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Retiro de Adviento 2011

 

Retiro en el Adviento de 2011

 

OSAR ANDAR SOBRE EL SABERSE PERDIDO

El Adviento como tiempo de alternativas

 

            Si para algo no estamos, es para pensar en alternativas. Decimos que no hay alternativas para la situación económica y que lo único que se puede esperar es que el paro aumente todavía más. Así mismo, decimos que no existe alternativa este modelo neoliberal de vida y pensamiento, por lo que hay que subirse a ese carro, guste o no. Afirmamos también que esta es la Iglesia involucionista que nos ha tocado vivir y que hay que aceptar esta hora con resignación. La palabra alternativa, no suena.

            Y, cuando suena, su voz es sofocada por el sistema que propone sus alternativas, las de siempre, que no alternativa de nada. Así ha ocurrido con el libro de Vincenç Navarro y Alberto Garzón “Hay Alternativas” (Io puedes encontrar en la web de ATTAC). Después de tener la promesa de publicarlo, Alfaguara lo ha desechado. Y ¿por qué? Porque en ese grupo editorial están los bancos, los políticos del sistema. Y las alternativas que el libro propone no son las del sistema. Pero alternativas, haylas.

            Por otra parte, cuando llega cada año el Adviento es precio hacer un esfuerzo explícito para generar espiritualidad en torno a él, si no queremos que pase sin pena ni gloria. Quizá una forma de traducir el clásico “Adviento tiempo de esperanza” pueda ser “Adviento tiempo de alternativas”. No es fácil verlo así. Pero entonces, ¿Cuándo hablamos de esperanza, de qué hablamos? Una esperanza sin rostro es una esperanza vacía. Llamar a una esperanza vacía es un fraude intolerable.

            2 Pe 3,13 dice aquella hermosa frase que habríamos de grabar en nuestra memoria y en nuestro corazón como un sueño irrenunciable: “Nosotros ateniéndonos a su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia”. ¿Cómo va a brotar la justicia si flaquea la esperanza? ¿Cómo van a surgir la maravilla de un cielo nuevo y una tierra nueva si desaparecen las alternativas a esto que tenemos que no es, ni de lejos, ese cielo y tierra nuevos soñados?

            Es preciso ser osados, como luego diremos, para “andar sobre el saberse perdido”, para resistir en todos nuestros extravíos y pérdidas y querer encontrar, una y mil veces, el mejor camino que nos lleve al soñado día del Reino de Jesús. El problema no es cuánto podemos, sino a cuánto estamos dispuestos. La pelota está en nuestro tejado. Es preciso animarse.

 

1. Osar andar sobre el saberse perdido

 

            Como en otras ocasiones, y antes de ir a la luz de la Palabra de que la que sacamos ánimo e inspiración para ir caminando en la fe, queremos comentar un poemilla del poeta y sacerdote argentino H.Múgica (Y siempre después el viento, Visor, Madrid 2011, p.60):

 

Ver no es abrir los ojos,

es arrojar a un lado el bastón blanco:

osar andar

sobre el saberse perdido

 

  • Ver no es abrir los ojos, es arrojar a un lado el bastón blanco: Ver es luchar contra todas  las cegueras, contra el desaliento de haber sucumbido a la evidencia de que ya no se ve y de que se es esclavo del bastón blanco, de los apoyos y andadores que nos suministra el sistema (especialista en fabricarlos, para tenernos amarrados). Lo importante no es tanto decir que se ve, cuanto animarse a andar más allá de cualquier limitación, de cualquier oscuridad. Por eso, quien más ve no es quien mejor vista tiene, sino quien más ánimo encierra en el alma y se pone a caminar.
  • Osar andar sobre el saberse perdido: No quedarse quieto, paralizado, en actitud de conformista derrota cuando uno se siente perdido. Atreverse a seguir andando por encima de toda desorientación, más allá de la pretendida evidencia del sistema de que no hay nada que hacer (siempre que se haga lo que dice él). Esa osadía es la que se requiere para ser modestamente alternativo, para que los sueños no solamente no se apaguen sino para que se mantengan vivos a pesar del helador viento que desatan quienes no quieren ninguna clase de alternativa, a pesar del desaliento que nosotros mismos sembramos en el campo de nuestra propia alma. Ser alternativos exige una cierta osadía y el precio que conlleva. Porque no se puede ser alternativo, si siquiera un poco (que es lo mismo que se profético) sino que rápidamente te pasen factura.

