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FIAIZ

Juan 16

CVJ

Domingo, 25 de Octubre de 2009

 

VIDA ACOMPAÑADA

 Plan de oración con el Evangelio de Juan

 

16. Jn 4,45-54

 

Introducción:

 

                Es fácil que ante los sucesos humanos, sobre todo los más adversos, nos conmovamos. El sentido hondo de filantropía que anida en el corazón humano hace que no nos sintamos insensible ante lo que nos ocurre, sobre todo ante el dolor ajeno. Esto es estupendo. Pero quizá sea preciso dar un paso más: además de conmoverse habrá que moverse. Eso es harina de otro costal porque, moverse conlleva la implicación de la persona, de su tiempo, de sus bienes, de sus planteamientos diarios de vida. Moverse conlleva cambiar, modificar trayectorias, cambiar costumbres, variar hábitos arraigados. Y eso nos cuesta mucho más. Pero una cosa es clara: si no nos movemos, si nos quedamos en nuestro sitio de siempre, nunca llegaremos a disfrutar del corazón de la persona. De ahí que moverse sea, en definitiva, un beneficio para quien se mueve.

                El texto evangélico con que reanudamos nuestra oración en la comunidad de Juan habla de algo de esto: el padre va buscando un beneficio para su hijo y se encuentra con un planteamiento nuevo de parte de Jesús: lo importante es que tú te pongas en camino, en seguimiento, en movimiento hacia el otro. Si te mueves hacia el corazón del otro, viene a decir Jesús, lo más tuyo vive. Por eso, el verdadero milagro no es tanto la curación del niño, sino que "se fió el hombre de las palabras de Jesús y se puso en camino". El verdadero milagro es que nos movamos en la dirección del otro/a y su necesidad. Eso es lo que el Evangelio quiere hacer en nosotros/as.

 

Texto:

                45Cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron bien porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén, durante la fiesta. 46Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

                Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.

                        47Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

                        48Jesús le dijo:

                -Como no veáis señales prodigiosas, no creéis.

                        49El funcionario insiste:

                -Señor, baja antes de que muera mi niño.

                        50Jesús le contesta:

                -Sigue, tu hijo está curado.

                El hombre creyó en la palabra de Jesús y seguía.

                        51Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. 52El les preguntó a qué hora había empezado la mejoría.                            Y  le contestaron:

                -Hoy a la una le dejó la fiebre.

                        53El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho "tu hijo está curado". Y creyó él con toda su familia.

                        54Esta segunda señal la hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

 

Ventana abierta:

 

            Este es el médico valenciano Pedro Cavadas. Se ha hecho famoso por hacer tremendos trasplantes (uno de ellos de cara completa) que pocos cirujanos se han atrevido. Al parecer tiene mucho éxito. Algunos lo califican de "médico-estrella". Puede que sí, pero también es cierto que este singular cirujano hace en Kenia cada vez que va más de 80 operaciones para gente sin recursos. Es uno de tantos que, a su manera, se mueve en la dirección del otro, más allá de sus posibles contradicciones personales. Es gente que da que pensar y que hace bueno el planteamiento de Jesús: moverse en dirección del necesitado es sendero de vida y de amor.

                Oramos: te damos gracias por quienes se mueven en dirección al necesitado; te bendecimos por quienes aman con generosidad; te alabamos por suscitar cercanía en el corazón de las personas.

 

***

Desde la persona de Jesús:

 

                Dice el texto introductorio a este relato que Jesús volvió de nuevo a Caná de Galilea. Antes estuvo cuando lo de la famosa boda de Caná. Jesús va y viene por los caminos de la necesidad de la persona. Él ha sido una persona que se ha movido en la dirección del corazón necesitado de la persona. Ahí ha aprendido el valor decisivo de la misericordia, parámetro definitivo de actuación. Dice J.Sobrino: "De Jesús impactaba la misericordia y la primariedad que le otorgaba: nada hay más acá ni más allá de ella, y desde ella define la verdad de Dios y del ser humano".

        Oramos: Jesús, lleno de amor por el débil, te veneramos; Jesús, caminando siempre en la dirección del otro, te admiramos, Jesús, viviendo siempre de cara al corazón humano, te damos gracias.

***

Ahondamiento personal:

 

                El padre que se pone en camino se encuentra con los criados, que también se han puesto en camino movidos por el gozo de la curación. Gente en camino. La hay mucha en la humanidad. Es cierto que grandes núcleos de personas se mueven en la dirección del propio egoísmo. Sobre todo el bloque Norte se mueve en esa dirección. Pero no escasean tampoco los colectivos atraídos por la realidad del otro, sus sufrimientos y necesidades. Muchos colectivos civiles (ONGs, Asociaciones, Fundaciones, etc.) van en esa dirección. Son profecía social de un mundo distinto, de una historia preñada de humanidad.

                Oramos: Con quienes sintonizan con la vida de los pueblos empobrecidos, te bendecimos, Señor; con quienes aman por encima de fronteras, te bendecimos, Señor; con quienes hacen suyas las situaciones de pueblos que no son suyos, te bendecimos, Señor.

 

***

 

Desde la comunidad virtual:

 

                No está mal para reanudar nuestras reuniones comenzar animándonos a caminar en la dirección del otro/a. En realidad, nuestro trabajo orante tiene como finalidad básica algo de eso. Efectivamente, orar no es una actividad sin dirección y quizá no primariamente con la dirección hacia Dios sino, más bien, en dirección a la persona, sobre todo a quien no le van del todo bien las cosas. Por eso, orar en esa dirección es poner las bases para un creciente encuentro. Algo de esto venimos haciendo a lo largo de estos años con nuestros encuentros de oración. Consideremos que, en el fondo, es una gran suerte.

                Oramos. Que nos agradezcamos nuestros gestos de cercanía; que nos agradezcamos las palabras buenas que nos dirigimos; que nos agradezcamos el amor que nos brindamos.

 

***

 

Para orar:

 

Es difícil el descenso hasta Dios. Pero mira:
te agotas de llevar los cántaros vacíos,
y de pronto, resulta que ser niño, joven, mujer,
basta para que él quede satisfecho sin fin.

Él es el agua: limítate a hacer sólo
una taza con tus manos juntas,
y arrodíllate luego. Pródigamente
hará rebosar tu límite más alto.

 

                                  (R.M.Rilke)

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