Europa no funciona sin valores cristianos?”, en: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/16/actualidad/1366066211_041688.html.

[9] L. ALONSO SCHÖKEL, Los libros sagrados. Pentateuco II. Levítico, Números, Deuteronomio,  Cristiandad, Madrid 1970, p.355.

[10] “Sí, la tierra es mía. Y vosotros emigrantes y residentes en mi tierra” (Lev 25,33); “Yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres” (Sal 39,13); “Sí, somos emigrantes y extranjeros, igual que nuestros padres” (1 Cro 29,15).

[11] Y eso que Abrahán, que se presenta como un emigrante, inició otra manera de estar en Canaán comprando la propiedad de Efrén el hitita: Gen 23.

[12] Cf 1 Re 17,29-34.

[13] Es lo que dice Ef 2,19: “Ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino ciudadanos y familia de Dios”.

[14] Y en la misma Biblia: Jue 6 y 13.

[15] L.ALONSO SCHÖKEL, Los libros Sagrados. Génesis y Éxodo,  Cristiandad, Madrid 1970, p.81

[16] La conocida ϕιλοξενία

[17] Gen 17,1ss.

[18] Entre las primeras: Ex 22,20; Dt 24,27; 24,14-15; entre las segundas: Ex 20,10; Dt 5,14.

[19] L. ALONSO SCHÖKEL, Los libros sagrados. Pentateuco II. Levítico, Números, Deuteronomio,  Cristiandad, Madrid 1970, p.305.

[20] Ibid.,  p.306.

[21] Los autores valoran la mística de Israel sobre su identidad y legislación en torno a los extranjeros. Pero sus comentarios están llenos de expresiones que no pueden menos que constatar el fracaso histórico de tal anhelo: “Israel vive su condición de extranjero como una segregación…el principio de igualdad no significa que la praxis se haya ajustado al ideal…reacción xenófoba de Esdras y Nehemías la apertura se convirtió en cerrazón”, etc. Cf A. WENIN, “Israel, extranjero y emigrante. El tema de la inmigración en la Biblia”, en: http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol35/140/140_wenin.pdf. No deja de sorprender que en La Misná el tema de la extranjería no aparece, ni siquiera en el tratado La esquina de tu campo (Peá).

[22] Cf Ez 47,22.

[23] Cf A. WENIN, art.cit., p.5.

[24] Cf también: Ex 23,9; Lev 19,34; Dt 10,19.

[25] Cf Sab 10-19.

[26] J. CERVANTES GABARRÓN, “Los derechos del inmigrante en la Biblia”, en: https://dioscaminaconsupueblo.files.wordpress.com/2013/07/los-derechos-del-inmigrante-en-la-biblia.pdf, p.2.

[27] Muchas de las actuaciones políticas y militares del actual Estado de Israel van en esa dirección, por mucho que se quieran matizar. Cf R. MENESES, “60 años de Israel, 60 años de Nakba”: «Es una desgracia para Israel ocupar territorios porque al lograrlo ha destruido su propia utopía de vivir en paz. Un pueblo que se acostumbra a gobernar sobre otro, inevitablemente se acaba volviendo insensible al sufrimiento. No hay nada intrínsecamente malo en los israelíes, pero ellos mismos se han puesto en una situación en la que la inocencia es imposible. No se puede ser inocente cuando se gobierna a millones de personas por la fuerza porque, inevitablemente, les tienes que hacer daño».

http://www.elmundo.es/especiales/internacional/oriente_proximo/60_agnos/territorios.html.

[28] Se refiere a los egipcios de los tiempos de la opresión y a los cananeos de la época de la conquista. “El autor realiza en su tratado una conjunción de culturas”: L. ALONSO SCHÖKEL, Los libros sagrados. Eclesiastés y Sabiduría”, Cristiandad, Madrid 1974, p.74.

[29] Cf Sab 12,19, texto clave.

[30] El tema de qué lugar y tipo de relaciones ocupa el extranjero en la Jerusalén de Jesús no se plantea, constatando la evidencia de que estaban en la ciudad muy representados: Cf  J. JEREMÍAS, Jerusalén en tiempos de Jesús,  Cristiandad, Madrid 1977, pp.75-104. Filón mismo trata en su obras el concepto de extranjería pero aplicado a los judíos de la diáspora. Pero, de nuevo, la relación real entre judíos y paganos desde la perspectiva de la extranjería no se ve: Cf P. DROUILLE, “La situación cívica de los judíos en los tratados de Filón”, en: file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador

/Mis%20documentos/Downloads/6095-12028-1-PB.pdf

[31] Como que la expresión kynaria (“perrillos”) tiene un matiz menos despectivo que “perros”.