 

2. La vocación de la comunidad cristiana a lo alternativo

 

            Lo peor que le puede pasar a la comunidad cristiana es que la alternatividad (que, ya lo decimos, es la misma profecía) se muera, que se adocene y funcione como todo el mundo, que piense y valore la realidad como todo el mundo. Entonces no tendrá nada que aportar al futuro de lo humano, a los sueños más acariciados de la existencia histórica. La alternatividad es lo que le costó a Jesús el cuello, pero es lo mejor del Evangelio. Si hubiera hecho una propuesta espiritual al uso, habría sido, todo lo más, un buen fariseo. Pero hizo otra clase de propuesta: tocó leprosos, sacó asnos de la zanja en sábado, cuestionó lo incuestionable, se relacionó con colectivos débiles (mujeres, niños, leprosos, etc.). Su vida fu alternativa, por eso pudo proponer un camino así a la comunidad de quienes se dicen sus seguidores. Vamos a tomar un texto elocuente.

Mc 9,42-48 pertenece a la gran catequesis que Jesús hace a los discípulos en privado y luego a la gente más en general (Mc 9,30-10,31). Es una catequesis social y económica puesto que los temas no tienen ningún componente religioso. Habla del servicio, de la liberación, de la alternatividad que pone freno a la ambición, de la elemental igualdad, del acompañamiento a los débiles, de las raíces de la confianza. En 9,42-48, pasaje que siempre ha sido leída desde la perspectiva del “escándalo” (dándole a la cosa connotaciones de moralidad sexual sobre todo) parece, en el fondo, hablarse del comportamiento alternativo que en materia de relación humana, proyectos, caminos y economía ha de tener la comunidad creyente.

            Un ajeno a la comunidad, “uno de estos pequeños” (quizá un pagano) que no tiene ambición de poder y preeminencia, que está harto de una sociedad asentada sobre el dominio, el poder, la riqueza opresora, uno que aspira a otro tipo de vida más humano, fraterno y solidario, se llega a la comunidad de Jesús creyendo que ahí va a encontrar eso distinto, alternativo, que anda buscando. Y cuando se llega a la tal comunidad se encuentra que ellos también, los seguidores de Jesús, funcionan como todo el mundo, en los parámetros del poder, del dinero opresor, de los negocios turbios. Y se escandaliza profundamente. A la comunidad que genera ese escándalo, “más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y la arrojasen al mar”. La exageración, la hipérbole, está hablando de la extrema gravedad de tal escándalo. No es otro que la incapacidad de la comunidad cristiana para generar caminos económicos alternativos al hecho social imperante, a la economía de mercado globalizada, al pensamiento único que deja fuera a quien piense de maneras distintas, a modos sociales de vivir que hacen del mundo un planeta de náufragos aherrojados fuera del “trasatlántico” rutilante del sistema. La comunidad de seguidores tendría que ser paladín de otra economía, de una alternatividad económico-social que sea patria de quien anhela un mundo distinto y fraterno.

            Puede ser que la comunidad se anime a construir ese duro y exigente camino alternativo. ¿Cómo hacerlo? El texto da tres pistas claras:

