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FIAIZ

Juan 86

CVJ

Domingo, 16 de octubre de 2011

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

 

86. Jn 12,37-43

 

Introducción:

 

                Ante muchas situaciones de la vida, los humanos funcionamos con actitudes de despecho. El comportamiento de los demás nos hiere tanto que nuestra forma de encajarlo es responder con la moneda del despecho, del alejamiento, del enfado, del desprecio. Es comprensible, pero hay que darse cuenta de que esa actitud no lleva a nada positivo. Cuanto más se transitan los caminos del despecho, tanto más nos alejamos de la casa del corazón del otro, tanto más difícil se hace la vuelta a esa casa. Por eso, lo mejor es abandonar cuanto antes tales caminos y volver a situarse en la incansable oferta de amor, de casa abierta, de diálogo, de aprecio. Puede parecer, inicialmente, una “humillación” pero, en realidad, es el camino más fecundo para restañar heridas y para construir caminos nuevos de relación.

                En el pasaje evangélico de hoy el Evangelio se enfrenta a la actitud de Jesús. Nos explicamos: el Evangelio (quizá Jesús o, más probablemente, el evangelista que escribe en situaciones de dolor, de rechazo del cristianismo primitivo) se mete en el camino del despecho. Como no aceptan a Jesús a pesar de las señales, que les den. Para justificar su postura no duda en citar al profeta Isaías mismo. Pero en realidad, viendo el comportamiento de Jesús a través del Evangelio, él no se ha situado en el camino del despecho, no ha respondido al menosprecio con otro menosprecio, ha sido incansable en hacer una oferta para buenos y malos, como el sol que calienta a todos. De ahí que leamos un poco “contra el texto” este pasaje de san Juan para percibir al Jesús que nunca funcionó en modos de despecho, sino en las maneras de la oferta incansable, porque su amor nunca se fatigó.

 

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Texto:

 

37A pesar de tantas señales como llevaba realizadas delante de ellos, se negaban a darle su adhesión.

 38Así se cumplieron las palabras que dijo el profeta Isaías:

Señor, ¿quién ha creído nuestro anuncio?

y ¿a quién se le ha descubierto la fuerza del Señor?

39Y no podían creer por aquello que dijo en otra ocasión Isaías:

                40Les ha cegado los ojos

                               y les ha embotado la mente,

                               para que sus ojos no vean

                               ni su mente perciba

                               ni se conviertan

                               ni yo los cure.

                41Esto lo dijo Isaías porque vio su gloria, y así habló de él.   

42A pesar de todo, muchos incluso de los jefes, le dieron su adhesión, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga, 43pues prefirieron la gloria humana a la gloria de Dios.

 

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Ventana abierta:

 

El 25 de mayo de 2011 sucedió algo insólito en una sala de oficina de Vitoria. Tras medio siglo de violencia terrorista, de 829 asesinatos perpetrados por ETA, de varias generaciones que han crecido en Euskadi entre el miedo y la falta de libertad, dos desconocidos se sentaban cara a cara. Mientras el país entero hablaba sobre el final de la banda, estos dos hombres lo escenificaban, de forma privada, en esa sala. Uno era una víctima del terrorismo cuyo padre fue asesinado en 1980 y que aún no conoce quiénes fueron los culpables. El otro, un preso condenado por pertenecer a ETA, con delitos de sangre, que ha llegado a la conclusión de que la violencia no tiene sentido y se ha apartado de la banda. El primero quería saber el porqué de muchas cosas. Por qué la persona que tenía enfrente había sido un terrorista, por qué había matado, cómo podía vivir con ello, qué le condujo a la organización que destrozó la vida de su madre y de sus seis hermanos... El segundo quería, sobre todo, pedir perdón. Hay gente que abandona los duros caminos del profundo despecho.

                Oramos. Gracias, Señor, por quien perdona por humanidad; gracias por quien demanda que se le perdone; gracias por quienes ponen la persona por encima de cualquier situación social.

 

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Desde la persona de Jesús:

 

                Dice el evangelista, reprobándolo, que son condenables quienes, por miedo, no dieron testimonio de Jesús. Éste, seguramente, no pensaría así y comprendería que la persona es frágil y temerosa y que la amenaza de una dura exclusión pesaba en la persona más que el amor que le tenían. Pero él no habría comparado la una con el otro. Simplemente habría entendido la dura situación del excluido y habría comprendido su abandono. Así de ancho era su corazón y así de fiel su amor.

                Oramos: Te alabamos, Señor, por tu amor fiel, te bendecimos por tu incomprensible cercanía a nosotros; te damos gracias porque has valorado más nuestro amor que nuestros fallos.

 

 

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Ahondamiento personal:

 

                Hay quien hace muchos progresos en el camino de amar sin despecho. Pero, lógicamente, eso no se improvisa. Es preciso construir, día a día, el camino del amor fiel, de la oferta incansable, del estar ahí por encima de negaciones y limitaciones. Es una obra de artesanía, de fidelidad, de constancia, de amor. De lo contrario, la garra del despecho hará presa en nosotros/as y no sabremos cómo escapar de ella. Por eso, cada día que amas con sencillez te alejas de las turbias aguas del despecho.

                Oramos: Que construyamos el amor cada día; que cuidemos los detalles para construir el amor; que no nos instalemos en la ofensa ni el menosprecio.

 

 

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Desde la comunidad virtual:

 

                Nuestra comunidad virtual es una oferta continuada, aunque sencilla. No se contempla jamás el despecho: quien viene, viene; quien participa en una reunión, bien; quien no viene a una asamblea, bien; quien manda un saludo y se hace presente, bien; quien permanece en silencio, bien igualmente. No es un relativismo, sino el deseo de mantenernos en la oferta y el respeto. Son los caminos que no dejan pasar al despecho.

                Oramos: Que seamos siempre respetuosos; que seamos agradecidos con los gestos de amabilidad; que seamos comprensivos con quien anda en el silencio.

 

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Poetización:

 

Los evangelios

le atribuyen

frases muy duras,

de denso despecho.

Pero viendo sus días,

caminando en sus sendas,

sentándose a su sombra,

intentando comprender su corazón,

llegamos a una conclusión

muy distinta:

nunca se instaló en el despecho,

nunca reprochó nada

porque nunca exigió nada.

Supo mirar con amor

a los ojos

de quien le miraba mal;

jamás se cansó de hacer

una oferta de gestos de amor,

como aquel pan untado

con el que quiso cautivar a Judas

en el último momento.

De ahí que los seguidores/as

se empeñen en alejarse

del camino del despecho.

Esos son los síntomas

de que se le ha entendido bien,

de que se vive con su misma alma.

 

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Para la semana:

 

                Trata de controlar tus gestos de despecho. Sé siempre amable y respetuoso con todos.

 

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