[32] J.MATEOS-F.CAMACHO, El evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético, Vol.II, El Almendro, Córdoba 1993, p.172.

[33] Aunque autores como G.THEISSEN, (“Local und Socialkolorit” 207-209) aludan “a la sangría económica de la población judía, especialmente por parte de los tirios” (J.MATEOS, Op.cit.,  p.172, n.19.

[34] Cáptese la dureza de la expresión de Mc 14,36.

[35] Valórese desde esa perspectiva el tratado Pirqué Abot sobre la espiritualidad de la Torá.

[36] Hay textos muy duros en La Misná: “Quien come pan de los samaritanos es como quien come carne de un cerdo” (Shebiit 8,10); “Las hijas de los samaritanos (se consideran impuras como) menstruantes desde la cuna” (Nidá 4,1).

[37] Tocar al caído, ungirle (indicando que era comerciante que llevaba cosas buenas, ladrón por tanto), ir a posadas como gente si familia…”Tanto la víctima como el samaritano eran, por tanto, personas despreciadas, que no habrían despertado al principio la simpatía de los campesinos que escuchaban a Jesús. La simpatía iría a parar a los bandidos”: B.J.MALINA-R.L.ROHRBAUGH, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentario desde las ciencias sociales,  Verbo Divino, Estella1996, 262-263.

[38] Cf Filp 2,19-31a.

[39] Cf 2Cor 8,1-15.

[40] Cf Hech 16,11-15.

[41] Filipenses se escribe en la cárcel, sin alimento y sin ropa, como parece deducirse de Gálatas.

[42] Cf 1 Tes 2,9; 1 Cor 4,12; Hech 20,34.

[43] Cf 1 Cor 4,12.

[44] Cf J. H. ELLIOT, Un hogar para los que no tienen patria ni hogar. Estudio crítico social de la Carta primera de Pedro y de su situación y estrategia,  Verbo Divino, Estella 1995.

[45] Cf F. AIZPURÚA, La recreación de los carismas de la Vida Religiosa desde los aprendizajes sociales. Aplicación al movimiento franciscano, Eset, Vitoria 2016, 381.

[46] La misericordia está desterrada de cualquier programa político o social. Causa sonrojo, por mucho que la compasión social aparezca cada día en la prensa y en los medios.

[47] “La actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad” (LS’ 208). Ver también: EG 8.

[48] Cf Mc 9,35.

[49] “Abogamos por un cambio político y social, en el que se respeten los derechos de las personas y el medio ambiente. En esta línea, reivindicamos una banca pública que acabe con nuestros titiriteros, los dueños de los bancos más poderosos, devolviéndose al estado su legitimidad para desenvolverse sin ser sometido a la presión financiera. También apostamos por un cambio de valores, que sean coherentes con éste modelo social y medioambiental, y así, apoyamos y secundamos la iniciativa popular del decrecimiento. Ésta se basa en la falsedad del crecimiento sostenible, inviable a estas alturas si queremos conservar el planeta tal y como es, y apuesta por reducir el consumo tanto energético como de materias primas” (Del programa de IU). Así se puede definir lo altersistémico.

[50] O. BARTOLOMÉ, art.cit., 4.

[51] Cuando el CIS pregunta sobre los valores de los españoles y el primero que sale, es con mucho, el de la familia, la ciudadanía se está refiriendo, lógicamente, a su familia biológica. Incluso para los jóvenes, la familia es un valor anterior al trabajo: http://www.abc.es/sociedad/20130109/abci-vida-familiar-trabajo-jovenes-201301082103.html.

[52] P. DE LORA, “La familia humana y otros animales “file:///C:/Documents%20and%20Settings/

Administrador/Mis%20documentos/Downloads/Dialnet-LaFamiliaHumanaYOtrosAnimales-3313242.pdf. T. M., SCANLON, What We Owe to Each Other, Harvard University Press, 1998.

[53] El papa mismo solamente cita una vez la expresión en EG 245 y dos en LS’ 13 y 52. Gaudium et spes, sin embargo, 21 veces.