  • Examinar las obras: Con las manos hacemos las obras (homo faber), fabricamos múltiples recursos, entramos en el mundo de la producción económica. El creyente tiene que “cortarse las manos”. El modismo semita indica que es preciso hacer un fuerte análisis sobre nuestros modos de producción económica porque lo importante, según el sueño de Jesús, no es producir mucho, sino hacerlo en modos y planteamientos humanizadores. Si en la comunidad no se viera esto claro, sería necesario un tremendo esfuerzo reorientador hacia un tipo de producción, de negocio, al servicio de la humanización de la persona, no pasando por encima y destruyéndola, al servicio de un cruel capitalismo.
  • Examinar las conductas: Con los pies andamos; únicamente los humanos tenemos pies para desplazarnos y cabeza para saber a dónde queremos ir. Es un símil de nuestras conductas, de nuestros comportamientos relacionales, de los caminos que elegimos en nuestro mundo de relaciones. El modismo “cortarse el pie” está indicando que para construir una sociedad alternativa se precisa un fuerte discernimiento sobre nuestro mundo relacional para ver si está montado sobre una relación fraterna, constructiva de amor y de dicha, sobre la justicia y el respeto con todos, singularmente con los débiles, o, más bien, sobre la opresión, la apropiación de las personas, el expolio afectivo, el menosprecio de quien tiene menos recursos personales. Si es así, merecería la comunidad la piedra de molino al cuello. Si fuera lo contrario, habría entendido ensueño de Jesús y sus lógicas exigencias.
  • Examinar la economía: Los ojos son la sede de la ambición (“los ojos insaciables”, que dice 1 Jn 2,16); con ellos “devoramos” los bienes y en ellos se refleja el brillo atrayente del dinero. Pues bien, el modismo “sacarte el ojo” está indicando un fuerte discernimiento sobre nuestros planteamientos económicos, sobre nuestros estilos monetarios. El Evangelio tiene por cierto que la persona y sus valores están por encima del brillo del dinero. Si esto funciona en la comunidad estaremos en los parámetros del Reino; si no funciona así, hay que volver a aplicar el “correctivo” de la piedra de molino al cuello.

La vida cristiana habría de tomar bien en serio esta clase de textos no tanto para sucumbir bajo su amenaza (el Evangelio no quiera amenazar), cuanto para animarse a generar alternatividad económica y social en un marco ciudadano que, con bastante frecuencia, va por otras sendas. Si la vida cristiana funciona en materias de economía y de vida (de evangelización incluso) como todo el mundo ¿cómo va a proponer sin sonrojarse una espiritualidad evangélica? ¿Cómo va a ordenar sus propias estructuras con la novedad que postula el compromiso del seguimiento?

 

3. Caminos de alternatividad humilde

 

            Porque cuando se habla de ser alternativos no estamos ni queriendo hacer la lección a nadie ni pretendiendo grandes cambios. Simplemente deseamos que los caminos del seguimiento con Jesús tengan un punto de diferencia y de promesa que los sistemas no están capacitados para darlos porque, sencillamente, no les interesan. Esbocemos algunos campos de esa alternatividad humilde:

 

a) Caminos sociales

 

  • En el tema del empleo: Tener en el punto de mira y de las preocupaciones los cinco millones de dramas que son los parados. Si hay que contratar a alguien (a nivel parroquial, o familiar) hacerlo bien; apuntar al sector más débil de los parados (la inmigración); apoyar, si viene al caso, empresillas de inserción de poco beneficio.
  • En el tema de la vivienda: Unirse varias parroquias para crear una “bolsa de alquileres” para aquellos con grandes dificultades para alquilar (sin papeles); acogida sencilla en locales parroquiales a modo de ayuda pasajera; acogida en casa, cuando y como se pueda, siendo personas que acogen.
  • En el tema de la comida: No tirarla; tratar de solucionar siquiera temporalmente el problema, no avergonzarse de pedir para dar; no avergonzar al dar, hacerlo con dignidad.
  • En el tema de la denuncia: Apoyar a las comisiones de denuncia de Cáritas; creer en el valor de la denuncia con humanidad; hacerse visible en lugares de denuncia; apoyar campañas on line que apuntan a la denuncia.

