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FIAIZ

Juan 55

Domingo, 24 de octubre de 2010-10-23

 

55. Jn 8,31-32

 

Introducción:

 

                La “verdad” es una de esas palabras grandes que llena la boca de los filósofos, de los políticos, de los jueces, de los demagogos. Pero también puede ser una realidad pequeña, manejable, personal, sencilla. Esa verdad sencilla es aquello que nos lleva a cada uno a ser uno mismo, con nuestras cosas buenas y con las cuestionables. La verdad de uno mismo es reconciliarse con lo que uno/a es y reconciliarse con lo que es el otro. La verdad de uno/a mismo es percibir que esta vida, más allá de sus enormes limitaciones, es una aventura en la que yo he tenido la suerte de participar. La verdad de uno mismo se mezcla fácilmente con la verdad de los demás, no las desplaza, no las excluye. La verdad de uno mismo lleva a un gozo profundo.

                Jesús fue uno que comprendió y vivió la verdad de uno mismo. Por eso, cuando dijo que la verdad nos hará libres, se refiere justamente a eso: bajar al fondo de uno mismo y alegrarse por su vida y por la de los demás es haber tocado con los dedos la verdad de uno mismo. Jesús lo logró. Por eso su rostro y su persona reflejaban alegría, por eso le era fácil la compasión y el perdón, por eso no salió de su boca una palabra de condena a esta vida aunque la suya fuera dura, por eso entendía el lenguaje de las lágrimas y de los estremecimientos. Había dado con la verdad de sí mismo y de los demás. Desde entonces podemos creerle cuando nos dice que la verdad, la de uno/a mismo/a, nos hará libres.

 

Texto:

 

                31Entonces Jesús dijo a los dirigentes judíos que le habían creído:

                -Vosotros, para ser de verdad discípulos míos, tenéis que ateneros a ese mensaje mío; 32conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.

 

Ventana abierta:

  

         Este es el actor Sean Penn de la película “Pena de muerte”. En ella le dice la monja que le acompaña espiritualmente la frase joánica “la verdad os hará libres”. El preso condenado a muerte dice que le gusta porque, en el fondo, anhela la verdad que pasa por la aceptación de su limitación y el descubrimiento del amor que subyace en él más allá de la costra de su ser criminal. Ese proceso se da y con la verdad de sí mismo se topa incluso con su capacidad de amar. Es que el fruto, el valor de la verdad no es la contundencia y claridad de unos planteamientos sino el descubrimiento de la capacidad de amar.

                Oramos: Que aprendamos la verdad aprendiendo a amar; que descubramos la verdad descubriendo el amor; que disfrutemos de la verdad disfrutando de la buena relación.

 

Desde la persona de Jesús:

 

                Dice Jesús que para acercarse a la verdad de uno mismo hay que “atenerse al mensaje”. No quiere decir que haya que acoger un mensaje filosófico, religioso o moral. Alude al mensaje verdadero de la realidad, la verdad que subyace al mensaje de Jesús, que toda persona tiene salida, que hay horizonte para todos, que ninguna limitación podrá impedir el logro de la dicha. Atenerse a ese mensaje de esperanza histórica y personal es la puerta que abre a la verdad. Jesús ha dedicado toda su vida a ofrecer ese mensaje de gozo y de horizonte, ese nuevo amanecer que le dé a uno/a valor y capacidad de disfrute ante la vida.

                Oramos: Que, como Jesús, podamos mirar al fondo de nuestra realidad; que, como él, podamos animarnos a vivir en disfrute sencillo y profundo; que, como Jesús, creamos que hay para nosotros y para toda persona un amanecer, un posibilidad.

 

Ahondamiento personal:

 

                La verdad, según Jesús, habría de conducir a la libertad. Una verdad que nos hace más dependientes, menos libres en los caminos de cada día, no puede ser una verdad interesante. Medir el valor de la verdad por la libertad es buena manera de hacerlo: cuanto más verdaderos, más libres y viceversa. Por eso, no hay que temer el frío, a veces hiriente, de la verdad porque, a su vez, conlleva el gozo y el disfrute de la libertad. ¿Son solamente palabras todo esto? Creemos que no cuando se las sabe situar en los caminos sencillos de cada jornada.

                Oramos: Que nos atraiga siempre la verdad y su hermana la libertad; que midamos nuestra verdad por nuestro nivel de libertad; que no creamos nunca que verdad y libertad nos son inasequibles.

 

Desde la comunidad virtual:

 

                Quizá sea mucho decir que nuestra comunidad virtual puede ayudarnos a conocer la verdad. Pero sí que puede hacerlo, de hecho lo hace, a aproximarnos a esa verdad humilde de cada uno/a. Al ponerla en común (en la medida que sea), al acercarnos a ella, podemos percibir que nos acercamos a nuestra verdad y, con ello, a la libertad y al gozo. Por eso, por modesta que sea, no menospreciemos la ofrenda de nuestra pequeña verdad vital. Es lo mejor que podemos darnos.

                Oramos: Que valoremos las pequeñas entregas que nos hacemos; que creamos que podemos ayudarnos en la hermosa tarea de encontrar nuestra verdad; que disfrutemos siempre de la libertad y la amistad, hermanas de la verdad.

 

Poetización:

 

Hablaba de la verdad

no como los filósofos,

sino como los sencillos,

como si fuera una hermana,

un sueño tocable,

una realidad cotidiana.

Creía que la verdad de uno/a mismo/

está escondida

en todo corazón

y que era asequible

a quien la anhela y la busca.

Pensaba que la verdad de uno/a mismo

pasa por la reconciliación

con el fondo del propio corazón

y del corazón del otro/a.

Intuía que la verdad de uno/a mismo

es la certeza de que toda persona,

toda realidad,

tiene un horizonte,

una posibilidad,

una meta gozosa.

No es de extrañar

que hermanara

verdad y libertad.

La una llevaba a la otra.

Y sabiéndose verdadero,

limitación incluida,

y libre,

también dentro de lo estrecho de la vida,

la dicha se aproximaba,

el gozo asomaba en el horizonte.

Estas certezas

no le abandonarían jamás.

Tampoco a nosotros...

 

Para la semana:

 

                Asómate a la verdad del otro apreciando sus maneras de pensar y de vivir, respetando sus camino y animándole al gozo.

 

 

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