[54] Los filósofos del  XVIII ya había visto esto con claridad: “Hasta donde alcanza la observación, no existen diferencias universales discernibles en la especie humana”: D. HUME, Ensayos morales, políticos y literarios, Trotta, 2011, 378. Aunque él mismo se contradice flagrantemente cuando dice: “Sospecho que los negros y, en general, las restantes especies humanas (pues las hay de cuatro o cinco clases) son inferiores por naturaleza a los blancos. Nunca ha existido una nación civilizada que no estuviera compuesta por blancos, ni siquiera un individuo eminente por sus actos o su pensamiento que no lo fuera”: Ibid.,, 212.

[55] Ahí están las bases de cualquier nacionalismo que se precie.

[56] Certezas que siguen de algún modo vigentes en documentos recientes como Dominus Iesus. Este texto dice en su conclusión: “La revelación de Cristo continuará a ser en la historia la verdadera estrella que orienta a toda la humanidad: «La verdad, que es Cristo, se impone como autoridad universal». El misterio cristiano supera de hecho las barreras del tiempo y del espacio, y realiza la unidad de la familia humana: «Desde lugares y tradiciones diferentes todos están llamados en Cristo a participar en la unidad de la familia de los hijos de Dios [...]. Jesús derriba los muros de la división y realiza la unificación de forma original y suprema mediante la participación en su misterio. Esta unidad es tan profunda que la Iglesia puede decir con san Pablo: «Ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios » (Ef 2,19) ». Texto lleno de contradicciones si se los lee con ojos críticos.

[57] L. BOFF, Virtudes para otro mundo posible III. Comer y beber juntos, y vivir en paz,  Sal Terrae, Santander 2007, 134.

[58] Cf P. GUIMÓN, “Todas las culturas son políticas”, en El País,  29-10-16: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/22/actualidad/1477145409_049665.html.

[59] O. BARTOLOMÉ, Art.cit., 13.

[60] EG 203.

[61] Dt 16,13-14.

[62] En el mismo NT no percibimos este aspecto, más bien el de la desconfianza ante los modos celebrativos paganos que se creen cauce de pecado y, por lo mismo, son rechazables.

[63] Mt 11,19.

[64] En la película De dioses y hombres de X. Beauvois se muestra la integración celebrativa de la comunidad cisterciense con la aldea islámica en la participación activa de una ceremonia de circuncisión.

[65] L. BOFF, Virtudes para otro mundo posible III. Comer y beber juntos, y vivir en paz,  Sal Terrae, Santander 2007, 133.

[66] No hay más que poner delante la nefanda actuación de la UE con la crisis de los refugiados sirios. "No puedo recordar sin dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio de hoy en Lampedusa. Me viene la palabra vergüenza: ¡es una vergüenza!” (Papa Francisco, 3 de octubre de 2013). Viendo la exposición “Caminos del exilio” que el Instituto Francés ha paseado por varias ciudades españolas experimenta uno esa vergüenza: muchos paseantes pasan a los lados, como si nada. Ya lo dice la canción del nóbel Bob Dylan: “How many times can a man turn his head and pretend that he just doesn't see”.

[67] “No entiendo cómo la ciudadanía no se da cuenta de que es imposible vivir en sociedades homogéneas. Una de cada siete personas en el mundo no vive en el lugar donde nació”: R. Grynspan en: J. MARIRRODRIGA, “Rebeca Grynspan. Es imposible vivir en sociedades homogéneas”, en El País Semanal,  30-10-16, 57.

[68] Es el lenguaje de los gestos: el papa trayéndose de Lesbos a tres familias; la pancarta que cuelga de un balcón en Vitoria “En esta casa cabe un refugiado sirio”; los esfuerzos enormes de la guardia costera italiana, de las pocas entidades a nivel nacional que rescata a miles de emigrantes en peligro de muerte todos los días.

[69] O. BARTOLOMÉ, art.cit., 21.

[70] Ibid., 22.

[71] Cf  C.LAVAL-P.DARDOT, Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI, Gedisa, Barcelona 2015.

[72] Léanse las enormes cifras en: “La crisis de los refugiados en África”, en La Vanguardia, http://www.lavanguardia.com/internacional/20151111/54439765914/crisis-refugiados-africa.html

[73] L. BOFF, Virtudes para otro mundo posible. I: Hospitalidad: derecho y deber de todos,  Sal Terrae, Santander 2006, 126.

0 comentarios