 

b) Caminos espirituales

 

  • Espiritualidad y comportamientos liberadores: hablar, pensar y actuar en lados lo más alejados posibles de lo oficial, de lo sistémico, de lo consagrado. “Profetizar” diciendo nuestras posturas no oficiales, aunque eso marque un poco. Apuntar a maneras alternativas de leer el hecho social. Tener fuentes de información algo “marginales”.
  • Acompañar procesos: No tanto actos puntuales, maneras espirituales que no tienen los modos de un proceso con principio y fin; ser acompañante de caminos difíciles (adolescentes, personas marcadas, fuertes soledades).
  • Escuchar lo que no se oye: Porque hay muchas cosas y muchas personas a las que no se oyen. Leer con ojos distintos la bondad que se oculta en la gente “mala”, lo positivo que hay en las situaciones de pobreza (malas en sí mismas), los gozos que esconde el dolor (también malo en sí mismo), la justicia que piden las situaciones de injusticia aunque no les hagamos caso.
  • Seguir leyendo incansablemente los signos de los tiempos: Porque ya casi nadie habla de ellos. Leer los signos buenos y los no tan buenos como voz de Dios que habla. Traducir esa voz a lenguajes inteligibles para percibir que la realidad está transida de la presencia de Dios en nuestra historia.

 

c) Caminos evangelizadores

 

  • Eucaristías alternativas: Porque la eucaristía tiene el grave problema de su rutina, de su ritualismo, de su aburrimiento, de su poca participación, de su cansancio. Intentar eucaristías alternativas, de pequeños grupos, fuera del marco del templo, con participación, más cercanas a la realidad que vivimos todos.
  • Homilías con alma: No solo con sabiduría (que no estaría mal). Homilías que realmente dicen algo al corazón de quien habla y en las que éste habla desde el corazón, no solo desde la cabeza (o desde el oficio de predicador). Tratar de palpar las situaciones vitales de las personas para verter ahí una palabra de ánimo y luz. Y si no, mejor calla, porque, como dice alguien, el alejamiento de la fe viene, en parte notable, por la deficiencia de nuestras homilías (catequesis habitual de las comunidades cristianas).
  • Ofrecer oración y espiritualidad: No solamente sacramentos. Ir abandonando el camino fácil y repetitivo de las eucaristías rituales y meter, de vez en cuando, un espacio de oración, de espiritualidad pura, de mística.
  • Evangelizar fuera del templo: En los locales parroquiales, en la misma calle. Plantearse la pregunta de la presencia ciudadana del hecho cristiano, más allá de shows religiosos. Volver a retomar el nunca tomado del todo tema de los “alejados” de la fe, de una ciudadanía alejada del hecho creyente.

 

d) Caminos fraternos

 

  • Mirarnos con benignidad en nuestras pobrezas: Porque, en esta época de reducción, puede ser que aflore la mirada cuestionadota de nuestras pobrezas, cuando tendría que aparecer una manera benigna de mirarnos, lo que no excluye el discernimiento. Mirarse para animarse a trabajar más a pesar de la disminución de vigor social de nuestros grupos.
  • Abrirnos: Conjurar el peligro de cerrarnos ideológicamente, solidariamente, vitalmente. Intentar crear un tipo de vida fraterna aireada, no sectaria, de corte profético, no sistémico. Acercarse a lugares de secularizad para proponer ahí espiritualidad.
  • Vida sobria, honrada y religiosa: Como una forma concreta de revitalizar el hecho fraterno. Volver a los caminos de lo simple, del disfrute con poco, del consumo controlado, del decrecimiento.
  • Creer en la fuerza de nuestro potencial: Humano y de medios. Aunque haya disminuido mucho, aún tenemos posibilidades de trabajar, de colaborar con quien se preocupa por el futuro de lo humano. Estar dispuestos a compartir ese potencial con otros.

 

Conclusión

 

            Los caminos de la alternatividad no son imposibles ni fuera del alcance de cualquier persona que los anhele. Basta levantar los hombros ante las limitaciones y animarse a caminar. La realidad enseña que personas con ilusión ha sido capaces de andar sendas nuevas, propuestas distintas. Que el “alternativo”  Jesús nos ilumine en este Adviento para que la Navidad sea, en realidad, la fiesta hermosa de una alternativa humanizadora, no un mero final de año o una fiesta sin rumbo.

 

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