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FIAIZ

El anuncio de un nuevo amanecer

EL ANUNCIO DE UN NUEVO AMANECER

Nuestro tiempo como momento bueno para la fe

 

            Es voz común, y quizá sea verdad, que nuestro tiempo no es bueno para la fe, que ser cristiano en nuestra sociedad resulta complicado, que mantenerse en opciones creyentes es ir contracorriente. Quizá por eso, y con un afán algo prometeico, quieren las altas instancias eclesiales que este sea un “año de la fe” encontrando razones, ánimos y métodos para hacer de nuevo una propuesta que, no estamos muy seguros, vaya a tener acogida.

            Lo primero que habrá que decir que un año de fe es una propuesta no solamente para otros, sino también para cada uno de nosotros. Proponer sin proponerse es algo que no funcionará. Además, quizá no sean buenos tiempos para la religión, para la fe oficial, para los modos tradicionales de creer. Pero el deseo de espiritualidad está ahí. Por eso, la propuesta sobre la fe tendría que ir por el canal de la espiritualidad. Si no, muy difícil.

            Y finalmente, cuando se quiere hacer una propuesta de fe hay que ver hasta qué punto queremos  hacer una propuesta de ideología, de moral, de religión, normativa. ¿Y si hiciéramos la propuesta de “un nuevo amanecer”, de las posibilidades que tiene la existencia, del abrazo universal, de la espiritualidad común? San Pablo cuenta tres veces en los Hechos su conversión y su vocación. En la tercera dice que él ha predicado siempre que “el mesías tenía que padecer y que, siendo el primero en resucitar de la muerte, anunciaría un nuevo amanecer lo mismo para el pueblo que para los paganos” (Hech 26,23). Es decir, Jesús lo que quiere anunciar es “un nuevo amanecer”, una nueva posibilidad, un gozo renacido, una fraternidad cada día construida, la certeza de que la vida tiene salida. ¿Es ese el contenido de la fe que queremos vivir y ofrecer?

 

 

1. Una reflexión inicial

 

            Antes de entrar a la Palabra, luz que ilumina el caminar del creyente, queremos traer al recuerdo una breve reflexión de José A. garcía de hace años:

 

“Dios emerge de la mismísima densidad de las cosas, personas y acontecimientos, y es ahí donde se siente que quiere ser escuchado, servido y amado. El mundo y la historia, lejos de ser obstáculo para el encuentro con Dios, se convierten en mediación obligada”.            

 

  • Una propuesta de fe que no brota de la densidad de las cosas, personas y acontecimientos, sino que brota de anhelos religiosos tiene su cuestionamiento dentro. Una propuesta de fe desde planteamientos religiosos (la gente no viene a la Iglesia) resulta equívoca. ¿Cómo hacer una propuesta desde la misma densidad de las en la lejanía de esas “cosas”, de esas personas, de esos acontecimientos? ¿Cómo sería una propuesta de espiritualidad desde ahí?
  • El mundo y la historia son nuestra gran asignatura pendiente, el componente político del seguimiento, nuestra pertenencia ciudadana, nuestro compromiso social. Intentar vivir y proponer la fe sin solucionar ese punto deriva necesariamente en propuestas religiosas que la sociedad difícilmente escucha.

 

2. La luz de la Palabra: Hech 27,13-28

 

Cuando comenzó a soplar un moderado viento del sur, creyendo que habían logrado su propósito, levaron anclas y navegaban costeando a Creta. Pero no mucho después, desde tierra comenzó a soplar un viento huracanado que se llama Euroclidón , y siendo azotada la nave, y no pudiendo hacer frente al viento nos abandonamos a él y nos dejamos llevar a la deriva. Navegando al abrigo de una pequeña isla llamada Clauda, con mucha dificultad pudimos sujetar el esquife. Después que lo alzaron, usaron amarras para ceñir la nave; y temiendo encallar en los bancos de Sirte, echaron el ancla flotante y se abandonaron a la deriva. Al día siguiente, mientras éramos sacudidos furiosamente por la tormenta, comenzaron a arrojar la carga; y al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos de la nave. Como ni el sol ni las estrellas aparecieron por muchos días, y una tempestad no pequeña se abatía sobre nosotros, desde entonces fuimos abandonando toda esperanza de salvarnos. Cuando habían pasado muchos días sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos y dijo: Amigos, debierais haberme hecho caso y no haber zarpado de Creta, evitando así este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida entre vosotros, sino sólo del barco. Porque esta noche estuvo en mi presencia un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: "No temas, Pablo; has de comparecer ante el César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo." Por tanto, tened buen ánimo amigos, porque yo confío en Dios, que acontecerá exactamente como se me dijo. Pero tenemos que encallar en cierta isla. Y llegada la decimocuarta noche, mientras éramos llevados a la deriva en el mar Adriático, a eso de la medianoche los marineros presentían que se estaban acercando a tierra. Echaron la sonda y hallaron que había veinte brazas; pasando un poco más adelante volvieron a echar la sonda y hallaron quince brazas de profundidad. Y temiendo que en algún lugar fuéramos a dar contra los escollos, echaron cuatro anclas por la popa y ansiaban que amaneciera. Como los marineros trataban de escapar de la nave y habían bajado el esquife al mar, bajo pretexto de que se proponían echar las anclas desde la proa, Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podréis salvaros. Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y dejaron que se perdiera. Y hasta que estaba a punto de amanecer, Pablo exhortaba a todos a que tomaran alimento, diciendo: Hace ya catorce días que, velando continuamente, estáis en ayunas, sin tomar ningún alimento. Por eso os aconsejo que toméis alimento, porque esto es necesario para vuestra supervivencia; pues ni un solo cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. Habiendo dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya buen ánimo, tomaron también alimento. En total éramos en la nave doscientas setenta y seis personas. Una vez saciados, aligeraron la nave arrojando el trigo al mar.

 

            En el “camino a la cruz” de Pablo y sus compañeros, en el lugar mismo de la derrota, en el naufragio de la vida, ahí se ofrece un pan de ánimo, de aliento, de reconfortamiento. No se ofrece una religión, sino un ánimo para la resistencia, una eucaristía en la solidaridad náufraga de la existencia, una promesa de luz, de amanecer. Es una oferta de espiritualidad desde el lugar mismo donde se cuecen los miedos y los anhelos humanos.

 

3. Ahondamiento

 

  • Una vivencia de fe más evangélica que normativa: Quizá desde ahí se pueda pretender novedad en la vivencia y en la oferta. ¿Cómo colaborar a que lo que realmente oriente la acción evangelizadora sea el Evangelio y sus criterios y no la normativa jurídica? Plantear la fe como una realidad nueva demanda una postura profética y de libertad a la hora de vivir lo cristiano.
  • Una vivencia más experiencial que ideológica: Porque hacemos propuestas de fe desde la ideología y menos desde la experiencia y desde los proyectos vividos. Catequizar desde la ideología tiene hoy muchas dificultades. Proponer desde la experiencia, por pobre y humilde que sea, puede tener otra salida. 
  • Una oferta de misericordia desde la humildad: Porque la misericordia es la medida de Jesús, del mismo Dios y de la persona. Salirse de la misericordia es bloquear la novedad de la propuesta evangélica.
  • Una oferta posteísta: A la que no interese tanto la vuelta a la religión que la vuelta a los valores evangélicos, humanos.

 

4. Caminos concretos

 

            Vamos a señalar algunos caminos más concretos que serían aún previos a una oferta de fe:

a)       Volver a Jesús: Este es el gran previo. En él insiste mucho Pagola diciendo que es un tiempo bueno para ello. Volver a lo más primigenio y sencillo del Evangelio. Volver en comunidad (puesto que en el ciclo C se lee a Lucas, ¿por qué no estudiar el librito de Pagola El camino abierto por Jesús. Lucas?).

b)       Buen corazón y vida simple: Decía el Hno Roger que con esos dos ingredientes se entendía que Dios era amor y solamente amor. Lo dice un cristiano autorizado. Son posibilidades que están a la mano.

c)       Una respuesta al dolor ajeno: El dolor ajeno nos hace sujetos morales, dice R. Mate. El dolor de hoy es el desastre humano de la crisis. ¿Cómo vamos a hacer una oferta de fe si no hacemos, a la vez y antes, un intento de respuesta a alguno de los quebrantos de esta situación?    

d)      Recuperar los caminos: El Evangelio es un libro de caminos porque en ellos se encuentra la gente y sus situaciones de vida. Hemos de recuperar la calle como escenario social. Ahí iremos calibrando las posibilidades y caminos que hay para una determinada oferta de fe.

 

Conclusión: Dos inversiones cuaresmales

 

  • De evangelizadores a evangelizados: pensar en caminos de evangelización propia más que en los de una evangelización ajena.
  • De oferentes a acompañantes y colaboradores: no se trataría tanto de ofrecer nosotros, sino de acompañar y colaborar con la “evangelización” que ya se hace (con el ancho campo de los valores y derechos humanos)

Evangelizar y ser evangelizados por el Resucitado es entrar en el ámbito de un amanecer nuevo. Que lo vayamos viendo y viviendo.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

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